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domingo, 31 de octubre de 2021

Paco&Emi. Las memorias


Allá en torno a la adolescencia sucedió que Paco fue consciente de una capacidad nueva. La de estar en un grupo de gente e introducir un tema que provocase debate entre los presentes.  Aquello le procuraba la tranquilizadora satisfacción de poder permanecer callado y observar cómo se alborotaba el gallinero. Más de una vez se detuvieron los congregados preguntándose cómo habían llegado a tal punto en la discusión y qué hacían hablando de aquello. Un dedo o dos terminaban apuntando en dirección a un Paco que sonreía por dentro divertido.

El creía que el motor de arranque en los vehículos se llamaba Starter y así denominó su nueva diversión grupal. Ahora trataría de hacerlo con Emi nada más. Metió la llave una vez más en su maquinita para que ella desembuchara una retahila de historias que habría escuchado un par de veces con anterioridad, ahora con la idea de documentarse, grabarlo con su móvil y remitirlo a mi whatsapp en formato MP3. 

Y esta es la historia. Una en la que Araceli, tía de Emi por hermandad con su padre, relataba entre otras cosas el nacimiento de uno de sus muchos hermanos:

—Oye Emi, ¿ entonces tu padre no sabía lo del bebé que nació muerto ?

—¿ No te acuerdas que mi padre también se quedó alucinado cuando lo contó ?—Paco procura disimular que oculta un teléfono grabando pero su voz le delata. Ella entorna los ojos mientras le mira y,  como se sabe escrutado y nervioso, antes de que ella pregunte qué está tramando y se vea en la necesidad de confesar una "fechoría" que no sabría cómo embutir en una longaniza de mentiras, agita una espina clavada:

—Ah, si ... por eso dijo que tu padre era un "desmemoriado" y se reía de él a carcajadas ... ancianas carcajadas desdentadas.

—Mira, no me lo repitas más veces que me chisco. Y además no fue así. Tú sí que no te acuerdas de nada.

—Pues ... —de alguna forma siempre sale a relucir su memoria, más anoréxica que flaca.


—Lo de desmemoriado fue porque ella tenía que llevar a mi padre en brazos y él no lo recordaba. Y si ella era una niña y le tocaba cargar con él, como podrás comprender, siendo mi padre más pequeño, no podía acordarse. Y ya me estaba poniendo negra con tanto "desmemoriado" que cuando sabe que todos la atienden se pone muy bobita y se pasa tres pueblos.

—Entonces lo del bebé se enteró ...

—Lo del bebé lo contó después, pero tú lo has mezclado todo, como siempre. Como nunca estás atento ... —Paco calla. Manejar cosas que cortan o pinchan tiene sus consecuencias. En su cabeza bailan las cuatro palabras que más le dedica Emi: "Siempre-todo, nunca-nada". Llueven chuzos de punta pero quiere obtener el relato y aguarda bajo un paraguas de paciencia, otra de sus herramientas. Hay quien llama a eso falta de carácter. 

Emi prosigue:

—Ella se enteró de todo porque estaba escondida.

—¿ Cómo que estaba escondida ?

—Sabía que algo pasaba y se escondió para enterarse. Quita de ahí.— está fregando y él se pasma en medio de la cocina. La mecha se apaga. Prende otra vez:

—Entonces se enteró que nació muerto porque no fueron al hospital ni nada.

—¡ Qué hospital ni qué ! Naaaada hombre, nada ... ¡¡ Cuidadoooo, que acabo de dar el detergenteee !! —parece que Emi no se anima a explicar. Bastante tiene con fregar el suelo de la cocina. Paco, a cubierto ya en la puerta, "trata de arrancarlo"

—¡ Hala ! y ni cortos ni perezosos, en el suelo de la cocina lo enterraron. Pues para eso lo podían haber enterrado en la calle ... ¿no?

—Eran otros tiempos, hombre ...

—¡ Toma ! y estando embarazada ... de repente ... nadie se preguntó ¿ donde está el niño ?

—¡ Bueno majo, de verdad ... ! cómo se nota que no has vivido en un pueblo ... si mi abuela —pone un ejemplo no relacionado con el bebé muerto— pasó como si hubiera estado embarazada cuando el bebé era de mi tía Geli ... imagínate. Ahí se iba a enterar la gente. Suficiente tenía cada uno con sus propios embarazos y sus historias como para preocuparse de si la otra estuvo embarazada ni dónde estaría el bebé. —Paco compone las imágenes como si estuviera viendo una telenovela y aún no le cuadra:

—Pero ... ¿ no se supone que en los pueblos la gente cotillea ?

—Pues ... se coti... lle-a-rá-ahora, pero ...—a Emi le cuesta montar o juntar algunas palabras— ... pero entonces nadie se preocupaba de nadie. Lo mismo se cotillea más en la ciudad. Si mi abuela pasó por estar embarazada con 47 años ... —suena el cubo saltando de un lado a otro del suelo de la cocina— ... imagínate.—se hace una pausa. Paco ya no sabe qué más echar para avivar la llama. Por suerte, Emi continúa:

—Y con los faldumentos aquellos que llevaban ... yo de hecho, a mi madre, cuando mi hermana —la pequeña, con la que se lleva 6 años— no recuerdo haberla visto embarazada. Y ... a la madre de Carmen —su amiga— ... nada de nada. Yo a mi madre ... cuando vi que le médico venía a casa porque iba a nacer ... igual que me acuerdo del médico me acordaría que estaba embarazada, digo yo.

Paco y Emi se preparan para tomar el café de mediodía. Ella pregunta:

—¿ Tú te acuerdas de ver a tu madre embarazada ?—también Paco se lleva 6 años con su hermana.

—No. Yo no me acuerdo. De todas formas ... tampoco me acuerdo de que tu tía Araceli dijera que se le pusieron los brazos largos por cargar con tu padre ...

—Es que eso tú no estabas delante. Nos lo contó a mi hermana —la mayor de todos— y a mi. Ya ves, una bobada. Los tendría largos por lo que fuera.

—De todas formas tu tía ... vaya historias.

—Es que mi tía era ... una garza.

—¿ Que se metía en todo ?

—A ver. Hay personas que se fijan en todo desde pequeñas. Que observan y no se les escapa nada. Y mi tía eso lo ha tenido desde pequeña. A mi también me pasa.—Paco está centrado ya en su metodológico hábito de sacar las galletas y procesarlas.  Todo a su al rededor pierde consistencia. De no ser por la grabación aquí terminaría el relato y lo anterior se convertiría en macedonia de medios recuerdos. Emi continúa:

—A mi me pasa desde pequeña. Desde pequeña me acuerdo de muchísimas cosas.—pasa un tiempo hasta que Paco trata de dar cuerda:

—¿ Por ejemplo ? —suena la cuchara de ella contra la taza mientras Paco hace barquitos con las galletas. Las parte en dos o cuatro trozos lo más idénticos posibles. Le gusta rescatarlas antes de su definitivo hundimiento, bien empapadas. No se da cuenta de lo extraño que resulta verle en esa actitud, habitual cuando conoce a los presentes.

—Por ejemplo ... me acuerdo de la casa de la señora Vicenta, no sé si te das cuenta que hemos pasado por allí el otro día. La casa que está caída. —por cómo saborea Paco sus dulces supervivientes tiene dudas de que su silencio signifique tan solo "no"— Entonces yo me acuerdo de la señora Vicenta, de la hija y el hijo que tenía. La hija era guapísima y mi hermano dijo "Sí. Es verdad que era muy guapa"—Emi se apoya en alguno de sus hermanos para señalar la diferencia con Paco que es incapaz de recordar a la mayoría de sus vecinos y él no será consciente de la lectura entre líneas hasta haber escuchado el audio. Pero sigue:

—Sin embargo mi hermana —la mayor— no se acuerda de nada. Ni siquiera que hubieran vivido allí. Pero es que yo podía tener ... cuántos años ¿ cuatro ? ... ¿ cinco ? de la gente me puedes preguntar por quien sea. Incluso por los que se marcharon en seguida que me acuerdo de todos.—y lo más probable es que Paco se enredase buscando la respuesta a "me puedes preguntar por quien sea" entre un rebaño de gente que ni siquiera conoció, pero calla y lo deja pasar como tantas cosas— Me acuerdo de la argentinaaaa ... de los hijos de la argentina que vivía donde vivíamos nosotros antes ... de las cosas que dejaron en el desván: libros, cuadernos escritos que yo me he dedicado a mirar ... de la señora Otilia y los seis o siete hijos que tenía ... que eran todos chicos ... de los que vivían en el pueblo de al lado que me llevaban a veces, de sus nombres ... de todo, todo.

—Dudo que te acuerdes de sus siete nombres.

—No. Solo me acuerdo de dos. De Manuel y Justino, que era de mi edad y siempre decían que era mi novio. Madre mía, qué castigo con Justino. Más feo que picio, por cierto. Cuesta distinguir las palabras con el crispante ruido del envoltorio  trasparente que mantiene las galletas firmes en una torre que  a él fascina mientras la desmonta pieza a pieza como parte de su rutina.

—Por eso te lo dirían.

—Bah, qué años podía tener, cinco o seis ... ya ves tú. Que con 6 años ya me enviaron a la ciudad con mis hermanas mayores.—él también se recuerda siendo chiquito acompañando a su madre a la pelu y coincidir con Auxi, hija de otra clienta. "¿ Es tu novia Auxi ?, jajaja." le decían, pero Paco no entendía.  Cuántas cosas idiotas se les dice a las criaturas. Cuánto se divierten algunas personas en la supuesta adultez fastidiando a menores que no están capacitados para interpretar sus intenciones.

Un día subía mi esposa con nuestra hija en el ascensor acompañada por una vecina y su nieto. Pues no se le ocurrió mejor cosa a la abuela que preguntar: "¡ A que te gusta mi nieto para novio, que es muy guapo !" y mi hija contestó molesta: "¿Con esas orejas tan grandes? No, está horroroso." etc, ya saben, sonrojos y bla, bla.

En mis altavoces suena la cuchara de Emi removiendo a la vez  el azúcar y sus pensamientos con ese cerebro que a su pareja le parece tan complejo:

— Y me acuerdo de todo aquello que pasó con Modesto,  hermano del torero, que quiso aprovecharse de Maribel, hija del tractorista. Si es que me acuerdo de todo. De tooodo, de todo, de todo. De haberlo vivido.

—Eso ... qué pasó.

—Que la quiso violar. Y lo de Feli ...  es que no me he atrevido ni a contárselo a estos. Lo sé porque ella —Araceli— me lo contó un día en la residencia. Y yo jamás se lo he contado a nadie.

—¿ Qué Feli ?—en la mente de su interlocutor las primeras neuronas se afanan en una "cadena humana" que trata de almacenar nombres y relaciones. Las del medio no saben para qué tanto trabajo y las últimas tiran los datos en cualquier sitio.

—Feli era la sobrina de Lisardo. —sabe que Paco necesita todas las explicacionesLisardo era un pastor, soltero, que vivía pa'llí detrás de la fragua con su madre, que se  llamaba Luisa, que claro, el otro día cuando estuvimos juntos por ahí mis hermanos y yo la recordé perfectamente. Hasta las gafas que llevaba con uno de los cristales ahumados. Mis hermanos se quedaron también alucinados.—Emi debe estar muy emocionada porque lleva tanto rato dando vueltas al azúcar en la taza como para convertirlo en sirope. Paco ha conseguido "arrancarla" y ya no para:

—Iba vestida de negro siempre. Entonces vivía con su hijo Lisardo y yo iba mucho a jugar con Feli que era como 4 años mayor que yo. Ella compró ese papel que se estira y las alambres y me enseñó a hacer flores de papel. A mi me gustaba mucho estar con ella, hablábamos, sobre todo ella, y me entretenía. Entonces yo si veía que, para ir a casa de su tío regala datos extra bajando el tono en la voz: ella se iba en el verano siempre a acompañar a su tío y su abuela que vivían en otro pueblo YYyyy ... yyy para ir a casa de la señora Luisa, Feli tenía que pasar por delante de la fragua. La fragua era donde se reunían todos los hombres y cuando pasaba ella la criticaban y cuchicheaban y hacían risitas ji-ji-ji. —toma un sorbo y remueve otra vez el azúcar, ya nube de algodón, antes de continuar:

—Bueno, total, que los martes siempre iban de la aldea al pueblo principal, los hombres sobre todo, a comprar porque había mercado. Y Feli fue. Y para regresar se debió de encontrar con Javier (que ya se ha muerto) que era el padre de los de la zapatería, y se ofreció para llevarla en el coche pero, a medio camino, pues quiso también ... —aparece el tabú y las palabras no se nombran por elegancia y ella se bajó del coche y se vino andando.

Me incomodo como narrador pensando la de cerdos inmundos que hay por todas partes ... ¡ Oy ! Eso es especismo. Los cerdos no tienen culpa ¡ Cuánto se aprende con una hija feminista y vegana ! Es una maravilla.

 "Feminism saved my life"


 Vuelve Paco al ataque:

—Entonces intentó violar a las dos chicas.

—Nooo. A ver. Lo de Maribel y Modesto no tiene que ver con Feli y Javier. 

—Qué raro que con tus hermanas no lo intentase.

—Es que a mi casa no venía. Un día iría a casa del tractorista por lo que fuera y se encontró allí a su hija sola, que era de la edad de mis hermanas. De hecho eran amigas y se fueron juntas a trabajar al hotel en Gerona. Y lo contaron todo muy en secreto, pero yo las oí.

—Vamos, como tu tía mientras enterraban al bebé.

—No me escondí pero las oí y lo de Feli no lo sabe nadie más que yo. Luego no quería pasar por delante de la fragua la pobre.

Cuántos estigmas. Injusto que la víctima sea señalada, camine con miedo y el agresor campe a sus anchas. Injusto que la otra chica y sus amigas hablen en secreto de algo que debía contarse a voz en grito. Ser mujer, ser hombre. Está claro: no hay diferencia de género ni la hubo nunca.

—¿ Y está vivo ese tiparraco ?

—Pero si te acabo de contar que está muerto. Y era el padre de María, de la zapatería, ¡ quién lo iba a pensar ! —toma sorbos de café a medias con su bollo. Tira de memoria para ofrecer más datos aún vivos— ... y a la hermana de Juanita escaparse para ir con el hijo de la señora Edelmira. Pues no la vi veces ... por eso te digo que soy observadora. —se hace una pausa y cuenta—  por eso cuando tu madre hace señitas pa'cá, señitas pa'llá digo "madre mía" ... digo: si antes de que empieces a hacer señas ya me he dado cuenta que me estás haciendo burla. O cuando tu hermano le señalaba a su amigo  con la mirada el escote de nuestra hija. Son mil cosas que ... vamos ... no se me escapan a mi ...

Paco se ha quedado mudo. El no tiene ese don para conocer y observar a las personas. Por eso pregunta:

—¿ Y puedes estar fijándote en las personas y estar al hilo de la conversación ?—responde de inmediato detrás de la letra n:

—Perfectamente.—sigue tomando el café y tras una pausa, añade— ... y si estoy hablando por teléfono, sin ver a la otra persona sé si me está escuchando o no. Sin embargo con Socorro —su compañera de trabajo— no me pasa. Es tan evidente que no hace falta ser observador para ver que no te está escuchando nunca. —Mira a su compañero que vuelve la vista a su vaso. 

Ella le ha mostrado malestar varias ocasiones por la forma en que la mira. Algunas personas se molestan por no mirarlas a los ojos y otras por mirarlas sin pestañear. La gente es antojadiza incluso con la duración de un simple contacto visual. Por curiosidad he cronometrado el tiempo transcurrido desde  que ella dejó de hablar y son 40 segundos cuando le pregunta:

—Qué. Qué piensas. —16 más— ... si es que piensas algo— 15 más hasta que Paco espeta fuera de tono:

—¡ QUE VAYA MEMORIA ! Dices luego que de nada te sirve pero como poco vale para saber lo que te han dicho, lo que no y quién ...

—Bah ... no creas, otras veces no es tan bueno. Que te acuerdes de todo ... al final puede hacerte hasta daño.

—Tu hermana ... ¿ vivirá mejor sin acordarse de las cosas malas ... quieres decir ?

—Creo que las cosas malas que puedan haberte pasado durante la infancia y tal ...  creo que hay que aprender a vivir con ellas ... a aceptar a los padres tal y como han sido, con sus defectos y sus virtudes, porque si no ... el problema es no querer ver las cosas como han sido. Pretender cambiarlas diciendo lo buena que fue tu madre cuando en realidad no lo ha sido. Creo que eso, a nivel mental, no hace ningún bien. No porque a mi me lo haya dicho nadie, simplemente porque lo he comprobado día a día, no de la noche a la mañana. Querer cambiar las cosas de como han sido a ponerlas de color de rosa ... eso no ayuda demasiado. Y es lo que le pasa a mi hermana, no quiere ver las cosas nunca. Como la gente que se inventa una vida paralela cuando muere un ser querido. Porqué vas a decir que era maravilloso si no lo era. Tenía muchos defectos.

—Eso es cambiar el guion

—Cuando no hay porqué cambiarlo. Eso también lo aprendí de mi tía Araceli. Su madre estaba como una auténtica cabra y siempre decía lo mala que había sido con ella. Como mi otra hermana antes decía "padre y madre" y ahora que están muertos los llama "papá y mamá". Eso no te hace ningún bien.

—A lo mejor se creen que son mejores personas si les blanquean el recuerdo.

—¡ Ellas mejores personas ! ¡ Que luego desfilan camino del cementerio pero no se acuerdan de cuándo ni cómo murieron exactamente ! Y que mi madre tenía cosas buenas si ... pero había que rebuscar mucho ¿eh?. Por lo que haya sido, por su infancia, por su vida ... ahí no voy a entrar, pero vamos ... estaba cargada de defectos. Y lo que es peor, luego por detrás ... la de cosas que me he enterado posteriormente por mi tía Araceli, pero bueno. Era mi madre, ya está.

—También tu hermano se inventó que tu madre quería mucho a José

—Bueno, es que ese día casi me abro en canal. Me pasa como a mi tía Araceli, que le parecía como si hubiera vivido una realidad diferente en un mundo paralelo.

—Sí porque tu madre despotricaba cuando ibais a limpiar la ropa, también la de él y encima a mano ...

—Y lo ha llamado vago, lo ha llamado guarrrro, ¡ lo ha llamado de todo ! ¡ pero de todo ! ¡ mi madre no lo soportaba ! ni que bebiera de más ... ¿ mi madre le quería ...? ¿ porque luego después de muerto fue al cementerio ? ¿ y porque cuando entraron las otras en el velatorio se le cayeron las lágrimas que ya le costó ? Pues otro que tal baila. Menudo tío plasta, ¡ pero plasta ! —vuelve a tirar de memoria sin esfuerzo y añade— que les sacaba el dinero de la hucha a los muchachos para irse a beber. Y el dinero que malgastó, que no tenían ni dónde caerse muertos después de todo lo que había ganado. Y eso lo sabía mi madre ... por eso te digo que ... me parece que nací en la familia equivocada. Porque sé que son mis hermanos pero ... por otra cosa ...

—Y lo que te quedará por ver.

—Pues tú no hables mucho que os queda tu madre y ... tal como sois todos los hermanitos ... que no ande dando mucha guerra porque tal como anda ella de la cabeza ...

La grabación continúa algunos minutos más entre los ruidos habituales de recoger la mesa, terminar con la cocina y una conversación incómoda sobre la familia de Paco que me ha pedido que no transcriba.