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viernes, 31 de diciembre de 2021

Navidades diversas



Los del grupo zueco alubia, o Abba, han resultado ser amantes de la perfección y han renderizado algunos de sus videos con un programa que analiza y mejora sensiblemente la calidad de aquellas sus joyas del pasado.

Ayer he visto un vídeo suyo, una nueva canción de ABBA dedicada por primera vez a la fiesta de la navidad. Por suerte no me pareció la clásica sonata apestosa de cascabeles repicando aunque algo de eso tenga.

La música en si misma no me agitó. Lo que si me llegó fue el video. Dos chavales sentados frente al televisor miran aburridos sus móviles. De pronto ven en la pantalla que ABBA va a virtualizarse y se les ocurre la idea de montar una actuación con canciones del grupo y recaudar de paso fondos con fines caritativos. Forman un buen grupo de 15 o más con otras chavalas y niños.

Quería encontrar mi sitio en ese grupo. Con quién identificarme y quién de ellas preferiría ser en lugar de ser yo. O de ellos.

Pronto supe que me encantaría encarnar la niña que lleva la pelliza con un bolsito rosa, utiliza la máquina de coser, hace lo arreglos en la ropa pero muy sobre todo esto porque parece tener vida propia al margen del guion. 

Si me pagan para ser sincero más bien sería el nene que tuvo la idea de hacer el show pero no me veo en medio de todas las demás criaturas trabajando en grupo. Me bastaría con dar la idea y participar poniendo pegas a todos los detalles.

Si me pagan una cantidad indecente de dinero para una sinceridad total me gustaría estar  entre ellos revoloteando, mirando, observando y desapareciendo de pronto sin que nadie se diera cuenta.

Abba ha incluido en este vídeo ojos con lentes y sin lentes, diversas razas, diversas edades, diversidad de formas ... y se olvidaron de los seres diversos.

Bien.

Nadie es perfecto. Ni siquiera en 4k.




miércoles, 1 de diciembre de 2021

Su corazón hizo "crack"

 Anoche, mientras me acostaba, no sé cómo, recordé el día que rompí el corazón de mi hermano mayor. Al instante vi la imagen de un corazón haciendo crack en el pecho de un príncipe que antes era feliz. 

Una estatua en honor a un príncipe en la que, según la historia de Oscar Wilde,  responde a una golondrina que pregunta porqué llora:

—[...] era yo feliz, si es que el placer es la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar.

Como soy persona de imágenes, sonidos y palabras escritas (peor o mejor), también puse una banda sonora que me despistó por completo de ese recuerdo. "Little prince", esta canción:


Pequeño príncipe: vives en un mundo de ensueño teniendo a todos a tu disposición. Podrías tenerlo todo si supieras quién eres en realidad.

Pequeño príncipe: vives una fantasía. Estás solo aunque la ilusión te hace compañía.

Mira a tu alrededor: ¿existe tu pequeña ciudad o quizá está demasiado lejos de esa realidad tuya?

Sé que no debe ser muy fácil que te traten como a un rey. Tener supuestos amigos a tu alrededor que te atienden con lealtad

¿No te hace dudar cuando escuchas los truenos?

Principito, aunque lo niegues, hay algo en el silencio más profundo de tu alma: es un hueco vacío.

Aunque sé que no quieres escucharlo, nunca encontrarás tu espíritu hasta que veas y seas quien eres en realidad.

Principito, oh, principito, tú sabes quién eres.

Puede que alguien opine que su voz suena como el estropajo arrastrando costra  quemada y pegada a una bandeja de paella. No me apetece discutirlo pero, tener la voz de Adele o la perfección de soprano que lucía Callas no significa que el resto de artistas deban callar su voz.

Mi príncipe particular no soportaba escuchar a Carole King cantando "Tapestry" o "(You Make Me Feel Like) A Natural Woman" y al ver que había comprado un segundo disco tuvo a bien mostrar su desagrado, lo mala que le parecía no solo como cantante sino que sus temas se le hacían pesados y horribles. Con un sablazo insultó a la artista que me ilusionaba y alegraba la vida, aborreciendo mis gustos, haciendo daño gratuito.

Quizá el hecho de no entender sus preciosas letras, sin desperdicio, le llevara a tal comentario. O quizá no.

Mi corazón no se partió en casi ninguna de las múltiples ocasiones que premeditado buscó molestar a lo largo de los años. Mostrando su desprecio por algunos de mis regalos en las ocasiones que obliga la vida, callándose como un muerto cuando me llovieron hostias y cosas peores por su culpa ... si. Si tienes un hermano años más pequeño, un crio, no puedes manejar cosas peligrosas delante de él como si tal cosa porque ese niño aprenderá y no tendrá conocimiento si las repite a solas. 

Otra cosa no pero solo ... he estado muchísimo tiempo solo en mi casa sin nadie que pudiera controlarme en las edades más conflictivas. Claro, trabajo de padres y madres, no de hermanos. No fue culpa solo suya.

Así que crack. El corazón de plomo se partió. 

En el cuento se rompe la estatua en el instante que muere golondrina besando sus principescos labios. Como monumento decadente de aspecto pordiosero, ya despojado de oro y rubíes, deciden fundirlo pero el corazón permanece de una pieza. No se deshace en el horno. No entiendo que a los fundidores les pareciera normal encontrar un corazón que no se derritió dentro de una estatua y lo tirasen sin más a la basura, de casual junto a la golondrina muerta. Si murió en la plaza para qué iban a colocar su cuerpo junto a los desperdicios de la fundición. Es bueno que nenas y nenes no acostumbren a preguntar estas cosas a cuentacuentos.

Pero mi príncipe sintió un dolor en el pecho. Había ido a visitarme ante la inminente operación quirúrgica que debían hacerme.

Llevaba casi 20 días ingresado mientras me estudiaban. No lo tenían claro. El diagnóstico estaba entre dos enfermedades: por un lado sospechar que el paciente  tiene anorexia y se pincha insulina a escondidas, buscando la muerte con glucemias de 22  y por otro lado un insulinoma, caso de uno entre un millón cuyos pacientes suelen ir con sobrepeso pues comer evita las hipoglucemias. Ser anoréxico de 54 kilos sin diagnosticar y tener un insulinoma a la vez no ayudaba a aclarar nada. Tampoco fue todo culpa suya.

Los primeros días los llevé bien. Libro de "Mil soles espléndidos", "Los hombres que no amaban a las mujeres" y otro en inglés para practicar de cara a nuestro viaje prepagado dirección Londres.

Los días pasaban. En la habitación había tres camas y un cuarto de baño junto a la ventana con vistas que ahora mismo me hielan el alma de solo evocarlas. Diversos compañeros  llegaron y se fueron antes que yo. Un chico peruano que cagaba sangre, un hombre ciego (sin compañar) que meaba fuera del  bote de muestras dejándome el goce de recoger su orina, otro con neumotorax ... sus familiares.

Pretendían en el hospital que comiera a todas horas. Yo creía que querían engordarme pero era para evitar las hipoglucemias, según me han explicado mucho después. Dejaba mucha comida de hospital y los bocadillos que preparaban solo para mi en exclusiva sobre la bandeja, muchas veces tal cual los traían. Hacía ejercicio a escondidas en la sala de televisión. Mi salud no mejoraba y mi mente iba de mal en peor.

La apatía se apoderó de mi. Me tiraba en la cama a llorar de cara a la ventana para que no me vieran. Eché visitas con cajas destempladas y en medio de esas condiciones apareció mi hermanito mayor.

Yo estaba contra la pared en el pasillo observando cuanto sucedía cuando le vi aproximarse. Quiso darme un beso pero no se lo permití. No es una reacción muy mía: en general procuro dejar que hagan en contra de lo que deseo.

Cuando se marchó, me tumbé de nuevo. Al poco tiempo me llamó mi madre. 

—¿Qué le has hecho a tu hermano?

—¿Qué ... ? 

—Me ha llamado llorando porque no le has querido dar un beso ¿Porqué no has querido besarle?

—No ... —no sabía qué decir. Me sentí mal, culpable, mala persona, insensible, asqueroso, dañino ... no lo sé. Ella también estaba gimoteando.

—Eso no se le hace a un hermano. El solo quería hacerte compañía y ver cómo estabas.

—Yo ... no sé ...

No puedo recordar más de la conversación con mi madre pero en cuanto colgó añadí a la montaña de confusión un sentimiento que definía mi ser como la despreciable esencia de la miseria más insignificante. Arranqué a  llorar tan silencioso y con un dolor tan inmenso que mis piernas dejaron de sostenerme en pie y caí al suelo deseando, rogando una muerte inmediata, inaplazable y beneficiosa que terminara con aquella vida mía tan estéril como insoportable.

Así que su corazón de plomo hizo "crack" y les agradezco que me lo dijeran en las peores circunstancias, comprensivos como siempre lo fueron conmigo y con mis manías, según ellos mis locuras. Las locuras de aquel chaval tan atolondrado que solo daba disgustos de locura.

También eché a perder el viaje a Londres con cargo a mi recuperación y se convirtió en un regalo, cómo no, también despreciado. 

Solo yo soy responsable de cuantas cosas buenas o malas hayan podido suceder a mi familia o a mi y, al menos las culpas, mías son.

Si algún día buscan en la basura no encontrarán corazones de metal ... quizá alguna golondrina sin vida que no pudo o no quiso volar a tiempo con las demás a tierras templadas, lejos de la frialdad y la malicia insaciable que nos rodea.