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sábado, 21 de noviembre de 2015

Tu última piedra.

Your last stone.
"Cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie" Concepción Arenal.


De conocer al último oso panda libre, de una naturaleza exhausta y casi extinta. Del aire contaminado que cubre con sus alas grises nuestras cabezas. De la comida en la basura. De barrigas llorosas en niños famélicos perdidos a lo largo y ancho de este planeta y de personas que no las llenan o que las llenan y a continuación las vacían camino de la misma muerte lenta. De la comida basura, de lo transgénico. Por creernos genios formulando el ADN que no quiso probar la naturaleza.

De personas que maltratan a otras personas sin  límite de edad para quedar impunes en lugar de rotos cada uno de sus huesos. De romper esos huesos culpables y también los inocentes. De creernos tan buenos como para ser jueces de lo ajeno sin tan siquiera tener claro nuestro propio criterio.

De pesadillas ajenas que se desatan en abusos de sexo en torno al cuerpo de un crío para recordarle de por vida que es un objeto de usar y tirar.

Por querer tener más. Por conformarnos con menos amor, con menos sueños. Por bastarnos con casa o familia. De tener más y no hacer nada. De no hacer nada aún sin tener nada.

Por usar y tirar cada pocos días un teléfono nuevo más pequeño y luego más grande, y luego más barato y más caro en adelante, y mañana otro con más memoria, más fino, flexible e inyectable. Por cada gota de lluvia ácida. De agotar los recursos en tierra, mar y aire dentro y fuera de unas fronteras que sólo existen en nuestros mapas.

De los inmigrantes vejados y marginados que huyen dejando casa,  dejando raíces, familia y todo aquello que al nacer nadie quisiera. De que haya gente sin casa y tampoco nos importen las casas sin gente. De la gente vacía que llena su vida de casas vacías. De que la justicia devore bolsillos hambrientos para regurgitar luego engordando banqueros.

Por acudir cada día a un trabajo más escaso sin tratar de evitarlo aunque nos robe el aliento. Por apostar que la tecnología y el progreso siempre son buenos  aunque nos dejen a todos sin ese oficio esclavo del infierno. Por creer que lo hecho a mano es peor y no fiarse de lo que las personas crean con sus manos. Por obligarnos a hacer a mano lo que no debería hacer ningún  ser humano. Por necesitar el ver para creer. De hacernos creer que internet dice la verdad y de buscar en ella los fallos de nuestra memoria. De dejar en internet cada pensamiento; cada imagen y sonido personales y de buscar en ella los sonidos, imágenes y pensamientos de otras personas. De olvidar a los amigos más cercanos. 

De la guerra de grandes contra pequeños. De la alocada lucha de los pequeños por ser grandes. De la violencia machista que calla en las bocas de sus vecinos. De la violencia de hombres contra hombres. De las luchas inventadas por religiones imaginadas. De las religiones. De sus balas y sus palabras que, bien recitadas, matan más que las propias balas.

Del poder. De la corrupción. Por la política y sus políticos. Por el poder de los políticos que ansían poder y aceptan la oferta corrupta de personas sin escrúpulos en pro de más dinero y más poder.

Por asilarnos cuando seamos mayores. De ser mayores e ignorantes. De nuestra ignorancia por creernos importantes o listos o atractivos o interesantes o eternos. Por ignorar el poco tiempo de que disponemos. De malgastarlo frente a una pantalla o un espejo o una cola infinita de mil cosas distintas donde millones de personas anteponen su existencia a conseguir un pequeño premio, un objeto o un sabor o una sola noche del placer mayor que es en cada uno un misterio.

Millones de falsos inocentes lanzando piedras a cada verdadero culpable. Antes se agotarían el espacio y el tiempo sin haber llegado al punto final de tantas culpas sobre las personas. Antes agotaríamos hasta la última piedra que creernos culpables de algo. La tierra como última roca inerte girando en torno a una bola de fuego. El infierno inexistente de los seguidores de profetas que creaban dioses.


¿Quieres tirar tú la primera piedra? 
¿Te importaría añadir -por favor- de qué más somos todos culpables?