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miércoles, 22 de septiembre de 2021

Un pedazo de cielo



1984

Cornelia se alojaba como estudiante en una habitación del ático que había sobre la casa de mis padres. También coincidía con las otras "pupilas" de nuestra vecina en el ascensor pero era evidente que Cornelia no era nacional y me apetecía conocer de primera mano una persona de otro país y hablar de sus costumbres.

Por entonces tenía dos amigos. Los únicos con quienes he tenido vida social. Todos éramos célibes sin votos y disfrutábamos el suplicio de una castidad fingida  educados en colegio de curas, segregados por alguno de los dos sexos reconocidos. Si me hubieran dado a elegir sin tiempo para pensar, hubiera elegido ir a un colegio de chicas. Más tarde alguien me aplicaría la expresión "mariquita entre ellas" de manera equivocada e ignorante respecto de su verdadero significado.

El caso es que mis amigos, Alonso y Luis Carlos, estaban más salidos que la antena de un 600 y, viendo que hablaba con ella, creyeron que podrían o podríamos estrenarnos con ella y un día me abordaron así:

—Anda, tío, a ti que no te da corte ... queda con ella. Hacemos una fiesta y tal, la emborrachamos un poco y nos lo  montamosdijo Alonso.

Joder, mira que sois guarros. Solo pensáis en eso. Si queréis quedamos con ella para dar una vuelta, ir a algún pub y hablar.

—¡ Bueh ! ¡ Venga tío ! ¡ Ahora no te hagas el culto que tienes tantas ganas como nosotros !

—Si ... yo tengo las mismas ganas ... pero no a cualquier precio y esa idea no me parece buena. A saber qué pensaría ella si ...

—¡ Pero qué va a pensar ni qué ! ¡ Si a las extranjeras les encanta tener sexo ! ¡ No son como las de aquí idiota ... !

—¡ Sabrás tú de tanto que has estado con gente de fuera !

Se turnaban para "atacarme":

Venga tío, no te enfades. Anda, no seas aguafiestas, no seas así.—añadió Luis Carlos y con su tiki-taka siguió Alonso

Siempre estás igual. Nosotros al menos vamos de cara mientras tú vas de legal  y puritano, pero no eres mejor que nosotros. 

—Yo nunca he dicho que lo sea. 

—No lo dices pero lo demuestras: sales más tarde y te vas el primero a casa, como si no fuésemos suficiente para tí ... 

—Y nunca quieres ir al cine con nosotros, ni quieres salir a beber ... quieres hacernos sentir mal.

Si os gusta ir a ver porno al cine es cosa vuestra. A mi no me apetece. Ya he ido un par de veces y me basta. 

—Claro, porque tu padre tiene porno en casa y ahí te la cascas como una bestia enjaulada—rieron a mandíbula rota.

Qué brutos sois. Si no salgo a las 4 de la tarde es porque luego me aburro como una ostra.

—¿ Lo ves ? Ya te estás poniendo por encima con que te aburrimos y somos brutos. Luego nos regalas chicles haciéndote el majete pero solo lo haces porque te da asco nuestro aliento.

—Tíos, es muy desagradable salir de casa y encontraros ya medio borrachos a vinos a las siete y además aguantaros ese tufo en medio de las tonterías que hacéis.

—¿ Y te has parado a pensar cómo nos sentimos o porqué nos emborrachamos ?

—No. ¿ Es que tengo yo la culpa ?

—Bah, con tal de llamar la atención hasta te haces la víctima. No todo tiene que ver contigo.—Alonso se dio la vuelta y atizó una patada a una piedra. Luis Carlos acudió al relevo

Venga hombre, hazlo por nosotros, solo esta vez y ya no te volvemos a pedir nada.

—No tenéis escrúpulos ¿ No os dais asco ? ¿ Os acordáis cuando queríais hacéroslo con mi hermana mayor ?

—¡ Hala !, ahora no saques eso, joder, que teníamos quince años.

—Tú dieciséis y él quince, pero para mí que habéis sido siempre dos viejos verdes. No pienso hacerle eso a Cornelia. Voy a quedar con ella yo solo mientras esté aquí y listo.

—¡ AHHH ! ¡ AHORA LO ENTIENDO ! ¡ Qué egoísta eres ! ¡ La quieres solo para ti ! Te la llevarás a tu casa y así disfrutas tú solo con ella.—me llevé las manos a la cabeza. Estaba a punto de reventarme pero antes añadió Alonso esta amenaza:

—Pues si quedas con ella solo, lo mismo cuando se vaya no volvemos a salir contigo.

Correré ese "riesgo". Adiós.

Aquel día me volví todavía más pronto a casa. Estaba harto de sus majaderías, siempre con la misma historia.

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Hacía algunos días que salía con ella por la ciudad. Íbamos a algún pub y hablábamos de su país y muchas cosas más.

Yo decía "mira cuántos árboles hay en nuestra ciudad, ¿no es bonita?" y a ella eso le parecía una broma: en su país había muchísimas más zonas verdes.  

Yo me pedía un mosto o una clara de cerveza. Ella ... no recuerdo, pero le chocaba un montón verme comer las pipas que nos ponían en un platito: "Es que eso en mi país se lo damos a los loros." 

También le hacía mucha gracia que tuviéramos un Rey. Le parecía un atraso de antiguas épocas.

Un día, antes de salir, la pedí que pasara dentro de mi casa y que tomara asiento en el sofá del salón y lo hizo sin dudar. Quizá puedan imaginar para qué, aunque lo dudo. Lo que hice a continuación se me había ocurrido un minuto antes de que bajara del ático y llamase a mi puerta.

Encendí el mezclador: por un canal el micrófono estéreo de condensador y por otro el tocadiscos de plato extraíble con cabezal magnético, ambos de la marca Aiwa.

Puse la aguja sobre el vinilo en la última canción "A piece of sky" de la banda sonora original de la película Yentl. Cornelia Köhler me observaba supongo que algo extrañada por todo aquello. Cogí el micrófono y comencé a cantar sobre la voz de Barbra Streisand. Mezcladas nuestras voces en aquella especie de karaoke "made in home" mis errores vocales se podían ocultar mejor.

Canté.

Canté hasta el final sin mirar a mi obligada espectadora pero no estaba entrenado para prolongar mi chorro de voz hasta los 19 segundos de Barbra en ese final apoteósico.

Quise disculparme en la comprensión de que no me era posible igualar aquella fuerza arrolladora y encontré que ella estaba encantada. Plis, plas, aplausos.

Visto desde la distancia de los años me parece un hecho propio de narcisistas viciosos, ¿no creen?.

¿Tendrían razón Alonso y Luis Carlos? He aquí un suceso alternativo:

Cuando éramos pequeños nuestros padres nos llevaban al campo. Máximo de 60 kilómetros. Iban dos familias más, amigas de mis padres. Un día me enviaron al Renault 4L de otra familia. De mala gana fui pero en el viaje de pronto me puse a cantar, vaya usted a saber porqué "Son tus perjúmenes mujer", de Carlos Mejía Godoy y Los de Palacagüina. Al amigo de mi padre le encantó aquello y cuando aparcaron corrió a festejarlo:

—¡ Venid todos un momento ! ¡ Venid ! ¡ Veréis qué bien canta Fermi !—horror de los horrores.  Yo deseaba hacer andar mi jeep de madelman por terreno agreste despacio y con todo el cuidado pero aquel hombre me cogió por los brazos y me puso sobre un peñasco cual lagartija a la solana. Solo por eso  le hubiera puesto el jeep de sombrero pero ante tanta gente me quedé bloqueado. Yo llevaba un niqui  (palabra viejuna) marrón de rayas anchas y manga corta baja y algo ajustada. Estiré mis mangas.

—¡ Venga ! ¡ Canta como antes en el coche ! Son tus perjúmenes mujer ... 🎵🎶—solo hacía falta fijarse en mi cara de morrongo. El buen hombre no entendía mi enorme disgusto. Su hijo por el contrario pasaba de super animado a pendenciero en un flash. Mientras me convertía en un personaje mohíno a la vista de todos su hijo Tito enganchó mi jeep y se puso a correr con él sobre el suelo areno-pedregoso y poco propicio para la velocidad. Al momento había volcado, pero él seguía arrastrándolo de todas formas. Estaba a punto de llorar cuando se me acercó su esposa:

—¡ Déjale en paz, atontado ! ¡ No ves que no quiere ! Anda ven, baja de ahí. ¡ TITOOOO, DEJA EL COCHE Y VEN AQUÍ !—que amor de mujer. Qué risas los unos, qué comentarios los otros entre la impaciencia y la impotencia, el aburrimiento y la compasión.

—¡ Bah, qué muchacho más soso ! Es que teníais que haberle visto cantando: "Tus pechos cántaros de miel ..."

Eran 13 años los que tenía pero no crecí ni me adapté ni maduré como era de esperar. Y moriré sin haberlo hecho jamás, me parece.

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Cuando Cornelia finalizó su curso de idioma español, tocaba regresar a su país, Austria. Era de una región muy autonomista. Su preciosa Vorarlberg ...  

Creo que no fui capaz de darle un abrazo o al menos un beso de despedida. Siempre se me han dado mal esas cosas.

En el último momento antes de darse la vuelta me dijo que le picaban los ojos. Ninguna de las imágenes que pasé por la mente encajaba aquel comentario de ella: humo de coches, pestañas ... 

Se marchó y aún tardé tiempo en comprender aquel picor en sus ojos. No soy bobo pero para determinadas cuestiones soy  muy lento o ni siquiera alcanzo.

Fue una corta pero bonita amistad en cualquier caso.

Saludos, Cornelia. Espero que hayas sido muy feliz.

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Los amigos volvieron. Aunque sin rencores, aprendieron a pasar de mi cuando querían divertirse. Durante un tiempo creí sus engaños y me venía bien para dedicarme a mis asuntos pero una cosa era pasar del cine y otra pasar de otras chicas y chicos. Cuando lo descubrí no se lo perdoné y no volví a salir con ellos hasta que vinieron a disculparse después de rodar por las calles como perros abandonados.

Por mi parte quise encontrar mi camino sin ellos y un par de ocasiones estorbé en un grupo compuesto por seis viejas amigas. Ahí se puede deducir que no hubiera sido buena elección el colegio de chicas. También llevé mis lágrimas a correr en lo oscuro de algunos salones de cine que pasaban películas antiguas a precio económico. Eran en blanco y negro y en un idioma que tampoco era el mío.

Es importante conocerse para saber qué necesitamos, lo que más nos conviene o cómo podemos ser un poco más felices. 

Así es la vida. 

Ellos encontraron pareja a pesar de sus dificultades para iniciar una conversación pero yo no era capaz de encontrar  cómo, qué o quién y rechacé las amistades que me propusieron Alonso y Luis Carlos. La soledad es una compañera muy triste pero ni en esas condiciones era capaz de empezar una amistad cualquiera fuera de determinados parámetros.

A veces, ser más rígido que una tabla de planchar es peor que estar más salido que el pico de su plancha.

En todo caso recordaré aquellos dos chicos que una vez fuisteis: Alonso con su Ennio Morricone y aquel puñado de dólares, fascinado con Clint Eastwood. Luis Carlos escuchando Das boot en las profundidades de su U-boot alemán, apasionado de la historia y los soldaditos.

Ya es tarde para ser otra persona. Tarde para cambiar las decisiones de toda una vida. Tarde para modificar el rumbo al futuro. 

Ya va siendo hora de descansar. No estaría mal.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Todo comienza, todo termina.

"Me gustan las gentes que ven la vida con ojos distintos que los demás, que consideran las cosas de otro modo que la mayoría ... Quizá me ocurra esto porque he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos." Nada, Carmen Laforet

Ping y Pang Theory
Ahora sé porqué no me gustan las atracciones de feria. Desde que monté en esta del Big-Bang ...


 No exacto por ese orden.

La vida de un nuevo ser comienza, se desarrolla y ... termina en un periodo de tiempo que varía entre meses y años de felicidad, sufrimientos, a lo largo de una gama completa y diversa en magnitudes.

Todo es cuestión de tiempo. Hasta la roca se crea, crece, divide en miles, millones y miles de millones para acabar diseminada entre el polvo de las estrellas como toda materia.

También las personas somos otra materia cualquiera que termina hecha polvo sin lugar a duda.

En ocasiones hubiera sido mejor no empezar nunca. El famoso cogotón, desnuque a los hijos de los pobres, los marginados que surten condescendientes, sin freno ni conocimiento, las monótonas estanterías del super "biodiversidad".

Algunos dicen que cuantos más mejor. Que son una bendición de Dios. Y si son machos mejor que hembras. Espera, que se me están revolviendo las tripas con este recuerdo:

- Tú tienes una hembra, ¿no? - Me dijo una vecina que me crucé en el portal. Mi rostro no cambió. La respuesta se me antojaba trabajo apropiado para un sexador de pollos. En esta ocasión mi silencio no sirvió como respuesta. Hay gente que no comprende los silencios, que no respeta las ganas, el derecho de un desconocido a permanecer callado. No supe qué pasaba en el cerebro de aquella vecina mientras dejaba pasar los segundos hasta que representé en una imagen el espacio vacío de aquel portal de nuestro barrio obrero como el interior de su cabeza. Reconozco que resolví tarde, parco en letras, pero resolví:

- Si.

- Qué suerte. Ya ves, yo con tres machos ... si tuviera una hembra que me pudiera ayudar en casa ...

- Yaaaa - Me volví hacia las escaleras. No lo hice hacia el ascensor por si acaso me perseguía a pesar de que su dirección era de salida. Bueno, ¡qué porras!, y porque no había ascensor ni hueco donde poner alguno. Bastante que había peldaños, buzones y pasamanos.

Ella debió comprender, esta vez sí, que no se habla con una espalda y decidió salir del portal. Igual la luz de la calle terminaba de iluminarla del mismo gris que repartía aquel día pródigo en frases para esculpir en piedra.

Sus gritos y los de su marido eran como una banda portadora para las tonadas crispantes que pulsaba su coro de tenores.

Muchas veces me produce risa cómo la especie humana se esfuerza en conocer los sucedido después del big bang. Cómo gustaría a tanta investigadora y científico determinar con aproximación los incidentes cósmicos cuando somos incapaces de dar con la solución a las circunstancias mismas de las pirámides o las guerras, capaces estas de abarcar por sí solas gran parte de toda nuestra historia.

Tan bella como cualquier sinfonía la vida comienza y se desarrolla al compás que determina su altura, intensidad, timbre y duración. Algunas personas consumen su ocasión rodeadas de timbres que hacen imposible la armonía. Otras tratan de seguir ritmos que jamás han podido soportar en lugar de reconocer el encanto, la lindura perfecta y única de su propio ritmo. Hay quienes solo buscan aplastar con la fuerza del volumen aquellas notas más suaves que rodean y conforman su misma esencia. Algunas pierden en la altura de sus sonidos los tonos más graves y profundos de otras que lograrían hacer vibrar su espíritu.

Yo pongo el amplificador a baja potencia mientras escucho esa sinfonía discorde y trato de aprender con el peligro de confinamiento que condiciona mi actitud como mero espectador.

Duele, duelo. Sordo, vociferante, dolor cabal ... que me hace perder la sensatez. Ahora hablo de dolor junto a la muñeca i.,  codo i., craneo d., dedos d., antebrazo d., cervicales, pausa, brazo i., muslo i., hombro i., axila d., rodilla d., tobillo d., pausa, cadera i., nuca i. varios a la vez, juntos, seguidos, moderados, fuertes ... ¡qué demonios son estos dolores!,  no me da tiempo a señalarlos.


Diablos ... soy tan malo, pero malo a nivel celular (como dice James Rhodes) ... que mis células se odian y destruyen entre sí, qué asco. 
Qué bueno será acabarlos y terminar igual que todo comienza, igual que todo termina.