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sábado, 1 de agosto de 2009

Los sonidos del silencio


El mundo tiene prisa. Gira a unos 1.670 km. por hora. Pero cada día vuelve a empezar su enésima vuelta elevada a potencias fuera del ingenuo cálculo humano. Se traslada por el espacio a 108.000 Km. por hora. Pero cada año vuelve al lugar de donde partió (mundanamente redundando y simplificando pormenores mayúsculos) para jamás desengañarse de su total desorientación en diminutas elipses por ese más que desértico y vasto vacío del espacio universal.

El mundo no tiene tiempo, no puede esperar a la siguiente vuelta. No puede escuchar, el vacío tiene estas cosas. Dialogar es, por descontado, un esfuerzo inútil en esas circunstancias. No puede pararse este mundo; ya se sabe lo que sucede cuando se dan muchas vueltas y te detienes: todo te da vueltas. No puede el mundo leer, porque con tal velocidad nadie se para a leer, y menos, a leer cosas desagradables. Y si es posible, ni se mira, que por mirar también reparten.

El mundo está completo de personas que tienen prisa. Debería haber dicho “por” y no “de”, por que el mundo es además llano, como de dos dimensiones. Nada de esferas azules: las gafas, las cámaras de fotos y todo eso, deforman el horizonte. El telescopio, sus lentes redondas, muestran los planetas distorsionadamente esféricos. Sólo se piensa en dos dimensiones. Uno no puede ir por la vida pensando en el espacio exterior ¡Qué agobio! Y lo mejor de todo, es que ese “ancho x largo”, tiene medidas. Lo sabes al escuchar pensamientos como... “A partir del ahí, termina nuestra tierra, pero yo soy gente de mundo: salto en avión a conocer otros lugares”. ¿"Nuestra" tierra? ¿Otros lugares? Yo creía que todos formábamos parte de una misma tierra.

No recuerdo cuándo me detuve. Sucedió cuando mi paso aflojó que me miré, me leí, me escuché y me sentí muy cansado. Mi cuerpo no quiso esperarme y siguió su loca marcha mientras yo empezaba a escuchar los sonidos del silencio. De mi propio silencio. Creo que por eso perdí la cabeza, porque iba sujeta a mi cuerpo. Mírame ahora, aquí, mi alma sentada en este lapso del tiempo. Utilizando las manos de este títere que encontré para contar todas estas cosas que no valen nada: todo esto.

No puedo pedirte, persona que aún lees, que pierdas más tiempo leyendo sandeces de un loco cansado y sin mérito. Me sabe mal pedirte que aminores la marcha para que a lo peor acabes a mi lado y seamos compañeros en este asilo donde viven gentes que callaron porque nunca fueron escuchados. Pero que sepas, si vienes conmigo, que cualquier día saldremos de él triunfantes. Con el paso algo más firme y que nunca más será un paso apresurado.

Y todo este rollo para mostrar el testimonio de Verónica que escribió para el primer libro escrito por Joan. Algunas palabras suenan feas y, porque son auténticas, desagradables y asquerosas. En este mundo suceden AHORA MISMO muchas cosas aún más terribles que las vividas por Verónica. Y si ese mundo bidimensional no se detiene al escuchar los ecos de tantos hechos aborrecibles, quizá es porque ya ha perdido su derecho a seguir girando. Porque perdió la capacidad de escuchar el sonido de su propio silencio.


Testimonio del abuso sexual sufrido por Verónica:
Creo que mi padre empezó a tocarme desde que tengo uso de razón. Recuerdo que era muy pequeña cuando le pedía a mi padre que me rascara la barriguita o que me subiera al caballito. Él, entonces, me tocaba las partes. A mí me gustaba y me hacía sentir especial. Que inocente fui. 

Lo siguiente que recuerdo fue una vez que me llamó a su habitación y cuando llegué el estaba desnudo en la cama. Me pidió que me acercara, cogió mi manita y la puso en su pene. No estoy segura de los detalles; lo único que sé es que le masturbé y me fui. En aquellos momentos debería tener unos 7 u 8 años.

A partir de entonces empezó a venir muchas noches a mi cama para que le tocara, y yo sólo pensaba -ya esta el pesado aquí, que no me deja dormir- Y entonces se lo hacía rápidamente para que me dejara en paz.

No es fácil ubicar en el tiempo, de una manera correlativa y coherente, recuerdos, sensaciones y hechos. Se que algún tiempo después, todos los sábados a las siete de la mañana, cuando mi madre se iba a la peluquería, él venía a por mí y me llevaba a su habitación. En esa época, primero me tocaba a mí y luego yo a él. Sé que no era normal pero creo que me gustaba. 

Recuerdo que en aquellos tiempos pasaba muchas horas con mi padre. El venía al colegio a por mí y nos íbamos al campo, hablábamos, hacíamos los deberes juntos, e incluso cuando cumplí once años me enseñó a conducir. También me contaba que con mi madre no le iban bien las relaciones sexuales, que era muy sosa... hasta recuerdo haberle dado consejos. En ocasiones me contaba que tal o cual hermano, en el colegio, había hecho esto o aquello y que los habían llamado para hablar con el profesor. Poco a poco me convertí en su pareja.

Me gustaba hablar con él; me contaba como era su vida de pequeño o como había llegado a montar el negocio. En el colegio no tenía amigas, nadie quería sentarse conmigo, así que me sentía querida por él.

Llegó un momento en que comprendí que aquella situación no era normal. Él me decía que un amigo suyo hacía lo mismo con su hija. 

Cada vez me daba mas asco besarle, tocarle y que me tocara. Era horrible; me consolaba con que sólo era un rato, un poco más de una hora, y todo se terminaba. 

Él lo tenía todo preparado; el colchón, el vídeo, el TV, películas porno, revistas... todo en la empresa. Incluso en cierta ocasión, cuando yo tendría unos once o doce años, compró una cámara y a escondidas lo grababa todo. Me dijo que no quería enseñármelo, que era para él, pero finalmente pensó que sería una buena idea que lo viéramos juntos para ver donde fallábamos y si podíamos mejorar la relación. Recuerdo que sólo miré unos segundos el vídeo. Me sentí tan sucia que cerré los ojos. Cuando mi padre se dio cuenta que no lo estaba viendo, se enfadó.

A la empresa íbamos todos los sábados, y entre semana, una o dos veces como mínimo. Lo tenía todo bien montado para que no lo pillaran; puso llave en las oficinas, que sólo tenía él, y cerraba todos los días. De este modo, si alguno de mis hermanos se acercaba por allí, al verlo cerrado, no sospecharían. Incluso aparcaba el coche lejos para que no lo vieran, y aún en el caso de que lo hubieran visto, decía haber cogido la moto para ir al campo y dejado allí el coche.

Para que no supieran que estaba con él, me obligaba a decirle a mi madre que me iba con unas amigas a la biblioteca, entonces quedábamos en un sitio y él me recogía. Luego, cuando volvíamos, me dejaba primero y se iba. Quince minutos después aparecía como si nada.

¿Cómo le decía yo que no me gustaba lo que estábamos haciendo? Al fin y al cabo nunca me había negado, y cuando me preguntaba si me gustaba, alguna vez le dije que si ¿cómo le iba a decir ahora que no? Algunas veces me decía que la gente no lo entendía, que tenían celos de que nosotros nos lleváramos tan bien. Después me preguntaba si me gustaba, y que si no quería seguir que se lo dijera, pero lo preguntaba de una forma que sabías que no ibas a poder negarte, pero tampoco podía decir que si. O sea que generalmente no respondía. 

Lo peor fue cuando él me propuso la penetración; me dijo que lo que estábamos haciendo no estaba mal para una niña, pero ahora ya era una mujer. Así que me hizo prometer que el día de mi cumpleaños, cuando cumpliera los 15, me convertiría en una persona adulta.

Tenía tanto miedo, cada vez que se acercaba a mí y me preguntaba si estaba preparada... El decía que lo estaba, que lo tenía todo preparado, dijo que había comprado vaselina, nuevas revistas y películas para el gran día. 

Y llegó el día. Cumplo los años el 30 de junio, así que no tenía colegio. Intenté por todos los medios pasar cada momento del día con alguien; con mis hermanos, mi madre, lo que fuera para no ir, pero mi padre, en un momento que estaba sola, me dijo “¡que haces! Ya lo tengo todo preparado, vamos”. Me hizo subir al coche y nos fuimos a la fábrica.
Estaba muy asustada. Cuando llegamos ya estaba todo preparado; un ventilador, el colchón en el suelo con las sabanas nuevas, no sé cuantas revistas y películas nuevas.

Hizo que me quitara la ropa y que me acostara. Empezó a tocarme. Me dijo que me tranquilizara y que iba a ponerme a punto para el gran momento, pero yo no me podía tranquilizar. Estaba muy asustada. Entonces cogió un montón de vaselina, me la puso, y se subió encima. Me asusté y empecé hacer fuerza para salir de debajo de él. No podía, era muy grande y pesaba mucho. Lo intentó y me hizo mucho daño. No sé si llegó a penetrarme, aunque fuera un poco, la cuestión es que conseguí salir de debajo de él, no recuerdo cómo. Me fui a una esquina de la habitación y empecé a llorar. Le dije que me había hecho mucho daño. El se enfadó mucho y me dijo que muchas chicas de mi edad que ya eran madres, que tenía una cría como hija y que le había decepcionado.

Volvió a intentarlo en días posteriores, pero no pudo. Así que con el tiempo lo dejó pasar. Pero llegó el siguiente cumpleaños y me lo hizo prometer otra vez. Y otra vez volvió a pasar lo mismo. Esta vez se enfadó más. Volvimos a la rutina de siempre y al cumplir los 17 nuevamente pasó lo mismo. Volvió a enfadarse y su trato hacia mí empeoró. Todos los días me lo tiraba en cara; que era una cría, que nadie querría estar nunca conmigo. Cada vez que pasaba por su lado, o cada vez que me daba un beso me decía: “ya estas preparada, tengo muchas ganas de follar contigo” y cosas así, no sé cuantas veces al día.

Cada vez me sentía más agobiada. Los sábados eran horribles. En realidad no me obligaba físicamente a que lo hiciéramos, siempre decía que lo había comprendido, y que cuando estuviera preparada ya lo haríamos.

A veces me resulta difícil ubicar en el tiempo todos los detalles. Recuerdo, no sé si antes del intento de penetración, que me decía que su mayor ilusión era que encontrase un novio y me casase. De este modo, cuando mi marido fuera a trabajar, él iría a mi casa para hacerme disfrutar, que siempre tendría un hueco para él.

No podía quitarme de la cabeza el “te voy a follar”. Me torturaba aquel pensamiento; pensar que incluso cuando me casara lo tendría siempre encima. Tenía mucho miedo.

En tercero de Formación Profesional me iban fatal todas las asignaturas, pero en la clase de religión, el profesor (un cura) siempre hablaba de temas de actualidad, como las drogas y temas así. Un día nos hizo hacer un trabajo sobre temas como la inseminación artificial, el aborto y cosas de este estilo. Recuerdo que me hizo salir a mí. Llevaba un chicle en la boca y no me entendían cuando hablaba. Se burlaron de mí y él me defendió.

Es un cura que cae mal a mucha la gente, a veces se pasa de burlón y también es bastante fanfarrón, pero a mí me ayudó en ese momento y en él encontré la puerta de escape a mi problema.

Al final del curso, unos días antes de mi cumpleaños, ya con casi 18 años, la presión de mi padre era tal que ya no pude aguantar más. Tenía mucho miedo a que llegara el día de mi cumpleaños. Ya sería mayor de edad y quería creer que cambiarían las cosas, pero no estaba segura de que me dejara en paz respecto a la penetración, o si esta vez se enfadaría de verdad y me violaría.

Hice acopio del escaso valor que aún me quedaba y me fui a hablar con el cura. Le dije que quería hablar con él, que era importante. El dejó lo que estaba haciendo y nos fuimos a una habitación a solas. Me preguntó que quería, pero yo no me atrevía a decirle nada. Me dijo que algo debía estar ocurriendo y que no estaría tan nerviosa por nada, así que empezó a preguntar: “¿Es algo con algún amigo?” -le dije que no- “¿Con algún familiar?” Le respondí que sí, y de este modo, a base de preguntas más o menos sutiles, consiguió sacármelo todo.

Le rogué que por favor no hablase con nadie, que tenía mucho miedo. Él me dijo que se lo tomaba como una confesión y que si no le daba permiso no diría nada. Finalmente me venció la tensión y caí al suelo, no me aguantaban las piernas. El pidió ayuda y me dejó con unas profesoras, tuvieron que agarrarme entre tres o cuatro personas por que no me aguantaba. Después me dieron una tila.

Poco a poco me fui tranquilizando. La directora me dijo que así no podía estar y que iban a llevarme a casa. Les pedí que hicieran conmigo lo que quisieran, pero que por favor no me llevasen allí.

En ese momento llegó el cura, me dijo que había ido a hablar con mi padre y que no lo había negado. Me aseguró que no volvería a pasarme nada, que él mismo se iba a encargar de que no me hiciera nada. Me dijo que hablara con alguien de la familia, que seguro que habría alguien en quien confiar.

Así que al final me llevaron a casa de la novia de un hermano. No quería ver a nadie de la familia, pero mejor ella, que mi padre, mi madre y hermanos. También ella, con preguntas, me sacó todo lo que me pasaba. Me dijo que ella se encargaría de decírselo a mis hermanos, que confiara en ella.

Pero tenía que volver a casa. Cuando llegué, mi padre ya me estaba esperando. Me dijo que estaba loca y que como me había atrevido a decírselo al cura. Dijo que él lo había negado todo y que me culparían a mí. Me sentía fatal, perdí por un momento la vista. Estaba volviendo a perder las fuerzas.

Cogí la puerta y ya no volví."



SOUNDS OF SILENCE

Hola oscuridad, mi vieja amiga,
…………………Hello darkness, my old friend,
he venido a hablar contigo otra vez.
…………………I've come to talk with you again,
porque una vision, creciendo suavemente,
…………………because a vision softly creeping,
dejó su semilla mientras estaba durmiendo.
…………………left its seeds while I was sleeping.
Y la visión que se fijó en mi cerebro
…………………And the vision that was planted in my brain,
aún permanence,
…………………still remains,
con el sonido del silencio.
…………………within the sound of silence.
Caminé solo en sueños sin descanso.
…………………In restless dreams I walked alone.
Calles estrechas de adoquines.
…………………Narrow streets of cobblestone.
Bajo el resplandor de una farola
…………………Neath the halo of a streetlamp
me subí el cuello por el frío y la humedad
…………………I turned my collar to the cold and damp
cuando mis ojos fueron atravesados
…………………when my eyes were stabbed
por el resplandor de una luz de Neón.
…………………by the flash of a neon light.
Partió la noche
…………………Split the night
y toco el sonido del silencio
…………………and touched the sound of silence.
Y en la luz desnuda vi,
…………………And in the naked light I saw,
diez mil personas, quizá más.
…………………ten thousand people, maybe more.
Gente conversando sin hablar.
…………………People talking without speaking.
Gente oyendo sin escuchar.
…………………People hearing without listening.
Gente escribiendo canciones
…………………People writing songs
nunca compartidas cantando.
…………………that voices never shared.
Y nadie se atrevió
…………………And no one dared
a perturbar el sonido del silencio.
…………………to stir the sound of silence.

Tontos, dije yo, no sabeis
…………………Fool, said I, you do not know
que el silencio crece como un cáncer.
…………………silence, like a cancer, grows.
Escuchen mis palabras y podré enseñarles.
…………………Hear my words and I might teach you.
Tomen mis brazos y así podré alcanzarles.
…………………Take my arms then I might reach you.
Pero mis palabras
…………………But my words
cayeron como silenciosas gotas de lluvia
…………………like silent raindrops fell
y resonaron en pozos de silencio.
…………………and echoed in the wells of silence.

Y la gente se arrodillo y rezó
…………………And the people bowed and prayed
al dios Neón que habían creado.
…………………to the neon god they'd made.
Y la señal advirtió con destellos
…………………And the sign flashed its warning
sobre las palabras que estaba creando.
…………………in the words that it was forming.
Y la señal dijo que las palabras de los profetas
…………………And the sign said the words of the prophets
están escritas en los muros del metro
…………………are written on the subway walls
y en los pasillos del edificio
…………………and tenement halls,
y son susurradas en los sonidos del silencio.
…………………and whispered in the sounds of silence.

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