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viernes, 22 de febrero de 2019

Anorexia mentirosa

The Anorexic - Jim Rowe  (1996)

El psiquiatra tamborilea con sus dedos sobre la mesa.

—Fermin, lo primero que te voy a pedir es que siempre digas la verdad. ... Es muy importante. ... Si no eres capaz de hacerlo ... ... ... no podremos ayudarte. ...

—Vale
—le miro los dedos y no tiene uñas a la vista. Están cubiertas de esparadrapos. Habla haciendo pausas entre las frases. Sé que me mira. Lo confirmo pero no sé qué espera.

—No, vale no. ... Me lo tienes que asegurar. ... Porque si mientes lo vamos a saber. ...  y esto no es un juego ... Si no te lo vas a tomar en serio tendrás que irte ¿de acuerdo?

Sigo mirando con detalle esas vendas y pienso si este hombre sabrá hacer o no su trabajo cuando no se controla al punto de comerse los dedos y llegar quizá al hueso. Retira la mano y luego respondo

—No voy a mentir.
—la U.T.C.A. está formada por un equipo multi disciplinar que cubre los aspectos psiquiátricos, psicológicos, endocrinos y nutricionales además de tener enfermería y terapeutas ocupacionales.

—Bien. Y debes tomar la medicación que te voy a recetar. ... Es muy importante también.

—Bueno.

—Y recuerda que podemos saber si de verdad los tomas.

—(pues bueno, lo que tú digas, deja de observarme)


David G.P., coordinador de la unidad de trastornos de la conducta alimentaria, es psiquiatra. Poco a poco allanaría mi conducta ayudado por su Zarelis (venlafaxina ) y su Rexer Flash (mirtazapina).

    Cada semana al principio, cada dos más tarde, las visitas a la unidad. Desnudarse conservando el calzoncillo (o la braga) con los ventanales abiertos (la luz es hermosa) y de espaldas a la puñetera báscula para anotar el peso, medir la grasa corporal bajo el antebrazo con el plicómetro, tomar la tensión, escuchar el corazón ...

    Me ofrecen ir a mear porque es un truco de subir peso. Bebes agua, pesas más. Hay quien mete cosas en la ropa interior para engañar a la báscula ... yo no haría nada de eso.

    David aumentó la medicación de Zarelis dos veces quizá porque mis respuestas eran, además de honestas, desafortunadas y preocupantes. Mi esposa, convencida de que algo (desconocido por ella) le debía contar para que subiera la dosis, me asediaba luego a preguntas. Con los fármacos empezaron ataques de bostezos y bruscas sacudidas al comienzo de la noche en las que me mordía lengua, labios, carrillos y creí romper los dientes. Pateaba involuntariamente durante esas sacudidas a mi esposa, la asustaba y cabreaba. Se sumaron unos increíbles sueños conscientes que difícilmente se pueden explicar. Divertidos al principio y jodidos cuando  su pleno recuerdo hacía que no pudiera distinguir lo vivido de lo soñado.

    La endocrinóloga me recetó batidos "Ensure TwoCal" que me sacaron de los cincuenta y dos kilos ayudados por don Rexer Flash, que estaba muy rico.

—Ya verás qué contentos se ponen en la farmacia al encargar estos batidos.

—¿Ellos? ¿Porqué?

—Porque son caros y ganan mucho dinero. De momento te receto dos packs de treinta unidades. ¿Qué sabor prefieres? ¿Vainilla o fresa? ¿O uno de cada? - Ana Isabel, con su voz de pajarillo, siempre fue y es conmigo de trato amable.

—Uno de cada.

    Los batidos fueron un sufrimiento. Es justo lo que no quieres tomar: calorías. Encima son espesos, asquerosos y ... maaah, poderosos. Hacerlos subir por la pajita cuesta un triunfo.  Me daba hojas para análisis y otras donde poner lo que desayunaba, comía, merendaba, cenaba, bebía cada día con su cantidad. Ella reía leyendo mis minuciosas explicaciones y menús: "¡¡ Eres un gourmet !!".
 

   Lidia B.A. dice que hablo como un chaval de quince y no debe ser cosa buena. Es la nueva psicóloga del centro y eso si que es bueno para ambos.

    Una de las sesiones coge un bolígrafo y un papel y empieza a dibujar en círculo sobre el mismo sitio hasta dejar un feo borrón de líneas superpuestas. Por momentos parece que va a salir de ahí la chica de la película "The Ring". Dice "... esto es lo que haces todo el tiempo... dar vueltas y vueltas al mismo asunto ... ".



    Tenían decorado el centro con carteles de recortes y frases que los/las adolescentes realizaban en sus sesiones de terapia. Una vez dije:

—Estoy cansado de venir aquí y ver tanta tontería.
—en referencia a los carteles.

—Oye, Fermin. Lo que tratamos aquí es algo muy serio.

—Perdón, perdón ...

—No es ninguna tontería. Hablamos de muchas 
jóvenes que mueren por esto.

—Es verdad, perdón, no quería decir eso ...
—a pesar de que la interrumpía reconociendo mi error se enfadó con razón. 

Cuando me ofreció terminar las citas con ella acepté. Creo que sigue enfadada.

    Han pasado casi veinte años desde la "Entrevista a una anoréxica" que Lisa Carver hace a su niñera y escribe:

    "Mantener el consumo de guisantes a siete por día, impidiendo que el tenedor toque mis labios, simplemente, no me encaja. [...]  al final, esos anoréxicos te obligarán a cuidarlos fingiendo que nunca quisieron ayuda,  como que nunca te odiaron ni quisieron entristecerte: 'Oh no, eso solo era violencia  dirigida a mi interior.' ¡Pero qué me estás contando! Odio jodidamente ese comportamiento pasivo-agresivo.[...] El sufrimiento autocomplaciente y silencioso de la anorexia, en el gran esquema de la vida, es algo realmente inútil."

     Hoy la gente considera grave este desorden mental pero de su interior se desprende que opinan igual que Lisa Crystal Carver hace veinte años.


    En el transcurso de mi trastorno me he dedicado a subir y bajar por todas las escaleras yendo o sin ir concretamente a ninguna parte. Desde la cuarta planta de la facultad miro hacia abajo del patio interior  imaginando mi cuerpo caer contra la rejilla de la primera planta. Así desde cualquier hueco y otras escaleras. He controlado mi peso entre tres y cinco veces diarias. He hecho ejercicio a escondidas sin parar. He restringido la comida y la he vomitado ( no hay cosa más asquerosa ). El deseo de morir que siempre me ha atormentado es ahora especialmente intenso y doloroso cada mañana. Mientras dormía solo ( por mi facilidad para desvelarme y el colecho de 8 años ) despierto un día recordando que se puede distraer a la mente con dolor: me auto lesiono imaginativamente durante un tiempo. 

    Anorexia es más mentirosa que nerviosa. Una caja rebosante de mentiras útiles y penosos trucos de mago obstinado en ocultar su obsesión a un pequeño grupo de espectadores tristes y hastiados. En mi caso no recuerdo engaños sino confesiones cristalinas para conseguir ayuda.

—Tienes trabajo, ¿no?
—David y su rueda de reconocimiento.

—Si

—Y qué tal te va. ... 
—soberanamente estos diálogos obligados me aburren.

—Mmmm... bien
—no sé muy bien a que se refiere pero sé que las respuestas positivas sirven para evitar que quiera hurgar.

—¿Eres respetado en tu trabajo?

—Ssssi. 
—¿qué es ser respetado? ¿Que no se rían de uno? ¿No sería estúpido pagar un sueldo a alguien a quien no se respeta? En aquella época -aunque visto como raro- era respetado.

—Y tienes familia ... una esposa ... una hija ...

—Ssssiii.
—oye, es evidente. Lo sabe. Continúa sus preguntas y llega el momento de la conclusión:

—Disfrutas de todo lo que se puede desear. Tienes trabajo y familia. Eres respetado y querido. Aparte de esto no tienes problemas físicos ni de salud. No hay nada más y ... a pesar de que tienes éxito en la vida, te empeñas en adelgazar sin motivo y echar a perder la salud y todo lo demás.

—(éxito en la vida) 
—no sé qué contestar. ¿Alguien sabe qué es eso?

—Claro. Estar delgado... ser perfecto... es super-mega-guay, ¿no te parece?
—me trata como si fuera un completo idiota.

—No. No me parece nada. Yo lo que busco es evaporarme y desaparecer.

—Pero eso no sucederá así, y lo sabes.

—( no estoy tan seguro de saberlo )
—es curioso cómo uno piensa respuestas que no pronuncia.

    La anorexia no se conforma con tu grasa. También se lleva tu músculo, hueso, pelo y tu cerebro. A cambio te entregará para empezar el físico, si lo buscabas. El reconocimiento social, si lo deseabas. Incluso finalmente la muerte sin pretenderla. Pero de guapos nada. Quedamos horribles. No hay visión más espeluznante que un cuerpo de cadáver vivo cubierto de venas y piel fina con lanugo.

    Si. Si tienes o tuviste esta enfermedad estarás pensando en estos momentos como yo que más horribles son los gordos y más aún cuanto más sebo bamboleante portan. Pienso eso porque se aprende desde pequeño. Pero no quiero ser así. ( Así de asqueroso debo aclarar, después de leer a Rufalia  Los quiero y respeto como a cualquiera y ojalá a mi me puedan querer y respetar por igual sin repetirme pública y privadamente lo flaco, feo y repelente que estoy continuamente. Y no me agarren del brazo para tantearme. ¿Qué les parecería si yo cogiera sus michelines y los sacudiera para comentar a continuación "¡... y a ver si dejas de adelgazaaaar!" ? Esto me lo acaban de hacer (en formato inverso) unos días después de escribir todo este texto. Un hombre con síndrome de algo, que habla raro y está todo el rato haciendo ruidos y muecas al que yo seguiré tratando con corrección.

    Topicazo: la hermosura de las personas, su valor, está dentro. Dentro, de verdad. Tampoco  su cara o su gesto. Esperad a conocer a vuestros semejantes y después sabréis si lo que llevan en su corazón (o cabeza) merece la pena.

    Pregunto a mi primo por su hermana (según mis padres también con A.N.) y zanja la conversación limitándose a etiquetarla de loca. Casi todo el mundo opina verdaderas burradas y juzga muy duramente a quienes la padecen.

    Fueron tres años difíciles para mi esposa y mi hija. Las personas que tienes a tu lado sufren viéndote empeorar a diario. Es habitual que la familia se vea sometida a un desgaste continuado de largos años en los que cambian la confianza hacia uno por permanente inseguridad. Empiezan a dudar si te conocen de verdad y el agotamiento y la frustración llevan a un diálogo sin vuelta atrás:

—Te vas tú o me voy yo.

—( estás muerto ) 
—no hay respuesta por mi parte. Ninguna novedad.

—Puedes ir a casa de tu madre ...

—No voy a ir a casa de mi madre. ( estás muerto, ya estás muerto ).

    Sólo pienso en morir. Inmediatamente. Inútilmente. Tan brusca como estúpidamente.

    La vida de un individuo es una suma de hechos y recuerdos, acertados o equivocados. En la de mi esposa y su asombrosa memoria caben los hechos vividos por ella junto con los de quienes cerca o lejos han tenido algo que ver con ella, las fechas casi exactas, así como las relaciones entre unos y otros con datos extra. Algo inconcebible para mi. Y no está dispuesta a pasar otra vez por esto en el futuro.

    Por desgracia siempre seré una persona poco fiable. Un embustero y no solo en lo relativo al alimento. Mis palabras, mis hechos ... serán siempre una fuente de incertidumbre. Crees que dejas la anorexia pero te persigue. ¿Que aumentas dos kilos? Nadie lo creerá ni deseará acompañarte a la báscula. Están hartos. Seguirán viendo que te aprietas el cinturón. ¿Que comiste cuatro trozos? Una voz que no es siquiera de tu familia dirá: "No. Solo le vi comer uno." ¿Que subiste en ascensor?  No, no he oído la puerta. Todos saben lo mentirosos que son estos anorexics de mierda. Para colmo el cuerpo pide pantalones de la treinta y seis. Y llega el punto donde no tienes ganas de discutir y les dejas decir y hacer. Que os den. Iros a esparragar y dejadme en paz.

Sólo sé una cosa. Anorexia nerviosa no: Anorexia mentirosa.



NOTA:
Al final veo que Lidia tenía razón. Vueltas y vueltas a lo mismo.
Y David también con su "Zarelis de por vida" que no respeté.

NOTA-dos: 12/04/2019
Ayer vi "Millenium: Lo que no te mata te hace más fuerte" y el niño protagonista comenta:
“Mi padre siempre me decía, el pasado es como un agujero negro, si te asomas a él caes y desapareces, y yo no quiero desaparecer”.

NOTA-tres: 05/05/2019
No han pasado tres meses desde que escribiera esto. A la hora del desayuno preparo a mi esposa su taza con la leche dejando un espacio para añada el café que desee. También preparo la mía y lo dejo todo listo para después de lavarme y afeitarme. Mi esposa se ha acercado a mi y me ha preguntado:
-¿Esa es toda la leche que tomas? ¿Un dedo de leche?
No sé cómo he podido estar haciéndolo sabiendo que algo así puede ser el final de todo. Sé que al principio solo quería suavizar el sabor de la leche con los polvos del descafeinado. Algo tan estúpido como llenar el vaso con agua teñida con leche para evitar el alimento cuando por otro lado me atiborro con chucherías saladas.
El peor día de la madre. Otro disgusto más. Y luego no quiero que desconfíen.
Qué asco.

domingo, 3 de febrero de 2019

Pilar y el trabajo de limpiar

Judi Krew - Comando Cleaning

váter, wáter
m. Retrete. Wáter es un préstamo del inglés para designar el retrete, un espacio en cierto modo tabú, en torno al cual se crean expresiones eufemísticas, al igual que en relación con el acto de defecar y orinar. © Espasa Calpe, S.A.

No hay trabajo indigno.

Hoy a Pilar le toca limpiar los baños. En esas habitaciones de residencia hay retretes. Donde la gente cagamos. Hala. Qué poco fino. Podría haber dicho que es donde se hace de vientre y, del mismo modo que en la Espasa Calpe dicen, dar rodeos al pequeño tabú.
A Pilar se le acaba el tabú en cuanto se pone los guantes, agarra el estropajo y los productos desinfectantes desodorantes y se arrodilla junto al "inodoro". Lo mismo que en la bandeja y los platos se pegan restos de comida, en este aparato dotado de cañería se pega la descomida, o sea, la mierda.

Los cagones y las escobillas de su propiedad: eternos desconocidos.
Las públicas... ¡vete a saber quién y cómo las ha tocado!

Pero si tienes tu habitación en una residencia y gozas de tu propio baño con váter lo normal será no dejar pegadas en él las cascarrias para que las retire la de la limpieza, que no sabemos ni cómo se llama. "Esto es humillarle a uno" dice Ana, la cocinera de la residencia que a ratos también limpia pero sin meter la mano dentro, ni con guantes ni de cerca, al tiempo que -mano sobre mano- observa a Pilar y da una conferencia sobre la correcta limpieza, la rápida, la que se hace "por encima" y sin necesidad de tocar esas guarrerías.

No es por eso que está llorando ahora. Para ella ha sido la misma canción en casi todos sus trabajos. Está triste y llora porque tenía ilusiones renovadas con su trabajo nuevo. ¿Se puede tener ilusión por un trabajo así?

Pasados los 50  -aunque su físico no es atlético- lo da todo correspondiendo a la confianza de haber sido contratada legalmente por primera vez en su vida. Ha dejado de ir de casa en casa.  Cree dejar atrás el salario que nunca sube y tonterías como:
"si yo la casa la tengo muy limpia ..." así que poca tarea tienes conmigo.
"esta es la chica que me viene a limpiar"  aunque esté en el funeral de mi padre, es la chacha.
"si necesitas ayuda con el doctorado de tu hija, dímelo" que quedo bien aunque no sea cierto.
y un largo etc de historias similares del día a día sumando años de infravalorar y humillar.

Pronto llegó la noticia de que el contrato no correspondía con una residencia sino con empleadas de hogar que no tienen derecho a paro y ... no quedó otra que seguir bregando. Cinco meses más tarde las 5 horas diarias pasaron a 3 porque no había dinero:
"El contrato indefinido pasa a temporal hasta junio y luego ya veremos. Tienes que renunciar al finiquito, claro, y las vacaciones cógelas antes de Junio." Eso tras dejarse la espalda pintando una habitación, haciendo tiempo extra gratis a diario ...

No, no es lágrima fácil. Cuando era pequeña ya limpiaba los PAÑOS de los sobrinos pequeños que dejaban en casa de la abuela, sin lavadora. Encargada también de las tareas de casa por que su madre se encamaba rápido para paliar sus contínuas dolencias. No recuerda de ella sentir afecto alguno excepto aquél día que, extenuada y deprimida tras rozar la muerte en su primer parto a los 30, dijo "ya no puedo más".

Es una vida acumulando falta de mínimas atenciones, carencias de amor y pleno abandono cuando sola, con 11 años, en la casa de la ciudad sus hermanas mayores iban a trabajar; sin alimentarse hasta padecer anemia, romperse un hueso que no soldaría y recibir dolorosas inyecciones. Era una chica transparente -casi de plexiglás- y el amigo de la pandilla la llamó Britina.

Pilar se pregunta porqué Britina tuvo tan mala suerte hasta con los padres de su marido que la prometieron un trabajo de dependienta "más digno, con vacaciones, paga extra y dada de alta". En esa tienda llamaron subnormalito a su sobrino predilecto  ( intenso dolor e ira )  mientras destilaban una tras otra en mentiras sus promesas. Y sin valor para decírselo a la cara -lo que es peor- la obligaron a que se fuera.

Britina marchó de aquella tienda y volvió a la fregona, la plancha, la cocina y los baños de ancianas que se cagaban por casa y la recomendaban poner sangre de menstruación en las empanadas para mantener el amor del marido. Una tras otra, personas que a lo largo de su vida pretendieron hacerla creer ignorante, valorando en nada su labor y en cero su respeto.

Casada con un hombre inseguro, sin dinero ni aspiraciones, difícil y ausente en su propio mundo, se plantea hoy, herida, si mereció la pena amarlo a cambio de casi nada.

El quiere recoger la cocina empezando por el final. Ella le corrige y dice:
-Te quiero. - y lo abraza. Él, asustado primero y dos segundos después, tranquilo, responde:
-Gracias. - Tras un corto silencio, Pilar lo aclara más:
-Te quiero mucho cariño. - Y demasiado tiempo después, él responde:
-Yo también te quiero. Mucho.

Qué historia la de Britina Parasintética que ni siquiera tuvo suerte en el amor cuando era lo único que necesitaba para sentirse más fuerte. Tuvo que esperar a que la vida enseñara, bofetada a bofetada, que esto no es el paraíso sino un sucio jardín lleno de mierda donde hay que cuidar los pasos para que ésta no te llegue a las orejas.