Este precioso cuadro de mi compañera de blog me recuerda a Numen soñando. |
Muchas veces voy por la vida buscando maravillas que aprender para alimentarme de ellas, llenar mis espacios vacíos y sentir fuerzas para escribir unas pocas palabras que al menos sean bellas. ¿Puedes tú ayudarme?
No puedo escribir cuando quiero. Si quiero hacerlo, debe ser cuando puedo. Pueda parecer un asunto sencillo. Pues a mi es muy difícil.
Ayer fue el Black Friday y ahora debo ir con José para pasar sus datos de proveedores y clientes a excel. Dice que discutió con su esposa por obligarse a comprar al tal Fredy. Y yo pensando quién sería el tal. Se me venía la imagen del cantante de Queen. ¿Parezco estúpido? Pues lo mismo un poquitín si, porque tuvo que aclarármelo. Pelillos a la mar.
José, hombre de éxito que conozco hace 20 años, me explicó cómo aplicaba el efecto Venturi en una máquina suya creando una corriente de aire con la temperatura y humedad apropiadas para incubar huevos. Mientras lo hacía, alguien le llamó al móvil para informarle que quizá no acudiría a su invitación de cumpleaños porque se había hecho un implante dental dos días antes sin creer que eso requería tanta recuperación. Comparte así la llamada de teléfono y añade de ingrediente que va a poner cordero. Cuando lo relato en casa a mi compañera por ver si me estoy perdiendo algo, pregunta si me invitó. Dice que no me invita porque yo no soy amigo suyo. Aunque no quiero para nada que me invite, a veces me gustaría ser arrastrado entre algunas personas de modo inapelable como lo hace ese efecto Venturi. Que todo mi ser se viera empujado para acudir a disfrutar y ser feliz entre la gente.
Sigo buscando mi inspiración porque en fuentes laborales no encuentro los colores.
Pruebo lecturas y leo sobre TDC, trastorno dismórfico corporal o síndrome de Tersites, un griego que se apartaba de todos los cánones de belleza, y leo sobre el opuesto de "la madre de Blancanieves" que trataba de perfeccionar su cuerpo con ansiedad. He roto todo espejo y foto hace tanto tiempo ...
Picoteo novelas gráficas en negro como "Yo, Loco" de Altarriba y Keko, terrible "La muñequita de papá" de Debbie Dreschler, "La ascensión del gran mal" de David B. o Persépolis de Marjane ... ninguna. Ni siquiera el colorido imaginativo de Shaun Tan en "Las reglas del verano" son capaces de disparar mi atención. Es la tarde del sábado, solo en casa con un perrito, pero mi cabeza está más hueca que un tambor.
La inspiración de las imágenes vitales es mi siguente meta.
Cojo la cámara de fotos pero ninguna sale como quería: fotos cuadradas, bien o mal encuadradas, rectangulares, circulares, paranormales, panorámicas ni paradójicas. No sirven porque las imágenes emergen como yo, desiertas de sentimiento.
Busco entre acordes, negritas, silencios, blancas, corcheas y semitales, claves de solfa en pos de una ejecución ad libitum.
Pongo el reproductor de música. Son 9.099 temas. Pereza, cantos de amor de Gipsy Kings, La bien pagá, No paraba de llover Nena daconte, Hakuna Matata, Hendryx Dolly Dagger... Y Hide in your shell de supertramp canta de pronto: "Escóndete en tu caparazón porque el mundo está dispuesto a desangrarte por pura diversión. [...] Estás esperando que alguien te entienda pero tienes demonios en tu armario." ¡Te habrás quedado agusto con el sermón, Roger Hodgson! Temas instrumentales, de antes, de hoy, románticos, rockeros, clásicos Burana o de Requiem pero ninguno es mi sintonía. ¿Ninguno?
Lo intento como saltimbanqui de películas. Detenido junto a la magnífica Nell 1994 (Jodie Foster), mujer que se sorprende como los niños en torno a la inocencia. Pienso en la filtración diaria en ellos de la mentira, el engaño, el precio de las cosas, el poder y el odio. Encuentro un estudio sociológico sobre Nell ( aquí ) y supongo que técnicamente es correcto pero yo no tengo palabras para hablar de una chica que me deja con lágrimas en los ojos. Mudo, sin ganas de decir nada. Salto hacia Mimzy, más allá de la imaginación. Yentl, mujer disfrazada de hombre para alcanzar los libros sagrados. Pink Floyd en el muro de mis lamentaciones. Ni Reb Tevye en "Violinista en el tejado" cantando su riqueza de iluso, sabe abstraerme de esta mente-caca.
No puedo cantar, dibujar, escribir. Quiero contar, expresar y decir. Estoy encerrado en una lámpara a la espera de una mano cálida que haga brotar una chispita de genio. Pero nada sucede y el reloj hace tic, tac, tic, tac. Y mi lógica digital dice que todos los tic son tac o monótona viceversa.
Decido buscar al primer ser que sintió llegar la inspiración y nos dejó a todos con ganas de crear, de escribir, cantar o dibujar. Así las cosas, salgo al balcón y caliento mi insomnio con sol. Luego salto y extiendo las alas. Vuelo hacia la ciudad y el rumor del viento en la velocidad ensordece mis ojeras.
Y encontré a ese ser. Esa persona culpable de ilusionarnos que ilumina la calle a su paso. Ese ser que sonríe y regala pepitas de saber.
Al acercarme a su lado adivinó mi pregunta y llorando contestó:
"Siempre voy por la vida buscando maravillas que conocer, para alimentarme de ellas, llenar mis momentos vacíos y sentir fuerzas para escribir unas pocas palabras que al menos sean bellas.
¿Podrías tú ayudarme?"