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viernes, 21 de julio de 2023

Mi NOCHENTERA




Era 1983. Hice una fiesta en mi casa.

Mientras el resto de mi supuesta familia elegía vacaciones yo -no sé si elegía o obedecía mis instintos- me quedaba en casa. Digo supuesta rememorando el día que busqué por todos los rincones de posibles escondites los papeles de mi adopción. Tan extraño me sentía. Pero de una pedrá' la psicóloga, muy sabia, me dijo a toro pasado ( y tan pasado que a saber 'ande andarán sus huesos) : "... y para qué iban a adoptar tus padres si tú eres el cuarto". Razón que convence, pero jamás calculé esa cuenta y es que cuando me obsesiono no atiendo razones.

Diría que esta fue la mejor época de relaciones sociales de toda mi vida. 

En otras entradas he hablado de tener 2 amigos a la vez. No eran buenos conmigo ni yo con ellos (aunque equivocado, siempre me creí mejor persona que ellos). Ansiosos de tener novia y sin saber en realidad qué era una amiga porque los curas no lo permitían.

Pero sucedió que los tres tuvimos oportunidad de sumarnos a una bonita pandilla numerosa y ... era maravilloso ser percibido pasando desapercibido. En aquella pandilla había chicas y chicos ¡ Qué fantasía !  Ahí estaban el salao y nerviosísimo José Antonio RB, el graciosísimo Card-y-Ona, Maite, Asunción, Clara y algunos otros y otras que iban y venían. Todo un caos de lo más -según recuerdo- estresante e interesante teniendo en cuenta nuestro trío de cortas y fracasadas miras.

Alguien disponía de una cochera sin vehículo con un sótano debajo. Ahí solían celebrar esa gente sus fiestuquis. Y una vez fuimos invitados. 

Me pareció todo mal. El garaje era un cajón desastre. Para acceder al zulo, pues otro nombre no merecía, había una trampilla en el suelo. Bajabas por una escalera de hierro que sobresalía del agujero. Acojonao ( en la medida de los mis chiquitucos, entre 1 y 2 baremos menos que lo normal según el lado) bajé. ¿ No es asombroso la de cosas que pasan por la cabeza mientras relatamos ?

La segunda cosa inmediata desagradable era el sonido. La música provenía de unas cajas de plástico duro. Sonaba distorsionada. Eso sucede en todos los aparatos cuando subes el volumen por encima de sus capacidades. Y si es al revés, que los altavoces no pueden soportar la potencia de la corriente que reciben, por muy bien que esté, se revientan y / o se queman sus bobinas.

La tercera chapuza era la iluminación. No se veía un carajo. Ahora que lo pienso, más de 40 años después, lo mismo era a propósito pues ... ¿ qué sentido tiene hacer una fiesta ? Estar con las amigas y amigos, escuchar tonterías de unos y otros, reírse juntas, aprender las unas de los otros y conocernos, comentar lo que podríamos hacer en el futuro, cosas que nos han sucedido, contarnos cunetos, enternecernos juntos, apreciarnos por lo que éramos, plantear y planear nuevas ideas, hablar de animales y sus costumbres, escuchar al pirao de turno cómo se hace un programa de ordenador después de explicarles lo que es ... pues no. Folletear y manosear solo para probar y disfrutar. El amor no está invitado a según qué fiestas.

La cuarta pesadilla del tugurio era la falta de ventilación y la absurda necesidad de fumar para ser mayores. Sumada a la escasa luz pronto no hubo quien pudiera ver ni respirar. Quiero decir, solo me pasaba a mi. El tufo del lugar sumado al olor del tabaco y la humanidad pronto fue insoportable. Para mi, claro. Pero ahí aguanté todavía 5 minutos más.

El quinto horror era ver los cables de la bombilla, del tocadiscos, de no sé qué más, todo en condiciones precarias y presto al incendio y la electrocución. ¿ Se habría salvado el que estuviera más cerca de la escalera ? El resto ni sabría dónde quedaba. Procuré no perderla de vista.

Sexto. Alcohol. Descontrol. Nunca entenderé que para ser felices sea preciso ponerse trompas.

Séptimo. Ser identificado como el clásico aguafiestas. Esta fue la excusa perfecta para marcharme de allí, volver a casita y tan a gusto. Ahí quedaron mis socios.

Pero esto no iba de su fiesta sino de la mía. Yo preparé tres espacios: Uno con música para bailar, otro con música lenta que sería gobernado uno de mis íntimos y el último, una habitación para estar con mi novia. Yo Fanta de naranja y para ella coca cola. 3 pares de altavoces, diferentes niveles de volumen, sonido perfecto e iluminación con luces de colores para el baile al ritmo de la música y una luz más suave pero bastante en la zona de lentos. Yo con la luz normal para estar con Clara.

Hice tan solo una prohibición: no se podría beber alcohol. Quería que disfrutasen de manera normal. 

Debí hacer más prohibiciones. Aparecieron personas que no estaban invitadas a la fiesta. Gente de clase que no me agradaba ni tenía remota idea de cómo habían sabido de la fiesta. Quise investigarlo pero no se me permitió y lo dejé para más adelante. No quería aguar mi propia fiesta.

Al poco de haber empezado, de haber puesto una cinta que había preparado para el baile, sin haber podido casi hablar con Clara, empecé a escuchar tremendos ruidos, gritos ensordecedores, risotadas brutales, golpes y madre mía. Clara pedía que los dejara pero no pude.

Estaban borrachas y beodos perdidos. Uno incluso había vomitado. Habían colado botellas de alcohol. Había de todo desde ginebra a Vodka pasando por otras mierdas parecidas. Mis cositas para comer seguían esperando turno en sus platos. Un completo desastre. 

Quité la música. Subí las persianas. En la habitación de música lenta estaban a oscuras. Encendí la lámpara del techo y ahí estaban mis socios uno a cada lado de Maribel, borracha. Les eché en cara su actitud de abuso. 

Ordené a todos que se largaran a sus casas. La fiesta había terminado sin haber casi empezado. Mi vaso de Fanta no llegó a beberse. No recuerdo qué pasó con Clara. 

A pesar de todo, algunos se quedaron para ayudar a recoger y Maribel estaba fresca como una lechuga. El pobre Carm-ona perdió una de sus lentillas e iba más pedo que Alfredo pero con ayuda de Maribel potó su contenido nocivo. Cuánto me extrañó lo de esa chica.

Mis "amigos" me echarían luego en cara impedirles gozar, para una vez en la vida que lo tenían fácil.
Siempre insistieron que ella quería pero nunca admití sus explicaciones.

"Noche ochentera,
toda la noche entera.
Hay una cola que tela
pero ven con quien quieras."

Lo que es por mi, esperen sentados si me invitan a su fiesta, gracias.

jueves, 20 de julio de 2023

¿ Está bien o está mal ?

"¿Porqué no se caerán padentro las lágrima?
¿Porqué no se caerán en un baldesito atrá de los ojo así uno despué las tira en otra parte pa'que nadie lo vea?"



A veces no lo uno. Ni lo otro.

Era verano. No era ni siquiera adolescente.

Plantado en el sillón con mi pantalón corto. 

El ambiente, cerca del mar, es más salado cuanto más cerca.

A veces pareciese escapar el salitre al agua.

El viento fresco entre lloviznas por Hondarribia agridulces, en gotas de esa mar, de nubes a gris ligero.

Pero el sofá y, aunque fuera no llueve, la humedad se posa en la piel.

Mi cuerpo no conoce los sofocos de la pasión aún.

En la tele siempre contando lo de siempre.

Mi prima tiene calor. Ella es mayor. Lo bastante para "saberlo todo". Discute en inglés con su familia "You ... !" "Nou, nou ... !"

Awachiperri tasunblonde neverender. No entiendo ni papa.

Todos aprendieron inglés americano excepto el primo pequeño. El nació norteamericano.

El americano se ríe de su hermana pues se volvió euskalduna de pura cepa. Mix de apellidos castellanos y vascos. No tan de raza, quizá.

Pero sofá, tele y cálido ambiente de verano familiar. Un niño extraño en la casona de madera por la plaza del vicario que ya no lo es.

Mi prima lleva un vestido, ahora supongo que ligero, ahora imagino justo para sudar lo justo. Se sienta al otro lado teléfono fijo en mano. El móvil no se inventó.

En su lado del sofá, sobre el reposabrazos derecho el codo derecho. Coloca las piernas para su comodidad. Observo. Veo entre una y otra algo desconocido.

Siempre observo fijo cuando observo. Es una costumbre que incomoda. Aún hoy no lo aprendí. No lo controlo muchas ocasiones.

Es la pita de mi prima. Igual que su mano, su pelo. Todo es bonito, imberbe, simple e incoloro a ciertas edades.

Jaja sin gracia. Sin más. ¿ Porqué ? ¿ No se da cuenta ? ¿ Importa ? Me da lo mismo.

Vuelvo a la tele. Me pregunto. Vuelvo de reojo ¿ Cómo es ?  Luego vuelvo la mirada fija. Son pliegues de piel sin más. Lo mismo que hay entre dos dedos juntos.

Nada.

La información puede estar en su cara pero no la encuentro. Habla y nada más. Tonos de voz que no conecto con nada aprendido. Algo de gestos huecos donde apoya su sentido.

Todo está bien o ... ¿ algo está mal ? 

Cuelga por fin. Me dice no sé cual cosa. No contesto lo que no comprendo. 

Aún hoy. Espero y ya.

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Leí una pequeña historia de "El Tomi" titulada "La ventana".
Trata del amor a los perros.
Del obligado "los chicos no lloran".
Del despertar a la sexualidad. 








martes, 4 de julio de 2023

Depresión adolescente

"El arte de verdad es capaz de dar voz a las partes mudas de nuestras vidas" Shaun Tan

Mel Tregonning - Pequeñas cosas


No conozco la nomenclatura ni tengo los conceptos de una profesional en psicología.

No pido ayuda porque no es posible pedir ayuda.

Solo estoy ... loco.

Siempre, desde siempre. Eso dijo Él.

El otro él, viéndome crecer desde pequeño. Rarito primero. Chiflado después.

Gracias a Él, ahora sí, tuvo un hijo normal y de hijas más en cantidad y más normales si cabe. Yo, solo yo, nací con este cerebro tormentoso. Adalid iniciático del orgullo loco.

Oigo hablar de deprimidos adolescentes y he recordado.

Dicen son difíciles de diagnosticar y uno de sus síntomas puede ser el aislamiento. El silencio. El llanto. No querer salir ni relacionarse con sus iguales. 

Todo mentiras. Lo que quieres no es en general lo que consigues ni sabes cómo alcanzarlo.

¿ Intentarlo ? Sería fijar metas lejanas. Imaginas llegar a verlas y son borrones, zonas oscuras o llenas de dudas. Es lo que trae la necesidad de anticipar, planear para evitar sorpresas. Eso si tienes la suerte de conocer tus deseos internos. Incluso  con esa fortuna no coinciden con lo que necesitas o más te conviene.

De garantía es lo que tienes en tu mano. Un yo sin objetivos rodeado de objetos. Las cosas no mienten. La sociedad en cambio tergiversa los caminos y, cuando no puedes ver, caes de bruces sobre las babas de tu propio llanto. Un llanto inaudible pero bien profundo donde implosiona el cerebro empujándote a ...

A los 15, los 16 años debería llegarse a la cima de la felicidad. Con hormonas que nos ponen a tope en esa edad, todo vívido,  al 500 por cien. Esos periodos en los que ni siquiera somos capaces de poner en valor nuestras vidas, arriesgando todo por o para nada, probando lo negado, lo que esté más a mano sin consideraciones ni reflexiones filosóficas de mierda. 

Por igual exacerbada, la depresión puede convertirse en un infierno insufrible, extenso y sin fin aparente. No se piensa en llegar a mayor, en el porvenir ni el sembrar aunque nos taladren con esos consejos paternalistas. 

Pregúntate qué falló si esa criatura se quitó la vida en su mejor-peor momento. O si continuó viviendo, de dónde provino la sombra en torno a sus ojos. Cómo resultó que su sonrisa era tan cara de hallar. O qué hacía en su tiempo libre para fracasar en la escuela año, tras año, tras año desde los 6 años a pesar de casi no salir de su habitación.

Muchos días encontraba qué hacer en casa. El agua infinita corriendo en el lavabo por mis manos. Un coche detrás de otro, detrás de otro, detrás de otro. Qué interesante alineación. Qué preciosidad matemática. Cuánta paciencia. El tiempo marchando a contar sus segundos a la frontera exterior. 

El niño es así. Pero por raro que pueda ser, crece como crece su entorno y este chico coge temor, odio a los otros chicos.  Iguales o mayores. Miedo a quitarse la ropa ante otros y asco por su propia sexualidad. También querrán jugar y reír con sus genitales. Terror. No saber qué hacer, cómo responder. Y quién sabe si existe motivo.

¿ Se desnuda el loco fruto de su locura ?
¿ Se suicida en un momento de lucidez o de horror ?
¿ Se autolesiona cuando no es capaz de hacerlo ? 

Mi adolescencia fue incolora. Con tufo a muerte. Cogí papel y  costumbre por escribir. Sobre el vacío, sobre la nada. La melancolía, el desencanto y el disgusto. El desagrado por no comprender. Las personas, mi diferencia. Buscándola a oscuras con un cerebro normal hasta reconocer ese órgano de incuestionable anormalidad.

Me desagrada remover entre aquellos años. Quizá la adolescencia se retrasó y nunca llegó la adultez.

Pregunten a sus adolescencias dormidas. Cuenten aquí, a esa nada. Nada les será respondido.

El mundo social es una continua celebración. Una fiesta de las mentiras que disfrutan en mayor medida sus principales invitados. Parece que  en su mayoría mis disfraces para la fiesta siguen siendo equivocados.

Creo en la habitación apartada, en la columna, la esquina.
Elijo faltar a las verbenas, hacer hueco para  la muchedumbre.
Ausentarme de relaciones, de familias.
Traté de ser amigo pero ya no recuerdo qué supone.

Ni quiero.

Lego mi asiento en el cine. Cedo mi turno en el bus.
Callo hasta la ruina mi aumento de sueldo.
Busco la cola sin cola, la puerta abierta y la ventana no.
El eclipse en el centro de luces cegadoras.

Se ríen de mi. Sé que ríen como brutos. Como hienas. Blandiendo lenguas tan bífidas como el sentido de sus palabras. Amenazando con garras tras clavar tan hondo sus dientes como el último predador que conocerás.

Así pues ... 

... seco mi cerebro de afecto y los ojos también secan.

Saco mi ropa en la ducha y solo el agua, nada más que el agua, se convierte en mi pasión final. Transparente, cálida, purificante. Ajustada a mi forma. Acude acariciando la piel y se retira de inmediato. Calma esta sed sin pedir nada a cambio.

Cuántas veces, fuera, hecho de menos morir dentro de aquella adolescencia tan capaz.