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jueves, 30 de junio de 2022

Ruido. Mucho Ruido.

"Lejos de tanto ruido es cuanto vivo
como ser ciego de pasiones lentas,
sordo como brasa última
que tus manos nunca aprecian." 
Fermin RdT


En la luz azul de los coches de policía. En los puntiagudos faros ardientes que noctámbulos aguijonean la carretera. 

En un sol azotando de pronto sin piedad entre el suelo y una pared clara, a saltos de nube, rodeado y sobrecogido sólo me salvará cerrar los ojos, no mirar, no sentir dolor contra negrura luminosa.

En el penetrante pitido del bus que avisa de la entrada o salida de su rampa para personas en sillas de ruedas, chirriantes pitidos de peligro, agresivo aviso de normativa pública.

Nunca para el ruido.

Al calentar en microondas o hacer el café, al aspirar del suelo los polvos echados a dormir, cambiando del pelo al ambiente la humedad con secador, al acondicionar el aire o moverlo  con aspavientos, la décima potencia de la termomix que empuja a saltar por la ventana: ¿qué debía hacer primero? 

Un currículum en láser, un chocar vasos y platos del lavavajillas al estante, la pelea entre cubiertos por ser lo más Top en su sección o el puf puf en la olla depresión. Salvaría la viuda alabadora por su revolcón en mi ropa limpiándola de pasión pero ...

... es mucho ruido.

Mejor que los gasóleos o las motos petardas de medio pelo o las hermanas mayores de mil caballos desbocados en su armadura sería, si lo fuese, el rodar los coches eléctricos por la calle

Sirenas  asesinas deambulantes abriendo las sienes al asfalto. Bomberos neurasténicos que incendian mi frente ya sofocada de por sí. Policías criminales pululando por entre mis mejores sueños. Bocinas traficadas de errores ajenos enjuiciados, sentenciados con insultos a tragar en ásperas cápsulas de metal. 

Siguen siendo ruido los jubileos del equipo que ganó la partida o esas otras manifestaciones de proclama por un mundo de oportunidades perdidas, mundo perdido de oportunidades informadas, nunca atendidas.

Los tac-tic del teclado, del reloj a cuarzo, al compás clic de mi ratón mientras suenan de fondo ventiladores en el ordenador leyendo a 7.800 revoluciones por minuto un CD de AC-DC en curso hacia las 7.200 del  tieso disco interno.

Ruido, tanto ruido que confundo la música con su estampido.

Los Pii-pirri-piiiii de pájaros cantores en celo sobre mi ventana a las 4 de la mañana y lo peor, el patrón espaciado en sus silbidos. Palomos que decoran con heces la ropa tendida y tórtolas e incluso mochuelos que se chillan de a tres en la distancia también codificando secuencias. Perros levantando el eco en otros perros acompasados en su estridente coro sinfónico. Gatos apasionados que parecen bebés llorando en armónicos calcados. Loros o periquitos enjaulados que deleitan repitiendo a sus personas de acogida lo estuchado. Mosquitos que buscan insistentes la sangre dulce de mi esposa olisqueando al paso esta oreja. Mi yorkshire matao a nerviosos ladridos.

Muchísimo ruido.

Patrones en formas, luces y sonidos que despiertan y fijan mi mente como una inyección de café oscuro cargada con adrenalina.

Palabras. Acusadoras broncas vecinales y llantos compartidos. Miles de palabras y frases repetidas sin origen ni destino.

Hablar y hablar hora tras hora sin necesidad como si hablar no fuera también una algarabía a lo comedido. Decir las mismas cosas por supuesta educación. Platicar de un tiempo mejor y otro peor que cada cual siente diferente mientras asiente con quien tiene enfrente y si le agrada miente o lo desmiente si no lo soporta a pesar de sentir igual ... qué distintos matices los del verano pero cuán afines a un infierno disimulado.

Lo que siempre es igual, el ruido. 

Ruido de ideas indirectas ocultas entre palabras suaves, conductas abyectas.

Ruido de mortero, de balas en siseo, reactores de altos vuelos, bombas enormes que derriban edificios enteros, muerte sin espacio en los cementerios, cuerpos pudriéndose en medio de una sociedad descompuesta.

Un mundo de ruido en el que algunos hicieron hueco profundo,  lo cubrieron de pluma, de aire aislado, perdido de senderos lógicos, de líquidos espesos, de un amor huraño entregado a poquitos sin que nadie sepa ni comprenda su sentimiento.

Lejos de tanto ruido es cuanto vivo
como ser ciego de pasiones lentas,
sordo como brasa última
que tus manos nunca aprecian.

lunes, 13 de junio de 2022

El caracol y Yannis Lobaina

"Tus sentimientos son parte de algo más extenso que este pequeño mundo y, a la vez, algo tan frágil como tu mejor sueño o tan poderoso como ese sol ardiente hecho deseo." Fermin RdT
Polymitas de mi abuela Ana
Esta preciosa foto de Yannis Lobaina tiene nombre: "Polymitas de mi abuela Ana"

No es normal pero a veces me asombro y me gusto en algunos momentos preclaros de escritura narcisista. Es el caso de un comentario en respuesta a Yannis Lobaina que escribe el blog "En la red del tiempo" sobre "7 cosas que he aprendido de nuestro Caracol en 7 días".

Ella enumera estas ideas a partir de los caracoles:

1.- Que uno crece, desde adentro y en silencio

2.- Que cuando uno siente que las condiciones son favorables, entonces, sale de su concha y decide seguir su trayecto.

3.- Que somos capaces de ascender tan alto como nos propongamos

4.- Nuestro dolor, heridas, y traiciones nos servirán para curarnos…así como ellos usan su propia baba para curarse de las heridas y librarse de infecciones. Autocurarnos.

5.- Tomarse las cosas con calma. Saber protegernos. Caminar con cautela. Y poder tener PAZ.

6.- Disfrutar el momento preciso. Paciencia.

7.- Entender que para llegar a la meta hay que hacerlo con un horizonte bien definido, más allá de las vicisitudes que llevemos sobre las espaldas.

Y le respondo:

Me gustaron mucho tus siete mandamientos.

Son más que pensares, son vivires.

Me envuelvo con la seda de tus siete magníficas reflexiones como esa oruga que se sueña voladora.

Son lentos y yo como ninguno. Para todo: decidir qué quiero, responder qué espero.

Tan lento soy que amo al día siguiente, cuando mi amada está ausente y sentirme no puede.

Ellos son líricos y a la vez conocen la matemática de Fibonacci.

Yo quisiera ser escritor pero escribo programas de ordenador.

Se cuidan las heridas. He herido mi cuerpo para curar luego sus heridas.

A pesar de tanta cautela como compartimos por el futuro, de escondernos en nuestras conchas a la espera, de aquella lentitud que exaspera los ojos de quienes nos observan, existe una diferencia irremediable entre estas cremosas criaturas y el pretencioso que te comenta.

Ellos saben amarse sin fronteras en el cuerpo y sin poner la mente en una bandera.