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viernes, 1 de noviembre de 2019

Una paloma contra el cristal

"Los detalles son importantes. Crean profundidad y la profundidad crea autenticidad." Neil Blumenthal
¿Qué te pasa, marisopa? - No soy una fucking mariposa, soy una polilla, joder.
Pasamos la vida rodeados de detalles que podemos observar, acercar para enfocar o ignorar totalmente. Esos detalles tan interesantes a veces se esconden en pequeños seres vivos, vegetales o cosas. A veces los comportamientos de los seres vivos muestran esas singularidades que no todos saben ver.

Esta mariposa batía sus alas inútilmente sobre el suelo. Todos los insectos me dan repelús, asco, respeto ... no lo sé, no me preguntes. Yo pensaba "esta rechoncha ya no tiene fuerzas o ha perdido el polvo mágico para volar". Con un papel, la recogí de ese suelo marmóreo o granítico ( no soy piedrólogo, rocólogo ni geólogo ) para subirla al marco de acero del escaparate en el lado de la calle y ahorrarla morir por aplastamiento. Ahí la dejé mientras cargaba la furgoneta.

En ese trajín de ir y volver al local metiendo los pedidos al vehículo me detuve a observar a una pareja que se había fijado en la mariposa sosa. Era una mujer corpulenta que llevaba agarrado del brazo un hombre esmirriado, estilo a mi, también con gafa pero de menor estatura. Bueno, y más feo. El caso es que ambos parecían tener algún tipo de diversidad funcional. Qué parecidos somos y qué diferentes parecemos. Vale, esto lo dejo para otro día.

Supuse que, igual que a mí, les había llamado la atención esa marisopa y también sentían algún impulso paternal con ella. Creía que se habían puesto contentos al encontrarse un ser vivo algo raro por la ciudad. Ver para creer: la mujer la hizo caer al suelo y a continuación la propinó tal pisotón que hizo temblar la acera de la calle al tiempo que daba un grito. Después dijo: "¡Qué asco!" y siguieron su camino sin más. Consternado, me recuperé como pude para seguir con mi tarea entre pensamientos oscuros.

Impronta de una paloma contra el cristal
Más tarde salí a servir aquellos pedidos. Después de enrollar mi lengua seca tras entregar con la carretilla uno de 104 kilos ( justo el doble de un peso mínimo que recuerdo ) me quedé petrificado y triste al salir de la oficina y ver la impronta de un ave en el cristal del patio.  

Imaginé una paloma lanzando un pequeño picado hacia el sombrío de la amplia galería que rodea el jardín en ese antiguo edificio. Un vuelo calculado hacia el lugar donde iba a extender sus alas para luego posarse. Todo perfecto hasta que de pronto chocó contra un muro invisible. Algo inexplicable que escaparía a todo su conocimiento. 

A veces vas con todas tus fuerzas por la vida. Te empleas con ganas y alegría. Supones que nada puede salir mal. Que el viento sopla de cola por algún motivo y sientes ese impulso extra como una confirmación de que lo estás haciendo bien. Nadie te puede ganar, no hay nada que perder.  

De pronto llega el hachazo sin avisar. Quedas en estado de shock. La vida se para en tus manos y la sientes escapar entre los dedos.
Sin recuerdos. Sin fotogramas. Vacío, soledad y muerte.

El globo SEGOVIA 
Y si esta última imagen no fuera mía, la describiría como "Aterrizaje sobre tierra estéril al atardecer. Desinflando un globo, junto a una casa abandonada." Porque esa y no otra es mi forma de sentir lo que me rodea. Sin embargo la hice al amanecer, cuando todo es un nuevo comienzo, percibiendo una belleza que no cabe en mil imágenes mientras inflaban con ruido ensordecedor el globo para varias personas ilusionadas como bebés en sus primeros pasos por el cielo. Despegan en este lugar que se utiliza para sembrar y recoger trigo, eso si, junto a una casa que a pesar de haberse despojado de ventanas y puertas para compartir sus secretos sigue sola, abandonada. Los bloques de pisos que anidan al rededor la miran desde el recelo que separa lo diferente, desde una superioridad ficticia que sitúa todo lo diverso en los márgenes, en lo contagioso de la ignorancia. Se trata de una vivienda amplia y soleada a la que nadie atiende ni comprende, con la que nadie quiere soñar ni compartir una vida.

Dicen del edificio que pasa los días en su mundo pero, por más veces que lo repitan, siempre estuvo y estará en vuestro mismo mundo.

Después de unos días escribiendo esta ... basurilla iba a decir, pero va, que no, que está mu bien viniendo de donde viene, he repasado la secuencia completa volviéndome un observador observado por los demás en el trabajo o en el parque. Soy otro detalle más de la vida, recogiendo la mariposa, mirando la paloma estampada en el cristal, tratando de extraer una esencia de un globo que llena sus pulmones, corriendo con 50 y tantos años detrás de mi perro Yorkshire, al que sigo fielmente donde él quiere.

Mientras, creo firme y confiado que debo cumplir primero con mis emociones para perseguir algún día mis ilusiones.

NOTA: Todas las fotos son de un móvil Xiaomi de 100 euros. Y como colofón, recomiendo el libro siguiente. Me lo regaló mi hija. Se titula
"Los pájaros" y de Germano Zullo y Albertine. Dice:

"Algunos días son diferentes.
Días que podrían ser parecidos a los demás.
Y sin embargo poseen algo ... que los otros no tienen.
Apenas
un pequeño detalle.
Tan diminuto
que podría pasar inadvertido.
Porque los pequeños detalles no están hechos para ser advertidos.
Están hechos para ser descubiertos.
Y cuando dedicamos un tiempo a buscarlos
aparecen.
Aquí ... o allá.
Casi imperceptibles.
Pero tan presentes
que se vuelven inmensos.
Los pequeños detalles
son auténticos tesoros.
Tan solo uno basta para enriquecer el instante que pasa
y cambiar el mundo."


2 comentarios:

  1. Me gusta mucho leerte y observar todos lo detalles, lo que dices y no dices, y como cuentas la vida.
    Un abrazo

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  2. Muchas gracias, querida compañera de blog.

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