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miércoles, 1 de diciembre de 2021

Su corazón hizo "crack"

 Anoche, mientras me acostaba, no sé cómo, recordé el día que rompí el corazón de mi hermano mayor. Al instante vi la imagen de un corazón haciendo crack en el pecho de un príncipe que antes era feliz. 

Una estatua en honor a un príncipe en la que, según la historia de Oscar Wilde,  responde a una golondrina que pregunta porqué llora:

—[...] era yo feliz, si es que el placer es la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar.

Como soy persona de imágenes, sonidos y palabras escritas (peor o mejor), también puse una banda sonora que me despistó por completo de ese recuerdo. "Little prince", esta canción:


Pequeño príncipe: vives en un mundo de ensueño teniendo a todos a tu disposición. Podrías tenerlo todo si supieras quién eres en realidad.

Pequeño príncipe: vives una fantasía. Estás solo aunque la ilusión te hace compañía.

Mira a tu alrededor: ¿existe tu pequeña ciudad o quizá está demasiado lejos de esa realidad tuya?

Sé que no debe ser muy fácil que te traten como a un rey. Tener supuestos amigos a tu alrededor que te atienden con lealtad

¿No te hace dudar cuando escuchas los truenos?

Principito, aunque lo niegues, hay algo en el silencio más profundo de tu alma: es un hueco vacío.

Aunque sé que no quieres escucharlo, nunca encontrarás tu espíritu hasta que veas y seas quien eres en realidad.

Principito, oh, principito, tú sabes quién eres.

Puede que alguien opine que su voz suena como el estropajo arrastrando costra  quemada y pegada a una bandeja de paella. No me apetece discutirlo pero, tener la voz de Adele o la perfección de soprano que lucía Callas no significa que el resto de artistas deban callar su voz.

Mi príncipe particular no soportaba escuchar a Carole King cantando "Tapestry" o "(You Make Me Feel Like) A Natural Woman" y al ver que había comprado un segundo disco tuvo a bien mostrar su desagrado, lo mala que le parecía no solo como cantante sino que sus temas se le hacían pesados y horribles. Con un sablazo insultó a la artista que me ilusionaba y alegraba la vida, aborreciendo mis gustos, haciendo daño gratuito.

Quizá el hecho de no entender sus preciosas letras, sin desperdicio, le llevara a tal comentario. O quizá no.

Mi corazón no se partió en casi ninguna de las múltiples ocasiones que premeditado buscó molestar a lo largo de los años. Mostrando su desprecio por algunos de mis regalos en las ocasiones que obliga la vida, callándose como un muerto cuando me llovieron hostias y cosas peores por su culpa ... si. Si tienes un hermano años más pequeño, un crio, no puedes manejar cosas peligrosas delante de él como si tal cosa porque ese niño aprenderá y no tendrá conocimiento si las repite a solas. 

Otra cosa no pero solo ... he estado muchísimo tiempo solo en mi casa sin nadie que pudiera controlarme en las edades más conflictivas. Claro, trabajo de padres y madres, no de hermanos. No fue culpa solo suya.

Así que crack. El corazón de plomo se partió. 

En el cuento se rompe la estatua en el instante que muere golondrina besando sus principescos labios. Como monumento decadente de aspecto pordiosero, ya despojado de oro y rubíes, deciden fundirlo pero el corazón permanece de una pieza. No se deshace en el horno. No entiendo que a los fundidores les pareciera normal encontrar un corazón que no se derritió dentro de una estatua y lo tirasen sin más a la basura, de casual junto a la golondrina muerta. Si murió en la plaza para qué iban a colocar su cuerpo junto a los desperdicios de la fundición. Es bueno que nenas y nenes no acostumbren a preguntar estas cosas a cuentacuentos.

Pero mi príncipe sintió un dolor en el pecho. Había ido a visitarme ante la inminente operación quirúrgica que debían hacerme.

Llevaba casi 20 días ingresado mientras me estudiaban. No lo tenían claro. El diagnóstico estaba entre dos enfermedades: por un lado sospechar que el paciente  tiene anorexia y se pincha insulina a escondidas, buscando la muerte con glucemias de 22  y por otro lado un insulinoma, caso de uno entre un millón cuyos pacientes suelen ir con sobrepeso pues comer evita las hipoglucemias. Ser anoréxico de 54 kilos sin diagnosticar y tener un insulinoma a la vez no ayudaba a aclarar nada. Tampoco fue todo culpa suya.

Los primeros días los llevé bien. Libro de "Mil soles espléndidos", "Los hombres que no amaban a las mujeres" y otro en inglés para practicar de cara a nuestro viaje prepagado dirección Londres.

Los días pasaban. En la habitación había tres camas y un cuarto de baño junto a la ventana con vistas que ahora mismo me hielan el alma de solo evocarlas. Diversos compañeros  llegaron y se fueron antes que yo. Un chico peruano que cagaba sangre, un hombre ciego (sin compañar) que meaba fuera del  bote de muestras dejándome el goce de recoger su orina, otro con neumotorax ... sus familiares.

Pretendían en el hospital que comiera a todas horas. Yo creía que querían engordarme pero era para evitar las hipoglucemias, según me han explicado mucho después. Dejaba mucha comida de hospital y los bocadillos que preparaban solo para mi en exclusiva sobre la bandeja, muchas veces tal cual los traían. Hacía ejercicio a escondidas en la sala de televisión. Mi salud no mejoraba y mi mente iba de mal en peor.

La apatía se apoderó de mi. Me tiraba en la cama a llorar de cara a la ventana para que no me vieran. Eché visitas con cajas destempladas y en medio de esas condiciones apareció mi hermanito mayor.

Yo estaba contra la pared en el pasillo observando cuanto sucedía cuando le vi aproximarse. Quiso darme un beso pero no se lo permití. No es una reacción muy mía: en general procuro dejar que hagan en contra de lo que deseo.

Cuando se marchó, me tumbé de nuevo. Al poco tiempo me llamó mi madre. 

—¿Qué le has hecho a tu hermano?

—¿Qué ... ? 

—Me ha llamado llorando porque no le has querido dar un beso ¿Porqué no has querido besarle?

—No ... —no sabía qué decir. Me sentí mal, culpable, mala persona, insensible, asqueroso, dañino ... no lo sé. Ella también estaba gimoteando.

—Eso no se le hace a un hermano. El solo quería hacerte compañía y ver cómo estabas.

—Yo ... no sé ...

No puedo recordar más de la conversación con mi madre pero en cuanto colgó añadí a la montaña de confusión un sentimiento que definía mi ser como la despreciable esencia de la miseria más insignificante. Arranqué a  llorar tan silencioso y con un dolor tan inmenso que mis piernas dejaron de sostenerme en pie y caí al suelo deseando, rogando una muerte inmediata, inaplazable y beneficiosa que terminara con aquella vida mía tan estéril como insoportable.

Así que su corazón de plomo hizo "crack" y les agradezco que me lo dijeran en las peores circunstancias, comprensivos como siempre lo fueron conmigo y con mis manías, según ellos mis locuras. Las locuras de aquel chaval tan atolondrado que solo daba disgustos de locura.

También eché a perder el viaje a Londres con cargo a mi recuperación y se convirtió en un regalo, cómo no, también despreciado. 

Solo yo soy responsable de cuantas cosas buenas o malas hayan podido suceder a mi familia o a mi y, al menos las culpas, mías son.

Si algún día buscan en la basura no encontrarán corazones de metal ... quizá alguna golondrina sin vida que no pudo o no quiso volar a tiempo con las demás a tierras templadas, lejos de la frialdad y la malicia insaciable que nos rodea.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Todo comienza, todo termina.

"Me gustan las gentes que ven la vida con ojos distintos que los demás, que consideran las cosas de otro modo que la mayoría ... Quizá me ocurra esto porque he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos." Nada, Carmen Laforet

Ping y Pang Theory
Ahora sé porqué no me gustan las atracciones de feria. Desde que monté en esta del Big-Bang ...


 No exacto por ese orden.

La vida de un nuevo ser comienza, se desarrolla y ... termina en un periodo de tiempo que varía entre meses y años de felicidad, sufrimientos, a lo largo de una gama completa y diversa en magnitudes.

Todo es cuestión de tiempo. Hasta la roca se crea, crece, divide en miles, millones y miles de millones para acabar diseminada entre el polvo de las estrellas como toda materia.

También las personas somos otra materia cualquiera que termina hecha polvo sin lugar a duda.

En ocasiones hubiera sido mejor no empezar nunca. El famoso cogotón, desnuque a los hijos de los pobres, los marginados que surten condescendientes, sin freno ni conocimiento, las monótonas estanterías del super "biodiversidad".

Algunos dicen que cuantos más mejor. Que son una bendición de Dios. Y si son machos mejor que hembras. Espera, que se me están revolviendo las tripas con este recuerdo:

- Tú tienes una hembra, ¿no? - Me dijo una vecina que me crucé en el portal. Mi rostro no cambió. La respuesta se me antojaba trabajo apropiado para un sexador de pollos. En esta ocasión mi silencio no sirvió como respuesta. Hay gente que no comprende los silencios, que no respeta las ganas, el derecho de un desconocido a permanecer callado. No supe qué pasaba en el cerebro de aquella vecina mientras dejaba pasar los segundos hasta que representé en una imagen el espacio vacío de aquel portal de nuestro barrio obrero como el interior de su cabeza. Reconozco que resolví tarde, parco en letras, pero resolví:

- Si.

- Qué suerte. Ya ves, yo con tres machos ... si tuviera una hembra que me pudiera ayudar en casa ...

- Yaaaa - Me volví hacia las escaleras. No lo hice hacia el ascensor por si acaso me perseguía a pesar de que su dirección era de salida. Bueno, ¡qué porras!, y porque no había ascensor ni hueco donde poner alguno. Bastante que había peldaños, buzones y pasamanos.

Ella debió comprender, esta vez sí, que no se habla con una espalda y decidió salir del portal. Igual la luz de la calle terminaba de iluminarla del mismo gris que repartía aquel día pródigo en frases para esculpir en piedra.

Sus gritos y los de su marido eran como una banda portadora para las tonadas crispantes que pulsaba su coro de tenores.

Muchas veces me produce risa cómo la especie humana se esfuerza en conocer los sucedido después del big bang. Cómo gustaría a tanta investigadora y científico determinar con aproximación los incidentes cósmicos cuando somos incapaces de dar con la solución a las circunstancias mismas de las pirámides o las guerras, capaces estas de abarcar por sí solas gran parte de toda nuestra historia.

Tan bella como cualquier sinfonía la vida comienza y se desarrolla al compás que determina su altura, intensidad, timbre y duración. Algunas personas consumen su ocasión rodeadas de timbres que hacen imposible la armonía. Otras tratan de seguir ritmos que jamás han podido soportar en lugar de reconocer el encanto, la lindura perfecta y única de su propio ritmo. Hay quienes solo buscan aplastar con la fuerza del volumen aquellas notas más suaves que rodean y conforman su misma esencia. Algunas pierden en la altura de sus sonidos los tonos más graves y profundos de otras que lograrían hacer vibrar su espíritu.

Yo pongo el amplificador a baja potencia mientras escucho esa sinfonía discorde y trato de aprender con el peligro de confinamiento que condiciona mi actitud como mero espectador.

Duele, duelo. Sordo, vociferante, dolor cabal ... que me hace perder la sensatez. Ahora hablo de dolor junto a la muñeca i.,  codo i., craneo d., dedos d., antebrazo d., cervicales, pausa, brazo i., muslo i., hombro i., axila d., rodilla d., tobillo d., pausa, cadera i., nuca i. varios a la vez, juntos, seguidos, moderados, fuertes ... ¡qué demonios son estos dolores!,  no me da tiempo a señalarlos.


Diablos ... soy tan malo, pero malo a nivel celular (como dice James Rhodes) ... que mis células se odian y destruyen entre sí, qué asco. 
Qué bueno será acabarlos y terminar igual que todo comienza, igual que todo termina.




sábado, 21 de agosto de 2021

La historia de Matías

 “Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca, se enciende” Eduardo Galeano



Hola Ale, pasé a sextoEn ese momento, al escuchar la voz de Matías por teléfono, supe que había llegado el momento de compartir su historia.

Podría empezar a contarla como un cuento “había una vez …” porque como en todo cuento hay un héroe: valiente, bueno, que recorre caminos difíciles llenos de obstáculos. Donde se encuentra a veces con villanos y otras con personas que lo ayudan para que nuestro protagonista triunfe y la historia tenga un final feliz. Y el cuento termina como nos gustaría que terminen todos los cuentos: “fueron felices para siempre”.

Pero la historia de Matías no es un cuento, es una historia de verdad, de un nene de 11 años que llegó junto a su mamá para realizar una consulta psicopedagógica. 

Motivo de la consulta: dificultades en el área pedagógica y en el área social.

La mamá lo presenta como inseguro, con baja autoestima y poca concentración en sus tareas. Comienza así un largo camino para Matías y su familia para saber:

¿ Qué le pasa ? ¿ Qué tiene ? ¿ Cómo lo ayudamos ?

Un camino de visitas a médicos, especialistas, estudios, análisis, observaciones, y todo lo que se puede hacer para poder arribar a un diagnóstico.

Y sus dificultades tuvieron un nombre: [ la autora lo especifica ]

Entonces pensamos, ya sabemos qué tiene. Ya está el diagnóstico. Ahora sigue el tratamiento y problema solucionado. Pero no es tan sencillo como se puede pensar o imaginar.

Pero ... ¿ por qué ? 

La respuesta es muy sencilla. Por nosotros mismos y la incapacidad que tenemos para poder ver al otro tal cuál es. [ ¿es eso la empatía? Perdón. Callo. ]

La incomprensión de algunos adultos asusta, preocupa. Sobre todo si son profesionales, gente capacitada para el trabajo con niños/as.

Fue un largo camino, la familia muchas veces pudo ser escuchada, contenida, respetada y otras veces ( por suerte menos ) estuvieron solos, desamparados, sin que los escucharan con respeto. Siendo subestimados y siendo criticados.

Pero ... ¿ Y Matías ? 

Ahí presente escuchando, viendo, sintiendo la comprensión y la indiferencia: la contención y el desamparo siendo solamente un niño.

Si pensamos en la infancia como un espacio delimitado separado de la edad adulta, el cual debería ser seguro para crecer, jugar, aprender y desarrollarse ... ¿ por qué a veces los adultos no somos capaces de asegurar, de garantizar este espacio ? ¿ Por qué un lugar que debería dar seguridad sólo pone obstáculos y lo que menos genera es confianza ?

Cuando estamos frente a los niños/as ... ¿ qué nos pasa a los adultos que no somos capaces ( en algunas ocasiones ) de ver más allá de nuestros ojos ? 

¿ Qué nos pasa que sólo ponemos el acento en lo que falta, en lo que no lograron, en los errores ? 

¿ Por qué no somos capaces de sostener, ayudar, acompañar, comprender ? 

¿ Por qué siempre tendemos a etiquetar y es tan importante ponerle nombre a las dificultades ?

Me parece importante como adultos ser capaces de reconocer nuestras propias limitaciones, nuestros propios temores, incapacidades, ignorancia, nuestros prejuicios y por sobre todo, necesitamos poder descentrarnos, salir de nuestras ideas y lograr ver los problemas no sólo con nuestra mirada. ¿ Es muy difícil ?

Matías nació en la familia indicada, sin duda. El papá o la mamá nunca hicieron caso al “no puede”, “no lo logra”, “se deteriora” que escucharon durante mucho tiempo.

Confiaron en las posibilidades de Matías sabiendo que sus tiempos eran diferentes a los de otros niños/as y sobre el amor construyeron el respeto hacia su hijo, exigiendo que todos vieran que había un niño con derechos.

A veces, a los adultos nos cuesta toda la vida o no aprendemos nunca lo que a Matías le hicieron saber siempre: “sin esfuerzo no se logra nada”.

Y lo aprendió, no cabe duda. Cada logro se lo ganó con su esfuerzo y su sacrificio. Nadie le regala nada: ninguna nota, ninguna tarea, ningún deber, ningún cuestionario. Nada. Demostró que se puede, que todos los obstáculos se sortean y que nada es imposible.

¿Qué se necesita? Es muy simple. No hay recetas ni tratamientos mágicos. Se necesita amor, comprensión, escucha atenta, mirada respetuosa, confianza, tiempo. 

Nos llevará tiempo, nos demandará esfuerzo, nos exigirá trabajo en conjunto. 

¡ Qué difícil parece a veces lograr esto !

Nuestra mirada será individual ¿Existe otra mirada?

Deberemos transmitir “vos podés” como la única verdad posible porque todos pueden. “Vos sos capáz” porque todos son capaces. "Matías, sos único", como lo es cada niño/a. Si esto como adultos lo comprendemos, nuestra intervención será exitosa sin lugar a dudas. 

Gracias Matías por permitirme acompañarte, por enseñarme a mirarte y a escucharte. 

Y gracias a la familia por mostrar que nuestros hijos/as son lo más importante en nuestra vida y que cuando sufren, sufrimos con ellos. Si los lastiman, nos lastiman. Si los discriminan, nos están discriminando. Si no respetan sus posibilidades tampoco a nosotros. Veamos el fuego que cada uno de nosotros tiene para brindar. 

Alejandra, Psicopedagoga.



Nota: Alejandra. Escribiste una historia hermosa. Solo quiero aclarar que Matías no te enseñó a mirarle y escucharle sino algo aún más importante:

Te enseñó a mirar y escuchar.

Es una historia perfecta para aplicar en otros muchos casos. Por eso oculté el nombre del diagnóstico "síndrome de Klinefelter" para tratar de ampliar esas miradas y cambiar las maneras de escuchar. 

Enlace a la web argentina con la guía completa:

www.fundacioncromos.org

Copia del documento original:

La historia de Matías contada por Alejandra.

sábado, 16 de mayo de 2020

Dr. Jekyll e Mr. Hide


Relato de un suceso en septiembre, 11 añitos atrás:

3 de septiembre de 2.009

Se me queda mirando.

Yo no estoy en la consulta, suelo marcharme adentro, donde no tengo cuarenta y tantos años.

Mi cuerpo está nervioso y suda, pero espero que no se note.

El señor endocrino me pide que me quite el jersey, de cuello alto. Le he dicho a mi cuerpo que tenía que quitarse toda la ropa pero, aturdido, no acierta a sacarse la camiseta que lleva debajo.

La mujer que me acompaña (confío en ella ciegamente) me ha dicho algo.

Entiendo, desde aquí dentro (donde me siento seguro, aunque apartado y algo asustado) por sus gestos que algo estoy haciendo mal.

Como en ecos rebobino y escucho de nuevo la voz del médico cuando pidió que me quitara el jersey así que me quedo allí de pie a la espera.

Se acerca a mi cuerpo.

Es un hombre alto y serio (dejo que haga lo que sea, no hay otra opción).

N. del A: Mientras he estado escribiendo esto, han comenzado algunos temblores. Es Mr.Hide, que quiere decir algo, pero no es su turno. Prosigo.

Me ha puesto las manos en el cuello:

-¿Ese hombre va a estrangular mi cuerpo de hombre?

-(¿has dicho hombre? Eso no es un cuello masculino

-Que no, que va a palpar el tiroides. 

-“Trague usted saliva” .- Aprieta el muy cerdo

- (duele poco, es así, no quejarse

-“Vuelva a tragar” 

-(duele, no quejarse, los hombres no se quejan)

-“Otra vez … quizá le duela un poco

- (no digas nada, mira que te pones tonto)

- “Bien, ya se puede vestir” 

Eso está mejor, ahí estoy rápido, a la primera he entendido y mi cuerpo obedece.

Ha vuelto a su silla. En su consulta sólo hay una mesa, tres sillas, un armario, una estrecha cama de esas negras cubierta con papel higiénico, una báscula antediluviana y papel y bolígrafo Pilot negro de tinta líquida. 

Escribe (se escribe suave). Tiene una letra pulcra y perfectamente legible. Es un hombre tranquilo.

-“Usted tiene hipotiroidismo. Deberá tomar una pastilla para compensar su déficit  tiroideo el resto de su vida.” .- Se me queda mirando.

Yo no estoy en la consulta, otra vez me he marchado adentro.

La mujer también me mira por un momento. El doctor decide pasar de mí y habla con ella, que ha preguntado algo. Hay que regular la dosis. No tiene mucha importancia, mucha gente tiene esto del Hashimoto. (tantos japoneses, tantas personas, no pasa nada

Se me queda mirando otra vez. Creo que dijo algo que debía causar una reacción en mí. Ahora el que se aturde es él, que habla con la bella e inteligente mujer que me acompaña. 

Ya me puedo ir. Sonrío y digo adiós educadamente 

-(hay que ser educado, pregúntale si cierras la puerta al salir)  ¿Cierro?

-“No, déjela usted abierta, gracias” 

-(eso es, he quedado bien). 

Mi esposa espera para estar en el pasillo antes de decir:

-“¿Qué te pasa hijo? Me pone negra que te quedes ahí callado cuando te preguntan… ¿No ves que pareces tonto?” 

No entiendo a qué viene esto… si me he comportado correctísimamente 

-(mentira, sí que lo sabes). 

Mi esposa se disgusta. 

Tiene razón, no me he enterado de nada. Yo no quiero que me acompañe, pero se empeña porque sabe que no me entero de nada. Que me pongo “catatónico” como ella dice.

Notas 28 sept. 2020:

Ya está no da para más el relato. Solo añadir que en el transcurso de nuestras revisiones endocrinas descubrieron el origen de esos temblores. Algo sobre un simpático tumor que estuvo cerca de liquidarme con sus efectos secundarios pero que amables me quitaron rajándome de lado a lado el vientre y tirando alguna cosa pocha más que encontraron por el camino como hicieran con Braveheart. Solo que William Wallace fue antes ahorcado a medias, torturado y luego emasculado, eviscerado y por fin decapitado tras gritar ¡ LIBERTAD! al público asistente. No entiendo cómo puede alguien presenciar ejecuciones y torturas en persona para luego continuar con su vida. 

Qué torpe soy hasta para eso. Desangrar un cerdo, matar una vaca, despellejar un conejo, desplumar una gallina deben ser la versión ligera del mismo crimen ... sería vegetariano si tuvieran que ser mis manos. Bueno, algo de asesino si llevo. Aunque con mucho asco, extermino moscas. Debo corregir todo esto.

sábado, 10 de agosto de 2019

El amor del ser humano

"Si Dios es Uno, y si no puede haber otro Dios, no puede haber una idea de Dios." Leo Strauss


17-11-2009 
Me recupero de una operación por cirugía abierta. Hoy es mi primer día en casa y he roto a llorar al ver entrar a mi hija, tan guapa, con su alegre y desbordante "hola papi".
(Siempre evitando llorar... esa es otra enfermedad que requiere un tratamiento más prolongado)
Y tantos exámenes y yo sin poder llevarla al insti ni traerla de vuelta a casa.

¡Claro que estoy especialmente sensible! He descansado un poco, con ayuda de la medicina, he merendado con el horario del hospital un café con leche y galletas casi idénticas de puro simplonas, y he mirado el correo. Dos de ellos me invitaban a ver un vídeo. El uno sobre el valor de una firma, de amnistía internacional (qué manía con usar los ordenadores para hacer animaciones; aunque la idea es muy buena, el vídeo es muy básico), el otro sobre un padre y su hijo.

Durante los 21 días de diagnóstico que pasé en el hospital, una simpática mujer, hermana de mi compañero de habitación, con su extraño pelo corto y sus modos resueltos, habiendo vivido en Barcelona, tan fuera de mi provincia pequeña, tan fuera de esta mentalidad, habiendo conocido muchos lugares y mucha gente, me llamó mucho la atención. Le pregunté por qué motivo dormía mal. Pregunté abrupta y repentinamente a los dos días de conocerla y tras superar cierto recelo.

Ella sonrió -siempre sonríe- y contestó "¿lo dices por mis ojeras?" y yo asentí.

Entonces me explicó que ha dejado su trabajo en Barcelona, que le cuesta encajar de nuevo aquí, en su tierra. Sufre Fibromialgia severa. No soporta que le toquen el pelo, un brazo (uno del pueblo la mandó directamente a urgencias tras el famoso palmetazo de bienvenida en las espalda), un beso, un asiento agitado en un autobús, ni siquiera de su coche, o el roce de una caricia.

Todo le duele.

Lleva siempre morfina consigo. La policía la detuvo por llevar tal cantidad en una ocasión, hasta que comprobaron su verdad. Le cuesta dormir, cómo no.

Pero su sonrisa siempre está ahí. Me miraba y me hacía reír.
Dice que cuando algo le duele, se ríe.

-Yo no me puedo creer que eso te funcione... -pero ella responde que sí y añade 

-... de lo contrario, ya me habría quitado la vida - hace lo mismo con su hermano, y en su familia nadie le devuelve a ella ningún cariño o atención...

Me obliga a reír, y me hace sonreír cuando me ve triste, y aunque yo sólo quiero llorar, obedezco y sonrío. Ella levanta su pulgar y me aprueba.

Cuando se marchó, me pidió que recordara y volvió a levantar el pulgar.

Sí. En el mundo hay héroes. Y heroínas.

Quedan personas que no esperan llenar sus arcas a razón de mil euros por segundo mientras ríen o aman, o lloran y mueren ante los ojos emocionados de espectadores repartidos en las butacas de cualquier cine.

Ellos son estrellas y todos los demás hemos quedado embelesados bajo ellas en alguna cálida noche, en algún trozo de silencio y campo, solos, mirando al cielo y admirando quietud y belleza. Pero hay estrellas que brillan a nuestro lado compartiendo sin más la luz de su sonrisa y el destello de su alegría, y nos invitan a reír sólo por que agradecen sinceramente que seamos el espejo que refleja sus amables sentimientos.



 Con el vídeo de los Hoyt, el padre e hijo (que por supuesto me ha hecho llorar de nuevo a moco tendido -hay que explotar bien la excusa del enfermito-) me he hecho un lío. Reconozco otra vez mi base de prolongada e inevitable educación religiosa, ahí está. Y agradezco a todos sus buenos deseos rezando por mí, con su fe en un ente que lo puede todo, pidiendo ayuda desde sus manos cálidas y limpias para mi, para otra persona. En este vídeo, de cuyas imágenes sobra decir nada, he encontrado otra vez la prueba de que el ser humano puede hacer de todo con su amor, si quiere. Pero la música... ¿porqué la música tiene que ser con tono religioso? No se puede debatir sobre ello, tiempo perdido: batallas y muertes llenan páginas de historia.

Pero uno no elige que justo en el momento de nacer, se te enrolle el cordón umbilical al cuello y la falta de oxígeno te provoque parálisis cerebral.

"Si lo estaba viendo venir, pero libre albedrío, los humanos y sus errores, ¿nunca aprenderán?, bueno, este padre luchará por su hijo, y tendrá motivos de superación, y los demás aprenderán de él y me alabarán el gusto"

Nacer, obtener el derecho a la vida, es un suceso en el que interviene Dios, según los cristianos, y un padre como el señor Hoyt... ¿qué diría? Ignoro sus creencias y me he cansado a buscar en google, en inglés y castellano, palabras de este hombre agradeciendo a Dios la vida de su hijo, no tiene porqué hacerlo. Sin embargo, he encontrado abundantes lugares donde dicen "pídele a dios tu deseo, él te lo concederá", porque su hijo le pidió participar en una carrera. Apropiarse del esfuerzo de este hombre para vender afiliaciones cristianas es todo un delito moral.

¿Dónde estaban todos esos cristianos cuando una y otra vez fueron rechazados y mal vistos por su deseo de participar en las carreras? ¿Porqué únicamente sacan, esos cristianos de pacotilla, su megáfono a la puerta de un local o bullen aturdiendo calles interminables ante una nueva ley, y se congregan a los pies del papa, (¿Papa?) un hombre cualquiera comparado con el señor Hoyt, en lugar de romper con su indudable marea de gotas humanas las barreras que separaron a estas dos personas que también querían gozar de la vida?

Y dice la música en uno de los vídeos, "Mi redentor vive". Qué coño de redentor, su padre es el que se desvive, el que suda con gusto cada gota para dar vida a su hijo. Dios pasa absolutamente de decirle "levántate y anda", es demasiado fácil hablar. Lo duro es bajar de esas alturas, acercarse a este hombre y ayudarle para que pueda correr con los demás. Si, años después de su lucha, fueron aceptados y respetados.


En su web, http://www.teamhoyt.com/, aparece esa música como producto comercial para financiarles, y es la única referencia que hacen a Dios. Supongo que alguien puso el material en sus manos para que lo vendieran, bueno, no se lo pienso criticar, no soy quien.



viernes, 17 de febrero de 2017

La mente enferma

the sick mind.
"La gente siempre está vendiendo la idea de que los enfermos mentales sufren. Creo que la locura es una salida. Cuando las cosas no van bien, puede que quieras imaginar algo mejor." John Forbes Nash Jr.
Shawn Coss + Anorexia Nerviosa


Enferma como un hueso roto.
Como un tendón distendido o roto.
Como un músculo débil o contracturado.
Pelo enfermo: enfermedad de alopecia.
La mente enferma.
Como los intestinos enferman.
Como el pulmón enferma.
Enferma como la piel enferma.
Como una boca puede estar enferma
la mente también enferma.
Como un sexo no funcional.
Como el pecho enferma
y dentro,
el corazón falla cuando
por supuesto,
también enferma.

Por eso la mente,
como los ojos,
los oídos,
la naríz,
también enferma.

Y puedes curar con medicinas.
Puedes ayudar a tu cuerpo con
pastillas y manos y palabras
que sirvan de ayuda.

¿Puedes darle algo a tu alma?
¿Alguna ayuda para
eso que no se ve,
que no se toca,
que se supone?
¿Algo que proporcione calma?

Shawn Coss + Agorafobia
Shawn Coss - Esquizofrenia

























Shawn Coss - Ansiedad Generalizada

Shawn Coss + Personalidad Evitadora

Shawn Coss - Personalidad Límite


Shawn Coss + Fobia Social

Shawn Coss - Trastorno Bipolar


Shawn Coss + Depresión Mayor


Shawn Coss + Bulimia Nerviosa 


Shawn Coss - Déficit de Atención



Shawn Coss - Depresión Post Parto
Shawn Coss - Comportamiento Desinhibido

Shawn Coss - Identidad de Integridad Corporal

Shawn Coss - Despersonalización

Shawn Coss - Espectro Autista

Shawn Coss + Esquizofrenia Paranoide

Shawn Coss - Estres Post Traumático

Shawn Coss - Identidad Disociativa

Shawn Coss - Insomnio

Shawn Coss - Misofonía

Shawn Coss - Munchausen por Poderes

Shawn Coss + Obsesivo Compulsivo

Shawn Coss - Pánico

Shawn Coss - Personalidad Dependiente

Shawn Coss - Personalidad Narcisista 


Shawn Coss + Síndrome de Alicia
en el País de las Maravillas
Shawn Coss - Síndrome de Capgras



Shawn Coss - Síndrome de Cotard

Shawn Coss - Desórdenes de Conducta

Shawn Coss + Tricotilomanía

Shawn Coss - Consumo de Sustancias



miércoles, 12 de junio de 2013

Epiléptico - La ascensión del gran mal - David B

"Cuatro cosas es necesario extinguir en su principio: las deudas, el fuego, los enemigos y la enfermedad." Confucio 

 (prólogo de la hermana de David B.)
Del prefacio del libro
París, 2 de octubre de 1.996
Querido David:


Me has pedido a mí, a tu hermana pequeña, que escriba este prefacio. He aceptado sin dudarlo, adulada y conmovida. Y es que amo profundamente lo que has conseguido. 

Has transportado a las viñetas de este álbum las sombras de nuestra infancia. Yo no soy como tú, no tengo esos recuerdos tan densos y exactos. Mi memoria es como la pepita de una fruta, compacta y oscura, que contiene todo mi saber. La única certeza de mi vida es la enfermedad de Jean-Christophe: la epilepsia del gran mal. Por otra parte, es algo que no deja de ser curioso, ya que siempre me la imaginé como una poderosa pepita alojada en los meandros de su cerebro.

Tú siempre le diste gran importancia al detalle exacto, a la reconstrucción fiel. Recuerdo toda la documentación histórica que acumulabas en tu cuarto y que te servía para reproducir en tus dibujos el traje de un soldado, la gualdrapa de un caballo... Cuando eras pequeño, querías ser "profesor de historias". Lo has conseguido.


A veces, alguien me pregunta: "¿Cómo está tu hermano?"

"Bien, está bien ... ", digo y paso a enumerar una serie de datos sobre lo que haces, sobre tus proyectos, sobre tus amores. Es entonces cuando mi espíritu se divide y respondo a esta pregunta en mi interior, refiriéndome a mi OTRO hermano. Pero nadie conoce a mis dos hermanos, y mi segunda voz queda estrangulada a medio camino entre el corazón y la garganta.

Quisiera hablar de nosotros. De nosotros tres. Éste es el recuerdo que me es más querido: haz memoria, estábamos en Bourges, en casa de los abuelos. Los tres dormíamos en el mismo cuarto. Jean-Christophe junto a la puerta, tú a su izquierda y yo en la cama pequeña al lado del armario. Tito, Fafou y Sicoton.

Apenas se apagaba la luz, aterrizábamos en el planeta Marte y cada uno describía lo que veía: seres extraordinarios, monstruos a los que hacíamos huir... porque éramos grandes cazadores. Desvariábamos en voz baja formando un coro fraternal e infantil. Acabábamos con gigantescos banquetes de muslos de dinosaurio y sandías gigantes, antes de sumirnos embriagados en el sueño que terminaba con esa unión fugitiva y cristalina.


Y ya está. Tras todas nuestras epopeyas, me he convertido en personaje de historieta y maestra de escuela. A veces, me cruzo con niños que se nos parecen.


Un abrazo muy fuerte. Te quiero.


Florence
Viñeta de David B hacia el final del comic, que me gusta mucho (Epileptico - David B.)
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A veces hay en nuestras vidas de todo. Quedan recuerdos buenos entre otros que no lo son tanto. Yo también me sentí parte de una familia más o menos feliz alguna vez, y eso es algo que no puede decir todo el mundo. Hay quien no sabe lo que supone tener hermanos, o un padre, una madre, o incluso quien no ha probado nada de eso cuando niño.

Dentro de este comic, David B. muestra cómo sus padres, llevados por una desesperación obsesiva, concatenan alocadamente esfuerzos para ayudar a un hijo en detrimento de los otros dos y de si mismos. Florence, hermana de David, intenta suicidarse en una ocasión y él internamente se debate con vigor entre los ecos de sus pensamientos, sus cómics y sus conductas de supervivencia. Gracias a su pequeña estrategía supera, en mejor o peor modo, las grandes dificultades a que se ve sometido un niño, un adolescente, un joven, que desea poder llevar la vida de un hombre normal, algún día.


Ser un hombre normal no es algo sencillo, si se desea cumplir con las exigencias de la avanzada sociedad capitalista global que nos gobierna de forma tan compleja y acomplejante, donde los individuos que la forman son, vistos de forma individual, poco más que otro producto con una amplia gama dentro del mercado de la oferta y la demanda.

Jean-Christophe, el hermano que padece epilepsia, es un muchacho que se ha rendido, vencido por una enfermedad que los demás hemos convertido en excluyente, señaladora, aterradora, demencial... ¿qué más puede decirse de algo que se desconoce?

Habrá personas que lucharán contra la epilepsia, como muchos presentan batalla a tantos problemas, pero también habrá quienes se rendirán, como muchos se rinden ante sus propias pesadillas. Jamás me atrevería a criticar a Jean-Christophe por su actitud y siento lástima, pero no por él sino por el resto de su familia. Y siento odio por todas las personas que se alimentan de las esperanzas más tiernas de los demás, de sus ilusiones y ganas por evitar el dolor a quienes aman. Odio a los vendedores de falsos remedios y de entre los profesionales de la medicina, odio a aquellos que tratan a sus pacientes como cobayas para experimentos, y a los que perciben regalos de las empresas farmacéuticas a cambio de recetas como a los que no se preocuparon como debían de sus pacientes ahora muertos.


(Y siento mucha rabia, dicho sea de paso, contra los malditos cerdos políticos que nos están  robando en España a nuestros buenos especialistas, nuestros médicos buenos o malos, porque eran los que teníamos, y que nos quitan profesores, y ayudas, y restan en la pensión del abuelo al tiempo que aumentan los impuestos... es tanto...)

Y finalmente, tras 7 años trabajando David en este tomo, el texto escrito nuevamente por su hermana Florence, con sencillez y la lucidez de una persona madura. De Jean-Christophe, siento no haber encontrado una foto.
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EPILOGO

No sé qué puedo decir ahora. Te había prometido salir en el último tomo, sin ninguna idea preconcebida, sólo por lógica personal y por ese cariño básico hacia las cosas que van emparejadas: antes después, nunca siempre, prólogo epílogo... esa puntuación binaria de mis angustias... un billete para la ida, este otro para la vuelta. Sabía que entre el aquí y el allí pasaría mucho tiempo y muchas cosas, pero no tenía pensado escribir algo concreto. De hecho, no me esperaba nada, creyendo que ya nada podía sorprenderme. Creía haber terminado de crecer y que la vida ya sólo sería un apagarse poco a poco.

Y han pasado muchas cosas: las pasiones llenas de ruido y de rabia y el exilio de cada uno. Yo he pasado el mío en los terrenos de la locura, en lucha constante, esperando a que todo se acabase y la vida pasara. Pero la vida se hace valer con la certeza de tener derecho a hacerlo y de saberse milagrosamente impune. Sin reserva o contención alguna.
Por fin tuve derecho a la cara B.
La hemos llamado Paul.


A veces, a menudo, lo miro y me parece ver en su cara un poco de todos nosotros. Tiene ojos azules, como Jean-Christophe. Lo encuentro tan guapo como lo eras tú. Siempre me ha llamado la atención, y he envidiado, lo guapo que sales en las fotos viejas.
Me parece que, de los tres, yo fui la menos regalada por la naturaleza, la más insignificante. Jean-Christophe era infinitamente encantador, un angelote rubio de ojos azules, redondito y pilluelo.
Tú eras guapo. Sin reservas. Con una boca de extremada belleza, mofletes y ojos inmensos y oscuros.

Cada vez juego menos a ese puzle genealógico. Cuando nació, en el ala de maternidad, veía en la línea de su perfil a su bisabuelo Félix. Unas semanas más tarde, viéndolo tumbado, me recordó una foto de su abuelo desnudo sobre una piel de oso.
Luego me di cuenta de que, desde el nacimiento del cuello hasta la punta del dedo gordo del pie -una extensión que representa un porcentaje nada desdeñable- tiene la misma percha que su padre.
Podría seguir abundando en esto, pero me contendré de momento, en vista de que no parece interesar mucho al resto del mundo.

Y vale ya. Remataré mis motivos acerca de mi participación en el primero y en el último tomo de esta obra diciendo que quería estar segura de que tendría un final feliz. Como dice Remy, y gracias a él, aún hay vida después del Gran Mal.

Un beso con algo más que ternura a mi marido y a nuestro hijo, a mis dos hermanos, a mis padres, y a todos los que nos han hecho como somos.

Florence.

Chaville, 10 de septiembre de 2003.

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Elodie Durand durante una entrevista


Otra novela gráfica que he disfrutado recientemente, impresionante y divertida a pesar de la dura vivencia de su autora Elodie Durand, es "El Parentesis".

Un tumor cerebral causa epilepsia en la mente de esta artista francesa que es un ejemplo de superación y adaptación.




Elodie Durand - Le Parenthèse