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jueves, 30 de noviembre de 2023

La fábrica de Elorriaga


Es extraño.

Se supone que viajar es alimento p'al espíritu y la mente. 

Entre los borrones de mis viajes, con 8 ó 10 años, no lo sé, mientras íbamos a Irún, están las gotas en el vidrio del coche, el gris del lluvioso atardecer o la maneta de la ventanilla del 124.

Me pedía el lado de la puerta. Podía pasarme horas viendo en un punto indeterminado cómo bajaba, por efecto de la gravedad, el cable de Telefónica para luego subír rápido ante la llegada de otro poste. Tan hipnótico como el pisar del tren entre las vías. Siempre fui obsesivo, tan hipersensible fuera de lo común como impávido más aún, repetitivo, complicado, sombrío, testarudo, intra iracundo, extra silencioso, capaz de resistirlo todo o la nada y capaz de colmar la paciencia de cualquiera cuyos nervios no estuvieran a prueba de bombas.

Tratando de que nadie lo notase cogía entre el índice y el pulgar el saliente de la maneta. Si el coche giraba a la derecha, yo giraba la maneta hacia mi. Si a la izquierda en sentido opuesto. No creo necesario explicarlo pero, para quien no lo entienda, igual que si cogías el volante y lo ponías en la puerta. Eso cuando desaparecía el cable telefónico. No me extrañaría haber perdido baba en aquellos telares. Casi me meo ahora mismo del nostálgico abandono que siento con tan solo recordarlo.

El motor del 124 se escuchaba sin esfuerzo pero yo lo imitaba acompañando mi conducción y eso resultaba insoportable para los demás a pesar de mis esfuerzos por hacerlo bajito. Las vibraciones me masajeaban el cerebro. Tras balancear su paupérrima naturaleza fónica y sónica contra las evidentes ventajas del murmullo proveniente de tan armoniosa como infante garganta supuse que no podrían percibirlo.

Viajar hubiera sido solo tristeza o penuria de no ser mis soluciones magistrales. No entendía porqué mi padre movía a derecha e izquierda el volante circulando por una recta. El día que me subieron a un cochecito de mi tamaño, con volante real y pedales, mi padre no necesitó ir detrás mío como hacían los demás papis. Pedaleé a toda pastilla moviendo convulsivo el volante a derecha e izquierda. Mi padre voceaba "haz esto o lo otro", gritaba desesperao ... pero ni caso. El circuito era bajar,  vuelta de 180 grados y subir. Fin. Lo completé el primero en una exhalación. Mi padre se disgustó porque eso no era disfrutar. No pude montar una segunda vez. No me ofrecieron. "¿Porque movías el volante así?" Le miré a la cabeza y no contesté. Bufó un "¡ BAH !" con sabor a porquería humana, a culo cagao.

¿ En serio ? ¿ Estás de putabroma ? ¡ ¡ ES LO QUE HACÍAS TUUUUUUUUUUUUU , joder ! ! Te hubieras reído conmigo, me hubieras hecho un elogio por llegar el primero ... lo complicado era arruinarme el mejor día de mi corta estúpida vida. Y ... ¿ tampoco notaron cuánto disfruté ?

Pero íbamos pa' Irún. Mi padre tenía facilidad para cabrearse rayando lo neurasténico (eso le llamó mi hermana) pero además, en los años de los asesinatos de ETA, proponía soluciones estrambóticas: pedía encerrarlos en el país vasco rodeándolos con un muro (visionario), llevar allí al ejército y poner tanques por doquier o si rascabas un poco ... masacrarlos a todos. ¿ Ne-tan-ya-hu ?

Aunque muchas voces lo aseguraban y/o auguraban, no salí maricón. Pero quién sabe. Me encantaban las pinturas de uñas; envidio las pinturas de uñas todavía. Me iban los juegos de niñas igual que los demás juegos ¿No es normal querer jugar a lo que sea? Pero cogí miedo, respeto ... ¿asco? a los penes y los seres que los ostentaban en el mundo o sus culos con olor a mierda. De esa guisa quedó el camino no solo bloqueado sino alterado para siempre. Esto ya lo saben, perdón.

"¡ Mirad, la fábrica de Elgorriaga !" decía mi father.  Ese paisaje de naves industriales siempre cubiertas de nubes lloronas me deprimía. Comentaban con emoción la de industria que había y tal. No entendía su asombro.

"Rain, rain, go awayThis is mother's washing dayCome again another day"
Fue lo primero que aprendí en el colegio, ya en 5º de E.G.B. y sucedió por primera vez  con ilusión y ganas de aprender. No por el profe, Miguel, contador profesional de historias personales, sino por los símbolos preciosos de la pronunciación figurada y el nuevo extraño idioma que sin embargo sonaba tan familiar. 

Quizá fuese lo único bueno que aprendí, algo de inglés. Nunca me gustó el francés ni el sentido de hacerlo. Creo que es mejor un buen helado de leche merengada ... oggg que asco de comparación.

A veces creo con arrebatada sinceridad haber nacido en Maine. Por decir un sitio. O en West Virginia por decir otro mientras escucho a Olivia Newton John cantando "Country Roads". Soñando entre árboles separados por asfalto con raya amarilla al medio. Tan de los EE.UU. era ella como yo.


Volviendo al viaje, a estas alturas ya en Irún, las cosas no cambiaron demasiado. En Mendelu el olor era también asqueroso a yo no sé qué, abundaban insectos  asesinos dotados de infectas jeringuillas, camas de altura descomunal, sobrenatural, inconcebible. Desbordamientos de la regata de Zubimuxu que inundaban la casa de mi abuela ... negrura en todas las paredes ... los techos todos como cumbres alejadas de suelos en madera. Escaleras de madera, portal, descansillo común con barandilla y todo de madera. Excepto la cocina. La cocina de cocinar era de hierro pero ... se calentaba quemando  madera. Noooo ... carbón vegetal o mineral supongo.

Mis abuelos no tenían bañera. Dedúzcase pues que mi madre se lavaba en un barreño. Sin calor. En cambio tenían retrete propio y no necesitaban ir corriendo al exterior con la voluble y común necesidad de vaciar la vejiga o los intestinos.

Pero Mendelu, barrio ahora tan nombrado en Hondarribia, tenía una cosa buena. Si te asomabas a la ventana veías la calle y, cuando hacía sol, el verde que traía tanta agua de lluvia era hermoso. Salías por la puerta de casa y estabas en la calle pisando tierra, sintiendo nuevas sensaciones. Un placer que me cuesta mucho aceptar de antemano ya desde chiquito. Me niego a todo viaje, a todo cambio o novedad pero ... luego reconozco en ocasiones alguna de sus ventajas.



martes, 1 de febrero de 2022

El torrente sagrado

Torrente en medio de una iglesia

La iglesia de mi colegio salesiano tenía tres puertas de acceso. La primera, de carácter mundano, la encontraba cuando iba desde mi casa. Sin embargo, cuando tenía alguna peseta para gastar en el kiosko, accedía al colegio por la puerta principal, la de los domingos y festivos con la enorme ventaja de no tener que circular entre culos adultos. 

A mucha gente le desagrada estar entre mucha otra gente pero se obligan a tragarlo como jarabe medicinal por si logran la curación en esa terapia de choque.

La puerta principal está en la calle que lleva el nombre de su virgen, Auxiliadora. Esa es otra de las cosas que jamás he podido comprender. Si solo hubo una virgen y se llamaba María, porqué se rinde culto a la del Pilar o la de las Nieves. 

Siempre me ha parecido que cuando los hombres inventaban  su coronilla era iluminada por la santidad pero cuando lo hacían las mujeres eran alumbradas por brasas a sus pies.

Tan importantes son los nombres para los devotos que, muchos años después de lo que voy a contar, el Corte Inglés exigió como premisa para abrir su negocio prolongar el nombre de Auxiliadora cientos de metros hasta su futuro solar, obligando a miles de ciudadanos a cambiar de dirección y número de piso. Desde luego estos ideólogos debieron quedar calvos por completo mientras eran iluminados.

Si. Mi relato comienza con una peseta caliente en la mano camino del gigantesco kiosko de hierro pintado de azul. Ahora sé que era un calabozo diminuto, un horno en verano y un frigorífico en invierno, pero entonces admiraba la vida de kioskero. Siempre rodeado de apetitosas golosinas gritando "¡ cómeme ! !¡ cómeme a mi también ! ¡ no, nooo, a mi primeroooo !".

El hombre llevaba siempre gorra y me planté delante de su ventanilla. Tenía la misma forma ojival que la puerta principal de la iglesia y ambos lugares estaban rellenos de cosas buenas. Abrió y, cuando parte de aquel aroma empezó a salir, surgieron mil dudas. Había otro kiosko unos metros más allá pero prefería este porque el hombre no me regañaba nunca mientras deliraba para elegir dulce: "El bazokaaaa, son tres pisos. No me llega con una peseta. Compraré los caramelos snipe de nata, que me dan 8."


Crucé la calle de santo nombre para entrar al colegio atravesando la iglesia. La tercera puerta comunica con un pasillo del colegio y nada más entrar en él dispone de escaleras a la izquierda que conducen a aulas y patio. Esa era mi ruta de atajo.

Como tantas iglesias, esta tiene dos bancadas, pasillos laterales y el glorioso pasillo central. Siempre he tenido mucho respeto por este pasillo. Me parecía que ahí cruzaba un torrente divino dotado con la gracia de Dios (¿gracia?) porque todas las personas se arrodillaban y agachaban la cabeza de cara al altar si se atrevían a atravesarlo.

No sé qué suerte de felicidad me invadía aquel día con los caramelos en la mano que me apeteció jugar a la orilla del torrente. Hice amagos de cruzar con una suerte de baile primigenio a lo Michael Jackson, con saltitos que simulaban pasos al borde mismo de aquellas baldosa divinas del pasillo central que por otra parte eran idénticas a las demás.

De pronto recibí un fuerte gaznatazo en la nuca que me hundió de bruces en aquel mi sacrosanto arroyo. Mis caramelos de Nata Adams esparcidos rio abajo. 

Salido de algún rincón oscuro sin ser visto, un sacerdote dentro de un pobre jersey incapaz de abarcar tripas del octavo mes de embarazo, esperaba como guardia civil bajo un puente para pillarme en medio de ese acto perverso y delincuente, tan propio de vagos, que era aquel atajo mío. La mala suerte me encomendó interpretar aquella danza diabólica y lo que iba a ser una pequeña reprimenda se convirtió en otra cosa.

—Fermín. Es usted un majadero. Aquí se viene a rezar, no a hacer tonterías. Como vuelva a verlo atravesar la iglesia para entrar al colegio se va a enterar de lo que es bueno.

Miré su boca. Labios finos, apretados. Don Felipe. Un piel-roja ataviado en negros con el alzacuello blanco y adalid de frases  célebres: "Te va a pillar el toro" o "Se recoge lo que se siembra". Frases anodinas, insulsas para rumiar en boca de jóvenes y críos. Un claro bolo a vomitar.

Los curas deberían vestir túnica blanca. Tonos que aclarasen sus mentes, colores que hicieran llevaderas esas vida tan privadas de placeres, tan tristes como para transfigurar sus padecimientos en goces que ofrecer a Cristo. Y Cristo, que nunca se puso ropa carbón, dijo:

—Ya me disteis suficiente padecimiento siendo carne. Os agradecería en adelante algo más de bondad, paciencia, lógica y esperanza. Respeto. Cariño ahora que soy alma.

Yo era un chico inteligente y sabía que rodeado de la pureza, ante el altar, gozaba de protección divina así que respondí con el ánimo contusionado mientras me volvía a repescar mis pequeños pecados de nata:

Aquí se viene a rezar, no a pegarme.

Y no cabe duda que aquel era un lugar especial, privilegiado en medio del templo de Dios, porque comencé a elevarme en el aire alejándome de mis caramelitos plateados de dulce aroma a la vez que sentía un intenso dolor y tirantez en la oreja derecha. 

El malvado Felipe tacatún, más rojo que un salmón noruego,  poseedor de prismáticos potentes con los que en otro lance nuestro dijo observarme, farfullaba o ... más bien adivinaba mi futuro mientras me arrastraba hacia la puerta principal. Allí soltó su presa y me volví para ver en su boca el mismo gesto de dientes apretados que mostraba mi padre cuando me pegaba y llamaba loco del demonio.

Mi pequeña oreja seguía allí, acalorada, quizá igual de roja que aquellas caras furiosas que provocaba con mis fabulosas ideas rápidas. Aprendí a responder con lentitud. Bueno. En realidad he disfrutado y disfruto de una lentitud innata fuera de la cual cometo grandes errores como puede constatarse.

Todos los cristianos compartimos la protección infalible de un Padre omnipotente. Algunos, los de más suerte, disfrutamos la educación sucedánea de padres sacerdote y madres monja. Algunos incluso conservamos padres naturales hasta la edad adulta que nos ayudan a sentir bien (jodidos o no) el resto de la vida.

Todavía me pregunto si Don Felipe cosechó y comió mis galgadas aderezadas con sus inconsistentes perlas de sabiduría. Si recibió premio o castigo por desatar su justicia con violencia en presencia de Dios.  Si había equilibrio entre la carne que comía delante del altar y la sangre que bebía detrás.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Un pedazo de cielo



1984

Cornelia se alojaba como estudiante en una habitación del ático que había sobre la casa de mis padres. También coincidía con las otras "pupilas" de nuestra vecina en el ascensor pero era evidente que Cornelia no era nacional y me apetecía conocer de primera mano una persona de otro país y hablar de sus costumbres.

Por entonces tenía dos amigos. Los únicos con quienes he tenido vida social. Todos éramos célibes sin votos y disfrutábamos el suplicio de una castidad fingida  educados en colegio de curas, segregados por alguno de los dos sexos reconocidos. Si me hubieran dado a elegir sin tiempo para pensar, hubiera elegido ir a un colegio de chicas. Más tarde alguien me aplicaría la expresión "mariquita entre ellas" de manera equivocada e ignorante respecto de su verdadero significado.

El caso es que mis amigos, Alonso y Luis Carlos, estaban más salidos que la antena de un 600 y, viendo que hablaba con ella, creyeron que podrían o podríamos estrenarnos con ella y un día me abordaron así:

—Anda, tío, a ti que no te da corte ... queda con ella. Hacemos una fiesta y tal, la emborrachamos un poco y nos lo  montamosdijo Alonso.

Joder, mira que sois guarros. Solo pensáis en eso. Si queréis quedamos con ella para dar una vuelta, ir a algún pub y hablar.

—¡ Bueh ! ¡ Venga tío ! ¡ Ahora no te hagas el culto que tienes tantas ganas como nosotros !

—Si ... yo tengo las mismas ganas ... pero no a cualquier precio y esa idea no me parece buena. A saber qué pensaría ella si ...

—¡ Pero qué va a pensar ni qué ! ¡ Si a las extranjeras les encanta tener sexo ! ¡ No son como las de aquí idiota ... !

—¡ Sabrás tú de tanto que has estado con gente de fuera !

Se turnaban para "atacarme":

Venga tío, no te enfades. Anda, no seas aguafiestas, no seas así.—añadió Luis Carlos y con su tiki-taka siguió Alonso

Siempre estás igual. Nosotros al menos vamos de cara mientras tú vas de legal  y puritano, pero no eres mejor que nosotros. 

—Yo nunca he dicho que lo sea. 

—No lo dices pero lo demuestras: sales más tarde y te vas el primero a casa, como si no fuésemos suficiente para tí ... 

—Y nunca quieres ir al cine con nosotros, ni quieres salir a beber ... quieres hacernos sentir mal.

Si os gusta ir a ver porno al cine es cosa vuestra. A mi no me apetece. Ya he ido un par de veces y me basta. 

—Claro, porque tu padre tiene porno en casa y ahí te la cascas como una bestia enjaulada—rieron a mandíbula rota.

Qué brutos sois. Si no salgo a las 4 de la tarde es porque luego me aburro como una ostra.

—¿ Lo ves ? Ya te estás poniendo por encima con que te aburrimos y somos brutos. Luego nos regalas chicles haciéndote el majete pero solo lo haces porque te da asco nuestro aliento.

—Tíos, es muy desagradable salir de casa y encontraros ya medio borrachos a vinos a las siete y además aguantaros ese tufo en medio de las tonterías que hacéis.

—¿ Y te has parado a pensar cómo nos sentimos o porqué nos emborrachamos ?

—No. ¿ Es que tengo yo la culpa ?

—Bah, con tal de llamar la atención hasta te haces la víctima. No todo tiene que ver contigo.—Alonso se dio la vuelta y atizó una patada a una piedra. Luis Carlos acudió al relevo

Venga hombre, hazlo por nosotros, solo esta vez y ya no te volvemos a pedir nada.

—No tenéis escrúpulos ¿ No os dais asco ? ¿ Os acordáis cuando queríais hacéroslo con mi hermana mayor ?

—¡ Hala !, ahora no saques eso, joder, que teníamos quince años.

—Tú dieciséis y él quince, pero para mí que habéis sido siempre dos viejos verdes. No pienso hacerle eso a Cornelia. Voy a quedar con ella yo solo mientras esté aquí y listo.

—¡ AHHH ! ¡ AHORA LO ENTIENDO ! ¡ Qué egoísta eres ! ¡ La quieres solo para ti ! Te la llevarás a tu casa y así disfrutas tú solo con ella.—me llevé las manos a la cabeza. Estaba a punto de reventarme pero antes añadió Alonso esta amenaza:

—Pues si quedas con ella solo, lo mismo cuando se vaya no volvemos a salir contigo.

Correré ese "riesgo". Adiós.

Aquel día me volví todavía más pronto a casa. Estaba harto de sus majaderías, siempre con la misma historia.

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Hacía algunos días que salía con ella por la ciudad. Íbamos a algún pub y hablábamos de su país y muchas cosas más.

Yo decía "mira cuántos árboles hay en nuestra ciudad, ¿no es bonita?" y a ella eso le parecía una broma: en su país había muchísimas más zonas verdes.  

Yo me pedía un mosto o una clara de cerveza. Ella ... no recuerdo, pero le chocaba un montón verme comer las pipas que nos ponían en un platito: "Es que eso en mi país se lo damos a los loros." 

También le hacía mucha gracia que tuviéramos un Rey. Le parecía un atraso de antiguas épocas.

Un día, antes de salir, la pedí que pasara dentro de mi casa y que tomara asiento en el sofá del salón y lo hizo sin dudar. Quizá puedan imaginar para qué, aunque lo dudo. Lo que hice a continuación se me había ocurrido un minuto antes de que bajara del ático y llamase a mi puerta.

Encendí el mezclador: por un canal el micrófono estéreo de condensador y por otro el tocadiscos de plato extraíble con cabezal magnético, ambos de la marca Aiwa.

Puse la aguja sobre el vinilo en la última canción "A piece of sky" de la banda sonora original de la película Yentl. Cornelia Köhler me observaba supongo que algo extrañada por todo aquello. Cogí el micrófono y comencé a cantar sobre la voz de Barbra Streisand. Mezcladas nuestras voces en aquella especie de karaoke "made in home" mis errores vocales se podían ocultar mejor.

Canté.

Canté hasta el final sin mirar a mi obligada espectadora pero no estaba entrenado para prolongar mi chorro de voz hasta los 19 segundos de Barbra en ese final apoteósico.

Quise disculparme en la comprensión de que no me era posible igualar aquella fuerza arrolladora y encontré que ella estaba encantada. Plis, plas, aplausos.

Visto desde la distancia de los años me parece un hecho propio de narcisistas viciosos, ¿no creen?.

¿Tendrían razón Alonso y Luis Carlos? He aquí un suceso alternativo:

Cuando éramos pequeños nuestros padres nos llevaban al campo. Máximo de 60 kilómetros. Iban dos familias más, amigas de mis padres. Un día me enviaron al Renault 4L de otra familia. De mala gana fui pero en el viaje de pronto me puse a cantar, vaya usted a saber porqué "Son tus perjúmenes mujer", de Carlos Mejía Godoy y Los de Palacagüina. Al amigo de mi padre le encantó aquello y cuando aparcaron corrió a festejarlo:

—¡ Venid todos un momento ! ¡ Venid ! ¡ Veréis qué bien canta Fermi !—horror de los horrores.  Yo deseaba hacer andar mi jeep de madelman por terreno agreste despacio y con todo el cuidado pero aquel hombre me cogió por los brazos y me puso sobre un peñasco cual lagartija a la solana. Solo por eso  le hubiera puesto el jeep de sombrero pero ante tanta gente me quedé bloqueado. Yo llevaba un niqui  (palabra viejuna) marrón de rayas anchas y manga corta baja y algo ajustada. Estiré mis mangas.

—¡ Venga ! ¡ Canta como antes en el coche ! Son tus perjúmenes mujer ... 🎵🎶—solo hacía falta fijarse en mi cara de morrongo. El buen hombre no entendía mi enorme disgusto. Su hijo por el contrario pasaba de super animado a pendenciero en un flash. Mientras me convertía en un personaje mohíno a la vista de todos su hijo Tito enganchó mi jeep y se puso a correr con él sobre el suelo areno-pedregoso y poco propicio para la velocidad. Al momento había volcado, pero él seguía arrastrándolo de todas formas. Estaba a punto de llorar cuando se me acercó su esposa:

—¡ Déjale en paz, atontado ! ¡ No ves que no quiere ! Anda ven, baja de ahí. ¡ TITOOOO, DEJA EL COCHE Y VEN AQUÍ !—que amor de mujer. Qué risas los unos, qué comentarios los otros entre la impaciencia y la impotencia, el aburrimiento y la compasión.

—¡ Bah, qué muchacho más soso ! Es que teníais que haberle visto cantando: "Tus pechos cántaros de miel ..."

Eran 13 años los que tenía pero no crecí ni me adapté ni maduré como era de esperar. Y moriré sin haberlo hecho jamás, me parece.

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Cuando Cornelia finalizó su curso de idioma español, tocaba regresar a su país, Austria. Era de una región muy autonomista. Su preciosa Vorarlberg ...  

Creo que no fui capaz de darle un abrazo o al menos un beso de despedida. Siempre se me han dado mal esas cosas.

En el último momento antes de darse la vuelta me dijo que le picaban los ojos. Ninguna de las imágenes que pasé por la mente encajaba aquel comentario de ella: humo de coches, pestañas ... 

Se marchó y aún tardé tiempo en comprender aquel picor en sus ojos. No soy bobo pero para determinadas cuestiones soy  muy lento o ni siquiera alcanzo.

Fue una corta pero bonita amistad en cualquier caso.

Saludos, Cornelia. Espero que hayas sido muy feliz.

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Los amigos volvieron. Aunque sin rencores, aprendieron a pasar de mi cuando querían divertirse. Durante un tiempo creí sus engaños y me venía bien para dedicarme a mis asuntos pero una cosa era pasar del cine y otra pasar de otras chicas y chicos. Cuando lo descubrí no se lo perdoné y no volví a salir con ellos hasta que vinieron a disculparse después de rodar por las calles como perros abandonados.

Por mi parte quise encontrar mi camino sin ellos y un par de ocasiones estorbé en un grupo compuesto por seis viejas amigas. Ahí se puede deducir que no hubiera sido buena elección el colegio de chicas. También llevé mis lágrimas a correr en lo oscuro de algunos salones de cine que pasaban películas antiguas a precio económico. Eran en blanco y negro y en un idioma que tampoco era el mío.

Es importante conocerse para saber qué necesitamos, lo que más nos conviene o cómo podemos ser un poco más felices. 

Así es la vida. 

Ellos encontraron pareja a pesar de sus dificultades para iniciar una conversación pero yo no era capaz de encontrar  cómo, qué o quién y rechacé las amistades que me propusieron Alonso y Luis Carlos. La soledad es una compañera muy triste pero ni en esas condiciones era capaz de empezar una amistad cualquiera fuera de determinados parámetros.

A veces, ser más rígido que una tabla de planchar es peor que estar más salido que el pico de su plancha.

En todo caso recordaré aquellos dos chicos que una vez fuisteis: Alonso con su Ennio Morricone y aquel puñado de dólares, fascinado con Clint Eastwood. Luis Carlos escuchando Das boot en las profundidades de su U-boot alemán, apasionado de la historia y los soldaditos.

Ya es tarde para ser otra persona. Tarde para cambiar las decisiones de toda una vida. Tarde para modificar el rumbo al futuro. 

Ya va siendo hora de descansar. No estaría mal.

jueves, 7 de enero de 2021

La chica de la foto

Entre las muchas maravillas que puede ofrecer Asturias está la iglesia de San Julián de los Prados o Santuyano. Tan llano en castellano como yano en asturiano que decidieron construir una autovía con 4 carriles a escasos metros. A pesar de eso, hay un parque allí mismo hermoso y extenso para retozar como pollinos en celo. Y ya saben lo que dijo el marqués de Santillana: "Asna con pollino, no va derecha al molino". Bien sabemos que en temas de celo son los machos quienes pierden su sentido común, pero el machismo de la época no daba para un "Pollino con asna, olvida el trabajo y se pasma". Volvamos al texto:

Así de bonicu e digno de mención es este edificio y alrededores. Uno de los lugares elegidos por el fotógrafo que recibió el encargo de decorar con fotos murales las cabeceras de cama y algunas otras paredes del maravilloso Campus Apart Hotel donde estuve hospedado. Cuentas con la ventaja de caminar 200 metros al salir del apartamento y -opción- visitar al Señor, que siempre se alegra de vernos.

Para empezar he tomado prestada la foto en color de Google. A la distancia correcta, con la inspiradora iluminación solar de las 11 en un verano de envidia sobre una temperatura que evapora el mejor bouquet de la hierba fresca recién cortada.

Por contra, siendo el mismo edificio, la foto del apartamento luce la sobriedad inmutable de los tonos grises. El blanco y el negro combinan siempre y no enferman según los antojos de las modas. Quien hiciera la captura no buscaba lo obvio y personalizó la toma observando desde un punto bajo y mucho más cercano a través del gran angular. La iglesia se presenta de esta forma más solemne. Casi mayestática

La primera vez que escuché esta palabra era un crío y atendía a un cuento donde un padre con voz encopetada (a la vez que ridícula) daba a su hijo la lección de ir con la verdad por delante. El chaval, en cierto modo como yo, lo tomó al pie de la letra y se metió en problemas y recibió varias tundas. La otra cara del disco infantil me gustaba muchísimo más porque el padre estaba orgulloso de su cuarto hijo, que era como yo y prefería siempre la misma cosa antes que, por ejemplo, ir con otros niños a jugar al fútbol, etc. Ah, y con la diferencia de que el mío nunca tuvo tal satisfacción, pero yo prefería aún creer lo contrario. El bello sobrenombre de "loco" gritado con su salud de barítono sañudo acompañado de fuertes golpes en la cabeza ayudaron a librarme de esa estúpida creencia infantil. O eso pensaba, porque deseé que muriera y cuando lo hizo muchos años después, lloré por haber sido una decepción constante para él. Que D.E.P. 

Sigamos con el hotel y la foto.

Uno se aloja allí con toda la felicidad que solo garantizan los lugares conocidos. Te alegra ver la misma cara de esas personas en recepción: amables y correctas. Llamativo y triste sin embargo que las personas se vuelvan invisibles por llevar el uniforme de la limpieza, siendo igual de agradables y con la diferencia de que además están entre tus cosas mientras te hacen la cama, limpian la habitación y el baño y hasta cambian tu rollo de papel higiénico. 

Ya va siendo hora de poner la imagen: 


Tomé con mi teléfono esta captura desde un ángulo que minimizara la distorsión del gran angular. En el acercamiento de la siguente se aprecia mejor:


Y finalmente lo que ha dado lugar a todo esto:

¿Quién es la chica de la foto? 

Todas las personas que han estado en este apartamento ... ¿se habrán fijado en ella?

Pasaba por allí cuando el fotógrafo trataba de conseguir una exclusiva de piedra. Con su pañuelo al cuello. El verdor de Asturias se paga en lluvias persistentes, a veces mezcladas con frío. Oviedo tiene cerca de este sitio la facultad de Filosofía y Letras, la Casa de las Lenguas, el Campus de Humanidades. ¿Iba a clases? 

La chica vio a quien hacía la foto antes de volver la esquina, pero no al revés. 

Ella llegó a su clase y retiró el pañuelo. Se sentó a un lado y el aula se fue completando en minutos. Otras chicas entraban hablando, alborotadas, risueñas por la tarde del viernes que las esperaba. Ella sacó su estuche, extendió las hojas y al lado, un libro de Kafka sobre la metamorfosis. Los chicos pasaban a su lado, la miraban y cuchicheaban con risitas entrecortadas. Abrió el libro:

"Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto."

Aquella sola frase bastó para que los ojos de aquella chica recibieran más lágrima de la necesaria aquel viernes por la mañana.

Nota: Si alguien desea escuchar el otro cuento, aquí está:



viernes, 5 de junio de 2020

Seguir al sol

"Las personas son como ventanas de vidrieras. Relucen y brillan cuando sale el sol pero cuando vuelve la oscuridad,  su auténtica belleza solo se muestra si llevan la luz en su interior." Elisabeth Kübler-Ross

Nadie espera que mañana nos falte la luz y el calor del sol. 

Mi querida Olivia Newton-John cantaba en Xanadu "Tienes que creer que somos magia, nada se puede interponer en nuestro camino". Me da igual si por esto, o por tener casi todos los vinilos de Barbra Streisand o por otras muchas cosas me dicen mariposa o gay. Es música y me gusta. Con todo, preferiría ser Lily Collins en Mirror Mirror antes que dudar: “Espejo, espejito, dime si parezco normal o, dibuja quizá con espuma de mar, un hermano de Afrodita en tu reflejo”.

Hace tiempo - no recuerdo cuanto ni cómo – sucedió que mi compañera Locura enfermó y abandonó su habitación en nuestro precioso ático compartido. A veces hace una visita. Juega por momentos a quedarse. Enseña sus cartas de póquer con “escalera real” de trébol negro y le muestro mi mano perdedora, “color de corazones”. Miro el reloj para que pare de parir los segundos pares e impares a la par que triste sé, no se quedará tampoco esta vez. La veo alejarse, tan guapa ella, tan joven y fresca, su contagiosa risa sin fundamento y su cara de sorpresa cuando miro el reloj y digo que se marcha. Pero soy yo, el timorato conejo blanco, quien corre y se aleja llegando tarde a la cita con mi reina.

Hace tiempo no encuentro camino al mundo donde las cosas estaban todas vivas, todas seres inteligentes, todo encerrado en mi mundo feliz. Cuando volaba contra la voluntad carcelaria de seis paredes ineptas porque las mariposas desertaron entre sus costillas al esqueleto sensible que vertebraba mi sustancia.

Conociendo el pecado y su carne inflamada alimenté el hueso con EVA, pero las manzanas que venden hoy obligan, por su enormidad adulterada, a dejar media para otro rato forrada en film plástico de 10 micras a base de spinifex. Comer siguiendo el sexto mandamiento del decálogo promueve un amor siempre fecundo; yuxtapuesto al de Moisés en número y contrapuesto su sentido por la lujuria.

No comprendo las muescas de culata que desde el regodeo cuentan experiencias sexuales con parejas que sólo se conocieron íntimamente. Y “sólo íntimamente” suena al triste frío de la uróloga mano que palpó aburrida mis testículos. Suena al plas, plas de un cuerpo contra otro o al compulsivo automatismo instintivo de animales en celo envueltos a veces, eso sí, con glamour pijo o encanto choni.

Ya hace tiempo que todo sucede a ritmo de cohete. Antes éramos escribientes de punzón sobre hojas de caña en las pagodas. Luego vinimos a derramar nuestras criaturas sobre papel desde gráciles plumas alcoholizadas en estanques oscuros. Éramos cien mil los contables de manguito y visera. Eran más tarde, ya solo centenares, las secretarias con una máquina de escribir Remington nº 1. Después empezaron los electrones a esculpir letras mecánicas perfectas. Y vimos con emoción el brazo del robot ensamblando incansable la secuencia de los adelantos modernos sin pensar por un momento en tantísimos trabajos perdidos. Solo importan las cifras: las que suman beneficio. Qué paradoja tan grande. Empresas que prefieren a las máquinas pero sin personas serían nada.

He visto a dos hombres distintos emplear más de un sueldo para pagar su teléfono móvil y luego acunarlo en capas de terciopelo para protegerlo soñando con el modelo del año siguiente. También a un hombre mimar su coche con cariño y a una mujer ponerle incluso nombre. Y hablarle ambos como se habla con un hijo. He visto bailar feliz al migrante Hope por pagar su ayuda con la compra al salir del super. También he recibido un "cabronazo" del desahuciado, sucio y sin dientes, que sentado en el suelo me veía pasar de largo para dejar la compra. Y su sorpresa bajo un cálido “gracias” al entregarle monedas después. He visto sangrar, en una avenida con abundante tráfico, a una mujer inconsciente tras romperse la cara contra el suelo. Y acudir solo un joven con rastas: tirar su patinete, quitarse  el fular para limpiar la sangre, reposar su cabeza en él y recibir a cambio insultos por detener la circulación.

Cargo recluido en el cráneo un dolor de cabeza que arresta palabras y embute frases en un bloque apelmazado de confusión, moho y carcoma. ¡ Ven, ibuprofeno, ven ! ¡ Deserta en las filas del botiquín y fundámonos venlafaxina, mirtazapina y sus secuaces todos en uno contra la serotonina y la norepinefrina ! ¡ Repleta ibupro mis entretelas y dame alas antipiréticas nada inflamatorias ! ¡ Cúbreme de analgesia plácida para los ventriculazos aórticos que lanza este corazón inmisericorde ! 

Con todo lo que llevo visto y sólo soy como esa fina hoja de lata prendida con fuerza al corazón de una Dorothy que disimula su dolor por unos zapatos gastados sobre cemento y grava; perdida y sola en un camino de Oz sin magos pero colmado de brujas que desprecian su esfuerzo y lo pagan con dinero en brea. ¿Falta valor para salir de esta senda o hace falta para seguir en ella?

Y otra vez me pregunto: ¿soy este que veo? ¿Este mi cuerpo? 

Incontestables eternas preguntas. 

Nuestra estrella saldrá mañana para todos y habrá una nueva oportunidad para arrancar  las páginas más pesadas del tomo que cargamos al lomo. Para ver nunca lo que podemos no comprender desde el otro lado de una vidriera contra la antigua luz de siempre.

Aprendamos de aquella otra Lily Collins siguiendo al sol en “To the bone”:

                  Follow the sun - Caroline Pennell - To the bone              

Sigue, sigue al sol y la dirección en que sople el viento, 
cuando este día termine.

Respira, respira el aire. Márcate un propósito.
Sueña con cuidado.

Mañana es un nuevo día para todos.
Una luna nueva y un nuevo sol.

Así que sigue, sigue al sol, la dirección de los pájaros,
la dirección del amor.

Respira, respira el aire. Aprecia este momento.
Aprecia este aliento.

Mañana es un nuevo día para todos.
Una luna nueva, un nuevo sol.

Cuando sientas que la vida se te viene encima
como una pesada carga.

Cuando sientas que esta sociedad loca
solo añade más tensión, date un paseo hasta la orilla
más cercana del agua, recuerda cuál es tu sitio.

Demasiadas lunas han salido
y se han puesto mucho antes de que vinieras.

Entonces, ¿hacia dónde sopla el viento?
¿Qué dice tu corazón? 

Así que sigue, sigue al sol y
la dirección en que sople el viento,
cuando este día termine ...




miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Amistad o soledad?

Friendship or Loneliness?
"A solas, caigo a menudo en la nada. Debo mover con sigilo los pies para no caer del borde del mundo a la nada. Tengo que golpear mi cabeza contra una puerta dura para volver a mi cuerpo." Virgina Wolf, Las olas.
Esa mano en el hombro molesta, pero vuestra compañía es guay.


Tener amigos es complicado. 

Quiero imaginar que no entiendo la amistad porque probablemente no merezco sus beneficios. Ya pasó ese momento donde tener amigos era necesidad. A veces me parece que ya pasaron todos los momentos. 

Incluso los que podían quedarme por vivir.


Comenzar animado una "entrada" no es bueno. Es un error. Quiero empezar con uno. Acabo de leer un libro infantil. "La niña que nunca cometía errores". Beatrice nunca se equivoca pero está triste porque la perfección conlleva esa carga, la de no probar las cosas incorrectas. Vamos, lo que he hecho toda la vida y trato siempre de cambiar sin éxito. Y sin conseguir encima nada que sea ni medio perfecto. Vamos al hilo:

La mujer que creó este blog compartido es mi única amiga actual, virtual y real. Nuestra edad, capacidad y paciencia para tolerar los aspectos negativos es muy flexible, gracias también al espacio y tiempo que nos separa y une.

  Hasta donde alcanzo, recuerdo como una experiencia negativa y de fracaso mi comportamiento social desde la infancia más lejana. No sé si por lo mucho sufrido fracasando al mismo tiempo en los estudios pudiendo ser un estudiante singular, brillante y de sobresaliente. Asfixiado ahora por el rencor veo a todos tras una humareda negra: los profesores, los amigos, los amores, los padres ... y al fondo yo mismo fabricando el humo. Y sigo necesitando saber porqué. Por eso escribo un resumen de mis amistades entre los 6 y los 20 años. Para hallar el papel del personaje que fui en mi novela vital y extraer alguna conclusión racional. Y detallo un par de hechos con su diálogo tratando de ser honesto y menos plasta. Los nombres están cambiados. Empezaré por algo ya relatado con otro enfoque:

  De pequeño en el recreo deseaba volver a clase con mi amada profesora Manoli y no andar a la pesca de juegos o amigos. Ayudaba el terror a los balonazos, el jaleo y la brutal agitación ilógica de los otros niños y chicos más grandes. Un profesor lo solucionó el siguiente año presentándome a Guillermo argumentando que éramos igual de raritos. Aunque eso fue bueno, duró poco y mi primer año como repetidor lo pasé bien sin amigos excepto porque él parecía no conocerme. Cuando nos cruzábamos me decía a mi mismo: éramos amigos. La etiqueta de repetidor tampoco ayuda a los niños callados y solitarios a hacerlos ni a conservarlos. A determinadas edades parece que nada se deben y esa amistad, al día o curso siguiente se olvida y parece que nunca existió nexo ni sentimiento alguno.

Era la época del repulsivo y sucio juego "Pico Zorro Zaina". Basta ver la foto. Había que meter la cabeza en cualquier culo, agarrarse ...  y el de la pared ... como para no contagiar los piojos. Los niños no acostumbran a limpiarse bien ni el culo ni nada. Sentía una repugnancia tremenda con solo ver esos tumultos. La misma que sentía en gimnasia teniendo que agarrar a compañeros por los tobillos para hacer la carretilla o al levantarnos del suelo enganchados por los codos con las espaldas pegadas. Aún siento vívidamente esas escenas. Luego los niños dejarían los pantalones cortos. Pedrito y yo seríamos los últimos ... "valientes".
¡¡ Cómo saber que nos veían ridículos !!.

Ah, pero me puse muy burro. "Cabezón" me decía mi madre. Me apretaba contra el pecho y reía por lo quieto que me quedaba.  Mi batalla al pantalón largo resistía todos los argumentos excepto:  "¿No ves que los otros niños se van a reír de ti?" . Mano de santo.

Mencionar mi rareza y romperme hasta doblar mi voluntad. Es super-mega-estresante ir a comprar ropa nueva. Y poca gente lo comprende. Probarla ni te digo. Con lo que cuesta acostumbrarse y lo difícil que es combinarla. Me agobia estrenarla y disgusto a mi esposa. En realidad nunca he comprado nada de eso. Estilo. Eso lo tiene ella.

Uno puede vivir sin amigos ... no sé según qué edades cuánto tiempo se puede. Además vienen ellos solos como vino Carlos Montalvo con su pelota de tenis y me ofreció si quería jugar a mini futbol con su grupo entre las canastas de baloncesto. Lo hice -algo había que hacer- y estuvo bien, pero mi habilidad con la pelota era la de un avestruz miope y dijo un día: "Corres muy raro. ¿Porqué das esas zancadas?" así que volví detrás de la valla de hockey a resguardarme de los incansables balones de reglamento asesinos y Carlos siguió con sus ligas de futbolcesto. Cuando no te interesas constantemente por los amigos se olvidan de ti. Bueno, la amiga de este blog no se cansó aún.

Yo compraba un par de sobres de cada álbum. Coleccionaba colecciones (¿no fue una idea genial?) y ponía aquellos cromos en mi clasificador de A5. Me ahorraba el intercambio con otros chicos. Ellos no conocieron todas las colecciones. Allí estaba también mi colección de programas de televisión. Tardé muchos años en tirarlo todo. La de Pipi Calzaslargas y La guerra de las galaxias sí las traté de completar con mi hermana que me acompañaba al parque.

El año siguiente me entretenía escribiendo hojas con el esquema y funcionamiento de pequeños dispositivos electrónicos o trucos con petardos, cerillas y bombas fétidas que a muchos les interesaban y fotocopiaban. Entonces Ángel Roncero se acercó a mí. Me preguntó si quería hacer experimentos con sus amigos. Durante un tiempo hicimos los inventos que se me ocurrían en casa de uno de ellos. Y estuvo bien. Me llevó a su casa de la ciudad, a la tienda de barrio de sus padres y hasta me invitó a su pueblo a pasar el día. Había lentejas para comer y de inmediato sentí asco al ver aproximarse el cazo: Las lentejas se agarraban y ayudaban entre sí para no salir de él. Unos mamporrazos contra el plato  hicieron las presentaciones entre aquella plasta marrón y yo. Mi cara debía decir "Yo esto no me lo como" pero leer caras requiere saber y ganas de leer.

¡Anda, come! ¿No has dicho que te gustaban las lentejas?—qué podía contestar. Nada. Sería sumamente gratificante que las otras personas pudieran ayudarte sin pedirlo. Esta señora no parecía dispuesta a retirar de mis narices aquella delicatessen. Seguro que cada dos por tres sus lentejas sin agua se quemaban. Insistió:

¡No tengo otra cosa así que tu verás!—Ángel miraba de reojo y movía la pala del cono de cemento a la hormigonera bajo algún imperativo de origen animal mientras yo trataba de adivinar cómo terminaría para mi ese mal rato. Lástima de reloj de teletransporte.

No... No me apetece...

¡Pero pruébalas! ¡Verás que ricas! ¡Mira a Ángel, le encantan!—si, si, que si, que miré a Ángel de nuevo aunque lo tenía ya requetevisto. Su hermoso hijo, incapaz de articular palabra, asentía emocionado y rellenaba su siguiente cucharada brutal mientras lubricaba con saliva el bocado anterior.

No gracias. Es que no me gustan tan espesas—la buena señora y pésima cocinera, no tenía ganas de complicarse en discusiones que no iba a poder resolver a hostias, supongo. Traté de arreglarlo:

El pescado si me apetece—si: yo era un chaval genial de ideas brillantes

Pues no te doy el pescado que lo mismo está poco hecho y tampoco te gusta. Anda a la calle y esperas allí a Ángel que termine de comer—esto no se discute. Lo mismo tenía razón. Me fui pa' la calle listo aunque con un agujero en la barriga y cierta presión en ojos y garganta. Me maldecía por haber contrariado mi instinto al aceptar la invitación.

En barrios y pueblos jugaban a lo mismo: peleas a pedradas. Tampoco quise jugar. Cómo explicar a semejante bruto excitado que mi observación del arco descrito por las piedras voladoras me costó una ceja partida en mi barrio. Ahí acabó la amistad como si nunca nos hubiéramos conocido ¿¿?? Ni siquiera me devolvía el saludo. Colección nueva: caras de amigos que no se acordaban de mí. Para esto sigo siendo un bobo. Saludo y saludo y vuelvo a saludar pero muchos callan o tienen ataques de tortícolis. ¿No se supone que debemos responder cuando se saluda? Cuando hago al revés y paso entre unos conocidos del parque sin mirar a nadie en seguida me llaman la atención. ¿En qué quedamos?

Las comidas han sido toda mi vida una constante fuente de problemas. Me costó mucho dejar de poner pegas a la comida que hacen otros y encima es obligado mentir si no te gusta pero te preguntan. Si voy a un restaurante siempre pido filete (preferiblemente de lomo) con patatas y los demás me critican la constante e inoportuna repetición. Yo no me meto en lo que comen los demás, ¿porqué al revés si?

Y otro año más. Con Pupitres de dos en dos como siempre. Me senté junto al niño que estaba tranquilo, solo y callado aunque a un metro del profesor. Menudo rollo tener que estar pegado a otro chaval, oler su cuerpo, compartir alguna cosa con él. Pero este era muy buen chico. Juan Carlos fue el mejor amigo que tuve nunca. Éramos él y yo. Dos es la cantidad perfecta. Incluso conseguí pasar curso 3 años seguidos porque quería parecerme a él. Por desgracia los otros le pegaban y no sé el motivo ... ¿aspecto, cuerpo, cara o piel? No lo entenderé jamás. Le insultaban y se reían de él. Yo miraba cagado de miedo y me libraba. Nunca le defendí. Cuánto lo siento. Un día por mayo en 8º curso hice algo absolutamente incorrecto y fui expulsado del colegio. Cuando volví, la cosa se puso al revés y era yo el insultado y golpeado mientras él miraba con la diferencia de que yo lo merecía y no voy a decir porqué. Vaya par. Aquel 8º de EGB fue mi cuarto y último año con él. Yo pasaba las clases inventando dibujos laberínticos,  alfabetos de letras combinadas y sistemas de codificar texto, así que repetí curso otra vez. Se marchó a un instituto y quedé solo. Le fue bien en la vida.



Barcarola de Offenbach en "La vida es bella" (quién pudiera vivir con semejante esperanza, generosidad, gratitud y amor a los demás ¿No os parece un tipo genial y guapísimo?)

Entonces me fascinaba la flauta y la tocaba divinamente. El tutor, un hombre joven con algo de maneras él y puede que yo también (cosa que nunca me importó en nadie), me escogió para una actuación a medias con su acordeón.  Tras interpretar mii fa faa mi mi re fa faa mi mi re fa faa mi miiii la barcarola de Offenbach mirando al foco, se acercaron a decirme que la actuación fue una chapuza porque sólo se me escuchaba a mi. Menudo fallo del tutor. Me metió en el micrófono y él sin megafonía en el gran teatro-cine. Durante la época de ensayos me preguntaban los de clase si le tocaba la flauta al tutor y orgulloso (por una cosa que hacía bien) contestaba sí  y que él tocaba su instrumento a la vez. Lo pobres diablos reían y yo me apenaba de su sordera musical ... no sé cómo pude tardar años en comprenderlo y me siento estúpido sin serlo.

 Este tipo de cosas me pasan de continuo como cuando tenía 38 y un compañero de trabajo me preguntó si había sido mariposa en mi otra vida y le contesté que no creía en la reencarnación y dando paso a pensamientos sobre orugas, mariposas y creencias filosóficas. Tardé años, pero AAAAÑOS en comprenderlo casualmente. Joder, eso duele.

Victor M. F. mira por la ventana en un documental.
Me hizo emocionar al recordarme a mi mismo.
Mi adolescencia fue una continua, eterna mirada a través de la ventana de mi habitación con idas y venidas dentro de la casa. Desde allí veía a los chicos jugar y chillar en el patio del enorme colegio. Los observaba en la distancia unas veces sorprendido por el caos de sus carreras, balones y movimientos y otras cansado de sus gritos salvajes. Otros días atendía al movimiento de las nubes, al bajar de la lluvia, la nieve o los rayos. Hasta en sueños muchas veces miraba tras aquellos cristales apoyado en la sobrenatural fuerza de la imaginación dormida y unas noches los aviones boeing caían del cielo sobre la ciudad y otras toda ella era devorada por un incendio descontrolado que me cercaba en lo alto del edificio.  Fue una adolescencia dolorosa y de soledad rota en ocasiones, bordeando la locura y la depresión. La única psicóloga a la que me atreví a preguntar, hermana de mis siguientes amigos, reía y decía: "¡Qué vas a estar loco! ¡Es la adolescencia!".

 
Y bueno, cuando se repite curso es más fácil aprobar sin estudiar y queda más tiempo libre. Y empecé a escribir historias en clase pero Ignacio Montejano me obligó a escribir relatos pornográficos si quería ahorrarme sus golpes y empujones de pecho a lo macho cabrío. Era feo de cojones y un capullo cochino que bajaba los calzoncillos en el gimnasio. Guarro, más que guarro. Cerdo. Puerco. Cabrón. Mamón. Menua psicosis pasaba por su culpa. Le entregué sus relatos y pronto quedó horrorizado por lo que escribía para él y preguntó: "¿De donde sacas estas historias? ¡Son asquerosas!".

Para más I.N.R.I. y como "a perro flaco todo son pulgas", me pillaron escribiéndolas en clase y me expulsaron del colegio por ello pero no supe explicar nada a nadie. Ahí vinieron a ofrecerme su amistad un par de chicos procedentes del famoso grupo de futbol-tenis. Dos frikis que solo sabían meterse en líos por los que la clase entera les perseguiría a tortas.

Con ellos, Alonso y Luis Carlos, compartí amistad unos 5 años aunque siempre manteniendo cierta distancia entre sus excesos y mis intereses. Los eché de mi casa en varias ocasiones. Cuando me quisieron drogar echando algo en la bebida "para animarme" o cuando acepté organizar una fiesta en casa y apareció gente fuera de la lista y con alcohol escondido. En menos de una hora paré la fiesta y los eché a todos, borrachos algunos. Y a estos dos amigos, los pillé en la habitación de música lenta tratando de meter mano a una amiga borracha y les corté el rollo y les insulté. Minutos después ella estaba sobria e hiperactiva ayudando a limpiar todo.  Siempre les tuve por pésimos amigos y no supe encontrar otros mejores ni terminando con ellos de forma tajante. Volvieron a buscarme al cabo de unos meses y me acusaban de creerme mejor que ellos,  de ser muy duro ...

Finalmente y aunque quedaban bloqueados y mudos a la hora de hablar con chicas consiguieron sendas novias hacia los 20. La amiga de uno de ellos, guapa y simpática, quiso ser pareja conmigo, enseñarme el beso con lengua, pero tenía la cabeza completamente hueca y no acepté ni lo uno ni lo otro. Tiempo después me ofrecieron salir con una chica más joven "dispuesta a besarme el primer día" ¿¿¿??? y que tenía un bebé. Dije que no quería ser responsable de un bebé (encantador y precioso, por cierto). Como alternativa me ofrecieron ser amigo de Paco Montero, un chico creído y medio lelo que guardaba habitualmente sus calzoncillos sucios bajo la cama:

Como los dos estáis solos podéis salir juntos ¿No os parece?—como yo no contestaba habló Paco:

A mi me parece bien, ¿y a ti?

A mi no me parece bien—dije sin querer dar explicaciones. Lo poco que de él sabía me bastaba. Paco tomó la iniciativa para convencerme:

Tío, no te queda otro remedio. Juntos podemos buscar nuevas amigas, no vamos a ir con estos y sus novias ... ahí ... de carabinas ...—el pobre lo decía convencido y se lo tuve que aclarar:

Tengo remedio. Prefiero quedarme solo a salir contigo.

Pero ... ¿por qué? ... tio ... no lo entiendo ...

Porque no te soporto. —y quedaron atónitos. Me pidieron que no fuera así ... que lo intentara ... y me marché a mi casa  porque Paco insistía en que no le conocía suficiente etc etc etc etc etc etc ----- Paco y la "madre-que-regalaba-los-besos" fueron pareja algún tiempo y yo quedé sin amigos ni ganas de ellos cuando menos me convenía. Reconozco que a estos dos chicos los tenía muy cansados ... siempre negándome a hacer lo que proponían ... y ellos se afanaron tanto en ... No sé.

Con 20 años y sin amigos, comenzaba a ver mi futuro de soltero amargado y solitario de por vida convencido de que jamás tendría pareja. La falta de amor me asustaba y dolía más que la soledad, la abstinencia sexual, la muerte, la nada o la locura.

Bueno no.  Tanto como la locura no. Eso es exagerar.

Y ahora, omitiendo muchos capítulos y actores similares con quienes compartí escenario,  ¿qué se desprende de estas palabras? Que soy un mal amigo, que soy demasiado exquisito, que miro a los demás por debajo de mi perfil, que me creo el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, que debería hacérmelo mirar (esto me lo dicen mucho), que si he tomado la medicación (también), que si las drogas tan habituales de mi época joven me dejaron el cerebro mal (también), que parezco un marqués ... y sé que toda la culpa es mía. Que merezco la mofa y las miradas de susto porque me comporto como un lunático maleducado (otros dicen distraído) y que al mismo tiempo desconoce los límites del cariño, de la generosidad y el respeto para saber cuánto dar, cómo respetar ni cuándo amar. Ni a quienes.

¿Quiere decir todo esto que quiero estar solo y sin amigos? ¿Amo la soledad? No. No. No. No. Y no. Eso es cinco veces no. Por un momento iba a decir que si ¿Tan poco claro lo tengo? No. Era un si muy claro por lo que voy diciendo y haciendo con quienes me conocen (en persona). Pero algo no cuadra. Busqué canciones sobre amistad y soledad y mix. No encontré satisfactoria ninguna hasta que paré ya cansado y recordé una de mis más queridas canciones. Cantada por Carole King, You've got a friend.



Y con esta canción he llorado muchas veces, cantado y sentido profundamente su letra. Y el día siguiente de esto he pensado que soy un fabuloso idealista de la amistad, el amor, los abrazos... es decir un mero espectador o un pésimo actor que no sabe o por lo que sea no puede manejarse de forma natural como las buenas personas. Demasiada película y pocos hechos.

He sido un tipo con muchísima suerte porque he podido disfrutar de amistades a pesar de mi desastroso manejo. Y entre esas últimas amistades una chica  me encontró atractivo aunque mal ataviado. Quedamos un día y llevamos juntos desde entonces. Muchas veces me pregunto qué  ha obtenido ella a cambio. Qué he hecho de bueno yo por ella durante tantos años. Solo sé que la quiero tanto como la necesito y que es por cariño que me sueña independiente. Con ella no he necesitado amigos y he podido estar lo más solo posible con la mejor de las compañías. Con muchísima suerte.

“Alone, I often fall down into nothingness. I must push my foot stealthily lest I should fall off the edge of the world into nothingness. I have to bang my head against some hard door to call myself back to the body.” Virginia Wolf, The Waves.


viernes, 1 de septiembre de 2017

No ser a pesar de ser

Not to be, despite of being.
"If you dare nothing, then when the day is over, nothing is all you will have gained" Neil Gaiman, Libro del cementerio.


1 / 6
Soledad
2 / 6
Amor ideal
3 / 6
Desamor-Absorto
4 / 6
Fin de la fe. Desilusión.
5 / 6
Fin de la fe. Furia divina.
6 / 6
El refugio del arte

Vistos desde lejos en el tiempo (¿33 años?), miro estos dibujos y no sé qué pensar. A ratos me parece que no estuvieron tan mal para alguien que no tuvo ni tiene idea de cómo dibujar.
............................................................Claro. Por eso mismo.

Reconozco que no dicen nada aunque sí querían contar pequeñas historias en su momento.
Historias de uno mismo (no podía ser de otra forma), del amor imaginado y perdido, de la soledad siempre buscada a pesar de la necesidad de convivir con otros, del silencio de un dios que creí inexistente, de la atracción por el arte que dotó a mis sentidos de extrañas capacidades visuales y acústicas para luego no poder expresar las sensaciones percibidas ...

Esta entrada me ha llevado muchas horas a lo largo de semanas de escribir, borrar, editar ...
Siempre he querido ser perfecto en todo.
Siempre he sido un auténtico desastre intentándolo.
En todo.
Ser perfeccionista nunca sirve de mucho.
De nada.
¿Es más obsesión que perfección?
"Siempre todo" y "nunca nada" me parecen dos afirmaciones tan equivocadas como iguales.

De nuevo me dijeron "la vida es muy sencilla". Y ya no lo comparto. Sencilla no es ni la vida vegetal. La vida humana es complicada incluso si decides vivir aislado en la montaña junto a un arroyo con un huerto y 4 gallinas. Es muy, muy complicada y yo no la entiendo. Creía que mi máscara de fingir funcionaba. Que era capaz de convivir haciendo como los demás, incluso bromeando.

Pero la gente ríe de pronto con mis comentarios y sin embargo, cuando de veras intento hacer gracia, arquean las cejas y bufan. Si planeo la venta de un objeto usado llega el momento y ... ¡¡ flash !! borro los anuncios y desaparezco. Entro solo en un restaurante cualquiera y siento las miradas de grupos de trabajadores comiendo ... ¡¡ flash !! Salgo y como apartado un sandwich de máquina.

¡ZAS-ZAS-ZAS! ¡FLASH-FLASH-FLASH! ¡ZAS-ZAS-ZAS!

Si ZAS es punto y FLASH es raya, esto es una señal SOS en morse. Porque de pronto sale el ZAS y disgustado tiro todo, borro todo, destruyo todo y no quiero saber nada. Luego me pregunto qué ha pasado sin volver atrás. O sí. No lo sé. Círculos concéntricos.

El eterno retorno de Nietzsche versión vida interior repetida.
Friedrich Wilhelm Nietzsche.


"¡Anda, ve a comprar el pan...!" pedía mi madre mientras la observaba cocinar. Con 9 años subía a la torre de control desde donde gobernaba mi cuerpo y salía a la calle. Recibía datos de la sala de motores e informes de daños articulares. Movía las manos en plan intermitentes señalando los giros a derecha o izquierda. ¡Cómo no identificarse luego con Koji Kabuto en la cabeza de Mazinger Z!  En wikipedia lo explican bien:

" (...) cuando Koji controla al Mazinger Z, se conecta a él como a un amigo y como a tal se dirige. Lo controla con un cuadro de mando bastante simplificado, y el robot responde a la voluntad de su compañero.  Así casi siempre, excepto, la primera vez en la que Koji quiso hacerse con el robot y perdió los nervios. En el manga, en este capítulo Koji acaba arrasando medio Tokio con su robot.

Otra característica que adopta el tándem robot-piloto es que al ir el robot tripulado, los golpes, zarandeos, electroshocks, y otros males que el robot soporta, son compartidos por el piloto. (...) "

Máscara o robot. No sé si ella o él, ambos quizá, han ido apoderándose de mi desde muy niño corrigiendo las actitudes que resultaban sospechosas para salir adelante. Llega un punto en que pierdes gran parte de tu identidad. Pierdes incluso parte de lo bueno que podías ofrecer.



Luego, no sé porqué, miro mi colección de pequeños motores electro mecánicos y magnéticos imbuidos en su constante, repetido e inútil movimiento giratorio fuera de sus engranajes y me pregunto si los encarcelé por su capacidad para hipnotizarme. Los llevaré al chatarrero.

Observo desde mi torre de control a los demás y recopilo detalles de ellos mientras el pensamiento deriva sobre cualquier asunto y a la vez escucho ecos de sus voces en el panel de control. Así es mi mundo. Nadie es bienvenido si no ofrece un tema medianamente interesante o interesado. Es un mundo infantil y algo penoso. Cierto.

Así es muy complicado escuchar y entender para poder recordar luego. Difícil hablar y ser entendido. Y encima, si me animo explicando algo me interrumpen con un "perdona, pero no te estoy entendiendo nada" o cambian de tema o se duermen o me dejan elegir a mi -indeciso nº1- la mejor solución. Muchos no entienden ni mis puñeteros mensajes de whatsapp.

Según el estado de ánimo parecerá que estoy ido: me llamarán la atención y puede que no responda. Me pasa frecuentemente. Estoy descontento por ser como un robot biológico ralentizado con una programación chapucera y mecanismos problemáticos. Y la solución escapa a mi control.

Estos inventos sirven durante algún tiempo con desconocidos hasta que vuelvo a escuchar un "loco" "subnormal" o más suavemente "raro" o "especialito" y además "maniático". 
Joder, llevo la vida entera recibiendo estos adjetivos.

Según © Espasa Calpe, S.A.:
Loco: adj. Que tiene trastornadas las facultades mentales. (puede) || Insensato, imprudente. (seguro)  || Que excede en mucho a lo ordinario o presumible. (pero mucho) || Que siente un gran deseo, interés o entusiasmo. (según qué) || Se dice de los mecanismos que no funcionan adecuadamente. (¿no te lo decía yo?)
Y. Continúa la definición incluyendo a homosexuales, prostitutas, enamorados, fingidores, persistentes insistentes y negadores en versión extrema. Y también puedo ser todo eso. Llámame loco pues, que acabaremos antes. Todos los adjetivos ya son como de la casa y no me sorprenden demasiado en boca de nadie. Y el diccionario trae muchos más pero si no buscas ofender más, no me los cambies que no me gustan los cambios.

Mi máscara resiste impasible cuando comentan "¿no deberíamos solicitar una ayuda por tener contratado a alguien de integración? ¡¡¡¡Jaaa ja ja ja!!!! " (entiéndase enormes carcajadas). Pues mire usted. Disponer de ese reconocimiento supondría al menos saber qué me pasa. Para que luego encima me tenga que escuchar que yo digo las cosas sin filtro y que soy muy duro. ¿Es que la verdad es para filtrarla? ¿Pues en qué demonios se convierte?

Ya, ya, ya. Si, si, si soy yo quien da lugar a esto con actitudes poco afines a la normalidad. Los mecanismos de comportamiento que inventé para convivir nunca han funcionado realmente como yo imaginaba. Los otros, tarden más o tarden menos, notan algo y quedo etiquetado.

La otra opción es ser yo.
Y yo no quiero engañar a nadie y no quiero estar con nadie.
Yo quiero el silencio absoluto y un mundo inmutable.
Odio estar rodeado de variables e incógnitas que mutan y se multiplican.
Odio el dolor en el oído por los gritos en el bus lleno de niños maleducados.
Y yo no sé manejar cabeza, cuerpo ni actitud de otra manera.

Y no es verdad. No quiero ser yo.

Pero sí quiero ser feliz mientras hago ruidos aunque causen risa o pasmo.
Y mirar las cosas metidas en los ojos sin tener que explicar porqué.
Y que me dejen a mi ritmo para hacer las cosas sin llamarme lento ni sangre de horchata (con lo buena que es) y sin embargo me ayuden a salir de la ofuscación por la perfección o la repetición cuando lo necesito sin perder los nervios.
Y caminar y moverme sin que me digan ganso ni drogadicto ni afeminado.
Dudo que un pato o una persona con los sentidos distorsionados por la droga pueda transpirar y llorar como yo estremecido de pies a cabeza de la emoción mientras escucho la indescriptible sonoridad, tono, ritmo y cambio de volumen de la composición musical de Mozart interpretada por Karajan en 1986 con un estilo inigualable. Entre otros momentos, este:


 
Esto es el "Confutatis maledictis":
"Rechazados los malditos y entregados a las crueles llamas, llámame con los benditos.Suplicante y humilde te ruego, con el corazón casi hecho ceniza, apiádate de mi última hora."
Y esto es una representación de los otros para una incómoda multitud de tantos otros pero no en medio de una montaña (la sonoridad no lo permite). Me pregunto si otros también escuchan el efecto doppler de los vehículos en la calle o el sonido a hueco cambiante de la taza de café con leche al remover el azúcar recién añadida.

Y quiero ver las pinturas y fotos que muchos otros quieren enseñar con su armonía de color, luz y contraste a trazos finos y gruesos, jugando con ideas y recuerdos.
Y ver la carita dulce de un niño pequeño que atiende tranquilo y sonriente.
Descansar bajo un árbol grande sobre hierba fresca con pequeñas flores en un día soleado templado.
Sentarme a mirar horizonte y mar desde el espigón. Luego, pasear sobre la arena fina y blanca y junto a la orilla de una gran playa casi desierta con olor fresco al salitre que desprenden olas alegres y ese cosquilleo de los granos recogidos por una resaca lisa entre los dedos de los pies.
Sentir y ver el agua. Toooooda la vida el agua caliente o fría, según la ocasión.
Y envolverme apretado en una manta en  invierno ... como una crisálida.

Me disgusta que un niño pueda advertir con miedo su "locura" interior y nadie en el exterior pueda percibirlo para ayudarle. Solo necesitaba una maldita ayuda con puta constancia. Me hubiera gustado explicar a ese niño que no era adoptado. Me sigue doliendo su llanto silencioso en la cama por la noche suplicando por primera vez la muerte al mismo dios con sordera que durante el día no respondió a sus gritos contra las olas iracundas.

Tantos años removiendo tanta mierda tras su origen ... y quizá no haya forma de limpiarla. Quizá jamás sepa porqué no puedo ser de otra forma. Me resta acudir a un último examen y recibir una respuesta. Con esto habré llegado al final de la búsqueda. Las otras opciones no quiero saberlas.
Total, para qué.

Y después de todo y para terminar -aunque hubiera debido decirlo al principio y antes que nada- debo estar agradecido a la mujer que tanta paciencia y ayuda me ha dado con cantidad de amor durante toda una vida juntos. Ahí no he fingido nunca y, aunque mi amor suele parecer ausente, he sido perdonado por mi pasividad, incluso ante su dolor físico y emocional. Y eso es muy duro, insoportable, para cualquiera. Reconozco que sin ella, mi imagen exterior sería un puro desastre delator de mi verdadera naturaleza. Que sin ella no hubiera luchado nunca contra las mil conductas que me asedian constantes consumiéndome hasta el agotamiento total. Sin ella no hubiera mantenido los trabajos ni la salud, que no es poco decir.

Gracias mi amor por esta estupenda familia. Te quiero.

29-09-2018 Os echo de menos, motorcitos. Espero que el chatarrero no os haya sacado el cobre con fuego. Había otro dibujo que me pareció tan horrible que no quise ponerlo aquí. Con este quería reflejar los años de la infancia y no sé cómo, se grabó en el acuario la imagen de los abusos sexuales, la serpiente taladradora color carne y los orificios del cuerpo. Los coches metidos en los ojos, sus ruedas y un mar de llanto secreto.


“Duerme, pequeño mío. Duerme hasta despertar. Cuando despiertes verás el mundo. Si no me equivoco... besarás a tu amor, bailarás un poco, encontrarás tu nombre y un tesoro escondido... Afronta tu vida. Es dolor. Es placer. No dejes caminos sin tomar.” Neil gaiman - El libro del cementerio