Header

sábado, 14 de septiembre de 2013

no quiero estar cansado, cansada

I don't want to be tired.
"Había fracasado tantas veces que uno también se cansa de fracasar, así como uno se cansa de vencer y de estar sano y de llevar una vida normal." Ignacio Solares

A veces lloro y no por debilidad, sino por estar cansada de ser fuerte


Somos extraños.
Soy extraña.... 
La presión no me importa tanto en cuanto la soporte sola, pero si a alguien a mi alrededor le afecta esa presión y no puede soportarla, eso si me toca la fibra...

Llevo una temporada de demasiadas mezclas de sentimientos y opciones para ir abordando todos los temas que nos van llegando a la vida. Hay cosas que nunca van a cambiar y personas que no van a cambiar nunca y procuro que no me afecte mucho.
Pero no quiero luchar siempre sola, solo, que mas da.
He tenido muchas épocas difíciles por distintos motivos y aun así siempre he salido de todo. También es verdad que he tenido distintas ayudas y he intentado aprovechar todas las oportunidades, pero noto que cada vez me canso más y por supuesto quien esta a mi lado también se cansa más y entonces es un lastre emocional, pues tengo que estar bien y tengo a la vez que lograr que él o
ella este bien.
No tengo miedo, pero no voy sola, solo, en el viaje. 
Llevo mucho equipaje del que podría desprenderme pero no quiero, porque aunque me canse son parte de mi vida, de mis entrañas, de mis amores y desamores, de todo lo bueno y a veces menos bueno: porque son mi vida. 
Lo peor para afrontar las cosas es estar cansada, cansado y hay días que no sé qué sentir, no sé qué pensar, no sé cómo ayudar ni como ayudarme. 

Quiero desprenderme de garrapatas pero no lo logro. 
Se aferran terriblemente a joderme, como si ya no tuvieran bastante jodiéndose solas. Estoy harta de reinas de Saba, de quien pone verde a sus amigos aunque les den todo, de quien nunca tiene bastante de ellos o ellas mismas... van a ser tiempos mas difíciles, pero intentaré ...
Intentaré lograr ir saliendo de todo, hasta de mi cansancio.
Y con todo sigo teniendo suerte, mucha, muchísima suerte.
Soy afortunado, afortunada, aun con toda la mierda sigo siendo un ser privilegiado de la vida, del amor, de la magia y no quiero que todo se muera sin solución... 
Necesito creer cada día que siempre hay solución, que siempre estaré para alguien que siempre, incluso cuando menos me lo espere, habrá algo y alguien en mi  y para mi. 
No en exclusiva, solo ahí a mi lado... Eso me basta. 

-----------------------------------------------------------------------------------
Estoy cansade de llorar. Estoy cansade de gritar.
Estoy cansade de estar triste. Estoy cansade de fingir.
Estoy cansade de estar sole. Estoy cansade de sentirme demente.
Estoy cansade de sentirme apuñalade.
Estoy cansade de necesitar ayuda.
Estoy cansade de recordar.
Estoy cansade de sentirme vacíe.
Estoy cansade de ser diferente.
Estoy cansade de extrañar a las personas.
Estoy cansade de sentir que valgo poco.
Estoy cansade de sentirme vacíe por dentro.
Estoy cansade de no ser capaz de dejar ir.
Estoy cansade de desear poder empezar de nuevo.
Estoy cansade de soñar con una vida que no tengo.
Estoy cansade de gritar
PERO SOBRE TODO, ESTOY CANSADE DE ESTAR CANSADE 


-----------------------------------------------------------------------------------

sábado, 22 de junio de 2013

Qué es abuso infantil

What is child abuse?
Descargar imagen - Download
Descargar imagen - download pic

Muchas veces nos parece que somos los mejores padres del mundo o, por lo menos, que nuestra manera de criar y educar es suficiente y no va a suponer un problema a nuestras hijas e hijos. Pero ... ¿quién puede decir que no ha gritado fuera de sí alguna vez?

 Y no se trata solo de en qué dirección iban los gritos, porque la violencia verbal también la aprenderán contra los demás. Y sufrirán sintiéndola en casa.

Estar picándolos, molestándolas para que se enfaden y matar el aburrimiento con risas por su reacción envuelta en ira infantil. O ver a un familiar estar en ello, aguijoneando sin cesar a un crio hasta hacerlo llorar y no intervenir con anticipación, mesura, tranquilidad y la fuerza aplastante de unas palabras bien dichas para evitarlo.

Dejarlos solos en casa porque no encontramos otro remedio y la mayor tiene 10 años, edad suficiente para que vigile sus hermanos de 8, 7 y 6. Una pequeña edad para responsabilidad tan grande.
Se podrían comentar todas estas actitudes adultas, pero creo que sobran las palabras.
Lista de algunos ejemplos. Se podrían añadir otros:

01-Abusar verbalmente
02-Molestarles innecesariamente
03-Mostrarles imágenes o textos pornográficos
04-Tocarles donde no quieren ser tocados
05-Forzarles a que te toquen
06-Destruir su autoestima
07-Golpearles o herirles
08-Manipularles
09-Descuidarles: sucios, mal vestidos o mal alimentados
10-Usarles como criados
11-No escucharles
12-Desatender sus necesidades emocionales
13-Privarles del  juego y la educación para trabajar
14-Golpearles o ridiculizarles en el colegio
15-Descuidar sus cuidados médicos
16-Descuidar sus necesidades educativas
17-Dejarles solos sin supervisión


Dejarles solos sin supervisión

Descuidar sus necesidades educativas

Descuidar sus cuidados médicos
Golpearles o ridiculizarles en el colegio


Privarles del  juego y la educación para trabajar

Desatender sus necesidades emocionales

No escucharles

Usarles como criados

Descuidarles: sucios, mal vestidos o mal alimentados

Manipularles

Golpearles o herirles

Destruir su autoestima

Forzarles a que te toquen

Tocarles donde no quieren ser tocados
Mostrarles imágenes o textos pornográficos

Molestarles innecesariamente

Abusar verbalmente

Download picture
Download Picture

miércoles, 12 de junio de 2013

Epiléptico - La ascensión del gran mal - David B

"Cuatro cosas es necesario extinguir en su principio: las deudas, el fuego, los enemigos y la enfermedad." Confucio 

 (prólogo de la hermana de David B.)
Del prefacio del libro
París, 2 de octubre de 1.996
Querido David:


Me has pedido a mí, a tu hermana pequeña, que escriba este prefacio. He aceptado sin dudarlo, adulada y conmovida. Y es que amo profundamente lo que has conseguido. 

Has transportado a las viñetas de este álbum las sombras de nuestra infancia. Yo no soy como tú, no tengo esos recuerdos tan densos y exactos. Mi memoria es como la pepita de una fruta, compacta y oscura, que contiene todo mi saber. La única certeza de mi vida es la enfermedad de Jean-Christophe: la epilepsia del gran mal. Por otra parte, es algo que no deja de ser curioso, ya que siempre me la imaginé como una poderosa pepita alojada en los meandros de su cerebro.

Tú siempre le diste gran importancia al detalle exacto, a la reconstrucción fiel. Recuerdo toda la documentación histórica que acumulabas en tu cuarto y que te servía para reproducir en tus dibujos el traje de un soldado, la gualdrapa de un caballo... Cuando eras pequeño, querías ser "profesor de historias". Lo has conseguido.


A veces, alguien me pregunta: "¿Cómo está tu hermano?"

"Bien, está bien ... ", digo y paso a enumerar una serie de datos sobre lo que haces, sobre tus proyectos, sobre tus amores. Es entonces cuando mi espíritu se divide y respondo a esta pregunta en mi interior, refiriéndome a mi OTRO hermano. Pero nadie conoce a mis dos hermanos, y mi segunda voz queda estrangulada a medio camino entre el corazón y la garganta.

Quisiera hablar de nosotros. De nosotros tres. Éste es el recuerdo que me es más querido: haz memoria, estábamos en Bourges, en casa de los abuelos. Los tres dormíamos en el mismo cuarto. Jean-Christophe junto a la puerta, tú a su izquierda y yo en la cama pequeña al lado del armario. Tito, Fafou y Sicoton.

Apenas se apagaba la luz, aterrizábamos en el planeta Marte y cada uno describía lo que veía: seres extraordinarios, monstruos a los que hacíamos huir... porque éramos grandes cazadores. Desvariábamos en voz baja formando un coro fraternal e infantil. Acabábamos con gigantescos banquetes de muslos de dinosaurio y sandías gigantes, antes de sumirnos embriagados en el sueño que terminaba con esa unión fugitiva y cristalina.


Y ya está. Tras todas nuestras epopeyas, me he convertido en personaje de historieta y maestra de escuela. A veces, me cruzo con niños que se nos parecen.


Un abrazo muy fuerte. Te quiero.


Florence
Viñeta de David B hacia el final del comic, que me gusta mucho (Epileptico - David B.)
----------------------------------------------------------------------------------------
A veces hay en nuestras vidas de todo. Quedan recuerdos buenos entre otros que no lo son tanto. Yo también me sentí parte de una familia más o menos feliz alguna vez, y eso es algo que no puede decir todo el mundo. Hay quien no sabe lo que supone tener hermanos, o un padre, una madre, o incluso quien no ha probado nada de eso cuando niño.

Dentro de este comic, David B. muestra cómo sus padres, llevados por una desesperación obsesiva, concatenan alocadamente esfuerzos para ayudar a un hijo en detrimento de los otros dos y de si mismos. Florence, hermana de David, intenta suicidarse en una ocasión y él internamente se debate con vigor entre los ecos de sus pensamientos, sus cómics y sus conductas de supervivencia. Gracias a su pequeña estrategía supera, en mejor o peor modo, las grandes dificultades a que se ve sometido un niño, un adolescente, un joven, que desea poder llevar la vida de un hombre normal, algún día.


Ser un hombre normal no es algo sencillo, si se desea cumplir con las exigencias de la avanzada sociedad capitalista global que nos gobierna de forma tan compleja y acomplejante, donde los individuos que la forman son, vistos de forma individual, poco más que otro producto con una amplia gama dentro del mercado de la oferta y la demanda.

Jean-Christophe, el hermano que padece epilepsia, es un muchacho que se ha rendido, vencido por una enfermedad que los demás hemos convertido en excluyente, señaladora, aterradora, demencial... ¿qué más puede decirse de algo que se desconoce?

Habrá personas que lucharán contra la epilepsia, como muchos presentan batalla a tantos problemas, pero también habrá quienes se rendirán, como muchos se rinden ante sus propias pesadillas. Jamás me atrevería a criticar a Jean-Christophe por su actitud y siento lástima, pero no por él sino por el resto de su familia. Y siento odio por todas las personas que se alimentan de las esperanzas más tiernas de los demás, de sus ilusiones y ganas por evitar el dolor a quienes aman. Odio a los vendedores de falsos remedios y de entre los profesionales de la medicina, odio a aquellos que tratan a sus pacientes como cobayas para experimentos, y a los que perciben regalos de las empresas farmacéuticas a cambio de recetas como a los que no se preocuparon como debían de sus pacientes ahora muertos.


(Y siento mucha rabia, dicho sea de paso, contra los malditos cerdos políticos que nos están  robando en España a nuestros buenos especialistas, nuestros médicos buenos o malos, porque eran los que teníamos, y que nos quitan profesores, y ayudas, y restan en la pensión del abuelo al tiempo que aumentan los impuestos... es tanto...)

Y finalmente, tras 7 años trabajando David en este tomo, el texto escrito nuevamente por su hermana Florence, con sencillez y la lucidez de una persona madura. De Jean-Christophe, siento no haber encontrado una foto.
--------------------------------------------------------------------------------------------

EPILOGO

No sé qué puedo decir ahora. Te había prometido salir en el último tomo, sin ninguna idea preconcebida, sólo por lógica personal y por ese cariño básico hacia las cosas que van emparejadas: antes después, nunca siempre, prólogo epílogo... esa puntuación binaria de mis angustias... un billete para la ida, este otro para la vuelta. Sabía que entre el aquí y el allí pasaría mucho tiempo y muchas cosas, pero no tenía pensado escribir algo concreto. De hecho, no me esperaba nada, creyendo que ya nada podía sorprenderme. Creía haber terminado de crecer y que la vida ya sólo sería un apagarse poco a poco.

Y han pasado muchas cosas: las pasiones llenas de ruido y de rabia y el exilio de cada uno. Yo he pasado el mío en los terrenos de la locura, en lucha constante, esperando a que todo se acabase y la vida pasara. Pero la vida se hace valer con la certeza de tener derecho a hacerlo y de saberse milagrosamente impune. Sin reserva o contención alguna.
Por fin tuve derecho a la cara B.
La hemos llamado Paul.


A veces, a menudo, lo miro y me parece ver en su cara un poco de todos nosotros. Tiene ojos azules, como Jean-Christophe. Lo encuentro tan guapo como lo eras tú. Siempre me ha llamado la atención, y he envidiado, lo guapo que sales en las fotos viejas.
Me parece que, de los tres, yo fui la menos regalada por la naturaleza, la más insignificante. Jean-Christophe era infinitamente encantador, un angelote rubio de ojos azules, redondito y pilluelo.
Tú eras guapo. Sin reservas. Con una boca de extremada belleza, mofletes y ojos inmensos y oscuros.

Cada vez juego menos a ese puzle genealógico. Cuando nació, en el ala de maternidad, veía en la línea de su perfil a su bisabuelo Félix. Unas semanas más tarde, viéndolo tumbado, me recordó una foto de su abuelo desnudo sobre una piel de oso.
Luego me di cuenta de que, desde el nacimiento del cuello hasta la punta del dedo gordo del pie -una extensión que representa un porcentaje nada desdeñable- tiene la misma percha que su padre.
Podría seguir abundando en esto, pero me contendré de momento, en vista de que no parece interesar mucho al resto del mundo.

Y vale ya. Remataré mis motivos acerca de mi participación en el primero y en el último tomo de esta obra diciendo que quería estar segura de que tendría un final feliz. Como dice Remy, y gracias a él, aún hay vida después del Gran Mal.

Un beso con algo más que ternura a mi marido y a nuestro hijo, a mis dos hermanos, a mis padres, y a todos los que nos han hecho como somos.

Florence.

Chaville, 10 de septiembre de 2003.

------------------------------------------------------------------------------
Elodie Durand durante una entrevista


Otra novela gráfica que he disfrutado recientemente, impresionante y divertida a pesar de la dura vivencia de su autora Elodie Durand, es "El Parentesis".

Un tumor cerebral causa epilepsia en la mente de esta artista francesa que es un ejemplo de superación y adaptación.




Elodie Durand - Le Parenthèse

jueves, 23 de mayo de 2013

Entrevista a una anorexica (por Lisa Carver)

(entrevista a una persona que sufre anorexia, por supuesto)
"Sé siempre tú mismo, muéstrate tal como eres, ten fe en ti mismo y no vayas buscando una persona de éxito para copiarla". Bruce Lee
Anorexia (por Damatir Ando en Deviant Art - Rodkaromanovich)
He traducido lo mejor que he podido este artículo escrito por Lisa Carver que contiene su entrevista a una chica con anorexia.

La entrevista original está al final de esta entrada.


En primer lugar nos deja clara su opinión respecto de esta enfermedad. La primera vez que lo leí me pareció indignante, de ignorantes, de insensibles y brutos. La cuestión es que su opinión del año 2000, aún transcurridos 13 años, es la opinión de mucha gente. A pesar del trabajo realizado (poco o no) por instituciones estatales, investigadores, médicos y medios de información de los países avanzados, el problema se ha extendido y lo padecen cada vez una mayor variedad de hombres y mujeres, independientemente de su edad. Como suele suceder con todos los problemas mentales, la sociedad en general (incluso el entorno familiar) sigue sintiendo rechazo por aquellos que padecen trastornos de la conducta alimentaria: anorexia nerviosa, bulímia, vigorexia, ortorexia, alcoherexia, diabulimia, sadorexia... “Están locos”. 
Lisa Carver
Cuando leí este artículo imaginaba una feliz escritora o tranquila articulista de vida regalada, sin sobresaltos, riéndose de los demás. Al mismo tiempo pensé que era una falsa y una estúpida nada consecuente con sus actos. Siempre es un error juzgar sin saber. Bueno, mejor si la frase queda en: “siempre es un error juzgar”. Y ahora me entero sin embargo de que Lisa ha llevado lo que para muchos sería una vida extrema con una infancia difícil a la que  algunas personas no consiguen sobrevivir. Aunque eso no justifica su forma de pensar respecto a los TCA, teniéndolo en cuenta, resulta más comprensible. Creo que merece la pena leer esto para comprender cómo ven las cosas unos y otros.

He añadido mis anotaciones entre corchetes.
Se menciona la fecha de Octubre de 1999 en su publicación dentro de Hermenaut, que ha evolucionado a http://hilobrow.com/.

Entrevista-a-una-anoréxica----------------------Por----------Lisa-Carver

Siento muy poca compasión por aquellos cuya enfermedad trata sobre la pobre imagen que tienen de sí mismos. La idea de que es posible controlar perfectamente tu cuerpo es tan mosqueante, como  lo es la idea de que otras personas empleen su tiempo preocupándose de si lo has logrado o no. A mí me parece mucho más interesante esa gente cuyos problemas vienen de la búsqueda de lo invisible, como una moda sobre la que leí en Vogue por la que los jóvenes se cortan a sí mismos a diario. El sufrimiento autocomplaciente y silencioso de la anorexia, en el gran esquema de la vida, es algo realmente inútil. Ese drama interior resulta patético; un drama carente del esplendor de un auténtico Drama. Los anoréxicos no son de los que rompen con todo buscando una solución. Al menos, "enfermedades" como los juegos de azar o el alcoholismo, incluso el abuso conyugal,  implican interacción, el balance de un tira y afloja de culpa y furia, amor y odio; como una pelea a gritos con tu novia cuando llega a casa sin los pendientes de la abuela. Por lo menos los alcohólicos tienen camaradería. Los anoréxicos están eternamente solos, como pirañas solitarias dando vueltas en círculos. (Una anoréxica ve a otra anoréxica y piensa, "¡Maldita sea! Otra perra flaca en mi territorio.") Y al final, esos anoréxicos te obligarán a cuidarlos fingiendo que nunca quisieron ayuda,  como que nunca te odiaron ni quisieron entristecerte: "Oh no, eso solo era violencia  dirigida a mi interior." ¡Pero qué me estás contando! Odio jodidamente ese comportamiento pasivo-agresivo.


A pesar de que mi compasión es escasa, siento mucha envidia. Los anoréxicos siempre parecen tener más ocurrencias que yo.  Todas esas complejidades y hábitos insignificantes que tienen. Mi cuerpo es solo algo que me acompaña a las tiendas, no es ningún campo de batalla. ¿De dónde salen con esas ideas? Yo solo quiero, pues...  escribir, tener relaciones sexuales, pelearme con mi novio, contratar a alguien para que limpie mí casa, tratar de ser divertida e ir a Japón algún día. Mantener el consumo de guisantes a 7 por día, impidiendo que el tenedor toque mis labios, simplemente, no me encaja. Y ya sé lo de esos gays tan finos, que desaprueban todo lo imaginable, y que creen que esas chicas flacuchas de pelo quebradizo merecen la pena más que yo.
Los excesos no producen beneficios
Tal vez es solo la palabra "anorexia", que me encanta, extendida como una red de pesca sobre las estrellas, con sus filamentos tan delgados que apenas son visibles. Este tipo de chica en sí misma es como una constelación de pelo fino y reseco, de ropa brillante, uñas estropeadas y huesos salientes. Tienes que unir los puntos con una línea, porque no hay nada en medio.  Mi mejor amiga durante los últimos 13 años, ha sido anoréxica en diversos grados: se ha dejado llevar por el egoísmo, el perfeccionismo y como diría esa gente con la que no quisiera encontrarme: "problemas de control". Sólo tomó galletas chip, té con hielo y pimientos picantes (jalapeños)  como comida principal cada día durante un año entero. Hasta se recorría tres tiendas diferentes para comprar estos artículos por separado, como si algún pobre empleado estuviera analizando sus compras y pensando: "Si come galletas chips, no necesita comer también pimientos picantes." Incluso si alguna vez compraba algo más, digamos un brick  de sopa, hablaba de ello con la persona de la caja registradora (y cualquiera que estuviera al alrededor), fingiendo que era para otra persona: "Creo que esta variedad es la que él quiere, no sé..." Y finalmente, dejó de dirigirse por completo a los empleados. Les pasaba una nota que decía, "Soy sordomuda. Estoy cogiendo esta sopa de pavo para mi amigo ¿Cuánto es, por favor?"  Siempre tenía accidentes de tráfico y cada mes creía que estaba embarazada.
La gente que se cree "fantástica de la muerte" (cool) siempre es egoísta y dramática. A diferencia de digamos, los depresivos, que se hunden bajo el mismo patrón de siempre, con un comportamiento autodestructivo del que nunca salen, los anoréxicos disponen de una galaxia de opciones en constante expansión para tener problemas. 
[Las personas con TCA también se ven atrapados en patrones autodestructivos de los que a duras penas consiguen salir. Muchos TCA forman parte de una depresión]
Mienten. Se desmayan. Tienen hemorragias. Todas las anoréxicas que he conocido, roban novios. Las cosas siempre "les pasan" a ellas: la gente las molesta cuando duermen, los ex-novios roban sus tarjetas, o las cosas se tuercen cuando tratan de matarse y terminan pasando el fin de semana en el manicomio. Tienen enemigos mortales. ¡La gente les echa maldiciones! Es una vida extravagante, silenciosa, la vida del anoréxico. Hace poco, un tipo me dijo que su hermana había estado manteniendo una relación telepática con Martin Gore del grupo Depeche Mode durante los últimos 8 meses, ¡e incluso se había quedado embarazada de él! "¡Espera!" Dije, "¿Tiene tu hermana un trastorno alimentario?" "Sí", respondió, "Es frutariana. No ha comido nada excepto fruta durante años."

Me he encontrado personas anoréxicas o bulímicas por todas partes en mi vida. Una de ellas es la canguro de mi hijo, C.P., así que la entrevisté. Durante la entrevista, estuvo pelando y cortando una cebolla que había sobre mi mesa. Se puede oír el crujido bajo de la mutilación a lo largo de toda la cinta.

Lisa: ¿Cuándo comenzó esto?

C.P.: Cuando tenía 18 años. Yo nunca pensaba en cuánto comía o cuánto pesaba hasta que tuve este novio. Pesaba 55 kilos y él solía decir, "Ah, me gusta que mis chicas estén delgadas."

Lisa: Eso de "Mis chicas" suena como a proxeneta.

C.P.: ¡La cuestión es que él estaba gordo! ¡Lo estaba! "Me gusta que mis chicas estén entre 46 y 48 kilos." No importa cuánto traté de reducir mi comida ni cuánto aumenté el ejercicio: no conseguía bajar de peso. Así pues, prefería comer lo que quería y luego me deshacía de ello.

Lisa: Vomitabas.

C.P.: Pues sí, vomité y pasé hambre, alternativamente. Estuve mucho más tiempo vomitando que pasando hambre. Era más fácil vomitar.

Lisa: ¿Con qué frecuencia vomitabas?

C.P.: En ocasiones sólo un par de veces por semana, otras veces dos al día. Dependiendo de cuánto hubiera comido ese día. Como había días en los que no pensaba comer nada en absoluto, me di cuenta de que si te despiertas por la mañana y no comes, puedes aguantar más tiempo sin comer. Pero una vez que como, tengo que comer y comer y comer.
Lisa: ¿Cómo es que después de que largaste a aquel novio todavía tenías problemas con la comida?

C.P.: Porque después de eso, estar delgada ya era una obsesión. Todos mis amigos, ahí en Maryland, son delgados de verdad, entre 41 y 48 kilos, y me sentía gorda.

Lisa: ¿Y te ayudaría tener un grupo de amigos gordos?

C.P.: Probablemente no, porque eso me motivaría y querría estar aún más delgada. Tengo también amigos gruesos y sigo con lo de estar delgada porque todos dicen, "Mire qué delgadita estás, mira lo finita que se te ve", y eso me gusta.

[La siguiente pregunta da también en la diana. La meta del peso; otra   parada obligatoria en un TCA. Alcanzar la meta es un momento de satisfacción personal. Uno de los escasos y poco duraderos momentos, porque inmediatamente habrá una meta de uno o varios kilos menos. C.P. siente que podría haber bajado más de peso, siente añoranza por su peso mínimo -que si, que lo añora-, y recordará mucho tiempo su último peso]

Lisa: ¿Cuál es el peso más bajo al que has llegado?

C.P.: 38 kilos. No llegué más abajo porque me llevaron muy pronto al hospital. La inanición es más peligrosa para mí que para otros porque tengo diabetes. Conseguí bajar a 38 con analgésicos. Creo que los analgésicos son el mejor medicamento dietético ¡No sientes nada de hambre! Simplemente te tumbas en la cama todo el rato y pierdes peso. Pero cuando no estás cansado, te hacen salir y moverte de acá para allá sin pensar en nada; solo sigues adelante.
Lisa: ¿Durante esa época fuiste capaz de conservar algún trabajo?

C.P.: Entonces no, porque tenía un quiste ovárico, y por eso no tenía trabajo. Yo nunca me puse a contar calorías. Comía sólo una lechuga y bebía agua. Yo no quería hacer todo eso de comer un M&M y de tres horas de ejercicio. Nunca fui tan quisquillosa con eso. Soy demasiado perezosa.

Lisa: ¿Fuiste al hospital por decisión propia?

C.P.: No. La verdad es que por entonces no podía luchar con ello porque estaba demasiado descontrolada. Estaba demasiado débil y con un pie dentro y otro fuera. Fue mi novio quien me llevó porque estaba al límite de la inconsciencia. Mis compañeros de habitación le llamaron y dijeron, "Su pulso está bajísimo, no responde bien y está deshidratada." Entonces vino, me recogió y me llevó a urgencias.

Lisa: ¿Era ese al que le gusta que sus chicas sean delgadas?

C.P.: No, otro distinto. Este novio nunca me dijo que estaba demasiado flaca.

Lisa: ¿Cómo te trató la gente mientras te recuperabas en el hospital?

C.P.: Unos eran bastante agradables y comprensivos y otros eran mezquinos e insensibles. Estos dirían, "¡Bueno, te has metido en esto porque quieres, deberías saberlo bien, así que no te compadezco!" y los otros dirían, "Ah, pobrecita." Los trabajadores sociales eran agradables, pero muchas enfermeras eran crueles, las gordas. Pero esas cosas pasan, no tiene que ver con porqué estás en el hospital, unas enfermeras son agradables y otras son desagradables.

Lisa: ¿Cuánto peso te hicieron ganar antes de que te dejasen marchar?

C.P.: 5 ó 7 kilos.

Lisa: ¿Cómo ganaste peso? ¿Te pusieron un gotero con suero?

C.P.: Sí. Me pusieron una solución salina y luego glucosa. También hablaron de ponerme la sonda esa en la nariz.

Lisa: ¿Por qué? ¿Tenías miedo a comer?

C.P.: No, sólo que en aquel momento les pareció necesario, pero yo estaba en plan, "¡No, no, no, comeré!" Y luego tuvieron que vigilarme cada vez que iba al cuarto de baño. Tenía que avisar a una enfermera y, mientras, dejar la puerta medio abierta para que pudieran asegurarse de que no iba a hacer otras cosas.

Lisa: ¿Cuánto tiempo te costó ganar esos 5 kilos?

C.P.: Me llevó un par de meses, porque el estómago se encoge, y lo que para mí era una comida normal, para otros sería como un bocado. Incluso ahora, cuando no como durante un rato, mi estómago se encoge, y luego con dar un par de muerdos estaré llena. ¡No podré dar otro muerdo y será estupendo! Al salir del hospital fui a casa de mi novio, que estaba gordo -toda su familia estaba gorda- y me cuidaron. Se aseguraron de que fuera alimentándome. Y él trabajaba en “Taco Bell” así que tenía que comer tacos todo el rato. Trataban de obligarme a comer, y como luego me sentía mal decían, "Ah estas estupenda" y como me alimentaron a la fuerza me puse enferma de verdad y vomité.

Lisa: ¿Cómo te sientes cuando ves a una persona gruesa?

C.P.: No sé, creo que mucha gente gorda es maravillosa. A veces quiero estar gorda, tener un poco de carne extra. Pero no puedo hacerlo por mí misma. Aunque a veces me vuelvo loca con ellos porque creo que son gruesos y asquerosos, y otras veces creo que están bien y son hermosos. Mi buena amiga Cindy tiene sobrepeso y unas veces pienso, "¡Parece una cerda!" y otras  "Ah, está bien"

[Igual que para un alcohólico puede ser duro ver beber, tener que rechazar una copa, etc. para una persona con TCA, ver a alguien que está o parece estar fuera de su peso, dispara su propia obsesión y pone en marcha su lucha interior]

Lisa: ¿Cómo te sientes cuando ves a una persona delgada?

C.P.: Cuando veo alguna más delgada que yo, me vuelvo loca. Un día vi a una señora tan flaca, que me quedé mirándola y pensé, "Debe pasarle algo realmente chungo. Debe tener cáncer. Está extremadamente flaca."

Lisa: ¿Era horrorosa o elegante?

C.P.: Era horrorosa. Era realmente repugnante.

Lisa: ¿Te dabas cuenta de que resultabas desagradable cuando estabas tan delgada?

C.P.: No. Porque tienes una imagen propia sobre tu aspecto. En casa de Rick tienen un espejo al que llamo el Espejo Adelgazante, porque me miré en él un día y parecía realmente delgada. Todos dijeron, "Eso son cosas tuyas." Pero entonces, la novia de este tío se miró en él y lo confirmó, así que ahora lo llamamos el Espejo Adelgazante. Por eso, cuando me siento gorda, voy y me miro en el Espejo Adelgazante. Hay días que me miro y pienso, "Guau, estoy estupenda, no necesito cambiar." Y hay otros días que me miro en el espejo y empiezo a escudriñar cada centímetro de mi cuerpo: "Tengo el culo gordo. Las piernas gordas. La tripa enorme." Pero no quiero volver a pasar por el hospital otra vez, nunca me dejaré llevar hasta ese punto otra vez. Ahora tengo el esófago hecho una mierda de tanto vomitar. A veces tengo náuseas con solo chupar el capuchón de un bolígrafo, porque solía meter en la garganta el cepillo de dientes, los dedos, cualquier cosa. Y ahora cuando vomito me duele y quema, y siento que el pecho entero me va a estallar.

Lisa: ¿Cuándo estabas tan delgada, cómo tenías la piel y el pelo?

C.P:  Pues me creció una capa fina de vello. Era como de bebé rubio. Como una capa extra que te mantiene caliente. Al estar tan delgada, el cuerpo no puede mantenerse caliente.

Lisa: ¿Por todo el cuerpo y la cara?

C.P.: En la cara no tanto. Más que nada en el tronco, el pecho y la espada.

Lisa: ¿Y tu novio cómo llevaba que tuvieras pelo en el pecho?

C.P.: Estaba como disgustado por ello, pero me tenía cariño de verdad y no decía nada. No teníamos relaciones por aquel entonces, porque yo estaba demasiado débil y él tenía bastante miedo de romperme. Era muy delicado conmigo todo el tiempo. Si me cogía la mano, su mano rodeaba la mía por completo.

Lisa: ¿Todavía sientes el impulso de no comer y vomitar?

C.P.: Todavía, si. Habrá días que no comeré nada. Simplemente porque temo llegar a ese punto donde esté demasiado gorda otra vez y todo vuelva a empezar. Otros días comeré como una cerda y me sentiré horrible durante semanas. Y será algo así como, "Vale, no puedo comer durante dos días porque ayer comí mucho." Últimamente no he vomitado. Lo hice hace un par de meses, porque había comido tanto que tuve que hacerlo. Y ya sabes, cuando vomitas te deshidratas, así que bebía unos 3 ó 4 litros de agua primero y luego lo echaba todo. Yo solía vomitar cada noche hasta el año pasado.

Lisa: ¿Tomas analgésicos ahora?

C.P.: Tomé el otro día. Pero muchos doctores extreman las precauciones con lo que te recetan. Tuve una infección de riñón hace dos semanas y ni siquiera me recetaron analgésicos para eso. Pero es normal, porque estaba fatalmente enganchada a ellos. Cuando dejé de tomarlos, tuve que pasar por los espasmos de la retirada. Incluso si tomara ahora uno o dos, me engancharía casi automáticamente, así que está bien que no me los receten a la ligera en adelante. No piensas mucho cuando tomas analgésicos. Los analgésicos son muy peligrosos, no sólo por motivos obvios, sino  por la forma en que te hacen pensar y actuar. Estoy orgullosa de haber terminado con  los analgésicos y el trastorno alimentario. Todavía tengo mis días malos. Dicen que esto nunca se cura del todo, que siempre lo tienes en el subconsciente. Es sólo cuestión de controlarlo. No me voy a poner a vomitar nunca más. Cuando vuelvo la vista atrás y veo lo que solía hacer, de verdad que me repugna. 


Como puede comprobarse, C.P. supone haber terminado con el TCA y los analgésicos, pero tomó uno "el otro día". Y va a vigilar lo que come para no volver atrás. Constantemente reconoce su perfil de anoréxica-bulímica pero se la ve encantada con la delgadez y tan pronto opina una cosa como la contraria. Es incapaz de mantener una posición clara y sana. Pero a pesar de todo la comprendo. Es así como probablemente se sentirá durante muchos años. Verá a una chica delgada y sumará inconsciente un punto en el marcador del partido "Delgadas Vs Gordas". Se pesará en menos ocasiones, pero cuando lo haga, echará de menos su infrapeso, la sensación de la piel sobre los huesos, los pequeños éxitos tras una meta triste y vagamente útil. Se dirá a sí misma que debe pasar página, que está bien, pero comerá y parará antes de estar saciada o comerá y sentirá pesar si no paró a tiempo. Y seguirá esquivando mientras pueda, las comidas con más calorías y grasas. Y utilizará escaleras aunque le apetezca el ascensor. Y se quedará en blanco buscando el sentido a algo que no tiene pies ni cabeza pero que puede con su alma y su cuerpo. Tendrá ratos, muchos ratos buenos, en los que no estará pendiente de todas estas paranoias suicidas. Solo deseo que ella y la mayoría de los que de alguna manera han pasado por algo así, sobrevivan y vuelvan a sus caminos con fuerza y ganas.

---------------------------------------------------------------------------------------------
Actuación de "Lisa Suckdog"
En “The Sunday Rumpus”, una web que publica entrevistas y donde podemos informarnos sobre libros y comics y otros temas, encontré una entrevista de Zoe Zolbrod a Lisa Carver. Estos dos párrafos, son la presentación previa a la entrevista:

entrevista a uma anoréxica lisa carver
La primera vez que oí hablar de Lisa Carver fue a finales de 1980, cuando ambas rondábamos los 19 ó 20 años. Actuando con el nombre de “Lisa Suckdog” en espectáculos que incluían chirridos, gritos, meadas y violencia, a menudo se la comparó con el famoso G.G. Allin “escoria-rock”, y me impresionó que una chica de mi edad estuviera convirtiéndose por sí misma en una leyenda del punk underground. Pero no llegué a ser auténtica fan hasta que me topé con su propia publicación (fancine) "Rollerderby" unos años después. Al principio no podía creérmelo: ¿Quién hubiera adivinado que el huracán Lisa Suckdog podía escribir tan bien? Su texto era alegre y picante, irreverente pero con sentido común, con el mismo pudor femenino que una perra salida. Yo no era la única que estaba encantada, tenía seguidores en abundancia. En 1995 la revista "Utne Reader" la incluyó en su lista como uno de los "100 visionarios que cambiarán tu vida", y 1996 vio la publicación de Rollerderby (el libro) y una colección de ensayos titulada "Dancing Queen". En 2000 y los años siguientes, me topé casualmente con ella como presentadora en un episodio para la serie "HBO Real Sex" y en MTV. Su firma apareció en las revistas de moda. También publicó otro libro, “El Diario de Lisa”, extraído de su columna semanal sobre sexo publicada en “Nerve.com”. Cuando me enteré de que tenía un libro de memorias, “Las drogas son agradables”, publicado por Soft Skull Press en 2005, lo devoré.
Portada de Rollerderby  nº20, un fancine de Lisa Carver
интервью анорексией lisa carver 
“Las drogas son agradables” llena algunos de los espacios en blanco dejados en su implacablemente optimista (y puede que también sangriento y obsceno) trabajo anterior. Retrata una educación caótica dividida entre una madre enferma adicta a las pastillas y un padre traficante de drogas que fue a la cárcel, cuando tenía seis años. Habla de escapar de una relación abusiva con el padre de su primer hijo y la realidad de criar sola a un hijo nacido con un cromosoma de menos. Pero resulta que ”Las drogas son agradables”, a pesar de su sinceridad sin tapujos, presenta sólo una parte de la historia de la vida de Lisa. En enero, ella misma publica un libro sin título que recopila unas 80 pinturas que creó intuitivamente entre otras cosas a finales de 2010 y principios de 2011, esforzándose por recuperar los primeros recuerdos de una infancia tan horrible, que es difícil mirarla directamente. A través de la pintura y por medio de la terapia, Lisa llegó a recordar ser abusada, golpeada, y prostituida por su padre siendo una chica muy joven, y comenzó a entender el proceso disociativo que había sufrido y la había guiado. En el texto que acompaña a las imágenes, Lisa escribe sobre su diagnóstico de trastorno de identidad disociativo y va interpretando las pinturas.
Una imagen más de la irreverente Lisa
TEXTO ORIGINAL:
I have very little sympathy for someone whose disease involves poor
self-image. The idea that perfect control over your body is possible
is so WASPy, as is the idea that other people actually spend their
time caring whether you reach it or not. Much more attractive to me
are people whose problems come from seeking out all that is invisible
like that fad I read about in Vogue where young people cut themselves
every day. The silent suffering and self-containedness of anorexia, in
the grand scheme of life, is really worthless. Internalized drama is
everything pathetic about drama with none of the majesty. Anorexics
never kick out the jams. At least "diseases" like gambling or
alcoholism, or even spousal abuse, involve interaction--a
tipping-back-and-forth balance of guilt and fury and love and hatred,
a shouting match with your girlfriend when you arrive home sans
grandma's earrings. At least alcoholics have camaraderie--anorexics
are eternally alone, single piranhas circling. (An anorexic sees
another anorexic, she thinks, "Damn! Another skinny bitch on my
turf!") And in the end, those anorexics will force you to take care of
them while looking like they never wanted help, like they never hated
you or wanted you miserable: "Oh no, it was all inward-directed
violence." My foot! I fucking hate passive-aggressive behavior.

While my sympathy is small, my jealousy is big. Anorexics always seem
to have more thoughts than I do. All those intricacies and picayune
habits. My body is just something that walks me to the store--it's no
battlefield. Where do they come up with these ideas?I just want to
write, have sex, fight with my boyfriend, hire someone to clean my
house, figure out how to be funny, and go to Japan someday. Keeping my
consumption of peas to 7 per day, while not letting the fork touch my
lips, just doesn't enter in the picture. And I just know the swanky
homosexuals who disapprove of everything under the sun think those
spotty-haired scrawny girls are more worth talking to than I am.

Maybe it's just the word "anorexia" I love--spread out like a fishing
net over the stars, filaments so thin they're barely visible. The girl
herself is a constellation of fine, blow-dried hair, shiny clothes,
peeling nails, and jutting bones--you have to connect the dots because
there's nothing in between. My best friend for the last 13 years has
been anorexic to varying degrees: She is driven by egotism,
perfectionism, and what people I never want to meet would call "issues
of control." She ate only chips, iced tea, and jalapeño peppers for
her main meal every day for a solid year. She'd go to three different
stores to buy these items, as if some poor clerk might be keeping
track, thinking "If she eats chips, she needn't eat jalapeño peppers
as well." If she ever bought anything else, say a cup of soup, she'd
talk about it with the person at the cash register (and anyone else
around), pretending it was for someone else: "I guess this is the kind
he wanted, I don't know..." Eventually, she stopped talking to clerks
altogether. She'd pass them a note that said, "I am a deaf-mute. I am
picking up some turkey soup for my friend. How much, please?" She was
always getting in car accidents, and every single month she thought
she was pregnant.

The cool people are always selfish and dramatic. Unlike, say,
depressives, who sink down into the same old patterns of
self-destructive behavior and never get out of them, anorexics have a
constantly expanding galaxy of ways to have problems. They lie. They
black out. They hemorrhage. All the anorexics I've known steal
boyfriends. Things always "happen" to them: People molest them when
they sleep, ex-boyfriends steal their gas cards, or things go wrong
when they try to kill themselves and they end up stuck in the loony
bin for the weekend. They have mortal enemies. People put curses on
them! It's an extravagant, silent life, the life of the anorexic. A
guy recently told me his sister had been having a telepathic
relationship with Martin Gore of Depeche Mode for the last 8
months--and had even gotten pregnant from it! "Wait!" I said, "Does
your sister have an eating disorder?" "Yes," he said, "She's a
fruitopian. She hasn't eaten anything but fruit for years."

I got anorexic/bulimics all over my life. One of them is my son's
baby-sitter, Chance Provencal--so I interviewed her. Throughout the
interview, Chance peeled and ripped up an onion that was sitting on my
table. You can hear the low crackle of the mutilation throughout the
entire tape.

Lisa: When did it start?

Chance Provencal: When I was 18. I never thought about how much I ate
or how much I weighed until I had this one boyfriend. I was 120 pounds
and he was like, "Oh, I like my girls to be skinny."

Lisa: "My girls." Sounds like a pimp.

Chance: The thing is, he was fat! He was! "I like my girls to be 100,
105 pounds." No matter how much I tried to cut down on my eating or
exercise more, I couldn't lose any weight. So I just kind of like ate
what I wanted and then got rid of it.

Lisa: You puked.

Chance: Oh yeah, I puked and I starved, alternately. I did a lot more
puking than I did starving. It was easier to just puke it out.

Lisa: How often did you throw up?

Chance: Sometimes just a couple times a week, sometimes a couple times
a day. It depends on how much I ate that day. Because there are days
where I won't eat at all. I found that if you wake up in the morning
and you don't eat, you can go longer without eating. But once I eat, I
just have to eat and eat and eat.

Lisa: How come after you dumped that boyfriend you still had the
eating problems?

Chance: Because after that it was an obsession to be skinny. All my
friends down in Maryland are really skinny--between 90 and 105
pounds--and I felt fat.

Lisa: What if you got a bunch of fat friends, would that help?

Chance: Probably not, because then I'd be mean and want to be even
skinnier. I have fat friends now and I continue to be skinny because
they all say, "Look how skinny you are, look how tiny you are," and I
like it.

Lisa: What's the lowest weight you ever got to?

Chance: 85 pounds. I didn't get lower because I was taken to the
hospital pretty early--[starvation] was harder on me than most people
because of my diabetes. I got down to 85 with painkillers. I think
painkillers are the best diet drug. You really don't get hungry! You
just lay in bed all the time and lose the weight. But when you're not
tired, they make you just jump up and run around and not think about
anything--just keep going.

Lisa: Were you able to hold down a job at this time?

Chance: Not then, because I had an ovarian cyst, so I was out of work
because of that. I never wanted to count calories. I'd just eat a
piece of lettuce, drink water. I didn't want to do this whole thing of
eat one M&M, exercise for three hours. I was never that meticulous
about it. I'm too lazy.

Lisa: Did you go to the hospital by choice?

Chance: No. I couldn't really fight it by that point because I was
just too out of it. I was too weak and half in and out. My boyfriend
at the time took me because I was bordering on unconsciousness. My
roommates called him up and said, "Her heartbeat's really low, she's
not responding to much, she's dehydrated." So he came and picked me up
and took me to the emergency room.

Lisa: Is this the one who likes his girls skinny?

Chance: No, a different one. This boyfriend never said I was too
skinny.

Lisa: How did people treat you while you were recovering in the
hospital?

Chance: Some were really nice and sympathetic, some were mean and
heartless. They'd say, "Well you got yourself into this and you ought
to know better and I don't feel sorry for you!" Other people would
say, "Oh, you poor little thing." The counselors were nice, but a lot
of the nurses were mean--the fat nurses. But you get that no matter
what you're in the hospital for--some nice nurses, some mean.

Lisa: How much weight did they make you gain before you could leave?

Chance:: 10 or 15 pounds.

Lisa: How did you gain the weight? Did you get an I.V. drip?

Chance: Yeah. They gave me the saline solution, then glucose. They
were talking about putting that tube in my nose.

Lisa: Why? Were you afraid to eat?

Chance: No, they just felt it was so necessary at that time, but I was
like, "No, no, no, I'll eat!" And then I had to get monitored every
time I had to go to the bathroom. I had to call a nurse and leave the
door open part-way so they could make sure I was going to the bathroom
and not doing other stuff.

Lisa: How long did it take you to gain 10 pounds?

Chance: It took a couple months, because your stomach shrinks, so what
was a normal meal to me would be like a snack to someone else. Even
now, when I don't eat for a while, my stomach shrinks, and then I'll
eat just a couple bites and I'm full. I can't eat another bite, and
that's fine for me! After that I went to my boyfriend's house and he
was fat and his whole family was fat, and they took care of me. They
made sure I got fed. And he worked at Taco Bell so I got to eat tacos
all the time. They were trying to force me to eat, and then when I'd
feel sick they'd tell me, "Oh you're fine," and like force-feed me,
and then I'd really be sick, and throw up.

Lisa: How do you feel when you see a fat person?

Chance: I don't know, I think a lot of fat people are beautiful.
Sometimes I want to be fat, have a little extra meat on me. But I
can't bring myself to actually do it. But sometimes I get mad at fat
people because I think they're gross and disgusting, other times I
think they're fine, I think they're beautiful. My good friend Cindy,
she's overweight, and sometimes I think, "Fat pig!" and then other
times I think, "Oh, she's fine."

Lisa: How do you feel when you see a skinny person?

Chance: When I see someone skinnier than me, I get mad. This one lady,
she was so skinny, I kept looking at her and thinking, "There must be
something really wrong with her. She must have cancer. She is
impossibly skinny."

Lisa: Was she elegant or grotesque?

Chance: She was grotesque. It was really nasty.

Lisa: Did you realize you looked disgusting when you were that skinny?

Chance: No. Because you have your own image of what you look like.
There's this mirror over at Rick's house that I call the Skinny Mirror
because I looked in it one day and I looked really thin. Everybody
said, "You're just saying that." But then this guy's girlfriend looked
in it and she said the same thing, so we call it the Skinny Mirror
now. So whenever I feel fat I go look in the Skinny Mirror. There's
days when I look at myself and I think, "Wow, I look great, I can live
with this." And there's other days when I look at myself in the mirror
and start scrutinizing every inch of my body: "My butt's fat. My legs
are fat. My gut is fat." But I don't ever want to go through
hospitalization again, I'll never let myself get to that point again.
I have a messed-up esophagus now from making myself throw up so much.
Sometimes I'll just chew on a pen cap now, and I'll gag. Because I
used to stick my toothbrush down there, my fingers, anything. And now
when I throw up it really hurts and burns, it feels like my whole
chest is gonna cave in.

Lisa: When you were so skinny, what did your skin and hair look like?

Chance: I did get that light layer of hair that you grow. It's
baby-blonde color. That extra layer that keeps you warm, because you
get so skinny your body can't keep itself warm.

Lisa: Was it all over your body and face?

Chance: Not on my face so much. It was mostly on my midsection, on my
back and front.

Lisa: How did your boyfriend feel about you having chest hair?

Chance: He was kind of disgusted by it, but he really cared for me, so
he didn't let it really show. There was no physical relationship at
that point, because I was too weak and he was too afraid he would
break me. He was really delicate with me all the time. If he held my
hand, his hand would completely wrap around mine.

Lisa: Do you still get urges to not eat and to throw up?

Chance: I still do. There are days where I won't eat at all. Just
because I'm afraid I'll get to the point where I'm too fat again and
then it will start all over. Other days I'll eat like a pig and then
I'll feel awful for weeks after. And I'll be like, "Well, I can't eat
for a couple days because I ate a lot yesterday." I haven't thrown up
lately. I was doing it a couple months ago, because I'd eat so much
I'd have to. And then you know, when you throw up you get dehydrated,
so I'd drink like a whole gallon of water and then I'd have to throw
that up. I used to throw up every night still last year.

Lisa: Do you take painkillers now?

Chance: I did the other day. But a lot of doctors are cracking down on
what they give you. I had a kidney infection two weeks ago and they
wouldn't even give me painkillers for that. Which is good, because I
was addicted to them really bad. When I stopped taking them, I went
through withdrawal, the shakes. If I even take one or two now, I'll
get addicted almost automatically, so it's good they don't give them
out as easily anymore. You don't think about a lot when you have
painkillers. Painkillers are deadly, not just for the obvious reasons,
but because of the way they make you think and act. I'm proud that I
stopped, the painkillers and the eating disorder. I still have my
days. They say it's never really cured, you always have it in the back
of your mind. It's just a matter of controlling it. I don't make
myself throw up anymore. When I look back at what I used to do, it
really kind of disgusts me.