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viernes, 22 de enero de 2021

Ver la vida, mundos paralelos

La inseguridad, según a qué tipo de persona afecte, tiene aparte de otras dos variantes claras.

Una, cuando las personas se creen insignificantes. Eso les hace sentir que no se merecen nada bueno. El miedo les hace creer eso. El miedo les agarrota y los pensamientos generalmente son negativos y de baja autoestima. Pero no voy a desarrollar este tema (para mi súper interesante) pues siempre me he llevado sorpresas grandes y gratas con esas extraordinarias personas que se creen insignificantes 

Dos, cuando son personas posesivas. Con su forma de ver la vida y donde la dominación es la venda a sus inseguridades.

Estoy empezando a sentirme bien con determinadas situaciones y participo en un baile de máscaras que yo organizo para no salir como gato escaldado que luego huye hasta del agua fría. Lo llevo cada vez mejor y emocionalmente no me cuesta tantos disgustos como cuando me implicaba de corazón. Eso es una parte de mi vida, pero ahora ha irrumpido como elemento nuevo una ira sin controlar. Aunque intento hablar, no logro conectar con él o él no logra que yo me entere. Es como si estuviéramos en mundos paralelos donde sin querer hacernos daño, nos lo hacemos.

Si algo he aprendido, de ahí lo del baile de máscaras, es que discutir es absurdo y más cuando se ve claramente que no se llega a ningún sitio y solo se ahonda más en el desconcierto y en el desasosiego.

Yo construí un mundo y creía que se estaba desmoronando, pero he adaptado los cimientos y no se va a hundir. No me voy a hundir, pero no logro conectar con ese nuevo elemento para que comprenda que su mente no le deja ver ni entender con claridad (aunque todo depende del cristal con que se mire).

No todos los momentos son malos. Tiene ratos de “lucidez” y de buenas intenciones, pero siempre está en ebullición y cualquier chispa le vale para incendiarse.

No todos vemos y sentimos la vida de la misma forma y tampoco pretendo que la gente comulgue conmigo, pero me gustaría poder adentrarme en el corazón de alguien a quien no quiero dar por perdido.

He dejado muchos “inconvenientes” apartados de mi vida, personas tóxicas que ahora creen que como de sus manos. Así lo he hecho creer pues al final estaban consiguiendo contaminarme y a veces la mejor manera de alejarse es estar cerca…..

Ha sido relativamente fácil y veo la estupidez de no haber reaccionado antes, pero este nuevo artista del circo no me permite ordenar el pensamiento. Me duele o me hace temblar en el trapecio y no quiero que caigamos a la arena sin red.

No quiero que se formen vacíos imposibles de llenar. Ya tengo uno muy grande con otro ser y ya no tiene remedio por distintas circunstancias.

Aunque no pierdo la esperanza de que todavía queda tiempo, más emocional que físico, empieza a semejarse a la moral que gastan los del Alcoyano…..

Han pasado unos días desde estas divagaciones y de pronto ha sido fácil distinguir más allá del blanco y negro cuando suponía que era algo personal. Empiezo a entender a este nuevo jugador en mi vida.

Hace tiempo todo le cambió, se encerró en su mala suerte o en su desgracia, no solo de pensamientos sino en todo su conjunto y aun siendo una gran persona, se ha embrutecido social y familiarmente.

No era solo ira descontrolada por su supuesta falta de intimidad, se había hundido en sus olores, en poner distancias y, en parte, a su no saber afrontar las situaciones. Fue metiéndose en su “cueva”, en su caverna interna donde todo lo de fuera le hacía sentir acechado como un animal herido.

Sentía mucha incomodidad por no poder acceder a una plena comunicación y veo que tengo que poner mucho de mi parte. No tomarlo como algo personal con la intención de ofender, sino como algo personal desde un cariño mal entendido.

El aislamiento mental, aunque aparentemente se sea muy sociable, te “embrutece” y no puedes vivir siempre como un animal a la defensiva en su territorio. Un animal herido que no ha dejado que le curen las heridas de verdad, no las que pregona, y se revuelve con quien se acerca demasiado a su interior.

No va a ser fácil, pero me he quitado mucha presión y he dejado de tomar en cuenta ciertas cosas pues no es una guerra sino un comienzo de vida. De recuperación de una convivencia olvidada más que perdida.

jueves, 7 de enero de 2021

La chica de la foto

Entre las muchas maravillas que puede ofrecer Asturias está la iglesia de San Julián de los Prados o Santuyano. Tan llano en castellano como yano en asturiano que decidieron construir una autovía con 4 carriles a escasos metros. A pesar de eso, hay un parque allí mismo hermoso y extenso para retozar como pollinos en celo. Y ya saben lo que dijo el marqués de Santillana: "Asna con pollino, no va derecha al molino". Bien sabemos que en temas de celo son los machos quienes pierden su sentido común, pero el machismo de la época no daba para un "Pollino con asna, olvida el trabajo y se pasma". Volvamos al texto:

Así de bonicu e digno de mención es este edificio y alrededores. Uno de los lugares elegidos por el fotógrafo que recibió el encargo de decorar con fotos murales las cabeceras de cama y algunas otras paredes del maravilloso Campus Apart Hotel donde estuve hospedado. Cuentas con la ventaja de caminar 200 metros al salir del apartamento y -opción- visitar al Señor, que siempre se alegra de vernos.

Para empezar he tomado prestada la foto en color de Google. A la distancia correcta, con la inspiradora iluminación solar de las 11 en un verano de envidia sobre una temperatura que evapora el mejor bouquet de la hierba fresca recién cortada.

Por contra, siendo el mismo edificio, la foto del apartamento luce la sobriedad inmutable de los tonos grises. El blanco y el negro combinan siempre y no enferman según los antojos de las modas. Quien hiciera la captura no buscaba lo obvio y personalizó la toma observando desde un punto bajo y mucho más cercano a través del gran angular. La iglesia se presenta de esta forma más solemne. Casi mayestática

La primera vez que escuché esta palabra era un crío y atendía a un cuento donde un padre con voz encopetada (a la vez que ridícula) daba a su hijo la lección de ir con la verdad por delante. El chaval, en cierto modo como yo, lo tomó al pie de la letra y se metió en problemas y recibió varias tundas. La otra cara del disco infantil me gustaba muchísimo más porque el padre estaba orgulloso de su cuarto hijo, que era como yo y prefería siempre la misma cosa antes que, por ejemplo, ir con otros niños a jugar al fútbol, etc. Ah, y con la diferencia de que el mío nunca tuvo tal satisfacción, pero yo prefería aún creer lo contrario. El bello sobrenombre de "loco" gritado con su salud de barítono sañudo acompañado de fuertes golpes en la cabeza ayudaron a librarme de esa estúpida creencia infantil. O eso pensaba, porque deseé que muriera y cuando lo hizo muchos años después, lloré por haber sido una decepción constante para él. Que D.E.P. 

Sigamos con el hotel y la foto.

Uno se aloja allí con toda la felicidad que solo garantizan los lugares conocidos. Te alegra ver la misma cara de esas personas en recepción: amables y correctas. Llamativo y triste sin embargo que las personas se vuelvan invisibles por llevar el uniforme de la limpieza, siendo igual de agradables y con la diferencia de que además están entre tus cosas mientras te hacen la cama, limpian la habitación y el baño y hasta cambian tu rollo de papel higiénico. 

Ya va siendo hora de poner la imagen: 


Tomé con mi teléfono esta captura desde un ángulo que minimizara la distorsión del gran angular. En el acercamiento de la siguente se aprecia mejor:


Y finalmente lo que ha dado lugar a todo esto:

¿Quién es la chica de la foto? 

Todas las personas que han estado en este apartamento ... ¿se habrán fijado en ella?

Pasaba por allí cuando el fotógrafo trataba de conseguir una exclusiva de piedra. Con su pañuelo al cuello. El verdor de Asturias se paga en lluvias persistentes, a veces mezcladas con frío. Oviedo tiene cerca de este sitio la facultad de Filosofía y Letras, la Casa de las Lenguas, el Campus de Humanidades. ¿Iba a clases? 

La chica vio a quien hacía la foto antes de volver la esquina, pero no al revés. 

Ella llegó a su clase y retiró el pañuelo. Se sentó a un lado y el aula se fue completando en minutos. Otras chicas entraban hablando, alborotadas, risueñas por la tarde del viernes que las esperaba. Ella sacó su estuche, extendió las hojas y al lado, un libro de Kafka sobre la metamorfosis. Los chicos pasaban a su lado, la miraban y cuchicheaban con risitas entrecortadas. Abrió el libro:

"Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto."

Aquella sola frase bastó para que los ojos de aquella chica recibieran más lágrima de la necesaria aquel viernes por la mañana.

Nota: Si alguien desea escuchar el otro cuento, aquí está: