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domingo, 5 de abril de 2020

Una tumba demasiado profunda


Estaba sentado sobre el hoyo, esperando como siempre. Parecerá quizá que abundo en estos asuntos pero es lo que sucede cada día a cada persona, con suerte. Cerré los ojos y los mantuve cerrados con los dedos pulgar e índice a la vez que apoyaba en ellos la cabeza.

Entonces la vi. Era una calavera formada por muchos puntos luminosos. Más nítida. Demasiado presente como para decir que yo había unido los puntos. Cuando quise formar un recuerdo con ella comenzó a alejarse dejándome solo una sonrisa socarrona. Luego sonó en mi cabeza la canción del sacerdote Kane en Polstergeist 2: "Dios estáen su sagraaaado tem-plooo, li-branoooos de la iniquidaaad.", o sea maldad, gran injusticia.

Habitamos miles de billones de seres vivos el planeta. A veces comparan los humanos a sus semejantes con vegetales porque no reaccionan como los demás. Cuanto más perdidos los primates en su ilusorio material de vanidades y prejuicios, mayor su iniquidad. Un mundo gobernado por seres comportándose como langostas cada día durante mil años: devorando la vida bajo el agua y aniquilándola sobre la tierra hasta dejar nada, consumiendo sus recursos abrasándolos, despedazando su superficie en lo que dura un fragmento mínimo del tiempo total del planeta. Matándonos unos a otros. Ahí se me cruzó la neurona con una antigua película que había visto en mi juventud.

En la película "Quatermass y la tumba", acometían las obras para el metro de Londres cuando encuentran una nave espacial. Datan su antiguedad en unos 5 millones de años, cuando los primeros homínidos. Su protagonista formula la teoría de que estos alienígenas vinieron para preservar su raza de la extinción pero encontraron una gravedad y atmosfera no compatibles. Aún así habrían sido capaces de modificar genéticamente a esos homínidos de entonces, dotándolos de inteligencia pero conservando en su mente los vestigios de esa conciencia extraterrestre. Al abrir la nave etc, despierta ese subconsciente larvario que los convierte en una horda similar a langostas y la maldad se desparrama al rededor entre visiones primitivas y poderes telequinéticos ocultos.

Estrenada en 1967 en cines, encontré la película y la puse por la noche. Excepto por los efectos especiales y algunas representaciones exageradas que producen mucha risa, mantiene un buen nivel de calidad. Podreís creerlo o no, pero casi se me hiela la sangre al pulsar "Play" y salir la foto que encabeza este post con una calavera estilo a la que vi en puntitos brillantes.

En el minuto 46:50, pregunta Quatermass al antropólogo: 
-Roney, si nuestro planeta estuviera condenado a destruirse debido a ciertos cambios climatológicos, ¿qué cree usted que haríamos?
-Nada. Seguiríamos discutiendo y peleándonos.

Los de 1967 ya eran datos climáticos preocupantes. Greta Thunberg no nos descubre nada que no sepamos pero insiste mucho, con razón, para que lo tengamos en cuenta. Los humanos nos erigimos como únicos gobernantes supremos de la tierra. Avalados por nuestras colmenas sociales, apretados los unos junto a los otros, amando y despreciando con pasmosa idéntica facilidad, ahorrando un preciado litro de agua a la par que consumiendo el planeta en su conjunto y explotando o arrasando las demás formas de vida.

Es entonces cuando un diminuto ser, muerto mientras descansa y vivo cuando trabaja, con su juego de herramientas para la supervivencia va tomando uno a uno, cientos a cientos, miles a miles, millones a millones de esos primates y los diezma. Consigue mantenerlos vagamente inmóviles hacinados en sus hormigueros y sin buscarlo paraliza también sus artificiales medios de supervivencia. Unos medios nunca cuestionados y basados en relaciones e intercambios de trabajo con consecuencias que nunca se molestaron en analizar para prever. Miles de especies extinguidas antes de descubrir sus secretos, atesorados durante una evolución de millones de años. Hasta que el acto de nuestra presencia queda resumida en esta frase de Atila:

"Soy el martillo del mundo: donde mi caballo pisa, no crece la hierba."

Así pues, ha llegado la hora de las aves. De los jardines salvajes en crecimiento sin control que amenazan vida propia. Los pájaros reclaman nuestras calles en propiedad. Jabalíes y cabras se animan en familia a recorrerlas por poblaciones casi fantasmagóricas. Bajo la claridad de un cielo de pureza ya olvidada es la vegetación la que aprovecha nuestros votos de clausura para incrustar sus raices en las aceras y desarrollarse con garbo, crecidas ante la evidencia de nuestros miedos. 

Hoy es el día de amar océanos, ríos y mares o morir. Un tsunami universal de amor basado en el respeto que alcance con suficiente fuerza a todos los demás seres que los habitan. Con un amor ciego que trascienda el ego sintético de la propia supervivencia. Porque si no logramos comprender que su vida peligra por nuestros actos, deberemos cavar una tumba bien honda por la inseparable ignorancia que lleva ligada nuestra supremacía especista.

3 comentarios:

  1. Lo que he leído y que publicaste el día de los Océanos ...., no es nada nuevo que nos estamos cargando el Planeta y unos a otros con esas paradojas de protección y destrucción que alternamos en todos los sentidos.
    Que razón tiene el antropólogo cuando contesta que mientras todo se va al garete, no haremos nada tan solo seguiremos discutiendo y peleandonos (por cierto me estoy bajando la película ....)
    Te escribo hoy día del beso, ese beso que no podemos darnos porque estamos confinados (y dentro de poco confitados)por la inacción de los mandamases y dejar que se les fuera de las manos este virus, que quizás nos merecemos y que no sé si lograremos aprender la lección que nos esta dando la vida.
    Tenemos que adaptarnos a estos tiempos extraños en donde se saca lo mejor y lo peor de nosotros, de nuestros corazones, de nuestras mentes,
    tenemos que evolucionar, cuidar mas nuestro entorno natural, mental y emocional y aprender a adaptarnos a un montón de situaciones que pueden darse..
    Gracias por escribir, gracias por estar ahí, gracias

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  2. Puede que esto saque lo mejor y peor de cada uno, pero no te preocupes que si esto termina por pasar y solucionarse, verás como tanto lo mejor como lo peor vuelven a los bolsillos a esconderse. ¿Recordaremos lo que tenían guardado los demás?

    Allá por marzo de 2015, Bill Gates dió una conferencia tratando de prevenir sobre lo que ha sucedido finalmente.
    No es que él sea un genio. En 2011, la película "Contagio" también prevenía sobre el mismo asunto, en este caso con fines de entretenimiento. Mientras comíamos nuestras palomitas y decíamos "¡Esto podría suceder realmente!".
    ¿Igual que el cambio climático?
    No.
    El cambio del clima hace tiempo que comenzó. Su ritmo es otro. Su forma de matar es otra. Solo por contaminación, uno de los apartados del cambio climático, se estiman entre 4 y 8, los millones de muertos.
    https://elpais.com/sociedad/2019/03/12/actualidad/1552394039_304954.html

    El tabaco mata unos siete millones y tantas otras formas de muerte lenta matan a otros tantos millones de personas al año.

    ¿Se plante alguien alguna solución? No. Pues vale.

    Gracias por el beso. Te remito otro igual.
    La virtualidad es parecida a la realidad.

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  3. Es verdad que lo mejor y lo peor siempre estarán ahí y en todos los sentidos, habrá que ir viendo en que cambiamos, a que nos adaptamos, y día a día, pues todo puede cambiar.....😘🍀,

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