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Solo ve luz en las sombras del viento.
Es mi terreno reseco de olvido,
inhóspito de caminos, de faros ciego,
sin vecinos ni cercados, añorante de patria,
de perfil inexistente, secreto y quedo.
Mi tierra seca y huérfana de amor,
mi tierra huérfana y seca de dolor
¡Cómo pude yo renunciar a tu cuidado!
¡Cómo pude apartarte de mi!
¡Cómo te extravié!
Si fuiste mi primer sentido,
consintiendo en abrir tus carnes,
por allanar su camino
al "amor" fraterno
de venenosa piel y lengua de acero,
de áspero olor a fango y estiércol,
como su pozo negro
de áspero olor a fango y estiércol,
como su pozo negro
de inmundicia en celo.
Si yo solo te manché por entero,
yo te infecté de ponzoña,
te hundí yo en aquel cieno
y ya muerto fui yo
quien descubrió tu vello tierno,
aún crudo,
aún tembloroso de miedo.
¡Cómo pude dejarte sola, tierra mía!
¡Cómo!
¡Si hasta sordo escuchaba tus palabras!
En mi tierra helada solo asoma
el rojo intenso
¡Cómo!
¡Si hasta sordo escuchaba tus palabras!
En mi tierra helada solo asoma
el rojo intenso
de estériles surcos en el vacío
como restos ajados
de impávido sufrimiento,
como tenues bosquejos
como tenues bosquejos
de un plan muy antiguo.
Llanura mía, crepitante nube de polvo,
entre tus negros postes calcinados y torcidos
labraré nuevos cauces
como heridas de hirviente lava
sobre la palidez mortal
de tu tristeza callada.
Cultivaré el profundo dolor
de tus huellas con mi sangre,
con caricias delicadas y mimo,
con las infinitas gotas,
con las infinitas gotas,