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viernes, 25 de marzo de 2016

Una inspiración mortal

A deadly inspiration
"Prefiero morir de una muerte significativa a vivir una vida sin significado" Corazón Aquino

Vampyr - Carl Theodor Dreyer 1932 - Laura Makabresku

Oscar se devana los sesos inútilmente. Desde siempre. Sólo era un niño y trataba de penetrar el abismo que separa a las cosas de tener un alma propia. Quería transformar un bolígrafo en submarino. Una hoja de papel con dibujos de una cabina de mando en una nave espacial. A un niño en un seductor amante casanova para su profesora de tercero y luego en un soldado más del escuadrón. Un soldado en un ejemplo de inocencia y su capitán debía morir a toda costa. Como no podía matar a su capitán, este soldado se quitaba la vida en cada intento. Siempre agonizaba en sus sueños imaginados donde se maltrataba a cada instante sin saber el motivo y se cortaba las venas por las muñecas o se colgaba de una cruz israelita y los israelitas le escupían con asco haciendo bajar de los senos nasales la pastosidad verde más hedionda y sanguinolenta de que eran capaces. 


Maxime Taccardi
Oscar creía quitarse así la vida  a mordiscos, pero cuando uno desgarra su vida en sueños lo que termina por desaparecer es el espíritu. Mientras era niño su personalidad se destruía al anochecer antes de empezar a dormir sumido en estas tribulaciones trágicas y pantanosas, alejándose poco a poco de la sociedad y su familia. Su yo interior forjaba mientras una personalidad válida para el personaje que representaría en la vida su papel. Ya entonces no era tan niño, no era ni adolescente, no era adulto ni mucho menos, ni era tampoco un joven como tampoco era ningún viejo pero lo era todo a la vez. Más adelante, cuando los demás le encontraban con la mirada perdida, él transitaba entre sus mundos de agonía, sus plácidos espacios vacíos y sus eternas esperas en la antesala de la muerte donde nunca encontraba turno.

Lo que estaba claro era que Oscar, cuando quiso darse cuenta, había dejado de ser niño. Y no recordaba cómo había sucedido, como le pasa a todo el mundo pero culpándose de ello. Empezó como tantos otros la edad adolescente con su primer amor, y su primer amor resultó ser la muerte disfrazada de chica. Era un chaval plenamente capaz de entenderse con aquella primer-amor-amiga, pero ni por un momento se sentía válido para ella. Ella era guapa y alegre, lista y simpática con su increíble sonrisa, así que no tenía duda. El se menospreciaba a sí mismo absolutamente de forma consciente. Una voz interna y dominante, mucho más poderosa que la fuerte atracción que sentía, le decía: "Chaval, ella no tiene ni para empezar con una mierda como tú. No hagas el ridículo. O mejor, ¡ hazlo !, para que todos podamos reírnos, ¡¡¡ JAAA JJAAAAJJAAAAAAAA, JAAAAAAAAA JAA JAAAAAA!!!" 


(A estas alturas de relato, muchos habrán cambiado ya de sitio. No me extraña. Lo triste y desagradable es siempre objeto de rechazo pero aún así, gente como Laura Makabresku encuentran el modo de crear belleza.) 
El creía que debía ser transparente pues los ojos negros de aquella chica habían tomado su radiografía mental en una fracción de segundo y el resultado era un cero absoluto de -273 grados. Ni si quiera se habría entretenido en valorar opciones o posibilidades con él.

Así pues, la muerte estaba bajo su disfraz femenino. Inspiraba un amor platónico y enfermo cuya medicina para este chico fue desahogar su pesimismo sobre el papel. Para qué dedicarle palabras y pensamientos a la chica. Hay más muerte entre las flores que en el bisturí del mejor cirujano. 

Aunque parece sorda, la muerte siempre escucha lo que decimos de ella.



Y él llamaba  a la muerte. La retaba a llevarle aunque nunca acudía. 

Se inspiraba en su fatídica silueta cuando estaba triste para escribir. Casi siempre estaba triste pero no siempre apetece expresar los sentimientos y menos cuando no se comprenden.
La tristeza es un veneno suave que destila la muerte para nosotros.

Beber veneno a veces no basta para morir, el cuerpo se habitúa al amargo diario del sabor oscuro en pequeñas dosis.

Sobrevivía y necesitaba mayores concentraciones del elixir para el más allá si quería encontrar a su heroica salvadora. Se inspiraba en ella y escribía:

Y si la carne ama a la carne, los huesos aman a los huesos. 
Y como la tierra roturada sin cesar se convierte en polvo
la carne sin alimento se transforma en hueso. 
Y con el beso que nadie quiso se alimentó la tierra 
lapidaria sobre este músculo flojo y blanco
que si alguna vez palpitó vivo entre las fieras, 
despojado del abrigo duro, desnudo sin su manto, 
dejó sus restos limpios por fin, por fin sanos 
y solos sus huesos en la barca, sin moneda ni mando.

Una noche de sueño agitado y convulso, la muerte le visitó. 
Y le habló asi:

"Eres un maldito gilipollas, chaval. Te complaces en tus miserias, te regodeas en ellas en lugar de luchar. A la primera de cambio, cuando la cosa se pone fea, te quieres quitar de en medio. Con tanta gente como hay muriendo y padeciendo por la guerra, por la falta de agua, de alimento, por la falta de justicia, de derechos y libertades y tú, que tienes la suerte de desconocer todo eso, andas buscándome como ... no sé ni cómo llamarte. Menudo memo. No. No vales una mierda, desde luego. Y esa primera chica de tus supuestos amores, te recuerdo que te dio no una, sino dos oportunidades y en las dos te inventaste cuentos para escapar. Si piensas que vales nada, los demás, no solo las mujeres, lo sabrán rápidamente no porque seas transparente sino porque lo proclamas en una pancarta con tu actitud. Lo peor de todo es que lo sabes. 
Nunca te he hecho caso porque prefiero dejarte encerrado en tu castillo de los horrores dando vueltas como un ratón. 
-Barron Storey - Ugly Paintings-
A unos me los llevo repentinamente con o sin sufrimiento. A otros les dejo algo de tiempo antes de llevármelos, con o sin sufrimiento. A veces siego vidas de personas plenas de salud o felicidad, de proyectos o juventud, de torturados, de inocentes, lo mismo da. A veces siego la vida a niños y bebés y otras a ancianos consumidos por la edad. Al rededor de todos esos seres viven otros que en ocasiones sufren intensamente por la pérdida y quieren que también los lleve o no sienten nada o incluso se alegran o disfrutan, lo expresen o no. ¿Por qué?
Porque la muerte más que existir, sucede, pero no es un ente. Del mismo modo, la vida sucede y nadie la cubre con un vestido blanco ni le pone una varita con estrella en la mano. Y si nadie puede rogar a la vida para que le traiga a este mundo, ¿porqué rogar a la muerte para que lo retire de él?.
No es la muerte quien te habla. Eres tú quien me inventa y pone estas palabras en mi boca, so estúpido. Y como tú de estúpido hay muchos otros. Sois humanos de otra raza. Una raza social: los vivientes muertos crónicos."

En aquel momento despertó. Sabía que el sueño había sido extraño, pero no recordaba nada más que fragmentos in-co-nex-os. Y volvió a despertar triste, angustiado y con un extraño pensamiento sobre la vida. Aquel día despertó sabiéndose muerto desde siempre. Desde que era un niño y dejó de pensar cosas de niños. Desde que cruzó sexo inocente y excitado con su ídolo y le falló. A él, que además de ser su referente, era su admirado y todopoderoso.

Nadie puede justificar su cobardía en la vida por motivo alguno. Quien no se rebela contra el sufrimiento y la injusticia, propia o ajena, merece permanecer vuelta tras vuelta en ese remolino hasta ser engullido por las profundidades de su loca oscuridad.


Dice Barron Storey en su obra "Suicidio - Aviso: Dibujos feos":
"El suicidio me rodea. Mi madre. Su hermano. Mi ex-mujer. Mi mejor amigo...
Comencé una novela gráfica sobre mi tío preguntando a la gente: ¿Conociste a alguien que se suicidara?  Tantos lo hicieron... Dibujé sobre cada uno de ellos. Una pila de dibujos. ¿Enseñarlos? Son feos. Para que negarlo. Sujetos oscuros; sentimientos oscuros, suicidas. ¿Qué he hecho yo? Bueno, la pregunta es, ¿qué hicieron ellos? ¿y porqué? Páginas y páginas de dibujos en mi reportaje. Sin respuestas a la pregunta. Simplemente horribles. Señor, que esto termine."

Y para terminar, esta música medieval donde el autor habla de la muerte, entregando autoridad a esta señora en las dos primeras estrofas para, en la última, invitarla al baile y amablemente pedir que deje su guadaña y así marearla alegremente un poco para despistarla. Así es como debe ser.



Danza de la muerte (mi libre traducción)

Yo soy la  muerte y llevo corona,
de todos vosotros dueña y señora
y soy cruel, y soy tan fuerte y dura
que no me detendrá tu armadura ...

Yo soy la muerte y llevo corona,
de todos vosotros dueña y señora
y ante mi guadaña tu cabeza inclinarás
y de la oscura muerte al paso andarás.

Eres la invitada de honor al baile que por ti tocamos.
Deja la guadaña y baila dando vuelta y vuelta
las vueltas de una danza y date otra ahora
y tú del tiempo ya no eres señora.

"Pretendo vivir eternamente, o morir en el intento." Groucho Marx
"No quiero alcanzar la inmortalidad a través de mi trabajo. Quiero alcanzarla sin morir." Woody Allen 

Deadly inspiration.