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miércoles, 21 de diciembre de 2022

Criadas y Señoras


Buena película para mi gusto.

De los años 60 cuando mujeres negras iban a trabajar a casa de mujeres blancas. Señoras del estado de Mississippi con posibilidades como para pagarse una criada.

Han pasado 62 años desde entonces.

Se han superado con mucho todas esas situaciones en las que la señora ya no puede explotar ni humillar a su negra criada y las personas negras ya pueden campar a sus anchas. ¿No?

Dicen que no es correcto usar "personas de color" porque es un eufemismo insultante. Algo así como dar rodeos. Como si lo negro fuese algo malo y quisiéramos decorarlo.

Pero 62 años no parecen ser gran cosa. Opino que es más una cuestión de poder. El empleador siempre habla desde su púlpito a los siervos sin dar opción al diálogo porque primero debe abandonar las alturas y es arriesgado bajar e igualarse. No somos iguales.

Algunos aprovecharán esa posición de poder para olvidar el respeto y dejarse llevar por bajos instintos. El maltrato repetido que propinan muchas veces las personas contratantes o sus mandos intermedios, estos delirando: soñándose herederos directos del gran poder. 

La historia no ha evolucionado a lo grande.

Mi esposa llegó a la residencia donde trabaja para cumplir con sus obligaciones y ponerse su modelito de currante: pantalones y casaca con una talla diferente (no vayas a sentirte cómoda).

De "camino" a "La obra" no tuvo que tocar el timbre porque en la puerta de acceso principal estaba una de las mandarinas, uno de esos mandos intermedios en aquella laberíntica residencia, conglomerado de cuatro casas unidas a base de obras a lo Pepe Gotera y Otilio.

La mandarina, limón o más bien fruto enmhoecido y amargado en su propio jugo, al ver que se dirigía hacia ella debió sentir que se le subían los vapores y se apresuró a cortar a la criada:

-Mmmm, ¡ Espera que ya te abro la otra puerta ! -la cerró apresurada y mi esposa se dispuso a esperar delante de la otra puerta, la del servicio.

Cada cual en su lugar. Es lo propio. Para qué una vida dedicada a los altares, poniendo flores a los muñecos que los habitan. Porqué  matar los pequeños placeres de la vida con el dolor del cilicio. Cómo alcanzar la excelencia en el trabajo si no eres una excelente pedorra que se abruma con la naturaleza de su cuerpo. Cómo mover la batuta para decir lo que está bien o mal si no le haces saber a tus criadas que están ahí para esto:

Para retirar sus escupitajos en el lavabo con todo su material biológico envuelto en alegres burbujas. Para degustar el olor de la sangre del periodo en la compresa abierta y a la vista. Para vaciar de la papelera la caca en el papel higiénico. Para darle con la plancha a una camiseta que no se ha lavado por ahorrar un poco y así hacer infusiones de sobaco ajeno. Para trenzar en un moño el tapón de pelos que han tupido el sumidero.

Resbalando sobre los restos de suciedad que embadurnan unos suelos para los que no se dispone del tiempo de fregado necesario. Arrastrando con la mopa un polvo que después se desprende inevitable haciendo cercos.

Metiendo las sobras de un día en un puré que habrán de comer al día siguiente. Descongelando alimentos que vuelven a congelar y descongelar en un ciclo sin fin. Rebañando lo que dejen en los platos los señoritos (¿ellos comen mejor?) para aprovecharlo y comerlo ellas, las numeradas de bajo rango, en sus cocinas. Y todo ello cantando las excelencias de su estupenda cocina. Quizá así se sugestionen y crean que una tortilla francesa puede ser un plato deslumbrante. Y al final lo es considerando las otras opciones.

El dinero.

Al final lo que más consideran es el dinero. Aportaciones de súbditos fieles al gran legado. Al gran engaño que solo busca engordar las arcas ahorrando en cada detalle. Robándole a la dignidad y al respeto ajeno hasta dejarlos más pelaos que un pollo: desplumado, destripado y listo para meterlo en la olla hasta sacarle el último jugo,  cuando ya no sepa a nada. Y después se harán con la carne que quede unas croquetas.

Al final no encontraremos nada de aquellas personas que entraron a formar parte de esa familia. Veremos gente deshumanizada que no siente ni padece tan siquiera por su propia vecina, puerta con puerta. Gente que enfermó y fue enviada a la habitación más retirara para no tener que afrontar su enfermedad y que con desagrado se topará con los mechones perdidos durante la quimioterapia.

Encontraremos inquilinas que abandonaron la residencia bajo la terrible y esclarecedora frase: "Me voy porque aquí no se encuentra Dios por ninguna parte." a lo que yo me pregunto porqué una capilla para rezar.

Qué necesitad de tener a Dios más cerca pero bien encerrado en una habitación si no es porque no guardan espacio para El en sus corazones.

jueves, 8 de diciembre de 2022

La procesión va por dentro

—Tengo mucha imaginación.

—No. Imaginación tú, no tienes.—Jake es tajante cuando cree tener la razón pero Finn no está dispuesto a aceptarlo:

—Tengo una inmensa imaginación. Puedo inventarme la historia que quiera.

—Nope, nope. Mi imaginación si es poderosa. Y sobrenatural.

—Cuerpo elástico tienes, si. Imaginación elástica, no.

—Finn, lo que tú tienes en la cabeza son recuerdos de películas,  dibujos animados, música, fotos, cuadros ... algo de un libro que leíste ... una web que visitaste ... pero sobre todo películas. Intentas transformar eso en algo imaginario pero se te nota.

—¿Quién, lo nota?

—Yo, lo noto.—un silencio. Una falta de respuesta. Finn sale hacia su cuarto. Quiere mucho a ese chucho, su hermano adoptivo. Su amigo. 

—A ver Finn, cuéntame esa aventura que has imaginado.

—¡ SIII, ese es mi Jake !

—Ya, yaaa, dale.

—Pues verás. Había pensado juntar a algunos amigos nuestros para ir a explorar el extramundo.

—¡ Por el hijo de Chapulín ! ¡ Eso no es una aventura, es UN SUICIDIO !

—¿¡ No te atreves a una aventura extrema !? ¡ TE HAS HECHO MAYOR ! Hermano, dentro de poco te veo todo el día tumbado al sol a la puerta de casa.

—Ejem. ¿Cuándo salimos? Aviso a Arcoiris ... 

El grupo de amigos se formó en seguida animados por un Finn para quien la vida no había creado aún el desafío definitivo. Una de esas personas llenas de vitalidad y optimismo al punto de locura.

Eran unos 12. No me voy a poner a escribir nombres pero no faltaron Beemo, la vampira Marcelina (❤️), la princesa chicle ni la princesa grumos (❤️) por extraño que parezca.

No habían recorrido mucha distancia en el extramundo cuando de pronto les cayó encima una lluvia super-mega-ácida que ahogó aquella comitiva al  tiempo que corroía sus cuerpos. 

Durante un minuto escaso sufrieron de esa muerte espantosa.

Desde Ooo enviaron algunas batidas de búsqueda que jamás regresaron con vida para contarlo.

Una procesión de hormigas apareció en mi cocina. Las vaporicé con vinagre. Volvieron más pasados unos días. Tapé todos los huecos con cementillo plasticoso. Puse trampas dulces.

No he vuelto a ver hormigas en mi cocina.

Me pregunto si la procesión va por dentro.