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viernes, 5 de junio de 2020

Seguir al sol

"Las personas son como ventanas de vidrieras. Relucen y brillan cuando sale el sol pero cuando vuelve la oscuridad,  su auténtica belleza solo se muestra si llevan la luz en su interior." Elisabeth Kübler-Ross

Nadie espera que mañana nos falte la luz y el calor del sol. 

Mi querida Olivia Newton-John cantaba en Xanadu "Tienes que creer que somos magia, nada se puede interponer en nuestro camino". Me da igual si por esto, o por tener casi todos los vinilos de Barbra Streisand o por otras muchas cosas me dicen mariposa o gay. Es música y me gusta. Con todo, preferiría ser Lily Collins en Mirror Mirror antes que dudar: “Espejo, espejito, dime si parezco normal o, dibuja quizá con espuma de mar, un hermano de Afrodita en tu reflejo”.

Hace tiempo - no recuerdo cuanto ni cómo – sucedió que mi compañera Locura enfermó y abandonó su habitación en nuestro precioso ático compartido. A veces hace una visita. Juega por momentos a quedarse. Enseña sus cartas de póquer con “escalera real” de trébol negro y le muestro mi mano perdedora, “color de corazones”. Miro el reloj para que pare de parir los segundos pares e impares a la par que triste sé, no se quedará tampoco esta vez. La veo alejarse, tan guapa ella, tan joven y fresca, su contagiosa risa sin fundamento y su cara de sorpresa cuando miro el reloj y digo que se marcha. Pero soy yo, el timorato conejo blanco, quien corre y se aleja llegando tarde a la cita con mi reina.

Hace tiempo no encuentro camino al mundo donde las cosas estaban todas vivas, todas seres inteligentes, todo encerrado en mi mundo feliz. Cuando volaba contra la voluntad carcelaria de seis paredes ineptas porque las mariposas desertaron entre sus costillas al esqueleto sensible que vertebraba mi sustancia.

Conociendo el pecado y su carne inflamada alimenté el hueso con EVA, pero las manzanas que venden hoy obligan, por su enormidad adulterada, a dejar media para otro rato forrada en film plástico de 10 micras a base de spinifex. Comer siguiendo el sexto mandamiento del decálogo promueve un amor siempre fecundo; yuxtapuesto al de Moisés en número y contrapuesto su sentido por la lujuria.

No comprendo las muescas de culata que desde el regodeo cuentan experiencias sexuales con parejas que sólo se conocieron íntimamente. Y “sólo íntimamente” suena al triste frío de la uróloga mano que palpó aburrida mis testículos. Suena al plas, plas de un cuerpo contra otro o al compulsivo automatismo instintivo de animales en celo envueltos a veces, eso sí, con glamour pijo o encanto choni.

Ya hace tiempo que todo sucede a ritmo de cohete. Antes éramos escribientes de punzón sobre hojas de caña en las pagodas. Luego vinimos a derramar nuestras criaturas sobre papel desde gráciles plumas alcoholizadas en estanques oscuros. Éramos cien mil los contables de manguito y visera. Eran más tarde, ya solo centenares, las secretarias con una máquina de escribir Remington nº 1. Después empezaron los electrones a esculpir letras mecánicas perfectas. Y vimos con emoción el brazo del robot ensamblando incansable la secuencia de los adelantos modernos sin pensar por un momento en tantísimos trabajos perdidos. Solo importan las cifras: las que suman beneficio. Qué paradoja tan grande. Empresas que prefieren a las máquinas pero sin personas serían nada.

He visto a dos hombres distintos emplear más de un sueldo para pagar su teléfono móvil y luego acunarlo en capas de terciopelo para protegerlo soñando con el modelo del año siguiente. También a un hombre mimar su coche con cariño y a una mujer ponerle incluso nombre. Y hablarle ambos como se habla con un hijo. He visto bailar feliz al migrante Hope por pagar su ayuda con la compra al salir del super. También he recibido un "cabronazo" del desahuciado, sucio y sin dientes, que sentado en el suelo me veía pasar de largo para dejar la compra. Y su sorpresa bajo un cálido “gracias” al entregarle monedas después. He visto sangrar, en una avenida con abundante tráfico, a una mujer inconsciente tras romperse la cara contra el suelo. Y acudir solo un joven con rastas: tirar su patinete, quitarse  el fular para limpiar la sangre, reposar su cabeza en él y recibir a cambio insultos por detener la circulación.

Cargo recluido en el cráneo un dolor de cabeza que arresta palabras y embute frases en un bloque apelmazado de confusión, moho y carcoma. ¡ Ven, ibuprofeno, ven ! ¡ Deserta en las filas del botiquín y fundámonos venlafaxina, mirtazapina y sus secuaces todos en uno contra la serotonina y la norepinefrina ! ¡ Repleta ibupro mis entretelas y dame alas antipiréticas nada inflamatorias ! ¡ Cúbreme de analgesia plácida para los ventriculazos aórticos que lanza este corazón inmisericorde ! 

Con todo lo que llevo visto y sólo soy como esa fina hoja de lata prendida con fuerza al corazón de una Dorothy que disimula su dolor por unos zapatos gastados sobre cemento y grava; perdida y sola en un camino de Oz sin magos pero colmado de brujas que desprecian su esfuerzo y lo pagan con dinero en brea. ¿Falta valor para salir de esta senda o hace falta para seguir en ella?

Y otra vez me pregunto: ¿soy este que veo? ¿Este mi cuerpo? 

Incontestables eternas preguntas. 

Nuestra estrella saldrá mañana para todos y habrá una nueva oportunidad para arrancar  las páginas más pesadas del tomo que cargamos al lomo. Para ver nunca lo que podemos no comprender desde el otro lado de una vidriera contra la antigua luz de siempre.

Aprendamos de aquella otra Lily Collins siguiendo al sol en “To the bone”:

                  Follow the sun - Caroline Pennell - To the bone              

Sigue, sigue al sol y la dirección en que sople el viento, 
cuando este día termine.

Respira, respira el aire. Márcate un propósito.
Sueña con cuidado.

Mañana es un nuevo día para todos.
Una luna nueva y un nuevo sol.

Así que sigue, sigue al sol, la dirección de los pájaros,
la dirección del amor.

Respira, respira el aire. Aprecia este momento.
Aprecia este aliento.

Mañana es un nuevo día para todos.
Una luna nueva, un nuevo sol.

Cuando sientas que la vida se te viene encima
como una pesada carga.

Cuando sientas que esta sociedad loca
solo añade más tensión, date un paseo hasta la orilla
más cercana del agua, recuerda cuál es tu sitio.

Demasiadas lunas han salido
y se han puesto mucho antes de que vinieras.

Entonces, ¿hacia dónde sopla el viento?
¿Qué dice tu corazón? 

Así que sigue, sigue al sol y
la dirección en que sople el viento,
cuando este día termine ...