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sábado, 21 de agosto de 2021

La historia de Matías

 “Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca, se enciende” Eduardo Galeano



Hola Ale, pasé a sextoEn ese momento, al escuchar la voz de Matías por teléfono, supe que había llegado el momento de compartir su historia.

Podría empezar a contarla como un cuento “había una vez …” porque como en todo cuento hay un héroe: valiente, bueno, que recorre caminos difíciles llenos de obstáculos. Donde se encuentra a veces con villanos y otras con personas que lo ayudan para que nuestro protagonista triunfe y la historia tenga un final feliz. Y el cuento termina como nos gustaría que terminen todos los cuentos: “fueron felices para siempre”.

Pero la historia de Matías no es un cuento, es una historia de verdad, de un nene de 11 años que llegó junto a su mamá para realizar una consulta psicopedagógica. 

Motivo de la consulta: dificultades en el área pedagógica y en el área social.

La mamá lo presenta como inseguro, con baja autoestima y poca concentración en sus tareas. Comienza así un largo camino para Matías y su familia para saber:

¿ Qué le pasa ? ¿ Qué tiene ? ¿ Cómo lo ayudamos ?

Un camino de visitas a médicos, especialistas, estudios, análisis, observaciones, y todo lo que se puede hacer para poder arribar a un diagnóstico.

Y sus dificultades tuvieron un nombre: [ la autora lo especifica ]

Entonces pensamos, ya sabemos qué tiene. Ya está el diagnóstico. Ahora sigue el tratamiento y problema solucionado. Pero no es tan sencillo como se puede pensar o imaginar.

Pero ... ¿ por qué ? 

La respuesta es muy sencilla. Por nosotros mismos y la incapacidad que tenemos para poder ver al otro tal cuál es. [ ¿es eso la empatía? Perdón. Callo. ]

La incomprensión de algunos adultos asusta, preocupa. Sobre todo si son profesionales, gente capacitada para el trabajo con niños/as.

Fue un largo camino, la familia muchas veces pudo ser escuchada, contenida, respetada y otras veces ( por suerte menos ) estuvieron solos, desamparados, sin que los escucharan con respeto. Siendo subestimados y siendo criticados.

Pero ... ¿ Y Matías ? 

Ahí presente escuchando, viendo, sintiendo la comprensión y la indiferencia: la contención y el desamparo siendo solamente un niño.

Si pensamos en la infancia como un espacio delimitado separado de la edad adulta, el cual debería ser seguro para crecer, jugar, aprender y desarrollarse ... ¿ por qué a veces los adultos no somos capaces de asegurar, de garantizar este espacio ? ¿ Por qué un lugar que debería dar seguridad sólo pone obstáculos y lo que menos genera es confianza ?

Cuando estamos frente a los niños/as ... ¿ qué nos pasa a los adultos que no somos capaces ( en algunas ocasiones ) de ver más allá de nuestros ojos ? 

¿ Qué nos pasa que sólo ponemos el acento en lo que falta, en lo que no lograron, en los errores ? 

¿ Por qué no somos capaces de sostener, ayudar, acompañar, comprender ? 

¿ Por qué siempre tendemos a etiquetar y es tan importante ponerle nombre a las dificultades ?

Me parece importante como adultos ser capaces de reconocer nuestras propias limitaciones, nuestros propios temores, incapacidades, ignorancia, nuestros prejuicios y por sobre todo, necesitamos poder descentrarnos, salir de nuestras ideas y lograr ver los problemas no sólo con nuestra mirada. ¿ Es muy difícil ?

Matías nació en la familia indicada, sin duda. El papá o la mamá nunca hicieron caso al “no puede”, “no lo logra”, “se deteriora” que escucharon durante mucho tiempo.

Confiaron en las posibilidades de Matías sabiendo que sus tiempos eran diferentes a los de otros niños/as y sobre el amor construyeron el respeto hacia su hijo, exigiendo que todos vieran que había un niño con derechos.

A veces, a los adultos nos cuesta toda la vida o no aprendemos nunca lo que a Matías le hicieron saber siempre: “sin esfuerzo no se logra nada”.

Y lo aprendió, no cabe duda. Cada logro se lo ganó con su esfuerzo y su sacrificio. Nadie le regala nada: ninguna nota, ninguna tarea, ningún deber, ningún cuestionario. Nada. Demostró que se puede, que todos los obstáculos se sortean y que nada es imposible.

¿Qué se necesita? Es muy simple. No hay recetas ni tratamientos mágicos. Se necesita amor, comprensión, escucha atenta, mirada respetuosa, confianza, tiempo. 

Nos llevará tiempo, nos demandará esfuerzo, nos exigirá trabajo en conjunto. 

¡ Qué difícil parece a veces lograr esto !

Nuestra mirada será individual ¿Existe otra mirada?

Deberemos transmitir “vos podés” como la única verdad posible porque todos pueden. “Vos sos capáz” porque todos son capaces. "Matías, sos único", como lo es cada niño/a. Si esto como adultos lo comprendemos, nuestra intervención será exitosa sin lugar a dudas. 

Gracias Matías por permitirme acompañarte, por enseñarme a mirarte y a escucharte. 

Y gracias a la familia por mostrar que nuestros hijos/as son lo más importante en nuestra vida y que cuando sufren, sufrimos con ellos. Si los lastiman, nos lastiman. Si los discriminan, nos están discriminando. Si no respetan sus posibilidades tampoco a nosotros. Veamos el fuego que cada uno de nosotros tiene para brindar. 

Alejandra, Psicopedagoga.



Nota: Alejandra. Escribiste una historia hermosa. Solo quiero aclarar que Matías no te enseñó a mirarle y escucharle sino algo aún más importante:

Te enseñó a mirar y escuchar.

Es una historia perfecta para aplicar en otros muchos casos. Por eso oculté el nombre del diagnóstico "síndrome de Klinefelter" para tratar de ampliar esas miradas y cambiar las maneras de escuchar. 

Enlace a la web argentina con la guía completa:

www.fundacioncromos.org

Copia del documento original:

La historia de Matías contada por Alejandra.

lunes, 9 de agosto de 2021

Del derecho y del revés



 Ay.

No es que me duela, es lo que hay. Está todo bien.

Anoche soñé. Un sueño que es muy parecido al de otras veces. Estoy en algún lugar que no es mi casa. Solo eso puede ser suficiente disgusto pero más cuando tienes ganas de vaciar la vegiga. Me dice falta de ortografía, vejiga?. Si. Se me van las gigas con las jijas que tengo. El casius kley es que necesitaba hacer 2 x 3.1416. Com a còmic no tinc preu. 

En el sueño buscas un servicio, cualquier cosa sirve cuando estás necesitado. Y siempre pasa algo que me impide evacuar. Las paredes están a medias, todo el mundo me ve y antes muerta queservista, ay queser vista. Los aseos a veces tienen duchas sin cortina, son enormes, laberínticos, sucios ... pero aunque busque el retrete más alejado de la gente, cuando lo encuentro no tiene puerta y hay alguien al lado. Los de pared no me valen. Ni siquiera están en mis sueños. No puedo sacar mi cola al lado de otra cola. Tengo un terror en la cabeza que me lo impide. Si has leído mi parte del blog en alguna ocasión quizá imagines porqué.

Ah, es tan, taaaaan agotador ... encontrar el retrete finalmente ... y cuando voy a abrir el grifo ... duele, duele y me despierto con la cosa más dura que cuando es preciso que lo sea es decir, nunca ya. Dicen algunos que es alegría de la mañana pero yo tengo la sensación muchos días de haber estado toda la noche alegre. No puede ser bueno. Y no me agrada levantar obligado por la necesidad a media noche ni  tampoco antes del amanecer.

Pero aquí quería yo llegar. Cogí mi linterna (recuerden, era de noche, era una linterna y no otra cosa). Encendí y el rayo cayó como sale el agua en una manguera de regar el césped. Sé que es imposible. Que la luz sale recta e impacta allá donde apuntes, pero la luz caía un poco más alla sobre el suelo. 

No podía achacar lo del rayo flácido a la tontuna del sueño porque salgo de ella en 1 segundo. No soy como mi esposa que es capaz de levantarse al baño y volver casi inconsciente. Tanto es así que cuando íbamos al pueblo con sus padres no conocía la salida e iba palpando las paredes para encontrar el camino. 

Salí hacia el baño por la ventana. La persiana de la puerta la deja mi esposa a medias en verano para que yo me desvele con cualquier ruido de la calle porque pasa mucho calor aunque no haga calor. Y de paso los ratones entran a chuparnos la sangre mientras rechinan sus dientes cerca de mis orejas y yo me tapo entero con el mantel.

Pero decía que salí y avancé por el pasillo esquivando las lámparas. En el techo, las alfombras se veían oscuras y amenazadoras pero no había forma de hacer llegar el chorro de luz hasta ellas. Cuando lo intenté me puse todo perdido con la luz que me cayó por encima.

Ya atravesando la ventana del cuarto de baño me entraron las dudas. Si la luz caía como un chorro de agua .... ¿saldría el pis como un rayo de luz? cualquiera se pone luego a limpiar todo pringado en medio de la noche. Terrible decisión. Como la puerta del cuarto de baño está sobre el retrete, la abrí y apunté mi coso hacia el cielo negro a la vez que de forma aproximada pudiera caer el débil y casi anciano chorro en el retrete. Hube de esperar que se ablandara aquel coso hasta que mi cuerpo diera el pistoletazo de salida.

Como era de suponer la micción salió disparada hacia el negro que unía las estrellas. Hay quien une las estrellas con líneas y nombra constelaciones pero lo que de veras une las estrellas es el renegrido espacio entre ellas. Con unos pequeños movimientos me pude divertir dibujando en el cielo una culebra, una O y una pirámide cual símbolos masones. Lo mismo  surge la vida cuando lleguen esas gotas a planetas de galaxias lejanas. Ya saben que solo es agua con residuos filtrada con mimo por nuestros intestinos. Sí. De lo poco al derecho en este texto. 

Ya con el cuerpo feliz y descansado pude retornar a la encimera de la cocina. Puse el culete sobre la vitrocerámica y me tapé con el mantel. La cabeza cómoda como nunca dentro de la pila (pillow en inglés), acariciada por el grifo. Miré la hora en la campana extractora y eran las 3:14.

Cuando nuestro perro, de nombre Caruso, termine de mudar las plumas ... quizá todo vuelva a ser normal, por desgracia.

Notas al pinrel: No es que sea cuestión de mal gusto. Son cosas naturas y sobre-naturas. Para ahondar en el tema, pueden ustedes visitar la revista digital yorokubu y su análisis de la orina en el arte.

https://www.yorokobu.es/orina-arte/

Lo mismo si tengo un vicio infantil con todo esto.

 Ahora, si me excusan, tengo que ir a hablar con un hombre acerca de un caballo (esto puede sonar extraño, pero lo usan mucho los ingleses para excusarse un rato de forma fina cuando van a hacer caca. Lo leí por vez primera en un juego de ordenador MSX parecido a uno titulado "Grange Hill"allá por el año 1986. Tenía que ir a la típica taberna y hacer trapicheos, cosa que jamás conseguí. Tardé un infinito en comprender porqué aquel hombre del bar me decía constantemente aquello de "Excuse me, I must go see a man about a horse" cuando lo que pasaba era que no le interesaba hablar conmigo).