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miércoles, 21 de agosto de 2019

Reina de la sutileza

"Alguien me dijo una vez, que en el momento que te detienes a pensar si quieres a alguien, ya has dejado de quererle para siempre" Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento.
Muchas veces nos creemos diferentes a los demás. Especiales con el sentido de preferibles, que suena más humilde que diciendo mejores. Y nos podemos ver distintos siendo con toda probabilidad una copia de tantas. Si quieres, con marcas para ver con microscopio antes de confirmar que es una copia diferente. Los patrones generales son similares. Después de decir eso me voy a contradecir un poco.
Mi vida, tan singular en ocasiones -penosas-  y apartada -con gusto- de lo social casi siempre, guarda en ciertos aspectos un parecido con la de mi compañera de blog. Mi esposa recibió la recomendación de no ser pareja conmigo y algunas de sus amigas trataron de prevenirla sin conocerme.

Bueno. Pues lo mismo no eran malos consejos. Quién sabe si su vida hubiera sido más feliz. Reconozco que yo sin ella me habría estancado en los 21 y después me habría costado mucho salir adelante por mi cuenta. El texto que sigue es de esta amiga de blog, siempre escasa de tiempo que prefiere publique por ella este texto suyo aquí:
Demasiado amor para contenerlo - Lisa Dubois

Soy tan visceral que no puedo fingir sobre lo que no siento.  Hasta prefiero romper relaciones a vivir un “cuento”.  Pero fíjate por donde que por distintas circunstancias me estoy convirtiendo en la reina de la sutileza, que siempre será mejor que reina de la mentira.

Todo el mundo me decía "No te cases con un minusválido que ya verás" pero ahí se equivocaban. No es la minusvalía física la que mata o cansa, es la forma de ser. El egoísmo, ser posesivo ( entender mal el amor ), la dignidad a destiempo, la soberbia o pensar que sigo a su lado con el deber de "servir" sin derecho a opinar. Ni siquiera puede entender que ayudarle no me cuesta pero cualquier persona con esa actitud me cae mal. Y viniendo de él me duele porque le quiero.

A lo largo de la vida he creado un mundo feliz donde nos íbamos adaptando y disfrutando de la vida pero el tiempo, ese que dicen que todo lo cura o que todo te enseña o te pone en tu lugar, ese tiempo me ha demostrado que todo era ficticio. Lo único que se iba adaptando eran mis esfuerzos y mi amor. Al menos yo me siento así.

No digo que él no me haya querido, pero a su manera, igual que su hermana: primero están ellos y luego los demás. Juzgan de antemano, desprecian y si no se está de acuerdo en algo, aunque sea en tragar ruedas de molino, ya estás contra ellos.

Tengo que medir cada palabra que digo porque si no le hago enfadar.

Tengo que medir cada gesto. Tengo que medir todo y ni las medidas son ciencia exacta, ni yo quiero ser una máquina de calibrar.

Y después de enfadarse por lo que sea -aunque no lleve razón- cuando ya se le ha pasado la rabieta, sin olvidarse de incluir el jodido mensaje "Me quitas las ganas de vivir", pues eso, cuando se le pasa y ya se encuentra bien, abre su mano con magnificencia  y dice "Ven, anda. Dame un beso."  perdonándome la vida.

Estoy cansada y sin otra solución que volverme la reina de la sutileza para pisar fuerte en mi mundo mientras paso de puntillas por el de él con sus intrincados mundos anidados. 


sábado, 10 de agosto de 2019

El amor del ser humano

"Si Dios es Uno, y si no puede haber otro Dios, no puede haber una idea de Dios." Leo Strauss


17-11-2009 
Me recupero de una operación por cirugía abierta. Hoy es mi primer día en casa y he roto a llorar al ver entrar a mi hija, tan guapa, con su alegre y desbordante "hola papi".
(Siempre evitando llorar... esa es otra enfermedad que requiere un tratamiento más prolongado)
Y tantos exámenes y yo sin poder llevarla al insti ni traerla de vuelta a casa.

¡Claro que estoy especialmente sensible! He descansado un poco, con ayuda de la medicina, he merendado con el horario del hospital un café con leche y galletas casi idénticas de puro simplonas, y he mirado el correo. Dos de ellos me invitaban a ver un vídeo. El uno sobre el valor de una firma, de amnistía internacional (qué manía con usar los ordenadores para hacer animaciones; aunque la idea es muy buena, el vídeo es muy básico), el otro sobre un padre y su hijo.

Durante los 21 días de diagnóstico que pasé en el hospital, una simpática mujer, hermana de mi compañero de habitación, con su extraño pelo corto y sus modos resueltos, habiendo vivido en Barcelona, tan fuera de mi provincia pequeña, tan fuera de esta mentalidad, habiendo conocido muchos lugares y mucha gente, me llamó mucho la atención. Le pregunté por qué motivo dormía mal. Pregunté abrupta y repentinamente a los dos días de conocerla y tras superar cierto recelo.

Ella sonrió -siempre sonríe- y contestó "¿lo dices por mis ojeras?" y yo asentí.

Entonces me explicó que ha dejado su trabajo en Barcelona, que le cuesta encajar de nuevo aquí, en su tierra. Sufre Fibromialgia severa. No soporta que le toquen el pelo, un brazo (uno del pueblo la mandó directamente a urgencias tras el famoso palmetazo de bienvenida en las espalda), un beso, un asiento agitado en un autobús, ni siquiera de su coche, o el roce de una caricia.

Todo le duele.

Lleva siempre morfina consigo. La policía la detuvo por llevar tal cantidad en una ocasión, hasta que comprobaron su verdad. Le cuesta dormir, cómo no.

Pero su sonrisa siempre está ahí. Me miraba y me hacía reír.
Dice que cuando algo le duele, se ríe.

-Yo no me puedo creer que eso te funcione... -pero ella responde que sí y añade 

-... de lo contrario, ya me habría quitado la vida - hace lo mismo con su hermano, y en su familia nadie le devuelve a ella ningún cariño o atención...

Me obliga a reír, y me hace sonreír cuando me ve triste, y aunque yo sólo quiero llorar, obedezco y sonrío. Ella levanta su pulgar y me aprueba.

Cuando se marchó, me pidió que recordara y volvió a levantar el pulgar.

Sí. En el mundo hay héroes. Y heroínas.

Quedan personas que no esperan llenar sus arcas a razón de mil euros por segundo mientras ríen o aman, o lloran y mueren ante los ojos emocionados de espectadores repartidos en las butacas de cualquier cine.

Ellos son estrellas y todos los demás hemos quedado embelesados bajo ellas en alguna cálida noche, en algún trozo de silencio y campo, solos, mirando al cielo y admirando quietud y belleza. Pero hay estrellas que brillan a nuestro lado compartiendo sin más la luz de su sonrisa y el destello de su alegría, y nos invitan a reír sólo por que agradecen sinceramente que seamos el espejo que refleja sus amables sentimientos.



 Con el vídeo de los Hoyt, el padre e hijo (que por supuesto me ha hecho llorar de nuevo a moco tendido -hay que explotar bien la excusa del enfermito-) me he hecho un lío. Reconozco otra vez mi base de prolongada e inevitable educación religiosa, ahí está. Y agradezco a todos sus buenos deseos rezando por mí, con su fe en un ente que lo puede todo, pidiendo ayuda desde sus manos cálidas y limpias para mi, para otra persona. En este vídeo, de cuyas imágenes sobra decir nada, he encontrado otra vez la prueba de que el ser humano puede hacer de todo con su amor, si quiere. Pero la música... ¿porqué la música tiene que ser con tono religioso? No se puede debatir sobre ello, tiempo perdido: batallas y muertes llenan páginas de historia.

Pero uno no elige que justo en el momento de nacer, se te enrolle el cordón umbilical al cuello y la falta de oxígeno te provoque parálisis cerebral.


"Si lo estaba viendo venir, pero libre albedrío, los humanos y sus errores, ¿nunca aprenderán?, bueno, este padre luchará por su hijo, y tendrá motivos de superación, y los demás aprenderán de él y me alabarán el gusto"

Nacer, obtener el derecho a la vida, es un suceso en el que interviene Dios, según los cristianos, y un padre como el señor Hoyt... ¿qué diría? Ignoro sus creencias y me he cansado a buscar en google, en inglés y castellano, palabras de este hombre agradeciendo a Dios la vida de su hijo, no tiene porqué hacerlo. Sin embargo, he encontrado abundantes lugares donde dicen "pídele a dios tu deseo, él te lo concederá", porque su hijo le pidió participar en una carrera. Apropiarse del esfuerzo de este hombre para vender afiliaciones cristianas es todo un delito moral.

¿Dónde estaban todos esos cristianos cuando una y otra vez fueron rechazados y mal vistos por su deseo de participar en las carreras? ¿Porqué únicamente sacan, esos cristianos de pacotilla, su megáfono a la puerta de un local o bullen aturdiendo calles interminables ante una nueva ley, y se congregan a los pies del papa, (¿Papa?) un hombre cualquiera comparado con el señor Hoyt, en lugar de romper con su indudable marea de gotas humanas las barreras que separaron a estas dos personas que también querían gozar de la vida?

Y dice la música en uno de los vídeos, "Mi redentor vive". Qué coño de redentor, su padre es el que se desvive, el que suda con gusto cada gota para dar vida a su hijo. Dios pasa absolutamente de decirle "levántate y anda", es demasiado fácil hablar. Lo duro es bajar de esas alturas, acercarse a este hombre y ayudarle para que pueda correr con los demás. Si, años después de su lucha, fueron aceptados y respetados.


En su web, http://www.teamhoyt.com/, aparece esa música como producto comercial para financiarles, y es la única referencia que hacen a Dios. Supongo que alguien puso el material en sus manos para que lo vendieran, bueno, no se lo pienso criticar, no soy quien.



jueves, 13 de junio de 2019

¡A mi que me fusilen!

Tratando de sacar una sonrisa al morrongo "fermin"
He tomado tres veces un avión. Las tres hacia una isla. La primera para compartir la miel y la luna con la felicidad y el placer de los recién casados en Mallorca. La segunda por ignorar o más bien olvidar que los recuerdos únicos jamás vuelven a repetirse porque la magia estaba en nosotros y no en aquella isla.

El tercer vuelo lo sentía contra el viento y mi espíritu sedentario se negaba como siempre. Para algunas personas viajar es ... pero no lo sé muy bien. Digo que no quiero nada nuevo, que nada cambie, pero cuando por fin lo intento y comparo la pesadilla que me rodea y bloquea al salir de mi espacio y mis rutinas con mis pies descalzos sobre la arena, con los espacios abiertos, el mar o los montes arbolados y verdes, los campos de girasoles, los bebés, las risas y los juegos felices de los demás, mi balanza se equilibra entre el dolor y la belleza.

Había dicho que aquel viaje no era necesario. Que no iba a derramar una lágrima y mi aspecto impasible daría lugar a una escena odiosa. Además ya nada se podía hacer por salvar su vida. Mi esposa por suerte se mantuvo firme y me dijo "Puedes hacer lo que quieras pero yo pienso ir sola aunque sea. Tú verás."

En las Islas Canarias la luz del sol parece quemar los colores como en fotos sobreexpuestas. Así, desde el trasiego, los caminitos entre casas individuales de fulgurante blancor posadas sobre un negro volcánico entré a la casa de mi hermana. En una confrontación de sensaciones agridulces donde la vida pronto iba a dejar paso a la muerte. Allí estaba reunida todo el resto de mi familia.

Después del insidioso protocolo de abrazos y besos pasé a la habitación.

Mi madre le dijo "Mira quien está aquí, cariño" y después de mirarme breve pero lento detrás de sus ojos nublados, bajo el peso de los sedantes para el dolor hizo una mueca, giró un poco la cabeza y se pusieron a correr lágrimas por su mejilla. Su hijo, "el enano" que nunca había querido ir a las Canarias estaba ahí para despedirse. Solía reírse de la visible humildad de mi vida y mi familia entre muchas otras cosas. También de mis miedos-manías mientras preguntaba: "¿Es que tienes miedo a que se hunda la isla?".

Salí como pude para "que no te vea llorar" y mi madre vino detrás.
-No te disgustes, hijo. No es que no quiera verte, es que le da pena.- Y en realidad no volvió a verme.

Su otra compañera de habitación, desvergonzada y ruidosa, era una máquina que inyectaba y vaciaba aire en el colchón por secciones. Su cáncer sorbía sus escasas energías para inyectar células sin cesar un segundo. Los goteros inyectaban en sus venas analgésicos potentes y sueros. Su pareja inyectaba amor a a duras penas buscando un alma en aquél cuerpo ausente.

En ese entorno de pesar alguien me previno con frivolidad de que en aquella casa no esperase encontrar nada para comer. Curioso cómo los hijos favoritos se mantienen fríos y distantes mientras aquellos que lo parecen son totalmente del revés.

Pasó el día siguiente y ya de noche, mientras las flemas llenaban sus pulmones, dejó de respirar. "Márchate tranquilo, cariño. Ya pasó." decía mi madre con completa serenidad y calor en la voz. Cuando entré de nuevo, mi padre, definitivamente, ya no estaba allí.

Salí a la terraza buscando una esquina escondida donde poder llorar y encontré una tumbona junto a una barbacoa. Me senté en ella. Un mueble diseñado para el descanso y el placer transformado en un incómodo objeto inútil. Mi actitud de duelo debió salirse de lo común y mi esposa extrañada vino a acompañarme y preguntarme. Yo sólo acertaba a decir que "Soy un mal hijo. Siempre le he decepcionado." con la confusión típica de los tiempos verbales que te hacen sentir el peso real de la muerte y tomar contacto con el momento.

Mi padre siempre fue un devorador de todo. Bebía su vaso de horchata de un solo trago y los demás lo prologábamos tendiendo a infinito. Comía de su plato como si llevara una semana sin probar bocado en memoria del hambre que pasó de post-guerra. Reía y animaba a su alrededor voceando mientras servía de la botella: "¡Alegría, Alegría!" Otras veces, cabreado, se volvía un violento fuera de sí que gritaba, gesticulaba y asustaba a toda la familia. No dudó en tumbar de puñetazo al borracho faltón con mi madre. Aunque era incapaz de comprenderlos compraba todo tipo de aparatos con ilusión. Le gustaba lo bueno y lo gastaba por demás. Disfrutaba de un baño en la playa o la piscina tanto como una buena siesta. Así fue que cuando le dijeron a palo seco su diagnóstico y los meses que le quedaban dijo teatralmente: "Pues a mi que me fusilen" porque como él decía viendo películas bélicas: "¡Qué bonita es la guerra!" dejándome anonadado. Y cuando un día tuvo serenidad dijo: "Yo ya he disfrutado mucho de la vida. Me iré contento."

No recuerdo el día ni el año que falleció mi padre. Iba a decir que fue en medio de un verano pero acabo de mirar el acta de defunción y habla de finales de septiembre a las seis de la tarde del año dos mil once. A las puertas del otoño. Como siempre, mi estúpida cabeza hábil para manejar las cosas, unir patrones y recordar tonterías es pésima gestionando amigos y conservando hermanos mientras olvida sin más los datos importantes: los de las personas.

sábado, 11 de mayo de 2019

Rolando a Virginia (fin)

"El hombre que es consciente de sí mismo es en adelante independiente; y nunca se aburre, y la vida es demasiado corta, y está lleno de una profunda y templada felicidad." Virginia Woolf
Retoma sus pasos con determinación y dolor de pies. Inundado por un pensamiento hueco percibe en los ecos de su memoria, una infancia apátrida entre sus iguales, incomprendida entre sus aburridos y violentos profesores  y sus familiares más allegados.

Aquí, tan lejos de su casa, situado al borde de un despeñadero que detiene su marcha, recuerda el cuento de Neil Gaiman sobre el exilio:

Cuando era niño vivía entre bosquecillos de moreras. En verano, las moreras manchaban la hierba verde de púrpura carmesí. Pájaros de mil colores bailaban en el cielo cuando era un muchacho. Alegraban el día con sus intrincadas canciones. "Somos quien elegimos ser", cantaba el jilguero cuando el sol estaba en lo más alto. "Tengo sueños, sobre sueños, sobre sueños", cantaba el ruiseñor bajo la luna pálida.
¡Flap, Flap, Flap, Flap! se posa solemne frente a él un gran pájaro al que saluda con el brazo extendido y la palma hacia abajo:

#Inktober Sole Otero, corte

-Ave Fénix, el que camina te saluda.
-Noches te sean dadas, graciosillo. - El fastuoso Fénix observa y de su aguileña mirada deduce y habla conmovido:
-No has encontrado lo que buscado has.
-Si vienes como vidente de lo evidente perderás tanta fama que ni tu combustión más aparatosa podrá remediarlo.
-¿Qué quieres encontrar?
-Es ¿a QUIEN quiero encontrar, recuerdas?
-Este Fénix propone, pero tú dispones. Y has querido encontrar algo. Un "qué" de ficción en un "dónde" de tu invención: respuestas entre amigos y desconocidos,  en la música y la naturaleza, en la luna, en tus primeros sueños... en lugares complejos, equivocados. La solución era más sencilla. ¿Te das cuenta? - Rol hace un larga pausa. A estas alturas ya va comprendiendo pero como acostumbra, cambia de tema y pregunta:


-¿Por qué somos tan diferentes?
-Sois asimétricos, pero no tan diferentes.
-¿Puede una mujer amar a otra mujer?
-La pregunta correcta -que a la vez es tu respuesta- sería: ¿Puede una mujer amar? pero, si buscas la gran respuesta, debes hacerte la gran pregunta.
-Cual.
-¿Puede una persona amar?
-Ya. Touché, touché.

Ahí llega el punto donde Rolando comienza a ver que lo primero es aceptarse. Volver a casa. Ahí es cuando el Ave se levanta, se sacude la tierra del trasero y se tira al abismo en un vertiginoso picado para remontar el firmamento y convertirse en el famoso pájaro de fuego con todo su reguero de chispas. Rolando sonríe y recita:

Sólo el Fénix se eleva 
y ya no desciende.

#Inktober Sole Otero, botella

Vuelve a su interior como tranquilo mensaje en una botella recorriendo aislado, con olas y vientos, las distancias que nos separan. Inerte y detenido por algunas burbujas y gotas añora cuando sumergía su cabeza en el agua de la bañera para escapar en silencio a su propia existencia. El mundo es un lugar de terrible dolor donde el aire conduce el ruido como metralla y la luz quema cuanto toca.


Su cuerpo cansado viaja al vaivén de esas olas en un frasco de cristal sin ilusiones pero balanceándose entre ideas, escenas imaginadas y noches desveladas.

Balancearse es alisar los rizos nerviosos de los sentidos. Es como impulsarse para volver, recordar después de conocer y darse después de recoger.


#Inktober Sole Otero, fangoso

A su llegada sabe que no puede parar y porfía en una lucha estéril que mantiene sobre fango movedizo, ahogándose en si mismo por el deseo de saber estar entre los demás sin dejarse arrastrar con ellos.

¿Y si todos fuéramos nosotros?
¿Seríamos entonces más diferentes... entonces  casi iguales?
¿Quién trata de ayudar a quién?
Rolando libera la rienda que le dirige y logra zafarse del caldo corrosivo que consume lo mejor de cada ser.
Su paso adelantado se delata en dirección a un nuevo orden social donde todos tengamos cabida con nuestras limitaciones y ventajas. Donde conformaremos la sólida base de esa humanidad tan de fábula como un mesías, tan idealizada que nadie podrá alcanzarla si nadie insiste lo necesario en conseguirlo.


#Inktober Sole Otero, inflamada
Entonces llega el descanso habiendo recorrido los espacios por alcanzar una solución a las dudas que cualquier ser se plantea.

Muchas veces hace falta parar y recuperarse para encontrar nuevas formas de afrontar los problemas.

Quizá no siempre pero muchas veces, solo después de la extenuación, de las llagas y los pies inflamados, de obcecarnos y resistirnos a los cambios es cuando, obligados a recuperar fuerzas, podemos mirar con claridad y perspectiva para dar paso a las soluciones.


#Inktober Sole Otero, costoso
Y Virginia encuentra a Rolando y se abre paso con él entre la maleza. Ya nada que se anteponga será más fuerte que ellos dos. No abrá Lucrecias tóxicas, madres o padres cerrados en banda ni amigos que ahuequen el ala o si lo hicieran, sería en beneficio mutuo. Los dedos señaladores retornarán a sus narices en busca de mierda propia o permanecerán así tan antiguos y oxidados como en la estatua de Colón.

Nadie dice que esta lucha no dejará heridas porque la sociedad tiene infinitas herramientas que van desde lo sutil a lo brutal para producirlas. Medios para impedir al individuo ser quien desea ser y hacer que se plantee dudas y se equivoque en medio de sus decisiones.


#Inktober Sole Otero, espinoso
Pero para eso habrá servido el camino andado.
Para aprender que las heridas curan. En ocasiones con el propio cariño y otras veces  con el afecto de quienes son amigas/os de verdad.

(Algo que yo no he sido nunca para nadie, pero intuyo que debe ser muy bueno)

Es Virginia quien saca las espinas del corazón de Rolando. Es curioso cómo -si hablamos de verdaderos seres humanos- las personas que ofenden reciben a veces de vuelta los propios efectos de sus actos.


#Inktober Sole Otero, estirar

Volvieron la luna y Rolando a su casa con Virginia donde son completamente feliz. Mientras él prepara una empanada de bonito, ya empieza a pensar en lo pasado y ella que se conoce, canta por Serrat:

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

La sonata es motivo de pensamientos cómplices y risas al confort de los pellets ecológicos de un hogar que necesita muy poco para sentirse cálido.

#Inktober Sole Otero, doble
El aroma de la masa que se cuece en el horno abre el apetito. Dorada y brillante la clara tostada, la forma artesanal de los dedos en los bordes ... una pequeña delicia poco apta para celíacos.

Luego de dar buena cuenta de aquella obra y dormir en siesta un rato, se acerca Rolando al borde del estanque que hay cerca de su casa.

Allí se encuentra con quien fue él.

Virginia imita sus movimientos y desaparece entre hipnóticas y preciosas ondulaciones que se repiten concéntricas como sueños sobre sueños, sobre sueños.

Como el viento rolando a Virginia, una persona puede cambiar y sentir sumando dos modos de vivir y entender. Y la suma de valores siempre nos hace fuertes.

De nuevo recuerda Rolando una respuesta de The Sandman en el cuento sobre el exilio:
-No me gustan las cárceles maestro Li. A veces sospecho que construimos nuestras propias trampas y que caemos en ellas fingiendo sorpresa. Que la vida es así para todos, desde el Altísimo hasta la criatura más despreciable de la creación... Pero sea o no este el caso, sigue valiendo la pena abrir jaulas. Liberar al prisionero sigue siendo un acto virtuoso
Virginia completa, tranquilo junto al estanque y en el centro de Rolando, el final de esa historia de Neil Gaiman:

Solo el fénix se eleva
y ya no desciende.

Y todo cambia.
Pero nada se pierde.

#Inktober Sole Otero, tranquilo

domingo, 14 de abril de 2019

Rolando a Virgina (3)

“Las mujeres han servido a lo largo de estos siglos como espejos con el poder de reflejar la figura del hombre al doble de su tamaño natural.” Virginia Woolf
#Inktober Sole Otero, custodiada
Hasivi, hada que atiende a Rolando no es partidaria de conceder deseos. Prefiere animar, dar fuerzas para la lucha nuestra de cada día. Apareció esta vez con su varita:
-¡Hola! – Rolando no responde y la mira de reojo pero ella insiste:
-Hoooola.
-Hola.
-¿No te alegras de verme?
-Si. Siempre me alegrará verte. – Su tono es plano pero ella siente el revolucionado cotoclop, cotoclop  corazón de su amigo.- Y bueno, ¿qué te parece mi varita nueva?
-Me gustabas más sin artilugios. – Hasivi se moja la punta de los dedos y ¡Chssss! apaga su varita.
-Ya está ¿contento?
Mira el hombre para abajo. Cuando se siente mal no es capaz de decir las cosas. Espera que los demás le lean el pensamiento y está de suerte porque Hasivi, además de conocer el humano interior, lee sobre la piel, el balanceo y el silencio.
-¿Te hace pedir un deseo?
-¿Así de rápida vas? ¿Directa a la parte de los deseos? Pues no. No me apetece.
-Mira que eres modorro. Te lo digo para que hables y me cuentes.
-No hay nada que contar. – Por dentro se muere por desahogarse, explicarle todo … pero no puede.
-No sé, yo … tú me llamaste.
#Inktober Sole Otero, débil
-Me acordé de ti. Solo fue eso. – Y sin palabras grita pidiendo ayuda. Su cuerpo se retuerce y se encoge. Sentado hunde la cabeza entre las piernas. Ella aguarda unos minutos y decide:
-Vale. Me marcho. – Le mira, hace HOP con su estrella encendida y desparece diciendo: “Te quiero mucho, Rolando”
Y él arranca a llorar en silencio. Muchas veces es todo lo que necesitamos. Se desahoga y va sintiendo mejor sabiéndose acompañado y protegido por alguien que le aprecia. Como con la compañía de otro ser vivo que no necesita charla. Con el afectuoso calor de esa manta que te echan en duermevela y según para quién es mejor si pesa y aprieta como un largo abrazo mudo.
Se pone en marcha y la piel se tensa por las lágrimas secas. No lleva mucho como caminante nocturno cuando de pronto el pálido rostro lunar se acerca para avisar “Dónde_Vayas_Ten_Cuidado” a un desafiante Rolando que nadie puede parar.
¿Nadie?
Siempre hay algo o alguien como “tante cose da fare”. Y si el bien descansa, aún teniendo trabajo sin acabar, al mal no agota el esfuerzo de aguardar.

#Inktober Sole Otero, cruel
Se encuentra con tres hombres de tez oscura envueltos en túnicas rojas; amables, risueños y santos por su modo de rezar. Esa oración encoje a la luna que vuelve su cara para no mirar. Los tres miran con asombro el cuerpo desnudo de Rolando, tan diferente y cubierto de un tono blanco polar.
Le arrebatan su capa, apartan su compañía y ven un hombre sin vello que no siente el deber de ocultar sus vergüenzas mostrando un sexo raro y culpable que ellos no solo pueden sino que también saben y deben corregir y curar. Y dicen a toda voz en trío:
-Si tu ojo te es ocasión de pecar, arráncatelo y échalo de ti. Te es mejor entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno de fuego. Y esto vale para tu mano.
-Pero mis ojos solo me ofrecen el reflejo de lo que hay delante mío ¿Qué culpa pueden tener?
-Es tu alma la que tendrá ocasión de pecar por aquello que ve a través de tus ojos. Y de tu mano.
-Pero así solo conseguiría perder la visión en tres dimensiones. Seguirá pasando lo mismo.
-No, porque la mortificación te recordará constantemente tu culpa y tu pecado.
-Mirad. Yo os agradezco vuestras turbias intenciones pero resulta que no creo en infiernos ni en pecados ni en santos que se ocultan en batas rojas, adoran muñecos y que para ser mejores necesitan arrancarse los ojos. Si tanto os molesta mi cuerpo, ahorraos los ojos y no lo miréis.
-Queremos. Debemos salvar tu alma porque, “La ciencia de los santos es la voluntad de Dios.”
-Yo de momento estoy a salvo. Salvaos vosotros que habláis por propia experiencia. Además, dice el refrán “Ciegos y mancos, todos somos santos.”
-No hay manera contigo.
-Si que la hay, pero para vosotros está en una dimensión desconocida.
-Adiós pecador, temerás y pronto serás juzgado.
-Al dios pescador no temo sino a sus lacayos.
#Inktober Sole Otero, asado
Los colorados tiraron por un lado y por otro Rolando, aburrido de sermones, encontró hueco donde descansar. Al calor de la hoguera hace su pausa y prepara algo para cenar.

Mientras tuesta y ve las llamas correr en busca de oxígeno para quemar piensa cómo hay siempre quien se cree en posesión de la verdad al punto de ir dando lecciones fundamentales.
Observa la leña amontonada dispuesta hacia el centro donde el corazón del calor es tan abrasador que sosegado convierte todo en cenizas.
La rama más seca será ceniza y la más retorcida junto al palo más tieso serán ceniza. Y la leña más gruesa contra la más chica protestarán al lado de la más fresca de todas con sus crujidos humeantes y calladas o crepitantes para ser cenizas sobre polvo de cenizas que descansarán finalmente frías como muertes, incoloras como una sola masa gris sin vida.
Todas serán igual. Eso es lo que comprende Rolando cuando sus párpados doblegan su voluntad en un sueño convulso.
#Inktober Sole Otero, baba.
Baba Yagá merodea el bosque y se lleva los niños que duermen poco y no desdeña hacerse un caldo de adulto entrometido. En su sueño Rolando es niño y trata sin éxito de escapar del veloz mortero de esta bruja y su agudo olfato para el miedo.

Se lo lleva a su horrible casa móvil que avanza sobre dos patas de gallina. Sus criados, espectros desdentados sin voluntad propia, siguen a rajatabla las órdenes de su ama.
-A este niño desnudo y mojigato me lo como en un rato. Limpiad esa mugre que le cubre. Vestidlo con ropa de niño.
-¡No! de niño no, señora piruja que me asaré mejor por dentro si me visten de niña.
-¡Chitón malandrín amanerado! ¡Te voy a comer con calzón y calzado!
-Si lo digo para estar más rico y sabroso.
-¡JA! Triquiñuelas a mi ¡Mi dentadura es obra del diablo! y mi paladar no distinguiría entre la carne tierna e inocente de una niña y la tuya tan dura y sobada por vicios ajenos.
#Inktober Sole Otero, angular
Ahí despertó Rol con su cuerpo abatido a media noche. Cuando los fantasmas del pasado vuelven una y otra vez dando espacio al agujero negro de su memoria.

“Un día se levantó ingenuo y lozano pero al anochecer empezó a apagar la luz extrañado y lleno de dudas, sin saberse aún avergonzado, por haberse dejado llevar de la mano de un chico que quería descubrir el sexo por adelantado.”
-Virginia. Te tengo en mis manos. Flor. Margarita de campo. Sobre esta piedra, este pecho que es un canto, te busco hace días, hace tanto. Dime dónde estás, quien soy. Dime suave ladera, amamanta mi soledad con tu calor. Porqué no puedo olvidar mi negro pasado y nunca encuentro el futuro llano. Si el futuro se presenta momento a momento y este momento es siempre presente y cercano.
#Inktober Sole Otero, trueno
Yo como narrador no puedo ayudar a Rol. A casi nadie. Pero puedo enviarle agua y truenos y la compañía de un can. El parece fatigado y el perro desanimado.
Refugiados así en una cueva aguardan el paso de esta tormenta canicular hasta que de nuevo el sueño vence.
Y continúa su fantasía con Baba Yagá. Vestido como chico conoce a Marinka, hija de aquella bruja pero que difiere en pensamiento como suelen  las generaciones nuevas.
-Me gusta tu vestido y tus manoletinas, Marinka. Tu madre me obligó a ponerme estos pantalones marrones de pana tan feos y estas botas tan tiesas que encima están rotas.
-No me digas.
-Te lo juro. Ni un último deseo.
-Mi madre es una antigua. Tampoco le gusta mi pelo corto.
-Pues te queda divino. Me encantan las niñas con pelo corto.
-Nada. Vamos a cambiarnos de ropa
-¿De veras?
Dicho y hecho. Cambiaron su ropa. Al poco gritaba la malvada: “¡Id metiendo a ese mocoso en el horno!” Y así se hizo. Metieron al muchacho de los pantalones al horno mientras gritaba “¡Nooooo! ¡Estúpidos! ¡Yo soy la hija de Baba Yagá! ¡Soltadme!” y como aquellos entes eran muy bien mandados además de torpes, metieron a Marinka al horno mientras una chiquilla huía con su vestido remangado entre despavorida y sonriente.
De nuevo despertó Rolando, ahora más feliz que antes.
De nuevo las mujeres del aquelarre se reunieron en torno al fuego.
Pero esta vez llamaban al fénix en auxilio de un Rolando que ya había pagado con creces los delirios de su conciencia, de su infancia y suicida adolescencia hasta ser quien hoy, más que nunca, sabía por fin lo que quería.
Por fin.
( CcOoNnTtIiNnUuAaRrÁá )
#Inktober Sole Otero, sacudida

domingo, 7 de abril de 2019

Aquella noche estrellada

"Te sirves de un espejo para ver tu rostro; te sirves del arte para ver tu alma." George Bernard Show


Podemos vivir sin un mínimo conocimiento del arte.

En la serie de Ally McBeal cantaba Vonda Shepard un "Starry, Starry night" que nunca me molesté en comprender porque su melodía me despistaba lo suficiente.

Hoy escuché en Saber y Ganar el comienzo de la canción en la voz de su autor, Don McLean.

Incliné la cabeza a un lado como suele hacer mi compañero perro mientras digo piruletas de corazón fresa pero se me hizo tarde en ese momento para más y salí corriendo a trabajar.
Busqué en el móvil la canción para escuchar con atención y sonido aceptable por bluetooth mientras conducía en el calor del vehículo y pude sentir el profundo cariño en la voz del cantante. El amor de una persona por otra que no conoció físicamente sino a través de su alma.

Ese es el medio de comunicación natural del amor.

Mis lágrimas asomaron primero y corrieron luego. No pude detenerlas -no tengo fuerzas- a pesar de la situación, de los otros coches y los peatones. Solo sentía amabilidad en su voz y pena por un hombre que nunca fue comprendido. Una persona llena de amor no correspondido. Cuántos de nosotros sin ser mejores ni peores que él pasamos por situaciones similares a lo largo de nuestra vida. Cuántos compartimos sentimientos similares sin talento para expresarlos.

Mi re-interpretación de esa canción maravillosa:

Pinta tu paleta azul y gris la noche estrellada. Observas un día de verano con la misma claridad con que ven tus ojos la oscuridad de mi alma.

Esbozas árboles y narcisos contra sombras en las colinas. Plasmas la brisa y el viento gélido con colores nevados sobre un suelo de lino.

Ahora entiendo lo que intentabas decirme y cómo sufriste para seguir en este mundo de locos y cómo trataste de liberarlos. Pero no quisieron escucharte o no supieron cómo. Tal vez ahora lo harían.

Nubes rizadas entre brumas violeta sobre una noche estrellada y flores inflamadas de intenso fulgor se reflejan en los ojos claros y azulados de Vincent.

Colores cambiando de matiz, campos matutinos de granos dorados, rostros arrugados con trazos de dolor que suaviza la amorosa mano del artista.

Ahora entiendo lo que intentabas decirme y cómo sufriste para seguir en este mundo de locos y cómo trataste de liberarlos. Pero no quisieron escucharte o no supieron cómo. Tal vez lo harían ahora.

Aún siendo incapaces de apreciarte tu amor era verdadero.
Y cuando se extinguió toda esperanza en tu interior, aquella noche repleta de estrellas, te quitaste la vida arrebatado de amor.
Podría haberte dicho Vincent que este mundo nunca fue para alguien tan radiante y hermoso como tú.

Esa noche de estrellas titilantes quedaron los retratos colgando en pasillos deshabitados y, en esas paredes sin nombre, cabezas sin enmarcar con ojos que observan el mundo y no pueden olvidar.

Te cruzaste con extraños, marginados vestidos con harapos y tu humanidad quedó herida viendo sangrar la rosa, aplastada y rota con su espina de plata, tendida sobre nieve virgen.

Ahora creo saber lo que intentabas decirme y cómo sufriste por tu lucidez y cómo trataste de liberarlos. No te escucharon y aún siguen sin enterarse.

Tal vez nunca lo harán.



NOTA: 13/04/2019
Hoy he visto Nanette. Un monólogo de Hannah Gadsby. En este monólogo desmonta mi reinterpretación de la canción Vincent. Qué mierda de vida.

lunes, 1 de abril de 2019

Rolando a Virginia (2)

"No hay necesidad de apresurarse. No hay necesidad de brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo." Virginia Woolf
#Inktober Sole Otero, fluida
Rolando siempre toma un baño cuando se encuentra mal. Para limpiarse y llorar basta la ducha pero para desconectar y recuperar la circulación sobre su piel sin escamas necesita bañera. No llena, que eso es superpoco y muchinada ecológico.

Silencio y agua caliente como otras ocasiones. Se puede quedar ahí hasta que se enfría el agua de a poquines.

Mira el tallo grueso de la flor que saluda entre sus piernas y sabe que no volverá a ver a Virginia. La nota de color propone derrochar al atardecer las últimas fuerzas hasta completar el relax. Podrá así tumbar en agridulce ejecución el misticismo que a Onán le costó la vida por ofender a Yahvé derramándose en tierra. Recuerda en su bañera que Onán se vió obligado a casar con la mujer de su hermano Er, muerto también por ofender a Yahvé. Escasa capacidad de perdón.
Pensó en la furia divina
- ¿De veras tengo pensar en eso? - Replica a este narrador.
- No lo sé. Eres mi personaje. Hazlo.
Cri - Cri - Cri -------------- Swooossssss - Swosssssss  (matojos rodantes del desierto, por cierto también llamados salicor, estepicursor, rodamundos, bruja, capitana, cachanilla o salsola)  - Swosssss - Swoooooosss  y más Swoooooossss  ( para los anglosajones Tumbleweed )

#Inktober Solo Otero, hechizo
Como no se le daban bien los temas divinos (ya ajustaremos cuentas tú y yo) pensó en pedir ayuda al Fénix para recomponer su espíritu dividido.

Eso de asomarse al borde de un precipicio con los ojos vendados siempre ha sido muy épico.
Desde el extremo de un acantilado las fastuosas vistas que provee la naturaleza son idóneas para sincronizar con el mundo. Al menos de día.

Fénix dice:
-Allá a lo lejos veo océano fundirse en orizon.
-¿Horizonte? -Pregunta Rol.
-Orizón. Del francés antiguo. No interrumpas.
-Prosiga
-Prosigo: Mi vista todo lo alcanza y leo agua y cielo en comunión. Tan dispares en materia, tan asimétricos en peso, forma y tamaño forman a la vez la imagen única de la belleza. -Vuelve orgulloso la vista a Rol que tiene caída la mandíbula y no parpadea.
-¿Y ya? ¿Eso es todo?
-Si. ¡Qué más quieres!
-Es que no te entiendo ...
-Que salgas fuera, encuentres a Virginia y hablen ustedes dos. ¡¡¡ FLUOSSSSSSS !!! -Se formó una bola de fuego y desapareció dejando cierto olor a azufre.
-Bueno hija, vaya drama queen, no eran tan difícil.
#Inktober Sole Otero, Ballena
Así pues, decide embarcarse en una búsqueda que concluya más allá del horizonte, más adentro que la hondura de la mar, más aislada que un firmamento imposible de respirar.

Pues así sucede lo que de veras se desea.

Sube al lomo de una ballena jorobada de tanto ruido marino y suciedad que le pregunta:
-Dime viajero, cuál es tu destino.
-Llévame bien lejos de mi hogar.
-Tú sólo conoces senderos.
-Y lo tuyo sólo es pasar.
-Tú pasas haciendo caminos.
-Y tú dibujas estelas en la mar.
-Veo, caminante, que sabes la canción
-Y tú que el poeta murió lejos de su hogar.
-Vamos pues donde quiere el peregrino
-Pues vamos, que tengo ganas de llorar.

#Inktober Sole Otero, reloj.
Y dos viajando se alejaron de Finisterre portando mochila con mochila, sin reproches.

Los viajes son experiencias sensitivas que suman valores positivos en nuestra mente, por naturaleza exploradora.

Donde concluye el agua salada dice Rol adiós a su amable compañera kriller.

Camina sin rumbo concreto guiado por su sexto sentido e ignorando el paso del tiempo. Detenido sobre un erial que al lado de su Galicia convierte cualquier ánimo en ruinas, dispone los días como estocadas en Stonehenge. En estos páramos de tierra solanera su cabeza da vueltas y teme no llegar a la siguiente madrugada.

Obstinado lucha contra polvo y guijarros por los caminos hasta lograr un poco de vida en el recodo de un arroyo donde luna se asoma.

#Inktober Sole Otero, agotada
Agotado pone en el disco de su memoria la canción de Aute:
-El día que se avecina viene con hambre atrasada.
Y aún extenuado canta en un murmullo:
-Presiento que tras la nocheeee, vendrá la noche más largaaaaa. Quiero que no me abandones, amor mío al albaaaaaa.

Al tiempo que juega con un lucero de río echa de menos la larga y ventosa avenida que llevaba hasta la puerta de Virginia. En las manos adecuadas, un cuerpo celeste se convierte en magia.

Los hombres corrientes nunca encuentran sus hadas sin estar atentos pero él no es cualquiera. Para él todo está por estrenar en inaplazable ilusión. El tiene su particular madrina siempre esperando.

-Hasivi, cómo me acuerdo de tí - Susurra cuando sus ojos nublados de miserias deforman la perfecta redondez de Manat, la luna.

( CcOoNnTtIiNnUuAaRrÁá )
#Inktober Sole Otero, estrella