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martes, 4 de julio de 2023

Depresión adolescente

"El arte de verdad es capaz de dar voz a las partes mudas de nuestras vidas" Shaun Tan

Mel Tregonning - Pequeñas cosas


No conozco la nomenclatura ni tengo los conceptos de una profesional en psicología.

No pido ayuda porque no es posible pedir ayuda.

Solo estoy ... loco.

Siempre, desde siempre. Eso dijo Él.

El otro él, viéndome crecer desde pequeño. Rarito primero. Chiflado después.

Gracias a Él, ahora sí, tuvo un hijo normal y de hijas más en cantidad y más normales si cabe. Yo, solo yo, nací con este cerebro tormentoso. Adalid iniciático del orgullo loco.

Oigo hablar de deprimidos adolescentes y he recordado.

Dicen son difíciles de diagnosticar y uno de sus síntomas puede ser el aislamiento. El silencio. El llanto. No querer salir ni relacionarse con sus iguales. 

Todo mentiras. Lo que quieres no es en general lo que consigues ni sabes cómo alcanzarlo.

¿ Intentarlo ? Sería fijar metas lejanas. Imaginas llegar a verlas y son borrones, zonas oscuras o llenas de dudas. Es lo que trae la necesidad de anticipar, planear para evitar sorpresas. Eso si tienes la suerte de conocer tus deseos internos. Incluso  con esa fortuna no coinciden con lo que necesitas o más te conviene.

De garantía es lo que tienes en tu mano. Un yo sin objetivos rodeado de objetos. Las cosas no mienten. La sociedad en cambio tergiversa los caminos y, cuando no puedes ver, caes de bruces sobre las babas de tu propio llanto. Un llanto inaudible pero bien profundo donde implosiona el cerebro empujándote a ...

A los 15, los 16 años debería llegarse a la cima de la felicidad. Con hormonas que nos ponen a tope en esa edad, todo vívido,  al 500 por cien. Esos periodos en los que ni siquiera somos capaces de poner en valor nuestras vidas, arriesgando todo por o para nada, probando lo negado, lo que esté más a mano sin consideraciones ni reflexiones filosóficas de mierda. 

Por igual exacerbada, la depresión puede convertirse en un infierno insufrible, extenso y sin fin aparente. No se piensa en llegar a mayor, en el porvenir ni el sembrar aunque nos taladren con esos consejos paternalistas. 

Pregúntate qué falló si esa criatura se quitó la vida en su mejor-peor momento. O si continuó viviendo, de dónde provino la sombra en torno a sus ojos. Cómo resultó que su sonrisa era tan cara de hallar. O qué hacía en su tiempo libre para fracasar en la escuela año, tras año, tras año desde los 6 años a pesar de casi no salir de su habitación.

Muchos días encontraba qué hacer en casa. El agua infinita corriendo en el lavabo por mis manos. Un coche detrás de otro, detrás de otro, detrás de otro. Qué interesante alineación. Qué preciosidad matemática. Cuánta paciencia. El tiempo marchando a contar sus segundos a la frontera exterior. 

El niño es así. Pero por raro que pueda ser, crece como crece su entorno y este chico coge temor, odio a los otros chicos.  Iguales o mayores. Miedo a quitarse la ropa ante otros y asco por su propia sexualidad. También querrán jugar y reír con sus genitales. Terror. No saber qué hacer, cómo responder. Y quién sabe si existe motivo.

¿ Se desnuda el loco fruto de su locura ?
¿ Se suicida en un momento de lucidez o de horror ?
¿ Se autolesiona cuando no es capaz de hacerlo ? 

Mi adolescencia fue incolora. Con tufo a muerte. Cogí papel y  costumbre por escribir. Sobre el vacío, sobre la nada. La melancolía, el desencanto y el disgusto. El desagrado por no comprender. Las personas, mi diferencia. Buscándola a oscuras con un cerebro normal hasta reconocer ese órgano de incuestionable anormalidad.

Me desagrada remover entre aquellos años. Quizá la adolescencia se retrasó y nunca llegó la adultez.

Pregunten a sus adolescencias dormidas. Cuenten aquí, a esa nada. Nada les será respondido.

El mundo social es una continua celebración. Una fiesta de las mentiras que disfrutan en mayor medida sus principales invitados. Parece que  en su mayoría mis disfraces para la fiesta siguen siendo equivocados.

Creo en la habitación apartada, en la columna, la esquina.
Elijo faltar a las verbenas, hacer hueco para  la muchedumbre.
Ausentarme de relaciones, de familias.
Traté de ser amigo pero ya no recuerdo qué supone.

Ni quiero.

Lego mi asiento en el cine. Cedo mi turno en el bus.
Callo hasta la ruina mi aumento de sueldo.
Busco la cola sin cola, la puerta abierta y la ventana no.
El eclipse en el centro de luces cegadoras.

Se ríen de mi. Sé que ríen como brutos. Como hienas. Blandiendo lenguas tan bífidas como el sentido de sus palabras. Amenazando con garras tras clavar tan hondo sus dientes como el último predador que conocerás.

Así pues ... 

... seco mi cerebro de afecto y los ojos también secan.

Saco mi ropa en la ducha y solo el agua, nada más que el agua, se convierte en mi pasión final. Transparente, cálida, purificante. Ajustada a mi forma. Acude acariciando la piel y se retira de inmediato. Calma esta sed sin pedir nada a cambio.

Cuántas veces, fuera, hecho de menos morir dentro de aquella adolescencia tan capaz.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Todo comienza, todo termina.

"Me gustan las gentes que ven la vida con ojos distintos que los demás, que consideran las cosas de otro modo que la mayoría ... Quizá me ocurra esto porque he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos." Nada, Carmen Laforet

Ping y Pang Theory
Ahora sé porqué no me gustan las atracciones de feria. Desde que monté en esta del Big-Bang ...


 No exacto por ese orden.

La vida de un nuevo ser comienza, se desarrolla y ... termina en un periodo de tiempo que varía entre meses y años de felicidad, sufrimientos, a lo largo de una gama completa y diversa en magnitudes.

Todo es cuestión de tiempo. Hasta la roca se crea, crece, divide en miles, millones y miles de millones para acabar diseminada entre el polvo de las estrellas como toda materia.

También las personas somos otra materia cualquiera que termina hecha polvo sin lugar a duda.

En ocasiones hubiera sido mejor no empezar nunca. El famoso cogotón, desnuque a los hijos de los pobres, los marginados que surten condescendientes, sin freno ni conocimiento, las monótonas estanterías del super "biodiversidad".

Algunos dicen que cuantos más mejor. Que son una bendición de Dios. Y si son machos mejor que hembras. Espera, que se me están revolviendo las tripas con este recuerdo:

- Tú tienes una hembra, ¿no? - Me dijo una vecina que me crucé en el portal. Mi rostro no cambió. La respuesta se me antojaba trabajo apropiado para un sexador de pollos. En esta ocasión mi silencio no sirvió como respuesta. Hay gente que no comprende los silencios, que no respeta las ganas, el derecho de un desconocido a permanecer callado. No supe qué pasaba en el cerebro de aquella vecina mientras dejaba pasar los segundos hasta que representé en una imagen el espacio vacío de aquel portal de nuestro barrio obrero como el interior de su cabeza. Reconozco que resolví tarde, parco en letras, pero resolví:

- Si.

- Qué suerte. Ya ves, yo con tres machos ... si tuviera una hembra que me pudiera ayudar en casa ...

- Yaaaa - Me volví hacia las escaleras. No lo hice hacia el ascensor por si acaso me perseguía a pesar de que su dirección era de salida. Bueno, ¡qué porras!, y porque no había ascensor ni hueco donde poner alguno. Bastante que había peldaños, buzones y pasamanos.

Ella debió comprender, esta vez sí, que no se habla con una espalda y decidió salir del portal. Igual la luz de la calle terminaba de iluminarla del mismo gris que repartía aquel día pródigo en frases para esculpir en piedra.

Sus gritos y los de su marido eran como una banda portadora para las tonadas crispantes que pulsaba su coro de tenores.

Muchas veces me produce risa cómo la especie humana se esfuerza en conocer los sucedido después del big bang. Cómo gustaría a tanta investigadora y científico determinar con aproximación los incidentes cósmicos cuando somos incapaces de dar con la solución a las circunstancias mismas de las pirámides o las guerras, capaces estas de abarcar por sí solas gran parte de toda nuestra historia.

Tan bella como cualquier sinfonía la vida comienza y se desarrolla al compás que determina su altura, intensidad, timbre y duración. Algunas personas consumen su ocasión rodeadas de timbres que hacen imposible la armonía. Otras tratan de seguir ritmos que jamás han podido soportar en lugar de reconocer el encanto, la lindura perfecta y única de su propio ritmo. Hay quienes solo buscan aplastar con la fuerza del volumen aquellas notas más suaves que rodean y conforman su misma esencia. Algunas pierden en la altura de sus sonidos los tonos más graves y profundos de otras que lograrían hacer vibrar su espíritu.

Yo pongo el amplificador a baja potencia mientras escucho esa sinfonía discorde y trato de aprender con el peligro de confinamiento que condiciona mi actitud como mero espectador.

Duele, duelo. Sordo, vociferante, dolor cabal ... que me hace perder la sensatez. Ahora hablo de dolor junto a la muñeca i.,  codo i., craneo d., dedos d., antebrazo d., cervicales, pausa, brazo i., muslo i., hombro i., axila d., rodilla d., tobillo d., pausa, cadera i., nuca i. varios a la vez, juntos, seguidos, moderados, fuertes ... ¡qué demonios son estos dolores!,  no me da tiempo a señalarlos.


Diablos ... soy tan malo, pero malo a nivel celular (como dice James Rhodes) ... que mis células se odian y destruyen entre sí, qué asco. 
Qué bueno será acabarlos y terminar igual que todo comienza, igual que todo termina.




sábado, 3 de octubre de 2020

Tenían las manos blancas


No me junten las palabras “guerra” y “civil”. Los civiles mueren con sus manos blancas.

Los pueblos no se matan en guerras de hermanos. No con tanques. Ni con balas que apuntan al corazón de un vecino. 

No se muere de civismo sino del pesimismo. El mismo que no encuentra soluciones fuera de la muerte. 

La suerte del contrario debe entenderse como punto fuerte de un nuevo amigo.

El enemigo abandonado a la cuneta, al escondite de tierra, primero suplica y necesita. Luego debe, tiene que pedir a gritos salir fuera. Decir su culpa, decir su nombre debe.

Deben volver las pieles abrasadas, los pulmones asfixiados, las mujeres violadas, los cadáveres hacinados como deben volver todas y cada una de las almas solas, perdidas, olvidadas.

Deben recordarse los ojos por encima de sus cuencas igual que corrieron las lágrimas haciendo surcos por sus seres queridos.

Debemos admitir las derrotas y ser por igual derrotados ante la humildad de los vencidos.

Debemos vencer nuestros demonios para alcanzar a vernos, quizá algún día, como siempre debimos.


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Perros que pasean haciendo ejercicio.

Ejército de tierra, desembarcos de mar.

Mareados salen entre zumbidos de balas.

Lavan su sangre en playas saladas.

Soldados que ayer en su arena jugaban.

Bajaron a ver morir el mañana. 

La nana era sueño y hoy queda nada.

¡Hada madrina ayuda a este crio! 

Te creo - ¡BANG! - ahora descansas.

Mansas palomas contra colinas armadas.

Rameras del Führer vacían la esperma.

Enferman sus hijos mamando metrallas.

¿Me traerás tu cariño si mato judíos? 

¿Dios haría del Reich un reino divino?

No vi distintas opciones matando mil niños,

mil mujeres, mil hombres, mil niños.

Niños tan solo, gaseados vivos.

Vos dijiste menos germanos, menos nórdicos.

Sórdidos motivos para crímenes sin castigo.

Contigo, conmigo, una pira de odio bárbaro

atiborrado, feroz y cruel de ojos bien claros.

Raros, rasgados, irreductibles sus aliados,

alejados en tierras de tsunamis y olas.

Enola en tu nombre también quemados vivos,

los niños.

Y vos y tu hijo Paul masacrando mujeres

júrenme “Lo hago por mi patria, Dios mío”.

Ni dioses ni perros caminan tu destino.

No tildes a la bomba por robar inocentes

centenas o miles de vidas al adversario.

Rio de sal, playa dulce, todos distintos.

Instintos hermanos en este pequeño

noqueado mundo de guerras sin tino.

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En el parque rebosaban sugerentes luces verdes adornadas con sabrosos contrastes amarillos al atardecer. Ver respirar con la gafa nueva tanta minucia resultó intenso como éxtasis sobre dolor. El suelo era papel de lija color azafrán que vigilar para no untar el molde del pie con dulce de caca. 

Los tréboles acurrucados de a tres pasan ya frío por octubre. Las ramitas rotas por el viento crujen secas porque las piso.

Algunos y algotros con sus perrillos sueltos me conocieron, miraron y saludaron. Como el parque se bifurca en abajo y arriba dejé que marcharan por lo bajo mientras observaba desde lo alto. Allí debajo, un crio de 7 años tiró su bici sobre un can de algodón que le asustó sin propósito. Aquí encima, unos gamberros acecharon y aguardaron apartados los efectos de un fuego, ¿su fuego?  provocado en el pasto seco de un campo cercano. 

Un perro mediano nos mostró todos los dientes, tirando de la correa, ladrando amenazador.

Empecé a jugar con las palabras guiado -medio zombie- por mi chiquituco entre padres y niños.


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Don't lump the words "war" and "civilian" together. Civilians die with their white hands.

People do not kill each other in brotherly wars. Don't with tanks. No with bullets aimed at a neighbour's heart. 

You don't die of civility but of pessimism. The same pessimism that does not find solutions out of  death. 

The fate of the opponent must be understood as the strength of a new friend.

The enemy abandoned to the gutter, to the earth hiding place, first begs and needs. Then he must, he has to cry out to get away. Speak his guilt, speak his name he must.

The scorched skins, the suffocated lungs, the raped women, the overcrowded corpses must return as each and every lonely, lost, forgotten soul must return.

Eyes must be remembered above their sockets just as tears ran in furrows for their loved ones.

We must admit defeat and be equally defeated before the humility of the vanquished.

We must overcome our demons to see ourselves, perhaps one day, as we always should.

lunes, 6 de enero de 2020

Repita, por favor

"Algunos aman las flores y los animales porque son incapaces de entenderse con sus semejantes." Sigrid Undset

No quejarse ni lamentarse puede manifestar la ausencia de dolor y sufrimiento, la reserva de palabras, más que el mutismo absoluto. Un rostro que no cambia ni se baña de lágrimas hace suponer un bienestar llano, formas de ser o una simple etapa favorable. 

A veces la realidad más descarnada y lacerante se viste de silencio, favoreciendo esa completa ceguera que facilita la vida a su entorno.

¿Es la violación suficiente motivo para el dolor? ¿Lo es el abuso sexual en la infancia siendo lejano y hasta confuso? ¿O lo será quizá una infancia o juventud de aislamiento y persecución, golpes e insultos? ¿Son asuntos para enterrar hondo y olvidarse?

Algunos animales entierran el alimento para después, cuando la necesidad estruje el estómago agudizando los sentidos. Muchas personas tratan de sepultar sus heridas en la memoria ignorando que es un todo, que nada separa del resto cuanto allí está fielmente grabado. Cada nueva imagen, olor, sonido, sabor, roce o palabras serán bien capaces de desvanecer en segundos el refugio de cualquier recuerdo oculto. Cuando menos nos obligará a volver allí, reconstruirlo, echar más tierra, más alcohol, más mierda.

La tía de mi esposa, pasados los 100 años y consciente de que su cuerpo era incapaz de continuar, dijo un día: "La vida se me ha hecho corta."

¿Cómo puede ser que la vida resulte insoportable siendo joven aún, cuando faltan tantas experiencias ... o que las sucedidas basten para desbordar cada recoveco de la mente hasta asfixiarla?

Puede ser. Porque el engaño es capaz de fracturar la inocencia tanto como el desengaño triturar una nueva esperanza mientras tratas de recuperarte. Puede ser porque lo único que no te decepciona es la soledad cuando necesitas tanta ayuda. Porque todos los palos que continuarás recibiendo con puntualidad caerán sobre un hematoma invisible. Para dirigirte hacia tu esquina de ring y que no te levantes otra vez con ganas de pelear. Para amordazar tu voz cuando por fin la encuentras y no hay nadie que quiera escuchar. Porque nadie quiere escuchar.

No quejarse y callar. A veces la falta de actitud, su cambio, la permanencia en zona negativa, los mil errores y silencios sin fin, los llantos inexplicables, las pésimas notas en los exámenes, la apatía por todo incluidas las ilusiones de antes, los despidos en el trabajo, las largas estancias en babia ... no son suficientes señales. Tener ojos no acompaña de manera intrínseca la facultad de apreciar el paisaje. Distinguir el sufrimiento de alguien puede ser motivo de huida, de ceguera. Incluso de mofa. Saberlo es como poner otra grapa más en la boca. Suponerlo es sellarla para siempre.

Te preguntas: ¿ Quién va a creerme ? ¡ A mí ! ¡ A ese ser que vaga por la casa como un espíritu perdido y que de pronto encuentras observándote inexpresivo desde la puerta  ! ¡ A alguien que no se preocupa por sus escasas amistades ! ¿ Quién puede creer a alguien que no se comporta como las personas normales, como los chicos y chicas de su edad sino como desde esa detestable adultez viciada de amargura ?

Ahí están los ancianos en la residencia. Mientras espero para entregar su pedido los veo dispersos por toda la planta baja, enorme, rodeada por televisores silenciados de 52", entre maceteros de 1x1 metro y algún sofá, asiento múltiple. Una mujer trata de abrirse paso con el andador empujando a los que están en silla de ruedas. La mayoría solos y algunos rodeados de familiares aburridos mientras una enfermera lee su glucómetro como una abeja sobrevuela entre malvas y amapolas. Ahí todos sumando milenios de experiencias exhaustas en fila india hacia el secreto y hermoso almacén de los libros olvidados. Me digo convencido: "Cuantos más dientes nos faltan, más años de vida nos sobran." y a continuación me pregunto: "¿ Dónde quedaron todas esas criaturas que un día fuimos ? Tan hermosas e inocentes, tan humanas, sanas, frescas ...

La rutina sirve para anticiparlo todo. Una de aquellas noches infantiles de verano en casa de mi tía, compartía habitación con un primo cercano a sus 18. En medio de la oscuridad, mientras escuchaba la remota señal de radio estadounidense de turno, me explicó al tiempo que trataba de secar su abundante acné con alcohol cuán duro resultaba su trabajo en una fábrica de zapatillas. Coger las alpargatas y sujetarlas con una goma elástica. Meterlas en una caja. Esa era toda su tarea. Para él un duro trabajo repetir la misma secuencia hasta el infinito. Para mí, por entonces, una delicia convertirse en máquina. Siempre me fascinó ser una máquina. Hacer perfectamente la misma tarea. Ahora sé que está bien, pero no todos los días de tu vida.

Necesito mi rutina, aunque sea la peor del mundo, porque no se cómo hacer funcionar otra. Todas las noches vuelvo a ella antes de dormir. Imagino sucesos tremendos con otras personas, ficciones imposibles en el marco de lo cotidiano. El día entero escapando de todas las personas me lleva a relacionarme con ellas sobre una inconcebible balsa de acechantes amenazas por la noche. Y me duermo pronto. Quizá por lo soporífero que resulta ser el perpetuo protagonista de tus propias películas. Acaso por la tranquilidad que me suscita fantasear pesadillas de la misma forma desde hace tantos años sin que sucedan peores cosas. Por que nada en la vida real podrá superar esa maldad que supongo de las personas. Y porque nada ha cambiado desde que ... siendo niño dejé de ser héroe, tripulante de naves espaciales y hermosas historias para transformarme en un ser abyecto, un cáncer maligno que devora su propio ser.

Así, cuando llega la mañana algunos días, la dedicatoria de mi primer pensamiento sigue siendo para la muerte. Pero tampoco es tan extraño.

Aún así amo casi todos los animales y las plantas, las rocas, los cielos despejados de la noche y el calor del sol por la mañana, al agua más que a mi sangre y aprecio una pizca de cariño en las poquitas personas que de alguna manera me importan.

Feliz día de Reyes Magos. Que ustedes lo hayan disfrutado.

Cuéntalo - Laurie Halse Anderson (guión) & Emily Carrol (dibujos)
 



"You'd be socket at how many adults are already dead inside, walking around with no clue, waiting for a heart attack or a cancer to finish the job. When people don't express themselves, they die one piece at a time. It's the saddest thing I know."

jueves, 13 de junio de 2019

¡A mi que me fusilen!

Tratando de sacar una sonrisa al morrongo "fermin"
He tomado tres veces un avión. Las tres hacia una isla. La primera para compartir la miel y la luna con la felicidad y el placer de los recién casados en Mallorca. La segunda por ignorar o más bien olvidar que los recuerdos únicos jamás vuelven a repetirse porque la magia estaba en nosotros y no en aquella isla.

El tercer vuelo lo sentía contra el viento y mi espíritu sedentario se negaba como siempre. Para algunas personas viajar es ... pero no lo sé muy bien. Digo que no quiero nada nuevo, que nada cambie, pero cuando por fin lo intento y comparo la pesadilla que me rodea y bloquea al salir de mi espacio y mis rutinas con mis pies descalzos sobre la arena, con los espacios abiertos, el mar o los montes arbolados y verdes, los campos de girasoles, los bebés, las risas y los juegos felices de los demás, mi balanza se equilibra entre el dolor y la belleza.

Había dicho que aquel viaje no era necesario. Que no iba a derramar una lágrima y mi aspecto impasible daría lugar a una escena odiosa. Además ya nada se podía hacer por salvar su vida. Mi esposa por suerte se mantuvo firme y me dijo "Puedes hacer lo que quieras pero yo pienso ir sola aunque sea. Tú verás."

En las Islas Canarias la luz del sol parece quemar los colores como en fotos sobreexpuestas. Así, desde el trasiego, los caminitos entre casas individuales de fulgurante blancor posadas sobre un negro volcánico entré a la casa de mi hermana. En una confrontación de sensaciones agridulces donde la vida pronto iba a dejar paso a la muerte. Allí estaba reunida todo el resto de mi familia.

Después del insidioso protocolo de abrazos y besos pasé a la habitación.

Mi madre le dijo "Mira quien está aquí, cariño" y después de mirarme breve pero lento detrás de sus ojos nublados, bajo el peso de los sedantes para el dolor hizo una mueca, giró un poco la cabeza y se pusieron a correr lágrimas por su mejilla. Su hijo, "el enano" que nunca había querido ir a las Canarias estaba ahí para despedirse. Solía reírse de la visible humildad de mi vida y mi familia entre muchas otras cosas. También de mis miedos-manías mientras preguntaba: "¿Es que tienes miedo a que se hunda la isla?".

Salí como pude para "que no te vea llorar" y mi madre vino detrás.
-No te disgustes, hijo. No es que no quiera verte, es que le da pena.- Y en realidad no volvió a verme.

Su otra compañera de habitación, desvergonzada y ruidosa, era una máquina que inyectaba y vaciaba aire en el colchón por secciones. Su cáncer sorbía sus escasas energías para inyectar células sin cesar un segundo. Los goteros inyectaban en sus venas analgésicos potentes y sueros. Su pareja inyectaba amor a a duras penas buscando un alma en aquél cuerpo ausente.

En ese entorno de pesar alguien me previno con frivolidad de que en aquella casa no esperase encontrar nada para comer. Curioso cómo los hijos favoritos se mantienen fríos y distantes mientras aquellos que lo parecen son totalmente del revés.

Pasó el día siguiente y ya de noche, mientras las flemas llenaban sus pulmones, dejó de respirar. "Márchate tranquilo, cariño. Ya pasó." decía mi madre con completa serenidad y calor en la voz. Cuando entré de nuevo, mi padre, definitivamente, ya no estaba allí.

Salí a la terraza buscando una esquina escondida donde poder llorar y encontré una tumbona junto a una barbacoa. Me senté en ella. Un mueble diseñado para el descanso y el placer transformado en un incómodo objeto inútil. Mi actitud de duelo debió salirse de lo común y mi esposa extrañada vino a acompañarme y preguntarme. Yo sólo acertaba a decir que "Soy un mal hijo. Siempre le he decepcionado." con la confusión típica de los tiempos verbales que te hacen sentir el peso real de la muerte y tomar contacto con el momento.

Mi padre siempre fue un devorador de todo. Bebía su vaso de horchata de un solo trago y los demás lo prologábamos tendiendo a infinito. Comía de su plato como si llevara una semana sin probar bocado en memoria del hambre que pasó de post-guerra. Reía y animaba a su alrededor voceando mientras servía de la botella: "¡Alegría, Alegría!" Otras veces, cabreado, se volvía un violento fuera de sí que gritaba, gesticulaba y asustaba a toda la familia. No dudó en tumbar de puñetazo al borracho faltón con mi madre. Aunque era incapaz de comprenderlos compraba todo tipo de aparatos con ilusión. Le gustaba lo bueno y lo gastaba por demás. Disfrutaba de un baño en la playa o la piscina tanto como una buena siesta. Así fue que cuando le dijeron a palo seco su diagnóstico y los meses que le quedaban dijo teatralmente: "Pues a mi que me fusilen" porque como él decía viendo películas bélicas: "¡Qué bonita es la guerra!" dejándome anonadado. Y cuando un día tuvo serenidad dijo: "Yo ya he disfrutado mucho de la vida. Me iré contento."

No recuerdo el día ni el año que falleció mi padre. Iba a decir que fue en medio de un verano pero acabo de mirar el acta de defunción y habla de finales de septiembre a las seis de la tarde del año dos mil once. A las puertas del otoño. Como siempre, mi estúpida cabeza hábil para manejar las cosas, unir patrones y recordar tonterías es pésima gestionando amigos y conservando hermanos mientras olvida sin más los datos importantes: los de las personas.

domingo, 9 de octubre de 2016

La muerte, medicamento antiestrés

Death, an anti-stress medication.
"Vive como si fueras a morir mañana, aprende como si fueras a vivir para siempre." Gandhi

Mujer,1925, Edvard Munch.Con una iluminación de izquierda a derecha,expresa plásticamente las tres edades de la mujer, como soñadora vestida de blanco y pura, mujer amante de la vida aparece desnuda delante del árbol de la vida, o una tercera afligida en la oscuridad.

Es evidente que la muerte no es ... no ... eso. No es un remedio para nada. Cuando hablamos de la muerte, es como si habláramos siempre del punto y final. Pero no. Hay otras formas de aplicar la muerte. Puede servir como amenaza exagerada en plan guasa o amenaza violenta en plan "te mato si ...".

Pero de verdad. Sí que puede servir como medicamento. De hecho, muchas personas que han sufrido experiencias cercanas a la muerte suelen cambiar ostensiblemente los valores que tenía establecidos, su comportamiento y hábitos. Conozco por ejemplo a un hombre antes y después de sufrir un infarto y el cambio fue como de la noche a la mañana. Incluso vino un día, tras su paso por el fallo cardíaco, a pedirme disculpas personalmente a mi trabajo -acompañado por su esposa- por su comportamiento conmigo unas semanas antes. No era necesario porque ambos reconocimos entonces que él llevaba razón cuando se cabreó. Su esposa decía feliz que era un hombre diferente.

Con el tiempo, los efectos medicinales probablemente se fueron pasando porque el carácter de uno no cambia radicalmente de forma permanente así como así y él volvió poco a poco a su anterior perfil, algo más suavizado.

Y bueno, lo que digo es que desde la perspectiva de la vida y la muerte todo cambia radicalmente. Vivimos nuestras vidas como si fueran perdurables y enfocadas desde el punto de vista del dinero, el poder, del aspecto físico o del vestuario, de las capacidades intelectuales, del prestigio o la fama y todo ello en comparación con quienes nos rodean e incluso comparado con otros que solo conocemos a través de los medios de comunicación. Y esa forma de plantearse el momento o el día a día es una mala fórmula para calcular la vida.

De acuerdo. Uno no puede pasarse el día con pensamientos como estos:

-Mientras conduces con prisa por la ciudad para llegar a tiempo: 
"si me dijeran que mañana iba a morir, ahora mismo pasaba de andar corriendo"

-Mientras esperas turno en una cola inmensa para comprar algo:
"si supiera que me quedan dos días, ahora mismo dejaba esta cola porque no necesitaría para nada comprar eso"

-Cuando te das por vencido y te rindes ante una tarea que parece imposible:
"haría un esfuerzo y me metería con más ganas para terminar este asunto si me dijeran que me iba la vida en ello"

Pues a eso me refiero un poco. A la conocida frase "a vivir, que son dos días", pero que luego muchos no tienen en cuenta para el día a día porque hace falta ser serios y constantes y eficaces y rápidos y guapos y adinerados y poderosos para entrar en el grupo admirado por los demás pero sin pasarse. Que les den por saco un poco a todos esos zombies socializantes-alienantes y estresantes.

viernes, 25 de marzo de 2016

Una inspiración mortal

A deadly inspiration
"Prefiero morir de una muerte significativa a vivir una vida sin significado" Corazón Aquino

Vampyr - Carl Theodor Dreyer 1932 - Laura Makabresku

Oscar se devana los sesos inútilmente. Desde siempre. Sólo era un niño y trataba de penetrar el abismo que separa a las cosas de tener un alma propia. Quería transformar un bolígrafo en submarino. Una hoja de papel con dibujos de una cabina de mando en una nave espacial. A un niño en un seductor amante casanova para su profesora de tercero y luego en un soldado más del escuadrón. Un soldado en un ejemplo de inocencia y su capitán debía morir a toda costa. Como no podía matar a su capitán, este soldado se quitaba la vida en cada intento. Siempre agonizaba en sus sueños imaginados donde se maltrataba a cada instante sin saber el motivo y se cortaba las venas por las muñecas o se colgaba de una cruz israelita y los israelitas le escupían con asco haciendo bajar de los senos nasales la pastosidad verde más hedionda y sanguinolenta de que eran capaces. 


Maxime Taccardi
Oscar creía quitarse así la vida  a mordiscos, pero cuando uno desgarra su vida en sueños lo que termina por desaparecer es el espíritu. Mientras era niño su personalidad se destruía al anochecer antes de empezar a dormir sumido en estas tribulaciones trágicas y pantanosas, alejándose poco a poco de la sociedad y su familia. Su yo interior forjaba mientras una personalidad válida para el personaje que representaría en la vida su papel. Ya entonces no era tan niño, no era ni adolescente, no era adulto ni mucho menos, ni era tampoco un joven como tampoco era ningún viejo pero lo era todo a la vez. Más adelante, cuando los demás le encontraban con la mirada perdida, él transitaba entre sus mundos de agonía, sus plácidos espacios vacíos y sus eternas esperas en la antesala de la muerte donde nunca encontraba turno.

Lo que estaba claro era que Oscar, cuando quiso darse cuenta, había dejado de ser niño. Y no recordaba cómo había sucedido, como le pasa a todo el mundo pero culpándose de ello. Empezó como tantos otros la edad adolescente con su primer amor, y su primer amor resultó ser la muerte disfrazada de chica. Era un chaval plenamente capaz de entenderse con aquella primer-amor-amiga, pero ni por un momento se sentía válido para ella. Ella era guapa y alegre, lista y simpática con su increíble sonrisa, así que no tenía duda. El se menospreciaba a sí mismo absolutamente de forma consciente. Una voz interna y dominante, mucho más poderosa que la fuerte atracción que sentía, le decía: "Chaval, ella no tiene ni para empezar con una mierda como tú. No hagas el ridículo. O mejor, ¡ hazlo !, para que todos podamos reírnos, ¡¡¡ JAAA JJAAAAJJAAAAAAAA, JAAAAAAAAA JAA JAAAAAA!!!" 


(A estas alturas de relato, muchos habrán cambiado ya de sitio. No me extraña. Lo triste y desagradable es siempre objeto de rechazo pero aún así, gente como Laura Makabresku encuentran el modo de crear belleza.) 
El creía que debía ser transparente pues los ojos negros de aquella chica habían tomado su radiografía mental en una fracción de segundo y el resultado era un cero absoluto de -273 grados. Ni si quiera se habría entretenido en valorar opciones o posibilidades con él.

Así pues, la muerte estaba bajo su disfraz femenino. Inspiraba un amor platónico y enfermo cuya medicina para este chico fue desahogar su pesimismo sobre el papel. Para qué dedicarle palabras y pensamientos a la chica. Hay más muerte entre las flores que en el bisturí del mejor cirujano. 

Aunque parece sorda, la muerte siempre escucha lo que decimos de ella.



Y él llamaba  a la muerte. La retaba a llevarle aunque nunca acudía. 

Se inspiraba en su fatídica silueta cuando estaba triste para escribir. Casi siempre estaba triste pero no siempre apetece expresar los sentimientos y menos cuando no se comprenden.
La tristeza es un veneno suave que destila la muerte para nosotros.

Beber veneno a veces no basta para morir, el cuerpo se habitúa al amargo diario del sabor oscuro en pequeñas dosis.

Sobrevivía y necesitaba mayores concentraciones del elixir para el más allá si quería encontrar a su heroica salvadora. Se inspiraba en ella y escribía:

Y si la carne ama a la carne, los huesos aman a los huesos. 
Y como la tierra roturada sin cesar se convierte en polvo
la carne sin alimento se transforma en hueso. 
Y con el beso que nadie quiso se alimentó la tierra 
lapidaria sobre este músculo flojo y blanco
que si alguna vez palpitó vivo entre las fieras, 
despojado del abrigo duro, desnudo sin su manto, 
dejó sus restos limpios por fin, por fin sanos 
y solos sus huesos en la barca, sin moneda ni mando.

Una noche de sueño agitado y convulso, la muerte le visitó. 
Y le habló asi:

"Eres un maldito gilipollas, chaval. Te complaces en tus miserias, te regodeas en ellas en lugar de luchar. A la primera de cambio, cuando la cosa se pone fea, te quieres quitar de en medio. Con tanta gente como hay muriendo y padeciendo por la guerra, por la falta de agua, de alimento, por la falta de justicia, de derechos y libertades y tú, que tienes la suerte de desconocer todo eso, andas buscándome como ... no sé ni cómo llamarte. Menudo memo. No. No vales una mierda, desde luego. Y esa primera chica de tus supuestos amores, te recuerdo que te dio no una, sino dos oportunidades y en las dos te inventaste cuentos para escapar. Si piensas que vales nada, los demás, no solo las mujeres, lo sabrán rápidamente no porque seas transparente sino porque lo proclamas en una pancarta con tu actitud. Lo peor de todo es que lo sabes. 
Nunca te he hecho caso porque prefiero dejarte encerrado en tu castillo de los horrores dando vueltas como un ratón. 
-Barron Storey - Ugly Paintings-
A unos me los llevo repentinamente con o sin sufrimiento. A otros les dejo algo de tiempo antes de llevármelos, con o sin sufrimiento. A veces siego vidas de personas plenas de salud o felicidad, de proyectos o juventud, de torturados, de inocentes, lo mismo da. A veces siego la vida a niños y bebés y otras a ancianos consumidos por la edad. Al rededor de todos esos seres viven otros que en ocasiones sufren intensamente por la pérdida y quieren que también los lleve o no sienten nada o incluso se alegran o disfrutan, lo expresen o no. ¿Por qué?
Porque la muerte más que existir, sucede, pero no es un ente. Del mismo modo, la vida sucede y nadie la cubre con un vestido blanco ni le pone una varita con estrella en la mano. Y si nadie puede rogar a la vida para que le traiga a este mundo, ¿porqué rogar a la muerte para que lo retire de él?.
No es la muerte quien te habla. Eres tú quien me inventa y pone estas palabras en mi boca, so estúpido. Y como tú de estúpido hay muchos otros. Sois humanos de otra raza. Una raza social: los vivientes muertos crónicos."

En aquel momento despertó. Sabía que el sueño había sido extraño, pero no recordaba nada más que fragmentos in-co-nex-os. Y volvió a despertar triste, angustiado y con un extraño pensamiento sobre la vida. Aquel día despertó sabiéndose muerto desde siempre. Desde que era un niño y dejó de pensar cosas de niños. Desde que cruzó sexo inocente y excitado con su ídolo y le falló. A él, que además de ser su referente, era su admirado y todopoderoso.

Nadie puede justificar su cobardía en la vida por motivo alguno. Quien no se rebela contra el sufrimiento y la injusticia, propia o ajena, merece permanecer vuelta tras vuelta en ese remolino hasta ser engullido por las profundidades de su loca oscuridad.


Dice Barron Storey en su obra "Suicidio - Aviso: Dibujos feos":
"El suicidio me rodea. Mi madre. Su hermano. Mi ex-mujer. Mi mejor amigo...
Comencé una novela gráfica sobre mi tío preguntando a la gente: ¿Conociste a alguien que se suicidara?  Tantos lo hicieron... Dibujé sobre cada uno de ellos. Una pila de dibujos. ¿Enseñarlos? Son feos. Para que negarlo. Sujetos oscuros; sentimientos oscuros, suicidas. ¿Qué he hecho yo? Bueno, la pregunta es, ¿qué hicieron ellos? ¿y porqué? Páginas y páginas de dibujos en mi reportaje. Sin respuestas a la pregunta. Simplemente horribles. Señor, que esto termine."

Y para terminar, esta música medieval donde el autor habla de la muerte, entregando autoridad a esta señora en las dos primeras estrofas para, en la última, invitarla al baile y amablemente pedir que deje su guadaña y así marearla alegremente un poco para despistarla. Así es como debe ser.



Danza de la muerte (mi libre traducción)

Yo soy la  muerte y llevo corona,
de todos vosotros dueña y señora
y soy cruel, y soy tan fuerte y dura
que no me detendrá tu armadura ...

Yo soy la muerte y llevo corona,
de todos vosotros dueña y señora
y ante mi guadaña tu cabeza inclinarás
y de la oscura muerte al paso andarás.

Eres la invitada de honor al baile que por ti tocamos.
Deja la guadaña y baila dando vuelta y vuelta
las vueltas de una danza y date otra ahora
y tú del tiempo ya no eres señora.

"Pretendo vivir eternamente, o morir en el intento." Groucho Marx
"No quiero alcanzar la inmortalidad a través de mi trabajo. Quiero alcanzarla sin morir." Woody Allen 

Deadly inspiration.

domingo, 6 de diciembre de 2015

El lobo amante

Wolf lover
"El amor y la muerte son dos huéspedes no invitados; nadie sabe cuándo vendrán, pero ambos hacen lo mismo. Uno toma el corazón y el otro toma sus latidos."
Todas las fotografias son de Laura Makabresku

Sale el lobo cada noche tras los breves pasos de su bella presa esquiva, olisqueando cada esquina, dejando hilos de seda tejidos por un deseo revelado de forma ancestral. Corre sigiloso y astuto por naturaleza, cada movimiento como un pequeño salto, imperceptible pero claro, por la senda del delirio infinito que recorre cada miembro de su cuerpo, fibroso y fuerte.

Puede sentir cercana su presencia cotidiana e imprescindible de tanto quererla, de tanto soñarla entre tanta lucha y tanta pesadilla épica. Puede percibir en su hocico el lobo negro las vibraciones tercas de unas pisadas ligeras, tiernas como fantasías sobre un paladar exquisito, presurosas y bailarinas entre herbajes ateridos, las patas del cervatillo.


Sale el venado blando entre el miedo milenario y la hoja afilada del crepúsculo inevitable. Se cree a salvo con menos luz y menos horizonte, con menos ojos curiosos y menos olores, con menos sonidos sin concierto entre tanto incisivo ilusorio y a la vez tan aledaño y auténtico.


Grazna el cuervo de día pero guarda para la prenda nívea de las hadas su pico torvo  y arqueado  durante el ángelus. Aguarda dueño del tiempo y con paciencia el devenir inaplazable de la sangre manando hasta la última gota de aquella rapiña pequeña y desarmada que progresa ajena por entre matorrales y broza sin que su madre lo sepa. Quedará con seguridad para sí los restos de la caza pútrida y luego las pieles secas y después los huesos limpios que nadie quiera.

Yace la naturaleza ya muerta de hojas ocres y pétalos secos sobre cuartillas viejas en frascos sellados por corcho marchito.

Ven los ojos del lobo la criatura cerca. Sabe el ínfimo ciervo cómo orienta las orejas agudas su fiel arquero. Dispara su ballesta y brinca la pieza en un suspiro contra la última luz que restaba del atardecer. Mira quieto el cervatillo entre los profundos luceros del devoto lobo. Acaricia este el vientre de su amada con el beso fresco y descarado de su hocico  y ella quiere ser incendiada de amor desde su cadera hasta lo más recóndito del nido. Y él clava pausadamente su diente del querer con todo el cariño porque ella lo acepta en un temblor único y femenino. Y ambos se agitan intensos y apasionados al compás del único latido. Frenéticos entrecruza su negra piel vigoroso contra aquellas patas quebradizas, pálidas,  rasguñadas y lisas.

 

Qué éxtasis tan vehemente nos une cuando somos presas del instinto y cómo el tiempo lo deshilacha al acecho, escondido entre nuestras fibras más fuertes y más densas, aquellas que ilusionados creíamos eternas.

Волк любовника. (Wolf love)

El lobo y su cervatillo - foto de Laura Makabresku