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domingo, 20 de mayo de 2018

El desnudo de Luján


No sé cómo es el despertar de las demás personas, pero conozco a una de nombre tan ambiguo como la manera en que se relaciona, habla, mueve y desenvuelve en la vida. Sé que le cuesta inhalar profundo al levantarse como si jamás hubiera podido expirar y sobreviviera gracias a un aliento consumido. Así pues, hoy …

Amaneció.

Y hoy se levanta Luján dentro de una masa fría y molida, sensorialmente sucia y pegajosa. Reniega los movimientos y exige mayor descanso agarrotando el cuerpo, tensando la cuerda. Luján no confunde las tretas subconscientes, obviadas, ralentizadas, pero nunca extintas. Quita la ropa. Toda sobra. La ausencia trituradora de vida para seres mínimos, la liberación del peso extremo supone una fiesta. La iniciativa libertaria más infantil, más blanca y transparente. Oh no. Eso no. Odia la plata tras los cristales.

Espanto reflejado. Silueta brutal. Costilla de Adán en carne vulgar. "Te vas a enterar" se dice con maneras bravatas. Arroja la gallina desplumada a la olla hirviente. El sistema nervioso punza la sien y poco a poco esa ducha caliente, sinfonía del mar con breve pizzicato de gotas saladas, ablanda el músculo y libera su mente. Debe estar limpio. Jabón de Zara Home aromatizado con lilas. Limpio, limpia, siempre limpio. El sexo. Se limpia con limpieza profesional. Bienestar y secar para quedar limpia y perfumada. La piel. “¿Ropa? No. Vamos a ensayar. Posar sin ropa.”

La habitación en penumbra anuncia un sol en llamas bramando furioso tras la ventana. El miedo posee hasta la última fibra de su vampírica alma. 400 millones de quintillones de vatios de luz por segundo, ho, ho, ho ... un dato nada poético. Demasiada energía sobre alas murciélagas con carácter negruzco. Dice: "Al carajo. Quieras o no te voy a quemar." Aúna fuerzas y, con ojos cerrados, contrapesa la cinta, acciona el mecanismo, rueda y enrolla la persiana. Y el sol en tromba viene y choca contra una piel fina laxa, indefinida, contra un escudo crepitante de pechos amazónicos a pulmón pleno rodeado de abundante esplendor, alumbre de sábanas revueltas. Y se rinde, desploma en su abrazo terso. Cubre el calor sus pies, entretiene sus piernas y llena todo lo afirmable como lo inflamable rellena e implacable riega el vientre hondo hasta donde los montes deben, hasta la pica que ensarta luego su cabeza perdida.

Bienvenida la muerte así presentada. Una figura cualquiera de atributos extraños, una molienda femenina de testosterona lacia escaldada y dispersa. Derrengada hacia lo grave, lo pesado. Para personas como Luján, que no comprenden porqué tiene entre las piernas esto y no aquello, la desnudez representa un solícito grito que debe ser aclarado de forma honesta. Llana. Sobre todo, sana.

No siendo poeta ni escritor de renombre puedo elaborar frases horribles y creer que lo hago estupendamente abundando en lo barroco. Ved:

Los vampiros de ficción arden trocándose inermes en polvo volátil. Los lujanes vivos se tuestan y recuecen y sus sexos escuecen y reverberan bajo tanta luz. Abatido el organismo, pero blando, suave y sin mácula, debe anular el caprichoso deseo y saturarse de textil hasta las cejas. Luján olvida si era mujer u hombre, si criatura sexuada en prematuro o si muestra todas las señales que acusan y proporcionan el formidable veredicto: persona adultizada.

Sueña insomne al comienzo de su jornada: "Soy una máquina. Coger esto y ponerlo allí. Unir lo uno y lo otro. Con amor." Como el bisturí del cirujano bien afilado, dócil abre el plástico, piel en su memoria, y salen las formas de su interior como aquella sangre evocadora. Pone el pendrive con cuidado en su ranura dilatando la mirada quieta. Imprime 1.000 juegos como sucede en otras imprentas, pero con menor ruido y olor, menos fallos y consumo, mayor calidad y beneficio, siempre con pulcritud y organización germánica. Guillotina el papel mimando el milímetro. ¡Habría tanto que seccionar! Una y otra vez, una y otra vez. Laminar, cantear, grapar … coloca vigilando patrones, uniendo hasta la extenuación. Y fin de la jornada.

Casual sesión fotográfica como modelo específico válido para una causa noble. Toma su vehículo. Sube la cima, entra en el túnel, sale, entra en otro, sale, y oleada a oleada brota al fondo el mar, intenso placer imaginado. Accedió Luján al interior del estudio sin saludo, sin tocar manos, sin miradas, sin conversaciones, con miedo y esta sentencia: "No quiero que mi cara pueda reconocerse." Y buena profesional, Laia Abril* contesta: "No te preocupes. Pon la ropa por ahí." La sesión empieza tensa, difícil, negativa la luz, sombras difusas, color pálido y gris depresivo. Llevan casi una hora de acá para allá forzando la falta de rostro, cortando perfiles en ángulos no posibles, borrando ingles interminables, cubriendo formas alteradas. Entre ida y vuelta detiene Luján su mirada en la foto de un chaval sin expresión que observa la calle tras un ventanal. Y ya no puede más. Ya no oye nada. Cae sobre las rodillas, se cubre el rostro, brazos cruzados arañando el torso, clava los codos en el suelo mientras abraza, oprime y sacude su cerebro contra el suelo. No siente si su sexo es libro abierto o gusano inmerso en carroñas, porque lo apretuja y extrae cuando se desploma sobre un lado. Las costillas dramatizan la luz, se inca brusca la cadera, las vértebras bemolan su teclado ambivalente mientras sus piernas y brazos resecos anticipan el trance de una dolencia obstinada. Sus todos son solo huesos y piel lunática e hidrópica que sorbe llantos. Y ya viene dipsómana entre plumas. Fetal viene la catatonia a devolverle la razón, para sumirse en un relax, con una mano vuelta pulsando junto a sus ojos espasmos en aire. Registrando vagamente el suelo y la urdimbre madre de la alfombra; embeleso de detalles en un tiempo sin fronteras. Y el sonido vuelve, poco a poco. Click, click, click. Ya todas son buenas. "¡¡FABULOSO!!" Click, click. "¿Cómo se te ha ocurrido?" Luján no responde. Un zombi que se levanta. Click, click. Dramática Mila Kunis de rímel borracho "¡No, espera!" Click. Se cubre torpe, el hombro por el brazo, comicidad leve, el cuello vuelto, la ropa interior asoma torcida. Click, click. "¿En qué pensabas?" Click. Con oculta ceguera busca zapato. "¿Ha sido la foto del chico?" Click. Salir. Marchar sin decir ni escuchar. Gira el manillar desconchado y tira de esa puerta que piensa repintada, realquilada, caída, sucia, gastada, hueca, barata, insegura, antigua y baja, chirriante, con agujero de mirilla sin mirilla, denunciable, insolente, incendiable o pateable. Click, Click. "¡NO TE MUEVAS!" Ruega a quien sin mover estaba y ahora entorna un octavo su cabeza. Click, click. Comienza a cerrarla. "¡Espera! ¡No te vayas asi!" Click. Pero así es como marcha siempre Luján. A rebufo de vacíos y silencios. Entre colapsos de pensamientos reiterativos e infinitos sobre los objetos que ve. A zancadas inseguras figuradas sobre pilones clavados en el fondo de un infierno invisible. Si algo hay cierto, es que ya cae sobre él.

Anocheció.

Retorna prófugo Luján al hogar con la cesta de pescar rebosante de dolor entre mimbres de esquinas tronchadas. Lleva anzuelos nuevos metidos en los ojos y atragantados entre óxido y pus los más añosos. Sigue siendo ni hombre ni mujer. No es mi niño la princesita de ningún rey. Es ser un ángel preso en barro legendario. Un ser desgraciado nada especial que desespera la única verdad. La de exhalar un punto y final..
Nota: A Laia Abril, la de foto simpática: espero que no te parezca mal, artista multidisciplinar, porque no has dado tu consentimiento para participar en este tosco compendio imaginario de palabras vanidosas. He dicho que esto es inventado. Nunca hubiera sucedido así contigo. Y utilizo tu nombre para compartir algunos de tus trabajos sobre
y también sobre

martes, 1 de mayo de 2018

Lover o no de llover

“Siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, ya sea en medio del desierto o en medio de una gran ciudad. Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierden completamente su importancia y solo existe aquel momento.” Paulo Coelho

Bonito día START.
Hoy va de luto la novia del amanecer y su claridad difusa en escalas de gris verdadero confunde los colores y se antojan olvidados bajo polvo de meses. Los operarios de METEOROS S.A. pintaron durante el turno de noche la bóveda de todos con acuarelas blancas después de acariciar la pastilla negra y así hoy billones de gotas en caída libre morirán contra el suelo y volverán redivivas.

Mi esposa se acerca y tras leer esas dos frases dice:

-¿Qué andas escribiendo ya? Miedo me das. Tienes más peligro que una caja bombas. Anda, ven a ayudarme a dar la vuelta al colchón. - - Acudo raudo (no siempre) y ya estoy de vuelta de las cuatro tareas. Vuelve a leer:
-¡Coño, que pronto te has vuelto a sentar! [...] ¿Que has hecho cuatro? si has hecho dos cosas de nada ...
-Perdona, pero también he estirado la colcha del sofá y he retirado el mantel y recogido las migas ...
-¡¡Huy ... pobrecitoooo!! ¡Lo mismo te has herniado! ¡Si yo te enumerara las que llevo ya...!

Oh, bueno, volvamos a la realidad: Estaba nublado y llovía. Sobra con tres palabras y una conjunción copulativa (¿tiene eso sentido sexual?). Ella ha ido a la calle con el perro. Distraído con esto se ha hecho tarde para coger el bus que me lleva en hora al trabajo y he tenido que correr a la otra línea. Estrés prende con su chispa el gran evento del bus.

Evento bus START.
Mucha gente en la parada. Mientras espero, pasa una ambulancia atronadora. Me tapo los oídos pero aún así deseo que exploten sus megáfonos y la imagino volcando y ...  y cuando bajo las manos siento que me miran. ID.OS.A.LA.M.I.E.R.D.A. Por favor os lo pido.

Llega el bus. Lleno, joder. En mi ciudad, que se recorre en media hora de lado a lado, cuando caen tres gotas se atasca el tráfico y los autobuses rebosan. Espero para ser el último en subir. Si tuviera martillo aplacaba el taladrante pitido del lector de tarjetas. Me quedo al principio y ahorro la necesidad de nadar en ese mar de gente. El autobusero me manda:

-Vaya usted hacia atrás. -
-(QUE NO QUIERO). -Claro, me aparto metro y medio. Primera parada. Nadie se baja. Tropel de personas. El autobusero grita:
NO SE APALANQUEEEEN ! - Yo me apalanco. Esta vez si. Me dan mochilazos, se me chocan. (A view to a kill). No pasa nada. Segunda parada. Otro monto pluripersonal. ¡Sólo se baja un mayor (y muy despacio) que había subido en la anterior parada! Los jubilados a 3 céntimos el viaje, no se lo piensan para subir en una y bajar en otra. Me hacen ir para atrás. El espacio con aire se reduce y la carne se macera. Arre borriquillo. Transporte de ganado en marcha. Me llueve en la cabeza y miro arriba. Pasajera opresora y casi simbionte me explica sabia y chistosa:

-Hijo, es que este autobús .. ¡tiene goteras! ja ja ja- No le veo la gracia a esta señora cuyos dientes sirven de cimientos a un arrecife de coral bacteriano.
-( Me falta el aire. Dios que me mareo ) -Tercera parada. Bah, pa qué contarlos ... puestos a morir, rompo la ventana y me tiro en marcha. Que no. Sirvo empujones a cascoporro (es decir a granel,  a troche y moche) y después exijo: "¡ PASO !" y me bajo mucho antes de llegar a mi destino. Increíble: prefiero ir a pie ¡ AUNQUE SE ME MOJE LA ROPA ! 

¡¡ AIREEEE !! y agua. Camino rápido. Adelanto lo mismo que la lata de espárragos gigantes. Se van bajando mis ex compañeros de fatigas y los miro diver-CHOFFF-tido. Un ola de agua me cubre un zapato al pisar una baldosa floja. Agua dentro del zapato. Asquerosa sensación a paso alterno.
Evento bus STOP.

Evento trabajo START.
Un Jefe Faltoso:
-¡ GAFAS !, no te olvides de llevar a XXXX el ZZZZ - Respuesta increíble y educada:
-Buenos días-- Y su Anti-Respuesta es:
-[...] (ausencia de respuesta)

Al subir de dos en dos las escaleras del sótano tropiezo por enésima vez ¡ Ouch ! Casi me parto la crisma. Nudillos desollados. [...] 

Mientras espero en el local veo a una señora resbalar sobre la pintura del suelo y caer. Tras 7 segundos, quizá 8, informo sin más a mi compañero que se encontraba de espaldas a la calle. Compañero faltoso:

-¡ SERÁS HIJO PUTA ! ¡ Y TE QUEDAS MIRANDO !- Acabo de encontrar un hermano desconocido. El también mira cómo ayudan a la señora a levantarse.

Salgo con la furgoneta. Las gotas se aplastan por igual a lo ancho del cristal y ... ¡TCHUINNN! ¡TCHIUNNN! El limpia las aparta. Los limpiaparabrisas, ¿cuántos ciclos soportan antes de fallar? Un juego de palancas enganchadas a un motor gobernado por algún sensor y regulador de tensión que arranca desde un relé electrónico y su interruptor. ¡TCHUINNN! ¡TCHIUNNN! Las gotas vuelven como las moscas y ... ¡ PIIII PI PI PIIII ! Oh. Semáforo verde y yo parado. Me saludan conductores desconocidos y me recomiendan un cambio de ... ¡¡GAFAS!!. ¡MIERDA! Se me ha olvidado el XXXX para llevar. Vuelvo al local. Jefe faltoso con ¿una poquitina? de razón:

-Se te ha olvidado... si es que ERES UN PUTO SUBNORMAL, GAFAS.- Resignación. Moral al suelo.

Acudo al cliente vía autovía. Los vehículos me pasan y pulverizan el agua del suelo y me la tiran. Imagino los dibujos de sus neumáticos. ¡TCHUINNN! ¡TCHIUNNN! que no veo ni torta. Conduzco sobre las bandas de rodadura de la carretera. Matrículas. Las hay muy curiosas: 0000-CFC, 1954-KGB, 0016-HEX, 0101-BIN, 1964-ELN, 1995-DVD ... Camión con señal de mercancía peligrosa. Adelanto. Tomo un desvío equivocado por mirar los letreros de la vía de al lado. Joder, joder. Paro en el primer hueco de cuneta disponible. Exhausto, apoyo la cabeza sobre los brazos cruzados en el volante. Ahora también caen gotas dentro de la furgoneta. "¡ Venga! ¡ Sigue chico !, ¡ sigue !"

Evento comida START.
Vuelvo a casa. A pesar de mutilada, una cola se agita alegremente. Achucho al chucho pues le quiero mucho para que pare y no me chupe sin reparo pero no para para nada y luego yo me lavo.

-Al menos un beso, ¿no? ¡que quieres más al perro que a mi!
-Es que tenía que lavar las manos. - Entregado el beso retrasado.

A comer. Puré de verduras. Qué rico. Lo extiendo por el contorno del plato para reducir el impacto cuántico. Paleo rápido sin respirar para minimizar la textura repugnante y empalagosa, la aversión y grima por su densidad, el desagrado del color y su aborrecimiento visual, el empacho y la inapetencia de su olor que me produce saciedad, hastío, antipatía, tirria soportable desde el disgusto, angustia, desazón, semi náusea o arcada. Puré en cualquiera de sus versiones. ¿Quieres sopa Mafalda?

-Ya estás quitando comida...
-No... es para que se enfríe.
-Si, ya. Que nos conocemos. - - Recojo lentamente el puré extendido con la cabeza baja.
-Qué. Qué te ha pasado hoy.
-Nada.
-Eso tengo yo de renta diaria. Porqué tienes esa cara.
-[...]
-Me pone negra que no contestes.
-[...]
-A fin de cuentas, tú llegas y tienes la mesa puesta y la comida hecha. Ojalá a mi me lo dieran todo hecho alguna vez ... pero no. Me toca hacerlo todo y encima aguantar ese careto.
-[...]
-Claro. A ti eso te da igual.
-No...

Ya es tarde para hablar. Se mosquea y se marcha a la cocina. El segundo plato pasa en silencio a duras penas. Este no es el silencio que tanto me gusta pues vuelve el aire denso como la brea. El café por su parte petrolea y pronto llega la hora de volver al trabajo. Triste muy triste abro la puerta para marchar.

-¡Hala! ¡y se marcha sin decir nada! ... ¡Si encima tendré yo la culpa!

Alegre, muy alegre y aliviado cierro la puerta, voy, la beso, digo que la quiero y por fin marcho.
En la furgoneta me hago un dúo vocal con Tina Turner en "The Best". Dice que soy el mejor. Guay.
Evento comida STOP.

En el trabajo acudo a un cliente y estoy además de toda la tarde ... ¡ hasta las 22:00 ! Salgo con una bolsa de la mano corriendo suave para aguantar hasta la parada de bus. No se cómo sucede. De pronto doy varias zancadas a trompicones tratando de mantener la vertical pero termino horizontalmente estampado contra el suelo con las manos desolladas y rotas por el frío helador y la bolsa a tomar por saco. (Qué pesado se ha vuelto el cuerpo) Me levanto avergonzado y parece que puedo seguir corriendo pero no. De todas formas alcanzo el bus.
Evento trabajo STOP.

Llego a casa y un rabito feliz se menea sin cesar millán. Saludo y beso a la persona que me quiere, me entiende y ayuda tanto (Y aguanta otro tanto de bastante cuando en cuando) Ella achucha al autómata, al niño robot, como yo achucho al can rataplán. Ya yo estoy feliz ¿Y ella?
Bonito día STOP.
END.

A veces me pregunto para qué vivimos. Parece una espera para conseguir algo.
En ocasiones me pregunto si lo que tengo (T.E.A.) es real pero no dudo que tengo AMOR.

Y recuerdo una bella canción de Nina Simone. Para ella basta con tener vida, con tenerse a uno mismo disfrutando de un alma libre:

Y no, no soy lover de llover.

(el remilgado traductor que subió este vídeo no se atrevió con "boobies"=Tetas)