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viernes, 1 de noviembre de 2024

Sueños de grandeza


O delirios y pesadillas. Lo de "grandeza" porque se me conmutó la neurona tonta del día con el título de la película "Horizontes de grandeza".

Desde pequeño -póngale 6 años- antes de dormirme, al poco de meterme en la cama y comprobar inconsciente si alguna parte del cuerpo estaba incómoda, que es una desventaja consciente, imagino una historia antes de entrar en casa de Morfeo. Muchas veces es más de una historia. Bien porque no me convence el relato, porque me pone nervioso o porque entro en bucle con alguna cuestión.

Las historias que imagino, bastantes, no puedo comentarlas todas. Algunas proceden de lo oscuro, de etapas más tristes, de un subconsciente que me busca para nada bueno, de partes de la memoria que transmutan en lugar de desvanecerse, como esa neurona tonta del día capitaneando un regimiento de ellas para llevarme por la zona roja o la negra según la noche. Según los acontecimientos de fechas concretas.

El tinte de algunas imaginaciones viene siendo renegrido o bermejo desde bien pequeño. No fue durante o después de la adolescencia.

¿ Que si me las imagino es porque quiero ?
¿ Porque me gusta ?
No tengo idea. Es simple: están ahí.
¿ Quién puso ese material en mi memoria ?
¿ Fui yo ? ¿ Fue el entorno ? 

En ocasiones la vida de pronto sitúa tu paso perdido por un camino que no deseas transitar y, si te detienes, el suelo se desliza bajo tus pies: te recorre y devora sin dejar siquiera los huesos o un recuerdo digno.

No ayuda sentirse un bicho raro.

No ayuda intentar evitar tu naturaleza disfrazándola de modos ajenos pues, al ser sintéticos, no pasan el fino e intenso filtro social de las demás personas. Cuando percibes que  fracasas debes depurar la técnica. Desarrollas un sistema de autodestrucción que te lleva al siguiente nivel:
encontrar un sentido para vivir de esta manera.

Muerte.

No ayuda que te pidan desnudarte para jugar a algo nuevo. Aprender juegos extraños estando desnudos cuando todo el rato te están tapando con ropa convierten ciertos placeres en tabúes. Desarrollas una serie de ideas erróneas que completan las del párrafo anterior para confirmarte que en la vida todo es muerte y todo es ...

sexo.

El poder, la fama, quedan para otras etapa de la vida.

A pesar de lo rojo y lo negro hay otros colores. Sobre estas historias, las imaginarias sin malicia, quiero hablar. Muchas veces coincidiendo con las ejecuciones llevadas a cabo por los entonces terroristas de la ETA, Euskadi Ta Askatasuna (País Vasco y Libertad). 

Para liberarme de tanta impotencia, para huir del acuciante dolor derivado de la violencia por un fin injustificable, me imagino como un remedio. Como una salvación para las personas inocentes.

Que parezca o pueda ser un bicho raro no me impide amar a las demás personas, incluso las desconocidas. Lo siento por quienes no lo comprendan o no lo compartan.

En mis historias de la noche yo tengo dotes de precognición. Puedo saber cuándo ETA va a quitar la vida a alguien. Sé dónde guardan sus armas y conozco el momento en que van a llevar a cabo su crimen. Acudo a la Policía Nacional. 

En mis primeras historias me convertían en otra especie de bicho raro. Me guardaban bajo llave y era utilizado para prevenir el crimen. Como esto no terminaba de agradarme -las historias podían continuar durante días- iba modificando el argumento y al final echaba cartas anónimas al buzón con destino a la policía.

Siendo mayor, los policías se cachondean. Cambio la historia. Les envío un mail.

Otras veces se me concede un solo deseo. Complejo en extremo, trato de urdir mi deseo en diferentes formas:
- Fallecimiento instantáneo de quienes van a provocar la muerte de alguien. Descartado por casuísticas nada claras.
- Cambio el deseo por el de un mundo siempre en paz pero ... a veces la paz no basta.
- Cambio el deseo por el de un mundo feliz pero ... ¿ cómo definir la felicidad de las demás si no conozco la propia ?
- Protección sobrenatural de las zonas bombardeadas, explosión de los misiles en sus silos de lanzamiento, de granadas y bombas en su origen, de las balas en sus recámaras. Tropel de ideas cada cual más complicada.
- Desintegro el arsenal del mundo, los cuchillos y las espadas pero ... la batalla continúa con palos, flechas y piedras.
- Que todas las personas dispongan de medios básicos de vida: agua, techo y alimento en perfecto equilibrio natural. Sin ambicionar más y sin desarrollo tecnológico. Así sea hasta el fin de los tiempos.

Y un día, al finalizar una película, pregunto a mi esposa: 
- Antes de dormir, ¿ imaginas que salvas a todo el mundo ? ¿ imaginas historias ?
- No.
- ¿ Piensas en algo ?
- En nada. Si acaso planifico lo del día siguiente. Si acaso.

En el silencio que acompaña la llegada de la luna quiero creer que todas las personas se imaginan salvando y ayudando a las demás, enterrando sus hachas, abandonando las peleas.

De pronto salgo del sueño cuando el sol comienza a ocultar las estrellas, cuando el resto de la gente arranca fijando la mirada en sus batallas, grandes y pequeñas.

En lugar de evolucionar hacia una sociedad libre de luchas, cualquier ficción, cualquier película es superada con facilidad por la cruda realidad. 

Avanzamos hacia un futuro consumido entre vicios de  falsa raza e inteligencia, prepotencia y fronteras en papel.

Mientras, anticipamos nuestra extinción miles de millones de años antes del fin de los tiempos bajo el abrasador abrazo de un anciano sol.

A veces los grandes sueños tan solo se transforman en grandes decepciones. Excepto si conoces de antemano que tus grandes sueños son pura imaginación abstraída de la realidad.

martes, 1 de octubre de 2024

Un chico en el cubo de basura


Imagina, recuerda según tu caso, un cubo de basura comunitario. Donde cada vecino o la persona de limpieza según tu caso, deposita su basura.

Retrocede, si puedes, a esa época antes de separar para reciclar.

Suponte por un momento dentro de uno de esos cubos y te cuento mi historia. 

Pero antes te pregunto:
¿ Serías capaz de meterte dentro ? y ...
¿ Cuál sería tu reacción si te encontrases a un chico dentro de ese cubo de basura ?

Pues eso le sucedió a mi esposa.

Se encontró un joven de su edad, unos 21 años, metido dentro del cubo de basura donde echaba la bolsa de cada vecino del edificio donde, sin contrato, trabajaba como personal de limpieza.

El chaval estaba ahí plantao, de pié, sujetando una Pantera Rosa de peluche semejante a la de la imagen que abre este post.

Si no conoces la historia de "La Pantera Rosa" pues wikipedia te lo cuenta. Lo que no tendrás muy claro es su sexualidad pero ese es otro de los puntos interesantes del personaje. 

El caso es que a mi esposa le encantaba y ese chico tendió su regalo hacia ella, que parecía conocerle porque preguntó:

 ¿ Qué haces ahí metido ?

 Estoy aquí porque es como me siento. Como basura. Y quiero pedirte perdón.

 Anda, bobo, sal de ahí.

No recuerdo bien cómo conseguí meterme allá, con el asco tan tremendo que me da.

Tampoco recuerdo cual de tantas cosas malas que le he hecho a mi esposa fue la que me llevó a aquello.

Conservó su regalo hasta que casi se cae a cachos. 

Conserva aún aquél chaval si bien no tengo claro el motivo.

Porqué gusta a la gente este tipo de basura es cosa que tampoco comprendo, pero así es.

No hace mucho volví a sentirme como aquel chaval y, como basura que sigo siendo, ahora apesto más que entonces.

Ojalá esta basura, una vez muerta, florezca y altere su recuerdo en la memoria de los vivos.

Ojalá toda la basura del mundo dejara paso en la vida a otros seres con más luz y capacidad para amar y ser amados. Para comprender y ... si no fuera mucho pedir, ser comprendidos.

domingo, 1 de septiembre de 2024

Persona de mente débil



En los ecos de mi cabeza el título suena más bien "demente débil". Lo sé, eso es tema aparte.

Dos, no una sino al menos dos veces me han dicho "eres débil de mente". 

Vale. No soy la persona más amable del mundo y muchas veces he dicho cosas que duelen a otras personas pero, de manera intencionada, solo en casos excepcionales.

Las dos veces, dos sinceramientos con personas no muy cercanas resultado de una conducta sin conductor, sin dirigente, sin sentido. Algo propio de un tonto del culo que no aprende jamás a mantener cerrada su puta boca.

La primera, hablaba con una mujer muy alegre, bulliciosa, vivaracha y clienta habitual de mi trabajo. Bastantes años después, en mi segundo trabajo, volví a encontrarme con ella y preguntó "¿Qué tal?" y respondí "Bueno... bien".

Ahora sé que siempre, siempre, always, forever & ever, sobra el bueno y los puntos suspensivos. Aprendí que al "bien" hay que ponerle exclamación con énfasis y sonrisa bilateral expansiva. No es poco decir pero se puede aprender.

Me ofreció quedar un día para hablar de ese "bueno..." y acepté sin ser consciente de.

A tal efecto estábamos en un bar repleto de universitarias y funcionarias diversas que había frente a su residencia, también universitaria, donde tenía habitación sin ser estudiante ni colegiala  (que sí, estando en un Colegio Mayor son colegialas) 

Me contó emocionada los problemas que había vivido en la casa familiar con su padre alcohólico. La profunda huella que había dejado en su memoria: recordarle llegando borrado, llamando a su puerta, etc. No puedo dar detalles porque no encuentro más información clara en memoria pero no hubo abuso sexual según ella.

La mujer empezó a llorar de pronto las escasas lágrimas que lograban salir por la escafandra de su apretada congoja.

En lugar de sentir ... pena ... o algo por ella, recuerdo sentir algo por mi. 

¿ Egocéntrico ? Suena así, seguro. Pero tampoco se lo crean tanto.

Tuve pensamientos en plan "Ese tipo qué le estará haciendo a esa pobre mujer para que llore". Por suerte allí no había personas con empatía y no tuve que enfrentarlas.

Pero mis queridas lectoras desearán saber más sobre ella, ¿si?

Pues ella se decía fuerte y que había pasado página. Que no pasaba nada y la psicología estaba superada, pero estaba teniendo problemas con su novio. Su novio, algunos años mayor, con pareja e hijo, parecía no aclararse en su relación de infidelidad. Tan pronto quería con ella como quería con su familia al completo.

Imagino desde lo machista, aunque lo ignoro, solo supongo, que las descargas en una y otra ubicación guardarían relación con la indecisión. Por suerte tampoco entró en más detalles.

Yo escuchaba todo aquello con algo de mini-sorpresa. Imposible leerla en mi careto pues aún andaba dándole vueltas a lo del progenitor alcohólico por el cual abandonó la casa en cuanto pudo para echarse en manos de una catedrática desalmada que se aprovechaba de ella para sacar adelante los infinitos proyectos  que debían justificar la cátedra, usándola como becaria y pagándola con el "incalculable valor del aprendizaje".

En determinado momento hablé de mi caso con los abusos sexuales y la autodestrucción. A ella eso le pareció propio de alguien con "debilidad mental". Que aprendiese de ella, de cómo su chispa nunca se apagaba y siempre tiraba pa'lante.

Nunca y siempre. Todo y nada. Odio el uso a discreción de palabras antónimas tan absolutas.

La segunda ocasión, con un compañero de trabajo.

Me contó que su pareja había sufrido violencia de género y el vendría a ser tan solo un buen hombre, poeta, sensible, amable e interesado, preocupado por su pareja. Trataba de ser un segundo padre para la criatura de su pareja y la niña ya daba muestras de empezar a quererle.

Algunos días se quedaba dormido en el trabajo pero buscó y encontró un segundo empleo para aportar más dinero y facilidades materiales a su convivencia.

A partir de entonces se quedaba dormido mucho tiempo casi todas las mañanas. Aunque disimulaba el sueño repanchingándose en la silla, su confianza en mi debía ser tan grande que en el fondo le daba igual, supongo. Cuando sentía alguien acercándose se desperezaba. Cuando no, tenía suerte de no ser visto, de nadie prestar atención.

Su pareja cortó la relación. Ella sentía un vacío y no quería continuar. Enamorado y dolido, pidió ayuda para alojarse y se marchó en medio del llanto de aquella niña. La mujer no quiso discutir y solucionar. Cortar y punto.

Habló de su gimnasio, de adelgazar, que había perdido 10 kilos y disparó mi trigger de anoréxico recuperado.

Tan confiado y estúpido como la vez aquella hablé brevemente de mis 52 kilos y mi enfermedad. Se sorprendió mucho. Hombre, mayor, anorexia (cosa de chicas tontas) y dijo todo lo comprensivo que él era capaz de ser, todo lo poético que pudo:  

"Claro, hay gente de mente débil que cae en esas obsesiones. 
¿ Las que comen y vomitan son las bulímicas, no ?"

La mente me ha quedado tan débil que no puedo continuar ...

... por hoy.

POSDATA con karma emplatado en frio a 23-9-2024:

El compañero se trastada rodando con su silla hasta colocarse detrás de mi y dice:

— Fermín, he cometido un error.

— No me digas. ¿ Has vuelto con tu ex-novia ?

— Noooo, pero ... algo así, un poco ... ¿ quieres que te cuente lo que ha sucedido ?

— Tengo la extraña sensación de que me lo vas a contar de todos modos—tratando de disimular mi aburrimiento, cosa que según mi esposa hago fatal, me giro para hacer como que presto atención.

— Cómo eres ... pues, verás. Yo estaba en mi casa.

— Querrás decir en casa de tus primos.

— Bueeeeno, en casa de mis primos. Pues de pronto llama ella y dice: "Estoy viendo una película ... ¿ te apetece venir a verla con nosotras ?" y acepté—hace una pausa. Espero paciente  que prosiga:

— ... y fui y estuvimos muy bien. La niña se puso tan contenta ... y me dice que porqué la he bloqueado en whatsapp. Tuvimos una discusión. Me juré que no volvería a hablar con ella, me lo propuse. La bloqueé en el móvil.

— Pues lo tendrás difícil si trabaja a la vuelta de la esquina de tu segundo empleo.

— Ya ... es que le pedí la mitad de la fianza de alquiler y le dije que iba a recoger otras cosas mías y nos peleamos. 

— Ya veo. Todo por la pasta. Pero tú vas y caes en su red. 

— ¡ HALAAAA ! NOOOooooo, cómo eres. Qué malpensado.

— Eres una persona de mente débil. —Giro mi silla y vuelvo a lo mío.— Tú sabrás lo que haces.—pero continúa:

— Además me dijo, muy así: "Anda, tonto, desbloquéame." Y lo hice.

— Pues sí que eres tonto, si. una pausa

— Te pasas mucho ¿ Porqué eres así ?—vuelvo a girarme y le digo:

— No me hagas caso. Mi opinión no vale nada. Lo que hay entre una pareja solo lo sabe y puede valorar esa pareja. Desde fuera, los demás nos imaginamos cosas que no son. Habéis estado enamorados y no lo habéis tenido fácil ninguno de los dos. Las cosas siempre son más complicadas de lo que parecen a ojos de los demás. Necesitáis tiempo para ir resolviendo ...

Ahora es él quien se gira y vuelve a lo suyo. Y termina:

— Si.

POSDATA bis con dotes de adivino a 08-10-2024:

Mi compañero ya no habla de su ex.

No digo que el alcoholismo sea peor que ser anoréxico. Dos enfermedades de la mente. Diferentes y similares en según qué aspectos.

Ninguna de las dos me parece bien asociarlas a una "debilidad" de la mente.

jueves, 30 de noviembre de 2023

La fábrica de Elorriaga


Es extraño.

Se supone que viajar es alimento p'al espíritu y la mente. 

Entre los borrones de mis viajes, con 8 ó 10 años, no lo sé, mientras íbamos a Irún, están las gotas en el vidrio del coche, el gris del lluvioso atardecer o la maneta de la ventanilla del 124.

Me pedía el lado de la puerta. Podía pasarme horas viendo en un punto indeterminado cómo bajaba, por efecto de la gravedad, el cable de Telefónica para luego subír rápido ante la llegada de otro poste. Tan hipnótico como el pisar del tren entre las vías. Siempre fui obsesivo, tan hipersensible fuera de lo común como impávido más aún, repetitivo, complicado, sombrío, testarudo, intra iracundo, extra silencioso, capaz de resistirlo todo o la nada y capaz de colmar la paciencia de cualquiera cuyos nervios no estuvieran a prueba de bombas.

Tratando de que nadie lo notase cogía entre el índice y el pulgar el saliente de la maneta. Si el coche giraba a la derecha, yo giraba la maneta hacia mi. Si a la izquierda en sentido opuesto. No creo necesario explicarlo pero, para quien no lo entienda, igual que si cogías el volante y lo ponías en la puerta. Eso cuando desaparecía el cable telefónico. No me extrañaría haber perdido baba en aquellos telares. Casi me meo ahora mismo del nostálgico abandono que siento con tan solo recordarlo.

El motor del 124 se escuchaba sin esfuerzo pero yo lo imitaba acompañando mi conducción y eso resultaba insoportable para los demás a pesar de mis esfuerzos por hacerlo bajito. Las vibraciones me masajeaban el cerebro. Tras balancear su paupérrima naturaleza fónica y sónica contra las evidentes ventajas del murmullo proveniente de tan armoniosa como infante garganta supuse que no podrían percibirlo.

Viajar hubiera sido solo tristeza o penuria de no ser mis soluciones magistrales. No entendía porqué mi padre movía a derecha e izquierda el volante circulando por una recta. El día que me subieron a un cochecito de mi tamaño, con volante real y pedales, mi padre no necesitó ir detrás mío como hacían los demás papis. Pedaleé a toda pastilla moviendo convulsivo el volante a derecha e izquierda. Mi padre voceaba "haz esto o lo otro", gritaba desesperao ... pero ni caso. El circuito era bajar,  vuelta de 180 grados y subir. Fin. Lo completé el primero en una exhalación. Mi padre se disgustó porque eso no era disfrutar. No pude montar una segunda vez. No me ofrecieron. "¿Porque movías el volante así?" Le miré a la cabeza y no contesté. Bufó un "¡ BAH !" con sabor a porquería humana, a culo cagao.

¿ En serio ? ¿ Estás de putabroma ? ¡ ¡ ES LO QUE HACÍAS TUUUUUUUUUUUUU , joder ! ! Te hubieras reído conmigo, me hubieras hecho un elogio por llegar el primero ... lo complicado era arruinarme el mejor día de mi corta estúpida vida. Y ... ¿ tampoco notaron cuánto disfruté ?

Pero íbamos pa' Irún. Mi padre tenía facilidad para cabrearse rayando lo neurasténico (eso le llamó mi hermana) pero además, en los años de los asesinatos de ETA, proponía soluciones estrambóticas: pedía encerrarlos en el país vasco rodeándolos con un muro (visionario), llevar allí al ejército y poner tanques por doquier o si rascabas un poco ... masacrarlos a todos. ¿ Ne-tan-ya-hu ?

Aunque muchas voces lo aseguraban y/o auguraban, no salí maricón. Pero quién sabe. Me encantaban las pinturas de uñas; envidio las pinturas de uñas todavía. Me iban los juegos de niñas igual que los demás juegos ¿No es normal querer jugar a lo que sea? Pero cogí miedo, respeto ... ¿asco? a los penes y los seres que los ostentaban en el mundo o sus culos con olor a mierda. De esa guisa quedó el camino no solo bloqueado sino alterado para siempre. Esto ya lo saben, perdón.

"¡ Mirad, la fábrica de Elgorriaga !" decía mi father.  Ese paisaje de naves industriales siempre cubiertas de nubes lloronas me deprimía. Comentaban con emoción la de industria que había y tal. No entendía su asombro.

"Rain, rain, go awayThis is mother's washing dayCome again another day"
Fue lo primero que aprendí en el colegio, ya en 5º de E.G.B. y sucedió por primera vez  con ilusión y ganas de aprender. No por el profe, Miguel, contador profesional de historias personales, sino por los símbolos preciosos de la pronunciación figurada y el nuevo extraño idioma que sin embargo sonaba tan familiar. 

Quizá fuese lo único bueno que aprendí, algo de inglés. Nunca me gustó el francés ni el sentido de hacerlo. Creo que es mejor un buen helado de leche merengada ... oggg que asco de comparación.

A veces creo con arrebatada sinceridad haber nacido en Maine. Por decir un sitio. O en West Virginia por decir otro mientras escucho a Olivia Newton John cantando "Country Roads". Soñando entre árboles separados por asfalto con raya amarilla al medio. Tan de los EE.UU. era ella como yo.


Volviendo al viaje, a estas alturas ya en Irún, las cosas no cambiaron demasiado. En Mendelu el olor era también asqueroso a yo no sé qué, abundaban insectos  asesinos dotados de infectas jeringuillas, camas de altura descomunal, sobrenatural, inconcebible. Desbordamientos de la regata de Zubimuxu que inundaban la casa de mi abuela ... negrura en todas las paredes ... los techos todos como cumbres alejadas de suelos en madera. Escaleras de madera, portal, descansillo común con barandilla y todo de madera. Excepto la cocina. La cocina de cocinar era de hierro pero ... se calentaba quemando  madera. Noooo ... carbón vegetal o mineral supongo.

Mis abuelos no tenían bañera. Dedúzcase pues que mi madre se lavaba en un barreño. Sin calor. En cambio tenían retrete propio y no necesitaban ir corriendo al exterior con la voluble y común necesidad de vaciar la vejiga o los intestinos.

Pero Mendelu, barrio ahora tan nombrado en Hondarribia, tenía una cosa buena. Si te asomabas a la ventana veías la calle y, cuando hacía sol, el verde que traía tanta agua de lluvia era hermoso. Salías por la puerta de casa y estabas en la calle pisando tierra, sintiendo nuevas sensaciones. Un placer que me cuesta mucho aceptar de antemano ya desde chiquito. Me niego a todo viaje, a todo cambio o novedad pero ... luego reconozco en ocasiones alguna de sus ventajas.



martes, 1 de febrero de 2022

El torrente sagrado

Torrente en medio de una iglesia

La iglesia de mi colegio salesiano tenía tres puertas de acceso. La primera, de carácter mundano, la encontraba cuando iba desde mi casa. Sin embargo, cuando tenía alguna peseta para gastar en el kiosko, accedía al colegio por la puerta principal, la de los domingos y festivos con la enorme ventaja de no tener que circular entre culos adultos. 

A mucha gente le desagrada estar entre mucha otra gente pero se obligan a tragarlo como jarabe medicinal por si logran la curación en esa terapia de choque.

La puerta principal está en la calle que lleva el nombre de su virgen, Auxiliadora. Esa es otra de las cosas que jamás he podido comprender. Si solo hubo una virgen y se llamaba María, porqué se rinde culto a la del Pilar o la de las Nieves. 

Siempre me ha parecido que cuando los hombres inventaban  su coronilla era iluminada por la santidad pero cuando lo hacían las mujeres eran alumbradas por brasas a sus pies.

Tan importantes son los nombres para los devotos que, muchos años después de lo que voy a contar, el Corte Inglés exigió como premisa para abrir su negocio prolongar el nombre de Auxiliadora cientos de metros hasta su futuro solar, obligando a miles de ciudadanos a cambiar de dirección y número de piso. Desde luego estos ideólogos debieron quedar calvos por completo mientras eran iluminados.

Si. Mi relato comienza con una peseta caliente en la mano camino del gigantesco kiosko de hierro pintado de azul. Ahora sé que era un calabozo diminuto, un horno en verano y un frigorífico en invierno, pero entonces admiraba la vida de kioskero. Siempre rodeado de apetitosas golosinas gritando "¡ cómeme ! !¡ cómeme a mi también ! ¡ no, nooo, a mi primeroooo !".

El hombre llevaba siempre gorra y me planté delante de su ventanilla. Tenía la misma forma ojival que la puerta principal de la iglesia y ambos lugares estaban rellenos de cosas buenas. Abrió y, cuando parte de aquel aroma empezó a salir, surgieron mil dudas. Había otro kiosko unos metros más allá pero prefería este porque el hombre no me regañaba nunca mientras deliraba para elegir dulce: "El bazokaaaa, son tres pisos. No me llega con una peseta. Compraré los caramelos snipe de nata, que me dan 8."


Crucé la calle de santo nombre para entrar al colegio atravesando la iglesia. La tercera puerta comunica con un pasillo del colegio y nada más entrar en él dispone de escaleras a la izquierda que conducen a aulas y patio. Esa era mi ruta de atajo.

Como tantas iglesias, esta tiene dos bancadas, pasillos laterales y el glorioso pasillo central. Siempre he tenido mucho respeto por este pasillo. Me parecía que ahí cruzaba un torrente divino dotado con la gracia de Dios (¿gracia?) porque todas las personas se arrodillaban y agachaban la cabeza de cara al altar si se atrevían a atravesarlo.

No sé qué suerte de felicidad me invadía aquel día con los caramelos en la mano que me apeteció jugar a la orilla del torrente. Hice amagos de cruzar con una suerte de baile primigenio a lo Michael Jackson, con saltitos que simulaban pasos al borde mismo de aquellas baldosa divinas del pasillo central que por otra parte eran idénticas a las demás.

De pronto recibí un fuerte gaznatazo en la nuca que me hundió de bruces en aquel mi sacrosanto arroyo. Mis caramelos de Nata Adams esparcidos rio abajo. 

Salido de algún rincón oscuro sin ser visto, un sacerdote dentro de un pobre jersey incapaz de abarcar tripas del octavo mes de embarazo, esperaba como guardia civil bajo un puente para pillarme en medio de ese acto perverso y delincuente, tan propio de vagos, que era aquel atajo mío. La mala suerte me encomendó interpretar aquella danza diabólica y lo que iba a ser una pequeña reprimenda se convirtió en otra cosa.

—Fermín. Es usted un majadero. Aquí se viene a rezar, no a hacer tonterías. Como vuelva a verlo atravesar la iglesia para entrar al colegio se va a enterar de lo que es bueno.

Miré su boca. Labios finos, apretados. Don Felipe. Un piel-roja ataviado en negros con el alzacuello blanco y adalid de frases  célebres: "Te va a pillar el toro" o "Se recoge lo que se siembra". Frases anodinas, insulsas para rumiar en boca de jóvenes y críos. Un claro bolo a vomitar.

Los curas deberían vestir túnica blanca. Tonos que aclarasen sus mentes, colores que hicieran llevaderas esas vida tan privadas de placeres, tan tristes como para transfigurar sus padecimientos en goces que ofrecer a Cristo. Y Cristo, que nunca se puso ropa carbón, dijo:

—Ya me disteis suficiente padecimiento siendo carne. Os agradecería en adelante algo más de bondad, paciencia, lógica y esperanza. Respeto. Cariño ahora que soy alma.

Yo era un chico inteligente y sabía que rodeado de la pureza, ante el altar, gozaba de protección divina así que respondí con el ánimo contusionado mientras me volvía a repescar mis pequeños pecados de nata:

Aquí se viene a rezar, no a pegarme.

Y no cabe duda que aquel era un lugar especial, privilegiado en medio del templo de Dios, porque comencé a elevarme en el aire alejándome de mis caramelitos plateados de dulce aroma a la vez que sentía un intenso dolor y tirantez en la oreja derecha. 

El malvado Felipe tacatún, más rojo que un salmón noruego,  poseedor de prismáticos potentes con los que en otro lance nuestro dijo observarme, farfullaba o ... más bien adivinaba mi futuro mientras me arrastraba hacia la puerta principal. Allí soltó su presa y me volví para ver en su boca el mismo gesto de dientes apretados que mostraba mi padre cuando me pegaba y llamaba loco del demonio.

Mi pequeña oreja seguía allí, acalorada, quizá igual de roja que aquellas caras furiosas que provocaba con mis fabulosas ideas rápidas. Aprendí a responder con lentitud. Bueno. En realidad he disfrutado y disfruto de una lentitud innata fuera de la cual cometo grandes errores como puede constatarse.

Todos los cristianos compartimos la protección infalible de un Padre omnipotente. Algunos, los de más suerte, disfrutamos la educación sucedánea de padres sacerdote y madres monja. Algunos incluso conservamos padres naturales hasta la edad adulta que nos ayudan a sentir bien (jodidos o no) el resto de la vida.

Todavía me pregunto si Don Felipe cosechó y comió mis galgadas aderezadas con sus inconsistentes perlas de sabiduría. Si recibió premio o castigo por desatar su justicia con violencia en presencia de Dios.  Si había equilibrio entre la carne que comía delante del altar y la sangre que bebía detrás.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Un pedazo de cielo



1984

Cornelia se alojaba como estudiante en una habitación del ático que había sobre la casa de mis padres. También coincidía con las otras "pupilas" de nuestra vecina en el ascensor pero era evidente que Cornelia no era nacional y me apetecía conocer de primera mano una persona de otro país y hablar de sus costumbres.

Por entonces tenía dos amigos. Los únicos con quienes he tenido vida social. Todos éramos célibes sin votos y disfrutábamos el suplicio de una castidad fingida  educados en colegio de curas, segregados por alguno de los dos sexos reconocidos. Si me hubieran dado a elegir sin tiempo para pensar, hubiera elegido ir a un colegio de chicas. Más tarde alguien me aplicaría la expresión "mariquita entre ellas" de manera equivocada e ignorante respecto de su verdadero significado.

El caso es que mis amigos, Alonso y Luis Carlos, estaban más salidos que la antena de un 600 y, viendo que hablaba con ella, creyeron que podrían o podríamos estrenarnos con ella y un día me abordaron así:

—Anda, tío, a ti que no te da corte ... queda con ella. Hacemos una fiesta y tal, la emborrachamos un poco y nos lo  montamosdijo Alonso.

Joder, mira que sois guarros. Solo pensáis en eso. Si queréis quedamos con ella para dar una vuelta, ir a algún pub y hablar.

—¡ Bueh ! ¡ Venga tío ! ¡ Ahora no te hagas el culto que tienes tantas ganas como nosotros !

—Si ... yo tengo las mismas ganas ... pero no a cualquier precio y esa idea no me parece buena. A saber qué pensaría ella si ...

—¡ Pero qué va a pensar ni qué ! ¡ Si a las extranjeras les encanta tener sexo ! ¡ No son como las de aquí idiota ... !

—¡ Sabrás tú de tanto que has estado con gente de fuera !

Se turnaban para "atacarme":

Venga tío, no te enfades. Anda, no seas aguafiestas, no seas así.—añadió Luis Carlos y con su tiki-taka siguió Alonso

Siempre estás igual. Nosotros al menos vamos de cara mientras tú vas de legal  y puritano, pero no eres mejor que nosotros. 

—Yo nunca he dicho que lo sea. 

—No lo dices pero lo demuestras: sales más tarde y te vas el primero a casa, como si no fuésemos suficiente para tí ... 

—Y nunca quieres ir al cine con nosotros, ni quieres salir a beber ... quieres hacernos sentir mal.

Si os gusta ir a ver porno al cine es cosa vuestra. A mi no me apetece. Ya he ido un par de veces y me basta. 

—Claro, porque tu padre tiene porno en casa y ahí te la cascas como una bestia enjaulada—rieron a mandíbula rota.

Qué brutos sois. Si no salgo a las 4 de la tarde es porque luego me aburro como una ostra.

—¿ Lo ves ? Ya te estás poniendo por encima con que te aburrimos y somos brutos. Luego nos regalas chicles haciéndote el majete pero solo lo haces porque te da asco nuestro aliento.

—Tíos, es muy desagradable salir de casa y encontraros ya medio borrachos a vinos a las siete y además aguantaros ese tufo en medio de las tonterías que hacéis.

—¿ Y te has parado a pensar cómo nos sentimos o porqué nos emborrachamos ?

—No. ¿ Es que tengo yo la culpa ?

—Bah, con tal de llamar la atención hasta te haces la víctima. No todo tiene que ver contigo.—Alonso se dio la vuelta y atizó una patada a una piedra. Luis Carlos acudió al relevo

Venga hombre, hazlo por nosotros, solo esta vez y ya no te volvemos a pedir nada.

—No tenéis escrúpulos ¿ No os dais asco ? ¿ Os acordáis cuando queríais hacéroslo con mi hermana mayor ?

—¡ Hala !, ahora no saques eso, joder, que teníamos quince años.

—Tú dieciséis y él quince, pero para mí que habéis sido siempre dos viejos verdes. No pienso hacerle eso a Cornelia. Voy a quedar con ella yo solo mientras esté aquí y listo.

—¡ AHHH ! ¡ AHORA LO ENTIENDO ! ¡ Qué egoísta eres ! ¡ La quieres solo para ti ! Te la llevarás a tu casa y así disfrutas tú solo con ella.—me llevé las manos a la cabeza. Estaba a punto de reventarme pero antes añadió Alonso esta amenaza:

—Pues si quedas con ella solo, lo mismo cuando se vaya no volvemos a salir contigo.

Correré ese "riesgo". Adiós.

Aquel día me volví todavía más pronto a casa. Estaba harto de sus majaderías, siempre con la misma historia.

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Hacía algunos días que salía con ella por la ciudad. Íbamos a algún pub y hablábamos de su país y muchas cosas más.

Yo decía "mira cuántos árboles hay en nuestra ciudad, ¿no es bonita?" y a ella eso le parecía una broma: en su país había muchísimas más zonas verdes.  

Yo me pedía un mosto o una clara de cerveza. Ella ... no recuerdo, pero le chocaba un montón verme comer las pipas que nos ponían en un platito: "Es que eso en mi país se lo damos a los loros." 

También le hacía mucha gracia que tuviéramos un Rey. Le parecía un atraso de antiguas épocas.

Un día, antes de salir, la pedí que pasara dentro de mi casa y que tomara asiento en el sofá del salón y lo hizo sin dudar. Quizá puedan imaginar para qué, aunque lo dudo. Lo que hice a continuación se me había ocurrido un minuto antes de que bajara del ático y llamase a mi puerta.

Encendí el mezclador: por un canal el micrófono estéreo de condensador y por otro el tocadiscos de plato extraíble con cabezal magnético, ambos de la marca Aiwa.

Puse la aguja sobre el vinilo en la última canción "A piece of sky" de la banda sonora original de la película Yentl. Cornelia Köhler me observaba supongo que algo extrañada por todo aquello. Cogí el micrófono y comencé a cantar sobre la voz de Barbra Streisand. Mezcladas nuestras voces en aquella especie de karaoke "made in home" mis errores vocales se podían ocultar mejor.

Canté.

Canté hasta el final sin mirar a mi obligada espectadora pero no estaba entrenado para prolongar mi chorro de voz hasta los 19 segundos de Barbra en ese final apoteósico.

Quise disculparme en la comprensión de que no me era posible igualar aquella fuerza arrolladora y encontré que ella estaba encantada. Plis, plas, aplausos.

Visto desde la distancia de los años me parece un hecho propio de narcisistas viciosos, ¿no creen?.

¿Tendrían razón Alonso y Luis Carlos? He aquí un suceso alternativo:

Cuando éramos pequeños nuestros padres nos llevaban al campo. Máximo de 60 kilómetros. Iban dos familias más, amigas de mis padres. Un día me enviaron al Renault 4L de otra familia. De mala gana fui pero en el viaje de pronto me puse a cantar, vaya usted a saber porqué "Son tus perjúmenes mujer", de Carlos Mejía Godoy y Los de Palacagüina. Al amigo de mi padre le encantó aquello y cuando aparcaron corrió a festejarlo:

—¡ Venid todos un momento ! ¡ Venid ! ¡ Veréis qué bien canta Fermi !—horror de los horrores.  Yo deseaba hacer andar mi jeep de madelman por terreno agreste despacio y con todo el cuidado pero aquel hombre me cogió por los brazos y me puso sobre un peñasco cual lagartija a la solana. Solo por eso  le hubiera puesto el jeep de sombrero pero ante tanta gente me quedé bloqueado. Yo llevaba un niqui  (palabra viejuna) marrón de rayas anchas y manga corta baja y algo ajustada. Estiré mis mangas.

—¡ Venga ! ¡ Canta como antes en el coche ! Son tus perjúmenes mujer ... 🎵🎶—solo hacía falta fijarse en mi cara de morrongo. El buen hombre no entendía mi enorme disgusto. Su hijo por el contrario pasaba de super animado a pendenciero en un flash. Mientras me convertía en un personaje mohíno a la vista de todos su hijo Tito enganchó mi jeep y se puso a correr con él sobre el suelo areno-pedregoso y poco propicio para la velocidad. Al momento había volcado, pero él seguía arrastrándolo de todas formas. Estaba a punto de llorar cuando se me acercó su esposa:

—¡ Déjale en paz, atontado ! ¡ No ves que no quiere ! Anda ven, baja de ahí. ¡ TITOOOO, DEJA EL COCHE Y VEN AQUÍ !—que amor de mujer. Qué risas los unos, qué comentarios los otros entre la impaciencia y la impotencia, el aburrimiento y la compasión.

—¡ Bah, qué muchacho más soso ! Es que teníais que haberle visto cantando: "Tus pechos cántaros de miel ..."

Eran 13 años los que tenía pero no crecí ni me adapté ni maduré como era de esperar. Y moriré sin haberlo hecho jamás, me parece.

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Cuando Cornelia finalizó su curso de idioma español, tocaba regresar a su país, Austria. Era de una región muy autonomista. Su preciosa Vorarlberg ...  

Creo que no fui capaz de darle un abrazo o al menos un beso de despedida. Siempre se me han dado mal esas cosas.

En el último momento antes de darse la vuelta me dijo que le picaban los ojos. Ninguna de las imágenes que pasé por la mente encajaba aquel comentario de ella: humo de coches, pestañas ... 

Se marchó y aún tardé tiempo en comprender aquel picor en sus ojos. No soy bobo pero para determinadas cuestiones soy  muy lento o ni siquiera alcanzo.

Fue una corta pero bonita amistad en cualquier caso.

Saludos, Cornelia. Espero que hayas sido muy feliz.

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Los amigos volvieron. Aunque sin rencores, aprendieron a pasar de mi cuando querían divertirse. Durante un tiempo creí sus engaños y me venía bien para dedicarme a mis asuntos pero una cosa era pasar del cine y otra pasar de otras chicas y chicos. Cuando lo descubrí no se lo perdoné y no volví a salir con ellos hasta que vinieron a disculparse después de rodar por las calles como perros abandonados.

Por mi parte quise encontrar mi camino sin ellos y un par de ocasiones estorbé en un grupo compuesto por seis viejas amigas. Ahí se puede deducir que no hubiera sido buena elección el colegio de chicas. También llevé mis lágrimas a correr en lo oscuro de algunos salones de cine que pasaban películas antiguas a precio económico. Eran en blanco y negro y en un idioma que tampoco era el mío.

Es importante conocerse para saber qué necesitamos, lo que más nos conviene o cómo podemos ser un poco más felices. 

Así es la vida. 

Ellos encontraron pareja a pesar de sus dificultades para iniciar una conversación pero yo no era capaz de encontrar  cómo, qué o quién y rechacé las amistades que me propusieron Alonso y Luis Carlos. La soledad es una compañera muy triste pero ni en esas condiciones era capaz de empezar una amistad cualquiera fuera de determinados parámetros.

A veces, ser más rígido que una tabla de planchar es peor que estar más salido que el pico de su plancha.

En todo caso recordaré aquellos dos chicos que una vez fuisteis: Alonso con su Ennio Morricone y aquel puñado de dólares, fascinado con Clint Eastwood. Luis Carlos escuchando Das boot en las profundidades de su U-boot alemán, apasionado de la historia y los soldaditos.

Ya es tarde para ser otra persona. Tarde para cambiar las decisiones de toda una vida. Tarde para modificar el rumbo al futuro. 

Ya va siendo hora de descansar. No estaría mal.

jueves, 7 de enero de 2021

La chica de la foto

Entre las muchas maravillas que puede ofrecer Asturias está la iglesia de San Julián de los Prados o Santuyano. Tan llano en castellano como yano en asturiano que decidieron construir una autovía con 4 carriles a escasos metros. A pesar de eso, hay un parque allí mismo hermoso y extenso para retozar como pollinos en celo. Y ya saben lo que dijo el marqués de Santillana: "Asna con pollino, no va derecha al molino". Bien sabemos que en temas de celo son los machos quienes pierden su sentido común, pero el machismo de la época no daba para un "Pollino con asna, olvida el trabajo y se pasma". Volvamos al texto:

Así de bonicu e digno de mención es este edificio y alrededores. Uno de los lugares elegidos por el fotógrafo que recibió el encargo de decorar con fotos murales las cabeceras de cama y algunas otras paredes del maravilloso Campus Apart Hotel donde estuve hospedado. Cuentas con la ventaja de caminar 200 metros al salir del apartamento y -opción- visitar al Señor, que siempre se alegra de vernos.

Para empezar he tomado prestada la foto en color de Google. A la distancia correcta, con la inspiradora iluminación solar de las 11 en un verano de envidia sobre una temperatura que evapora el mejor bouquet de la hierba fresca recién cortada.

Por contra, siendo el mismo edificio, la foto del apartamento luce la sobriedad inmutable de los tonos grises. El blanco y el negro combinan siempre y no enferman según los antojos de las modas. Quien hiciera la captura no buscaba lo obvio y personalizó la toma observando desde un punto bajo y mucho más cercano a través del gran angular. La iglesia se presenta de esta forma más solemne. Casi mayestática

La primera vez que escuché esta palabra era un crío y atendía a un cuento donde un padre con voz encopetada (a la vez que ridícula) daba a su hijo la lección de ir con la verdad por delante. El chaval, en cierto modo como yo, lo tomó al pie de la letra y se metió en problemas y recibió varias tundas. La otra cara del disco infantil me gustaba muchísimo más porque el padre estaba orgulloso de su cuarto hijo, que era como yo y prefería siempre la misma cosa antes que, por ejemplo, ir con otros niños a jugar al fútbol, etc. Ah, y con la diferencia de que el mío nunca tuvo tal satisfacción, pero yo prefería aún creer lo contrario. El bello sobrenombre de "loco" gritado con su salud de barítono sañudo acompañado de fuertes golpes en la cabeza ayudaron a librarme de esa estúpida creencia infantil. O eso pensaba, porque deseé que muriera y cuando lo hizo muchos años después, lloré por haber sido una decepción constante para él. Que D.E.P. 

Sigamos con el hotel y la foto.

Uno se aloja allí con toda la felicidad que solo garantizan los lugares conocidos. Te alegra ver la misma cara de esas personas en recepción: amables y correctas. Llamativo y triste sin embargo que las personas se vuelvan invisibles por llevar el uniforme de la limpieza, siendo igual de agradables y con la diferencia de que además están entre tus cosas mientras te hacen la cama, limpian la habitación y el baño y hasta cambian tu rollo de papel higiénico. 

Ya va siendo hora de poner la imagen: 


Tomé con mi teléfono esta captura desde un ángulo que minimizara la distorsión del gran angular. En el acercamiento de la siguente se aprecia mejor:


Y finalmente lo que ha dado lugar a todo esto:

¿Quién es la chica de la foto? 

Todas las personas que han estado en este apartamento ... ¿se habrán fijado en ella?

Pasaba por allí cuando el fotógrafo trataba de conseguir una exclusiva de piedra. Con su pañuelo al cuello. El verdor de Asturias se paga en lluvias persistentes, a veces mezcladas con frío. Oviedo tiene cerca de este sitio la facultad de Filosofía y Letras, la Casa de las Lenguas, el Campus de Humanidades. ¿Iba a clases? 

La chica vio a quien hacía la foto antes de volver la esquina, pero no al revés. 

Ella llegó a su clase y retiró el pañuelo. Se sentó a un lado y el aula se fue completando en minutos. Otras chicas entraban hablando, alborotadas, risueñas por la tarde del viernes que las esperaba. Ella sacó su estuche, extendió las hojas y al lado, un libro de Kafka sobre la metamorfosis. Los chicos pasaban a su lado, la miraban y cuchicheaban con risitas entrecortadas. Abrió el libro:

"Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto."

Aquella sola frase bastó para que los ojos de aquella chica recibieran más lágrima de la necesaria aquel viernes por la mañana.

Nota: Si alguien desea escuchar el otro cuento, aquí está:



viernes, 5 de junio de 2020

Seguir al sol

"Las personas son como ventanas de vidrieras. Relucen y brillan cuando sale el sol pero cuando vuelve la oscuridad,  su auténtica belleza solo se muestra si llevan la luz en su interior." Elisabeth Kübler-Ross

Nadie espera que mañana nos falte la luz y el calor del sol. 

Mi querida Olivia Newton-John cantaba en Xanadu "Tienes que creer que somos magia, nada se puede interponer en nuestro camino". Me da igual si por esto, o por tener casi todos los vinilos de Barbra Streisand o por otras muchas cosas me dicen mariposa o gay. Es música y me gusta. Con todo, preferiría ser Lily Collins en Mirror Mirror antes que dudar: “Espejo, espejito, dime si parezco normal o, dibuja quizá con espuma de mar, un hermano de Afrodita en tu reflejo”.

Hace tiempo - no recuerdo cuanto ni cómo – sucedió que mi compañera Locura enfermó y abandonó su habitación en nuestro precioso ático compartido. A veces hace una visita. Juega por momentos a quedarse. Enseña sus cartas de póquer con “escalera real” de trébol negro y le muestro mi mano perdedora, “color de corazones”. Miro el reloj para que pare de parir los segundos pares e impares a la par que triste sé, no se quedará tampoco esta vez. La veo alejarse, tan guapa ella, tan joven y fresca, su contagiosa risa sin fundamento y su cara de sorpresa cuando miro el reloj y digo que se marcha. Pero soy yo, el timorato conejo blanco, quien corre y se aleja llegando tarde a la cita con mi reina.

Hace tiempo no encuentro camino al mundo donde las cosas estaban todas vivas, todas seres inteligentes, todo encerrado en mi mundo feliz. Cuando volaba contra la voluntad carcelaria de seis paredes ineptas porque las mariposas desertaron entre sus costillas al esqueleto sensible que vertebraba mi sustancia.

Conociendo el pecado y su carne inflamada alimenté el hueso con EVA, pero las manzanas que venden hoy obligan, por su enormidad adulterada, a dejar media para otro rato forrada en film plástico de 10 micras a base de spinifex. Comer siguiendo el sexto mandamiento del decálogo promueve un amor siempre fecundo; yuxtapuesto al de Moisés en número y contrapuesto su sentido por la lujuria.

No comprendo las muescas de culata que desde el regodeo cuentan experiencias sexuales con parejas que sólo se conocieron íntimamente. Y “sólo íntimamente” suena al triste frío de la uróloga mano que palpó aburrida mis testículos. Suena al plas, plas de un cuerpo contra otro o al compulsivo automatismo instintivo de animales en celo envueltos a veces, eso sí, con glamour pijo o encanto choni.

Ya hace tiempo que todo sucede a ritmo de cohete. Antes éramos escribientes de punzón sobre hojas de caña en las pagodas. Luego vinimos a derramar nuestras criaturas sobre papel desde gráciles plumas alcoholizadas en estanques oscuros. Éramos cien mil los contables de manguito y visera. Eran más tarde, ya solo centenares, las secretarias con una máquina de escribir Remington nº 1. Después empezaron los electrones a esculpir letras mecánicas perfectas. Y vimos con emoción el brazo del robot ensamblando incansable la secuencia de los adelantos modernos sin pensar por un momento en tantísimos trabajos perdidos. Solo importan las cifras: las que suman beneficio. Qué paradoja tan grande. Empresas que prefieren a las máquinas pero sin personas serían nada.

He visto a dos hombres distintos emplear más de un sueldo para pagar su teléfono móvil y luego acunarlo en capas de terciopelo para protegerlo soñando con el modelo del año siguiente. También a un hombre mimar su coche con cariño y a una mujer ponerle incluso nombre. Y hablarle ambos como se habla con un hijo. He visto bailar feliz al migrante Hope por pagar su ayuda con la compra al salir del super. También he recibido un "cabronazo" del desahuciado, sucio y sin dientes, que sentado en el suelo me veía pasar de largo para dejar la compra. Y su sorpresa bajo un cálido “gracias” al entregarle monedas después. He visto sangrar, en una avenida con abundante tráfico, a una mujer inconsciente tras romperse la cara contra el suelo. Y acudir solo un joven con rastas: tirar su patinete, quitarse  el fular para limpiar la sangre, reposar su cabeza en él y recibir a cambio insultos por detener la circulación.

Cargo recluido en el cráneo un dolor de cabeza que arresta palabras y embute frases en un bloque apelmazado de confusión, moho y carcoma. ¡ Ven, ibuprofeno, ven ! ¡ Deserta en las filas del botiquín y fundámonos venlafaxina, mirtazapina y sus secuaces todos en uno contra la serotonina y la norepinefrina ! ¡ Repleta ibupro mis entretelas y dame alas antipiréticas nada inflamatorias ! ¡ Cúbreme de analgesia plácida para los ventriculazos aórticos que lanza este corazón inmisericorde ! 

Con todo lo que llevo visto y sólo soy como esa fina hoja de lata prendida con fuerza al corazón de una Dorothy que disimula su dolor por unos zapatos gastados sobre cemento y grava; perdida y sola en un camino de Oz sin magos pero colmado de brujas que desprecian su esfuerzo y lo pagan con dinero en brea. ¿Falta valor para salir de esta senda o hace falta para seguir en ella?

Y otra vez me pregunto: ¿soy este que veo? ¿Este mi cuerpo? 

Incontestables eternas preguntas. 

Nuestra estrella saldrá mañana para todos y habrá una nueva oportunidad para arrancar  las páginas más pesadas del tomo que cargamos al lomo. Para ver nunca lo que podemos no comprender desde el otro lado de una vidriera contra la antigua luz de siempre.

Aprendamos de aquella otra Lily Collins siguiendo al sol en “To the bone”:

                  Follow the sun - Caroline Pennell - To the bone              

Sigue, sigue al sol y la dirección en que sople el viento, 
cuando este día termine.

Respira, respira el aire. Márcate un propósito.
Sueña con cuidado.

Mañana es un nuevo día para todos.
Una luna nueva y un nuevo sol.

Así que sigue, sigue al sol, la dirección de los pájaros,
la dirección del amor.

Respira, respira el aire. Aprecia este momento.
Aprecia este aliento.

Mañana es un nuevo día para todos.
Una luna nueva, un nuevo sol.

Cuando sientas que la vida se te viene encima
como una pesada carga.

Cuando sientas que esta sociedad loca
solo añade más tensión, date un paseo hasta la orilla
más cercana del agua, recuerda cuál es tu sitio.

Demasiadas lunas han salido
y se han puesto mucho antes de que vinieras.

Entonces, ¿hacia dónde sopla el viento?
¿Qué dice tu corazón? 

Así que sigue, sigue al sol y
la dirección en que sople el viento,
cuando este día termine ...




miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Amistad o soledad?

Friendship or Loneliness?
"A solas, caigo a menudo en la nada. Debo mover con sigilo los pies para no caer del borde del mundo a la nada. Tengo que golpear mi cabeza contra una puerta dura para volver a mi cuerpo." Virgina Wolf, Las olas.
Esa mano en el hombro molesta, pero vuestra compañía es guay.


Tener amigos es complicado. 

Quiero imaginar que no entiendo la amistad porque probablemente no merezco sus beneficios. Ya pasó ese momento donde tener amigos era necesidad. A veces me parece que ya pasaron todos los momentos. 

Incluso los que podían quedarme por vivir.


Comenzar animado una "entrada" no es bueno. Es un error. Quiero empezar con uno. Acabo de leer un libro infantil. "La niña que nunca cometía errores". Beatrice nunca se equivoca pero está triste porque la perfección conlleva esa carga, la de no probar las cosas incorrectas. Vamos, lo que he hecho toda la vida y trato siempre de cambiar sin éxito. Y sin conseguir encima nada que sea ni medio perfecto. Vamos al hilo:

La mujer que creó este blog compartido es mi única amiga actual, virtual y real. Nuestra edad, capacidad y paciencia para tolerar los aspectos negativos es muy flexible, gracias también al espacio y tiempo que nos separa y une.

  Hasta donde alcanzo, recuerdo como una experiencia negativa y de fracaso mi comportamiento social desde la infancia más lejana. No sé si por lo mucho sufrido fracasando al mismo tiempo en los estudios pudiendo ser un estudiante singular, brillante y de sobresaliente. Asfixiado ahora por el rencor veo a todos tras una humareda negra: los profesores, los amigos, los amores, los padres ... y al fondo yo mismo fabricando el humo. Y sigo necesitando saber porqué. Por eso escribo un resumen de mis amistades entre los 6 y los 20 años. Para hallar el papel del personaje que fui en mi novela vital y extraer alguna conclusión racional. Y detallo un par de hechos con su diálogo tratando de ser honesto y menos plasta. Los nombres están cambiados. Empezaré por algo ya relatado con otro enfoque:

  De pequeño en el recreo deseaba volver a clase con mi amada profesora Manoli y no andar a la pesca de juegos o amigos. Ayudaba el terror a los balonazos, el jaleo y la brutal agitación ilógica de los otros niños y chicos más grandes. Un profesor lo solucionó el siguiente año presentándome a Guillermo argumentando que éramos igual de raritos. Aunque eso fue bueno, duró poco y mi primer año como repetidor lo pasé bien sin amigos excepto porque él parecía no conocerme. Cuando nos cruzábamos me decía a mi mismo: éramos amigos. La etiqueta de repetidor tampoco ayuda a los niños callados y solitarios a hacerlos ni a conservarlos. A determinadas edades parece que nada se deben y esa amistad, al día o curso siguiente se olvida y parece que nunca existió nexo ni sentimiento alguno.

Era la época del repulsivo y sucio juego "Pico Zorro Zaina". Basta ver la foto. Había que meter la cabeza en cualquier culo, agarrarse ...  y el de la pared ... como para no contagiar los piojos. Los niños no acostumbran a limpiarse bien ni el culo ni nada. Sentía una repugnancia tremenda con solo ver esos tumultos. La misma que sentía en gimnasia teniendo que agarrar a compañeros por los tobillos para hacer la carretilla o al levantarnos del suelo enganchados por los codos con las espaldas pegadas. Aún siento vívidamente esas escenas. Luego los niños dejarían los pantalones cortos. Pedrito y yo seríamos los últimos ... "valientes".
¡¡ Cómo saber que nos veían ridículos !!.

Ah, pero me puse muy burro. "Cabezón" me decía mi madre. Me apretaba contra el pecho y reía por lo quieto que me quedaba.  Mi batalla al pantalón largo resistía todos los argumentos excepto:  "¿No ves que los otros niños se van a reír de ti?" . Mano de santo.

Mencionar mi rareza y romperme hasta doblar mi voluntad. Es super-mega-estresante ir a comprar ropa nueva. Y poca gente lo comprende. Probarla ni te digo. Con lo que cuesta acostumbrarse y lo difícil que es combinarla. Me agobia estrenarla y disgusto a mi esposa. En realidad nunca he comprado nada de eso. Estilo. Eso lo tiene ella.

Uno puede vivir sin amigos ... no sé según qué edades cuánto tiempo se puede. Además vienen ellos solos como vino Carlos Montalvo con su pelota de tenis y me ofreció si quería jugar a mini futbol con su grupo entre las canastas de baloncesto. Lo hice -algo había que hacer- y estuvo bien, pero mi habilidad con la pelota era la de un avestruz miope y dijo un día: "Corres muy raro. ¿Porqué das esas zancadas?" así que volví detrás de la valla de hockey a resguardarme de los incansables balones de reglamento asesinos y Carlos siguió con sus ligas de futbolcesto. Cuando no te interesas constantemente por los amigos se olvidan de ti. Bueno, la amiga de este blog no se cansó aún.

Yo compraba un par de sobres de cada álbum. Coleccionaba colecciones (¿no fue una idea genial?) y ponía aquellos cromos en mi clasificador de A5. Me ahorraba el intercambio con otros chicos. Ellos no conocieron todas las colecciones. Allí estaba también mi colección de programas de televisión. Tardé muchos años en tirarlo todo. La de Pipi Calzaslargas y La guerra de las galaxias sí las traté de completar con mi hermana que me acompañaba al parque.

El año siguiente me entretenía escribiendo hojas con el esquema y funcionamiento de pequeños dispositivos electrónicos o trucos con petardos, cerillas y bombas fétidas que a muchos les interesaban y fotocopiaban. Entonces Ángel Roncero se acercó a mí. Me preguntó si quería hacer experimentos con sus amigos. Durante un tiempo hicimos los inventos que se me ocurrían en casa de uno de ellos. Y estuvo bien. Me llevó a su casa de la ciudad, a la tienda de barrio de sus padres y hasta me invitó a su pueblo a pasar el día. Había lentejas para comer y de inmediato sentí asco al ver aproximarse el cazo: Las lentejas se agarraban y ayudaban entre sí para no salir de él. Unos mamporrazos contra el plato  hicieron las presentaciones entre aquella plasta marrón y yo. Mi cara debía decir "Yo esto no me lo como" pero leer caras requiere saber y ganas de leer.

¡Anda, come! ¿No has dicho que te gustaban las lentejas?—qué podía contestar. Nada. Sería sumamente gratificante que las otras personas pudieran ayudarte sin pedirlo. Esta señora no parecía dispuesta a retirar de mis narices aquella delicatessen. Seguro que cada dos por tres sus lentejas sin agua se quemaban. Insistió:

¡No tengo otra cosa así que tu verás!—Ángel miraba de reojo y movía la pala del cono de cemento a la hormigonera bajo algún imperativo de origen animal mientras yo trataba de adivinar cómo terminaría para mi ese mal rato. Lástima de reloj de teletransporte.

No... No me apetece...

¡Pero pruébalas! ¡Verás que ricas! ¡Mira a Ángel, le encantan!—si, si, que si, que miré a Ángel de nuevo aunque lo tenía ya requetevisto. Su hermoso hijo, incapaz de articular palabra, asentía emocionado y rellenaba su siguiente cucharada brutal mientras lubricaba con saliva el bocado anterior.

No gracias. Es que no me gustan tan espesas—la buena señora y pésima cocinera, no tenía ganas de complicarse en discusiones que no iba a poder resolver a hostias, supongo. Traté de arreglarlo:

El pescado si me apetece—si: yo era un chaval genial de ideas brillantes

Pues no te doy el pescado que lo mismo está poco hecho y tampoco te gusta. Anda a la calle y esperas allí a Ángel que termine de comer—esto no se discute. Lo mismo tenía razón. Me fui pa' la calle listo aunque con un agujero en la barriga y cierta presión en ojos y garganta. Me maldecía por haber contrariado mi instinto al aceptar la invitación.

En barrios y pueblos jugaban a lo mismo: peleas a pedradas. Tampoco quise jugar. Cómo explicar a semejante bruto excitado que mi observación del arco descrito por las piedras voladoras me costó una ceja partida en mi barrio. Ahí acabó la amistad como si nunca nos hubiéramos conocido ¿¿?? Ni siquiera me devolvía el saludo. Colección nueva: caras de amigos que no se acordaban de mí. Para esto sigo siendo un bobo. Saludo y saludo y vuelvo a saludar pero muchos callan o tienen ataques de tortícolis. ¿No se supone que debemos responder cuando se saluda? Cuando hago al revés y paso entre unos conocidos del parque sin mirar a nadie en seguida me llaman la atención. ¿En qué quedamos?

Las comidas han sido toda mi vida una constante fuente de problemas. Me costó mucho dejar de poner pegas a la comida que hacen otros y encima es obligado mentir si no te gusta pero te preguntan. Si voy a un restaurante siempre pido filete (preferiblemente de lomo) con patatas y los demás me critican la constante e inoportuna repetición. Yo no me meto en lo que comen los demás, ¿porqué al revés si?

Y otro año más. Con Pupitres de dos en dos como siempre. Me senté junto al niño que estaba tranquilo, solo y callado aunque a un metro del profesor. Menudo rollo tener que estar pegado a otro chaval, oler su cuerpo, compartir alguna cosa con él. Pero este era muy buen chico. Juan Carlos fue el mejor amigo que tuve nunca. Éramos él y yo. Dos es la cantidad perfecta. Incluso conseguí pasar curso 3 años seguidos porque quería parecerme a él. Por desgracia los otros le pegaban y no sé el motivo ... ¿aspecto, cuerpo, cara o piel? No lo entenderé jamás. Le insultaban y se reían de él. Yo miraba cagado de miedo y me libraba. Nunca le defendí. Cuánto lo siento. Un día por mayo en 8º curso hice algo absolutamente incorrecto y fui expulsado del colegio. Cuando volví, la cosa se puso al revés y era yo el insultado y golpeado mientras él miraba con la diferencia de que yo lo merecía y no voy a decir porqué. Vaya par. Aquel 8º de EGB fue mi cuarto y último año con él. Yo pasaba las clases inventando dibujos laberínticos,  alfabetos de letras combinadas y sistemas de codificar texto, así que repetí curso otra vez. Se marchó a un instituto y quedé solo. Le fue bien en la vida.



Barcarola de Offenbach en "La vida es bella" (quién pudiera vivir con semejante esperanza, generosidad, gratitud y amor a los demás ¿No os parece un tipo genial y guapísimo?)

Entonces me fascinaba la flauta y la tocaba divinamente. El tutor, un hombre joven con algo de maneras él y puede que yo también (cosa que nunca me importó en nadie), me escogió para una actuación a medias con su acordeón.  Tras interpretar mii fa faa mi mi re fa faa mi mi re fa faa mi miiii la barcarola de Offenbach mirando al foco, se acercaron a decirme que la actuación fue una chapuza porque sólo se me escuchaba a mi. Menudo fallo del tutor. Me metió en el micrófono y él sin megafonía en el gran teatro-cine. Durante la época de ensayos me preguntaban los de clase si le tocaba la flauta al tutor y orgulloso (por una cosa que hacía bien) contestaba sí  y que él tocaba su instrumento a la vez. Lo pobres diablos reían y yo me apenaba de su sordera musical ... no sé cómo pude tardar años en comprenderlo y me siento estúpido sin serlo.

 Este tipo de cosas me pasan de continuo como cuando tenía 38 y un compañero de trabajo me preguntó si había sido mariposa en mi otra vida y le contesté que no creía en la reencarnación y dando paso a pensamientos sobre orugas, mariposas y creencias filosóficas. Tardé años, pero AAAAÑOS en comprenderlo casualmente. Joder, eso duele.

Victor M. F. mira por la ventana en un documental.
Me hizo emocionar al recordarme a mi mismo.
Mi adolescencia fue una continua, eterna mirada a través de la ventana de mi habitación con idas y venidas dentro de la casa. Desde allí veía a los chicos jugar y chillar en el patio del enorme colegio. Los observaba en la distancia unas veces sorprendido por el caos de sus carreras, balones y movimientos y otras cansado de sus gritos salvajes. Otros días atendía al movimiento de las nubes, al bajar de la lluvia, la nieve o los rayos. Hasta en sueños muchas veces miraba tras aquellos cristales apoyado en la sobrenatural fuerza de la imaginación dormida y unas noches los aviones boeing caían del cielo sobre la ciudad y otras toda ella era devorada por un incendio descontrolado que me cercaba en lo alto del edificio.  Fue una adolescencia dolorosa y de soledad rota en ocasiones, bordeando la locura y la depresión. La única psicóloga a la que me atreví a preguntar, hermana de mis siguientes amigos, reía y decía: "¡Qué vas a estar loco! ¡Es la adolescencia!".

 
Y bueno, cuando se repite curso es más fácil aprobar sin estudiar y queda más tiempo libre. Y empecé a escribir historias en clase pero Ignacio Montejano me obligó a escribir relatos pornográficos si quería ahorrarme sus golpes y empujones de pecho a lo macho cabrío. Era feo de cojones y un capullo cochino que bajaba los calzoncillos en el gimnasio. Guarro, más que guarro. Cerdo. Puerco. Cabrón. Mamón. Menua psicosis pasaba por su culpa. Le entregué sus relatos y pronto quedó horrorizado por lo que escribía para él y preguntó: "¿De donde sacas estas historias? ¡Son asquerosas!".

Para más I.N.R.I. y como "a perro flaco todo son pulgas", me pillaron escribiéndolas en clase y me expulsaron del colegio por ello pero no supe explicar nada a nadie. Ahí vinieron a ofrecerme su amistad un par de chicos procedentes del famoso grupo de futbol-tenis. Dos frikis que solo sabían meterse en líos por los que la clase entera les perseguiría a tortas.

Con ellos, Alonso y Luis Carlos, compartí amistad unos 5 años aunque siempre manteniendo cierta distancia entre sus excesos y mis intereses. Los eché de mi casa en varias ocasiones. Cuando me quisieron drogar echando algo en la bebida "para animarme" o cuando acepté organizar una fiesta en casa y apareció gente fuera de la lista y con alcohol escondido. En menos de una hora paré la fiesta y los eché a todos, borrachos algunos. Y a estos dos amigos, los pillé en la habitación de música lenta tratando de meter mano a una amiga borracha y les corté el rollo y les insulté. Minutos después ella estaba sobria e hiperactiva ayudando a limpiar todo.  Siempre les tuve por pésimos amigos y no supe encontrar otros mejores ni terminando con ellos de forma tajante. Volvieron a buscarme al cabo de unos meses y me acusaban de creerme mejor que ellos,  de ser muy duro ...

Finalmente y aunque quedaban bloqueados y mudos a la hora de hablar con chicas consiguieron sendas novias hacia los 20. La amiga de uno de ellos, guapa y simpática, quiso ser pareja conmigo, enseñarme el beso con lengua, pero tenía la cabeza completamente hueca y no acepté ni lo uno ni lo otro. Tiempo después me ofrecieron salir con una chica más joven "dispuesta a besarme el primer día" ¿¿¿??? y que tenía un bebé. Dije que no quería ser responsable de un bebé (encantador y precioso, por cierto). Como alternativa me ofrecieron ser amigo de Paco Montero, un chico creído y medio lelo que guardaba habitualmente sus calzoncillos sucios bajo la cama:

Como los dos estáis solos podéis salir juntos ¿No os parece?—como yo no contestaba habló Paco:

A mi me parece bien, ¿y a ti?

A mi no me parece bien—dije sin querer dar explicaciones. Lo poco que de él sabía me bastaba. Paco tomó la iniciativa para convencerme:

Tío, no te queda otro remedio. Juntos podemos buscar nuevas amigas, no vamos a ir con estos y sus novias ... ahí ... de carabinas ...—el pobre lo decía convencido y se lo tuve que aclarar:

Tengo remedio. Prefiero quedarme solo a salir contigo.

Pero ... ¿por qué? ... tio ... no lo entiendo ...

Porque no te soporto. —y quedaron atónitos. Me pidieron que no fuera así ... que lo intentara ... y me marché a mi casa  porque Paco insistía en que no le conocía suficiente etc etc etc etc etc etc ----- Paco y la "madre-que-regalaba-los-besos" fueron pareja algún tiempo y yo quedé sin amigos ni ganas de ellos cuando menos me convenía. Reconozco que a estos dos chicos los tenía muy cansados ... siempre negándome a hacer lo que proponían ... y ellos se afanaron tanto en ... No sé.

Con 20 años y sin amigos, comenzaba a ver mi futuro de soltero amargado y solitario de por vida convencido de que jamás tendría pareja. La falta de amor me asustaba y dolía más que la soledad, la abstinencia sexual, la muerte, la nada o la locura.

Bueno no.  Tanto como la locura no. Eso es exagerar.

Y ahora, omitiendo muchos capítulos y actores similares con quienes compartí escenario,  ¿qué se desprende de estas palabras? Que soy un mal amigo, que soy demasiado exquisito, que miro a los demás por debajo de mi perfil, que me creo el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, que debería hacérmelo mirar (esto me lo dicen mucho), que si he tomado la medicación (también), que si las drogas tan habituales de mi época joven me dejaron el cerebro mal (también), que parezco un marqués ... y sé que toda la culpa es mía. Que merezco la mofa y las miradas de susto porque me comporto como un lunático maleducado (otros dicen distraído) y que al mismo tiempo desconoce los límites del cariño, de la generosidad y el respeto para saber cuánto dar, cómo respetar ni cuándo amar. Ni a quienes.

¿Quiere decir todo esto que quiero estar solo y sin amigos? ¿Amo la soledad? No. No. No. No. Y no. Eso es cinco veces no. Por un momento iba a decir que si ¿Tan poco claro lo tengo? No. Era un si muy claro por lo que voy diciendo y haciendo con quienes me conocen (en persona). Pero algo no cuadra. Busqué canciones sobre amistad y soledad y mix. No encontré satisfactoria ninguna hasta que paré ya cansado y recordé una de mis más queridas canciones. Cantada por Carole King, You've got a friend.



Y con esta canción he llorado muchas veces, cantado y sentido profundamente su letra. Y el día siguiente de esto he pensado que soy un fabuloso idealista de la amistad, el amor, los abrazos... es decir un mero espectador o un pésimo actor que no sabe o por lo que sea no puede manejarse de forma natural como las buenas personas. Demasiada película y pocos hechos.

He sido un tipo con muchísima suerte porque he podido disfrutar de amistades a pesar de mi desastroso manejo. Y entre esas últimas amistades una chica  me encontró atractivo aunque mal ataviado. Quedamos un día y llevamos juntos desde entonces. Muchas veces me pregunto qué  ha obtenido ella a cambio. Qué he hecho de bueno yo por ella durante tantos años. Solo sé que la quiero tanto como la necesito y que es por cariño que me sueña independiente. Con ella no he necesitado amigos y he podido estar lo más solo posible con la mejor de las compañías. Con muchísima suerte.

“Alone, I often fall down into nothingness. I must push my foot stealthily lest I should fall off the edge of the world into nothingness. I have to bang my head against some hard door to call myself back to the body.” Virginia Wolf, The Waves.