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jueves, 3 de marzo de 2011

Como gotas de agua

"Miento. Siempre miento. Digo que no recuerdo nada, que nazco cada mañana. Digo que lo entiendo, que en vuestro lugar, sin duda, yo también me habría reído. Miento para obtener un poco de reposo, de indulgencia, de perdón para mi diferencia. También miento para no masacraros. Siempre miento aunque, en realidad, lo recuerdo todo." Manu Larcenet


Son Damián y Germán 
gotas dulces y amargas.
Notas de luz y angustioso silencio.
"Hijos del agobio y del dolor entre
fuerzas que inundan el corazón".

Damián es enterrador. Palada de tierra sobre fertilizante en féretro, se esfuerza para dejar las tumbas profundas y cubiertas. Le gusta el trabajo bien hecho.

Como empresario, Germán tiene muy claro que "lo suyo" debe quedar impoluto. Eso tan único que le apasiona lejos de informes financieros y cuentas. Muy pocas cosas le satisfacen y ninguna persona le agrada. "Con lo afortunado eres tú payo faltándote na."

Damián tiene su familia, esposa y seis hijas lo son todo para él. Si trabaja es, de alguna manera, para formar parte de una sociedad al margen de la cual las personas no merecen respeto, pierden valor y derechos y no pueden disfrutar los dudosos beneficios que ofrece. Vivir en sociedad obligará a cumplir muchas leyes y normas no escritas pero que deben conocerse por instinto como mamar del pecho: la única cosa que conoce un ser humano al nacer, aparte de llorar. Entre sueños de ignorancia se imagina viviendo en el campo lejos de ruidos y gentes, con sus hijas jugando al escondite por el bosque. Con su esposa bajo una sombrilla alternando "La sombra del viento" con la lectura de "El evangelio según Jesucristo" de Saramago.

Aunque Germán tiene su mucho dinero no significa nada para él. Si trabaja, y a lo que hace se le puede llamar trabajo, es porque ha tenido tiempo de pensar en cuanto ve, oye y lee. Los unos le ven como el empresario pudiente al que una herencia forzada puso en el lugar que ahora ocupa. Luego están los otros que dicen y a veces incluso escriben de él. Poseer una enorme fortuna le ayuda a exhibir una imagen de poder, de distancia. Nadie imagina que su perfeccionismo lo dedica a algo bien distinto de machacar la calculadora tras costes contra beneficios. Su tarea primorosa nada tiene que ver con la fábrica de calzado o su distribución internacional. Germán quita la vida a algunos de esos "otros" secretamente.

Un enterrador y un asesino en serie ¿Dos gotas de agua? Uno quita vidas y el otro ... da descanso a sus restos. ¿Despojos? ¡ Qué palabra tan tremenda para usarla en misa de funeral ! "Aquí yacen los despojos de Fulanito" tan frecuente en boca de sacerdote y que viene en los diccionarios.

despojo

m. Pérdida de lo que se posee. || Lo que se ha destruido por el paso del tiempo o la muerte. || Vientre, asadura, cabeza y manos de las reses muertas. || Alones, molleja, patas, pescuezo y cabeza de las aves muertas. || pl. Sobras o residuos. || Restos mortales, cadáver: el sacerdote nos dijo que lo que enterrábamos eran solo sus despojos, porque su alma estaba en otro lugar. © Espasa Calpe, S.A.

 "El alma está en otro lugar". Con la de años que permanecen juntas. ¿La vida une alma y cuerpo?

Damián rellena de tierra las camas de algunos no vivos. Coloca a otros en literas donde dormirán sus restos el sueño muerto por los restos. Si, hay tumbas así, varios familiares puestos en capas como un Big Mac de carne pocha. Como esos hoteles de Japón que parecen colmenas humanas. Los que estando vivos quizá se llevaban a matar, una vez muertos o mataos quedan mudos y pierden interés en discutir.

<<Muerto sobre muerto relleno mi huerto. De cemento está  el cementerio sediento, mientras excavo entre flor seca y hallo el fango>> Juega infantil con las palabras o canturrea notas musicales imposibles de armonizar. Ya casi no recibe la propina que antes era costumbre obligada entre los familiares. Cuando alguno recuerda el asunto es para forzar que otros aflojen por el ausente de restos presentes.

Germán mira desde la ventana de su gran chalet en el centro de la urbanización. La gente que pasea de noche con sus perros defecando cerca de su vivienda le enerva. No es la necesidad saciada sino la falta de respeto por dejarla ahí, día tras día secándose al sol en el mismo sitio. Por la obligación de cambiar el paso y memorizar los lugares donde seguirá la mierda su lento descomponer. Los ricos, igual que los pobres, no sienten agrado sujetando mierda fresca y calentita a centésimas de milímetro mientras los perros miran con displicencia y extrañeza los escatológicos placeres de sus amos.

Todo el mundo se tiene que ganar la vida. Dejamos el oficio de poner en el suelo el cuerpo sin vida. Dejamos al barrendero la comida digerida. Dejamos al pobre extender una mano herida y se la cortamos si nos roba sin medida. 


(...seguirá)