La inseguridad, según a qué tipo de persona afecte, tiene aparte de otras dos variantes claras.
Una, cuando las personas se creen insignificantes. Eso les hace sentir que no se merecen nada bueno. El miedo les hace creer eso. El miedo les agarrota y los pensamientos generalmente son negativos y de baja autoestima. Pero no voy a desarrollar este tema (para mi súper interesante) pues siempre me he llevado sorpresas grandes y gratas con esas extraordinarias personas que se creen insignificantes
Dos, cuando son personas posesivas. Con su forma de ver la vida y donde la dominación es la venda a sus inseguridades.
Estoy empezando a sentirme bien con determinadas situaciones y participo en un baile de máscaras que yo organizo para no salir como gato escaldado que luego huye hasta del agua fría. Lo llevo cada vez mejor y emocionalmente no me cuesta tantos disgustos como cuando me implicaba de corazón. Eso es una parte de mi vida, pero ahora ha irrumpido como elemento nuevo una ira sin controlar. Aunque intento hablar, no logro conectar con él o él no logra que yo me entere. Es como si estuviéramos en mundos paralelos donde sin querer hacernos daño, nos lo hacemos.
Si algo he aprendido, de ahí lo del baile de máscaras, es que discutir es absurdo y más cuando se ve claramente que no se llega a ningún sitio y solo se ahonda más en el desconcierto y en el desasosiego.
Yo construí un mundo y creía que se estaba desmoronando, pero he adaptado los cimientos y no se va a hundir. No me voy a hundir, pero no logro conectar con ese nuevo elemento para que comprenda que su mente no le deja ver ni entender con claridad (aunque todo depende del cristal con que se mire).
No todos los momentos son malos. Tiene ratos de “lucidez” y de buenas intenciones, pero siempre está en ebullición y cualquier chispa le vale para incendiarse.
No todos vemos y sentimos la vida de la misma forma y tampoco pretendo que la gente comulgue conmigo, pero me gustaría poder adentrarme en el corazón de alguien a quien no quiero dar por perdido.
He dejado muchos “inconvenientes” apartados de mi vida, personas tóxicas que ahora creen que como de sus manos. Así lo he hecho creer pues al final estaban consiguiendo contaminarme y a veces la mejor manera de alejarse es estar cerca…..
Ha sido relativamente fácil y veo la estupidez de no haber reaccionado antes, pero este nuevo artista del circo no me permite ordenar el pensamiento. Me duele o me hace temblar en el trapecio y no quiero que caigamos a la arena sin red.
No quiero que se formen vacíos imposibles de llenar. Ya tengo uno muy grande con otro ser y ya no tiene remedio por distintas circunstancias.
Aunque no pierdo la esperanza de que todavía queda tiempo, más emocional que físico, empieza a semejarse a la moral que gastan los del Alcoyano…..
Han pasado unos días desde estas divagaciones y de pronto ha sido fácil distinguir más allá del blanco y negro cuando suponía que era algo personal. Empiezo a entender a este nuevo jugador en mi vida.
Hace tiempo todo le cambió, se encerró en su mala suerte o en su desgracia, no solo de pensamientos sino en todo su conjunto y aun siendo una gran persona, se ha embrutecido social y familiarmente.
No era solo ira descontrolada por su supuesta falta de intimidad, se había hundido en sus olores, en poner distancias y, en parte, a su no saber afrontar las situaciones. Fue metiéndose en su “cueva”, en su caverna interna donde todo lo de fuera le hacía sentir acechado como un animal herido.
Sentía mucha incomodidad por no poder acceder a una plena comunicación y veo que tengo que poner mucho de mi parte. No tomarlo como algo personal con la intención de ofender, sino como algo personal desde un cariño mal entendido.
El aislamiento mental, aunque aparentemente se sea muy sociable, te “embrutece” y no puedes vivir siempre como un animal a la defensiva en su territorio. Un animal herido que no ha dejado que le curen las heridas de verdad, no las que pregona, y se revuelve con quien se acerca demasiado a su interior.
No va a ser fácil, pero me he quitado mucha presión y he dejado de tomar en cuenta ciertas cosas pues no es una guerra sino un comienzo de vida. De recuperación de una convivencia olvidada más que perdida.