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martes, 30 de octubre de 2018

La mirada de la carne

"Uno de los signos del paso de la juventud es el nacimiento de un sentimiento de compañerismo con otros seres humanos a la vez que encontramos nuestro lugar junto a ellos." Virginia Woolf

Imagino dos globos oculares humanos con su distancia y orientación natural flotando con luz en la casi nada y mirándome. Son dos pupilas azules las que siguen el juego contenido en sus continentes.

Los ojos son sensores, captan la luz. Ya. Pero ahí no está la mirada que se clava en los poemas.

Como dice Teresa Domingo Catalá en "Tus ojos":
"Tus ojos me desnudan lentamente. Poco a poco se va uniendo tu mirada en la desnudez que me transciende. Desnuda soy la más hermosa, porque tus pupilas me entregan la belleza. Soy para ti, para que juegues con mis dedos, para que respires el aire que respiro, para que la sangre se encabrite como un potro abandonado, para que surja el rojo de la guerra y entre los muertos te encuentres con mi pelo. [...]" 
Pero sigo viendo esos ojos de oculista o de médico de la vista que no me dicen nada. Por si acaso, coloco ambos en unas cuencas oculares de calavera. La muerte tiene unos ojos horrorosos y su mirada ha pasado a ser tan expresiva como un carámbano. Visto el error añado toda la carne que falta con su piel y músculo, sus cejas y pestañas, color y nada de género. ¿Quién habló de género?

Resultado: Una mirada sin definir que tampoco dice gran cosa. Pongo dentro del tarro un cerebro y todo ello sobre un cuerpo y ya tengo todo el animal humano al completo ¿Veo algo en su mirada? No sé tú pero yo no veo nada. Ay, espera. ¡CHAS! la chispa adecuada: la vida. Un ser vivo que siente, mira curiosamente, se mueve, escucha ... ya va habiendo algo. Por aquí vamos cerca de la solución. Caliente, caliente.

Es decir. La mirada sirve para ver pero la carne es la que nos habla del ... ¿corazón? o de la mente que maneja vista y rostro.

Vamos a romper en pedazos las miradas. Dejemos de amar buscando las miradas.
No quiero que me mires a los ojos.

Quiero que tu carne, tu ser al completo, llámalo como prefieras, me diga con pocos gestos y modo  amable la forma en que me ama o me respeta o quiere molestarse en conocerme.

Quiéreme pues, si te apetece, sin esta mirada mía tan pobre, tan miope como torpe.
Si lo deseas puedes apreciarme por cuanto soy pero desiste si esperas sentir en mis ojos el reflejo de mis afectos por ti. No será la forma de cariño que esperas y, sin embargo, con el tiempo necesario, quizá encuentres más de lo que cabría esperar.

Hoy me he visto de nuevo en la obligación de explicar las posibilidades de un aparato estúpido y evidente (y caro) ante un grupo en el que yo era el extraño. Me han preguntado porqué el botón de encendido tenía color rojo al apagarlo y he respondido: "No lo sé. Míralo en el manual." Me han pedido que dejara de bromear diciendo lo pillo que soy cuando no bromeaba. Lo han visto como una desfachatez impensable que no se puede decir. Alguien se ha acercado demasiado, me ha tomado fuerte del brazo y aunque me he quejado todavía nos ha arrimado más y ha dicho cosas que no recuerdo tratando conectar conmigo delante de su grupo. Hubiera podido decir detalles de su rostro si lo hubiera mirado. Si no me hubiera agarrado. Si no estuviera su cuerpo pegado al mío.

Dicen que los años de mi carné de identidad no están en mi físico. Dice Virginia Woolf que pasa la juventud al encontrar nuestro lugar entre los otros. Dicen y dicen.

Perdona mi silencio. Mi falta de visión.
Perdona mi ausencia. Mi inexcusable actitud.
Perdóname por ser una persona que no se sabe perdonar.
Déjame solo, déjame en paz. Disfruta tu libertad.
Yo ya no necesito más. Sin ti, ya no quiero nada más.
Cierra pálidos sobre mis ojos estos párpados cansados.
Y por último, borra todos tus recuerdos sobre mi ...
... y déjate volar.



domingo, 7 de octubre de 2018

Memoria de una flor azul

“Una mentira que es una verdad a medias es siempre la más negra de las mentiras.” Alfred Lord Tennyson


Voy con el perro por el parque. Se detiene junto a un palo y lo olfatea. Veo una flor.

Una pequeña flor azul ... ¿tiene memoria?

Mirando hacia mi con sus hojas pareadas, casi lineales, entre un haz de hierba y un pelotón de tréboles ovalados que me disgustan, parecía saludar la tierna flor.

Contexto: esta preciosidad es un detalle que ofrece el jardín público más asilvestrado que silvestre de mi barrio y sin dudarlo un segundo ofrece su variado menú de deposiciones caninas abandonadas, frescas, secas y a la sazón del conocimiento de sus amigos humanos.

La flor me mira y yo la miro a ella.
_ _ _ _ _ _  (nenaza) _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _Flashback:_ _ _ _ _ _

La empresa estaba cerrando. Dos niñas -hermanas- en la calle se divertían.

-Voy a comprarme unos gusanitos. -Digo tras el escaparate al verlas felices con sus enormes bolsas Risi sin ketchup de 0,35€.

-¿Para ver el derbi del Athletic y La Real?

-NO. - Un no grave, rotundo y espantado. Si pudiera fabricar eco sería un NO "caverna style".

-Pues deberías ver más fútbol, que así quizá dejarías de ser tan nenaza.

No sé decir. Me quedo callado. Para él parece una frase dicha sin más. Pasa delante mio sin inmutarse, pero añade:

-¿Y no te apetecería salir con [vamos a inventar el nombre] Miguel de fiesta y cogerte una moña?

-No, no. - Pero... ¿estamos bobos o qué? si sabe de sobra que, respondo: El alcohol me sienta mal y yo no voy de fiestas y menos con un compañero de trabajo. - El tal Miguel se da por aludido:

-Oye, que tampoco te voy a hacer nada... - El otro vuelve a la carga:

-A lo mejor prefieres ir conmigo al parque con la niña a ver los patos...

Miro hacia el cielo pensando. No tengo duda sobre preferencia en el plan pero no tengo ni idea de porqué quiere compartir algo tan bonito. Me da tiempo para pensar.

-Pues a eso no me importaría ir ... - Y se pone en marcha y se despide:

-Bueno chicos, me voy que me esperan en casa.

_ _ _ _ Fin de recuerdo _ _ _ _

Conclusión: Los hombres al cuadrado no son tan amigos de las flores. Lo son de otras cosas.

Avanzo por el parque de vuelta a casa.

Decido sentarme en unas escaleras y el perro se echa. Es que a él le gusta mucho estar tumbado al sol. A pesar del fresco de 10 grados el sol tiene algo de fuerza y estamos a la abrigada del viento.

Aquella flor tiene memoria. En su genética hereda recuerdos de sus antepasadas y su epigenética recuerda el día a día de su vida.

Nuestra memoria es otra cosa. Nuestro cuerpo comparte ese formato pero nuestra mente se parecece a un sistema cibernético, a un autómata natural. Es por eso que Dominika estudia la memoria humana. Porque quiere demostrar que no todos los cerebros funcionan igual. Somos nuestra memoria y cómo se gestiona lo es todo en un ser humano.

Una serie de sensores nos ponen en contacto con el entorno. Dicen que son 5. Si mujer alguno más.

Igual que los autómatas con sus sensores: detectan el paso de objetos en la cadena de montaje, los pesan o miden, los llevan, preparan y terminan siendo capaces de entregar un montón de quesos para curar si un maestro quesero suministra todo lo que necesitan y la ingeniera en programación hizo bien su tarea.

Muchísimo mejor que cualquier autómata a día de hoy, la madre de mi esposa preparaba un queso artesano estupendo de morirse bajo la emoción gúlica.

Sentidos, memoria, acción y reacción.

La memoria  de mi esposa permite saber el quién, cómo, cuándo y porqué de las personas pero tarda mucho en reconocer -si lo consigue- alguna de las muchas películas que vimos juntos.

Mi memoria es menos útil y no me permite saber ni recordar generalmente casi nada de las personas pero unos segundos de película me bastan para saber si la he visto.

Cuando leo espacios de mi memoria, se activan imágenes, sonidos, olores y se desencadenan caricias, dolores, risas y llantos que van desde los grandes errores cometidos a la felicidad de los juegos con agua, del amor y su éxtasis pasional tan sano y natural.

Un equivalente autómata sería el total descontrol de la máquina: su imperfección y tirar los productos al suelo, sus poderosos brazos articulados golpeando a la cinta transportadora cuyos motores hacen avanzar y retroceder mientras el sensor láser duerme porque su emisor pasa de él y el escaner láser 3D prefiere dibujar en la pared de la nave intermitentemente una flor azul, unas niñas y una mariposa a los pies de una hada para terminar con una interrogación enorme hasta su bloqueo.

No entiendo nada.

[08-10-2018] He preguntado si lo pasó bien en el parque con la niña. Me contesta que no fueron al parque.

-Pero me dijiste que ibas a ir al parque. – Y responde:

-Te engañe. – Le miro mover aburrido papeles de acá para allá. El no me mira y me marcho a hacer mis cosas sin penas, sin dolor (bueno, algo mosca estaba).