Header

sábado, 4 de noviembre de 2023

Cuando caí de la montaña

"Deberíamos vivir tantas veces como los árboles, que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven a empezar" José Luis Sampedro

 No me gusta escalar. Eso creía.

Mientras veía a otras personas subir y subir incansables ... eso no iba conmigo.

Nunca me vi en la cima. No sabía cómo sería estar allá. Eso creía.

A más altura imaginaba no poder respirar pero respiraba.

Nunca estuve en lo alto de ninguna montaña, cima ni monte pelao. 

Hasta que caí.

También estaba equivocado con los métodos, fórmulas y otros estudios sobre maneras de caer.

Solo pensaba en la caída al vacío pero muchas veces bajas rodando por la montaña. Ni siquiera existe una velocidad constante para hacerlo ni hay matemática prediciéndolo.

No sabía que había subido tan alto, día tras día, hora a hora y con los minutos contando. Tampoco el ascenso sigue una fórmula y lo más constante es el baile de la aguja o los dígitos en el altímetro. 

Suponía que a más cumbre, menos presión. Que cuando uno está bien arriba se libera de tanto ... pero no es la presión buena guía para el conocimiento sobre la situación vivida. Hay que saber leer, poder sentir, ver y oir. Pero tengo ojos, oídos, siento y sé leer ... o eso creía.

Así que caí y mi manera fue a cámara lenta de modo que podía comprar el periódico y saludar a las personas:

- ¡ Adiós Fermín ! ¡ Ten cuidado no vayas a golpearte en la cabeza y quedar tonto !

Y les saludo con la mano sonriendo mientras intento saber si hubo otro sentido en sus palabras.

- ¡ Hola Fermín ! ¿ Ya te ve vas ? ¿ Tanta prisa tienes ? 

Y respondo "No" mientras me pregunto si de veras les importa lo que me sucede. ¿ No ven que estoy cayendo sin remedio ?

A ratos como matojo rodante, como dominó saltarín, como croqueta de metro setenta o contenido de saco terrero.

También, mientras transcendía hacia abajo, conocí una mujer que me susurró al oído palabras tiernas que aún siento pero nunca recuerdo porque de pronto grita:

- ¡ Fermín, deja de hacer el bobo y pasa la mopa !

Y paso la mopa que por cierto es una maravilla puesta al lado de la aspiradora. No tiene cable, recoge el polvo mejor, se desliza, no pesa, no ocupa sitio ... ojalá toda la mierda del mundo pudiera quitarse sin ruidos, de forma sencilla, suave y discretamente.

Un doctor experto en huesos me visitó durante el descenso y dijo "Para los problemas de su piel no existe cura" y otro, especialista en cabezas, añadió "Como sus tripas no admiten el gluten debe comer todo el pan de trigo posible, pues así aprende" y la única doctora que se aproximó con ganas de ayudar dijo "Usted debe tomarse estas pastillas para el dolor de sus heridas" cuando yo solo deseaba una mano para ayudarme a parar.

Mientras dormía seguía montaña abajo. Es increíble lo alto que puede estar uno sin saberlo. Y en mis sueños me veía feliz entre mucha gente buena ayudando de corazón. Pensé "¿ Y si me quedo en este mundo de ensueño a vivir para siempre ?" pero entonces me golpeé con una piedra en la rabadilla, lugar donde antes de antes estuvo un rabo y antes, pero menos antes, otro de otro y de minúsculas dimensiones quiso estar. Y desperté ... oliendo a tabaco.

Una mano me sujetó mientras con la otra fumaba su tabaco y dijo "Ven, yo te ayudo" y fui. Me quitó la ropa y curó mis rasguños con un método extraño: un herida más profunda. Y dijo "Ahora sentirás solo esta herida. ¿ Te gusta ?" y dije "No. Cerdo." y me soltó y pude caer libre, triste y asustado por conocer que lo peor resulta de lo bien que hacen el mal los mejores.

Alguna mano amiga fue ignorada, debo reconocer, dentro de mi habitual zopenca desconfianza.

Cuando por fin se acababa la montaña caí dentro de un caldero de agua caliente y por momentos me sentí muy cómodo y acurrucado permanecí bien sumergido. Eso debía ser lo que llaman "gloria bendita". A pesar de escuchar insultos y lamentos amortiguados en aquel balde caliente.

Y ese fue el fin.

O eso creía.

Nota: Si te quedaste con ganas de más, ráscate el ombligo y verás.

2 comentarios:

  1. Me has dado la mano más de una vez, de hecho le has dado la mano a mucha gente, incluso a los miedos...a esos quizás demasiado. Caer de pie es muy difícil, caer ..caer .., pero te has levantado todas las veces y no es fácil , no todos los que presumen de hacerlo lo logran. Un abrazo enorme

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, quina alegría verte pro estos lares. Se techaba de menus. 😉

      Eliminar