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viernes, 26 de abril de 2013

EXILIADOS - Un cuento de Neil Gaiman (de The Sandman Vol.7)


Cuando era niño vivía entre bosquecillos de moreras.
En verano, las moreras manchaban la hierba verde de púrpura carmesí.
Pájaros de mil colores bailaban en el cielo cuando era un muchacho.
Alegraban el día con sus intrincadas canciones.
"Somos quien elegimos ser", cantaba el jilguero cuando el sol estaba en lo más alto. "Tengo sueños, sobre sueños, sobre sueños", cantaba el ruiseñor bajo la luna pálida.
[Los textos entre corchetes, para suplir la carencia de los imprescindibles dibujos, no pertenecen al guión original]

Las muchachas de mi pueblo tenían los labios como ciruelas
y eran mucho más guapas que las muchachas de los otros pueblos
en los días de mi juventud.

Ahora que soy más viejo, respeto la voluntad de los dioses.
Hace mucho tiempo, aprobé los exámenes
y me nombraron prefecto de toda una provincia.
He estado al mando de ejércitos y he aconsejado a dos emperadores.
Puse a su disposición toda mi sabiduría y a sus órdenes todos mis conocimientos.
He tenido riquezas en abundancia, una esposa, un hijo y muchas concubinas.
Solo el fénix se eleva
y ya no desciende.
Así pues, en el crepúsculo de mi vida, me envían al exilio,
lejos de la corte, de la familia y de todo lo que conozco.

En mi viaje he visto muchas cosas extrañas.

Al atravesar las montañas Nan Shan nos atacaron los lobos,
animados por una criatura raquítica a la que consideraban su rey.
Cuando lo matamos, los demás se desanimaron.
He soñado con las responsabilidades de los emperadores.

Hace muchas leguas que no oigo al ruiseñor.
Pero he tenido sueños, sobre sueños, sobre sueños.

Viejo amigo, esta carta solo te la escribo mentalmente, pero
es una carta magnífica con un perfecto manejo del pincel.
Las manos viejas no tiemblan ni duelen
cuando la carta se escribe en el aire.

Cuando nació mi hijo, el emperador encargó unos fuegos artificiales.
Estallaron en el cielo nocturno como girasoles de luz.
Ahora mi hijo está muerto y yo estoy exiliado.

El desierto es gris: arena gris bajo cielos grises,
y le digo a mi guía: "Este desierto es gris", y él me da la razón.
Es un hombre de un pueblo de los alrededores.
Le pregunto cómo se llama el desierto, pero mi guía no responde.
El desierto tiene un nombre de mal agüero, y
el mal agüero se ha convertido en mi vida.

Mi hijo se alió con el pueblo del Loto Blanco.
"Tienes suerte de que no te haya cortado la cabeza",
me dijo el emperador.
Y aquí estoy, con arena en la barba, los ojos y las orejas,
con los pensamientos bañados por el gris y la arena.
Los sueños, como la espuma de mar, lo bañan todo.

En el pueblo donde contraté a mi guía me encontré una gatita,
blanca como la flor del cerezo.
Me llevó hasta unas rocas a las afueras del pueblo y
me mostró a sus gatitos.
"Si encontramos gatitos, los matamos", dijo el posadero.
"En el pueblo apenas hay comida para los hombres."
Esa noche volví sigilosamente hasta las rocas, aunque hacía frío, y
me guardé en la manga al más pequeño de los gatitos.
En esta travesía del desierto apenas tenemos agua para nosotros.
Solo un necio se traería un gatito.



Hoy me ha clavado tres veces las uñas.
Sus ojitos aún son de un color azúl turbio.
Cuando paramos para orinar, el gatito hace lo mismo.
Espero que viva hasta que lleguemos a la ciudad de Wei,
al otro lado del desierto.
En Wei viviré los años que me quedan.
Suave, suave silba el desierto, como
el chapoteo del mar contra los guijarros de la playa.

-¿Has dicho algo, maestro?
-No he dicho nada.
-Disculpa, maestro, me ha parecido oírte hablar.
-Estoy redactando cartas que quizá ponga por escrito cuando termine este viaje y estemos a salvo. Así ocupo la mente mientras viajamos. ¿Tú haces algo para mantener la mente ocupada?
-Rezo, maestro, para que el todopoderoso y todos los dioses menores nos hagan cruzar el desierto sanos y salvos. También tengo esperanza.
-He oído que en este desierto florecen los espejismos. Que lo recorren fantasmas y espíritus de zorro que roban a los viajeros y los desvían de su camino.
-Así es, maestro.
-¿Cuánto falta para que se haga de noche?
-Varias horas, maestro.
-¿Y hasta que crucemos el desierto?
-Al menos un día más, maestro.

Mi guía lleva campanitas de plata cosidas a las mangas
y a la brida de su caballo.
En el desierto, el viento a veces se levanta de repente.
Suele pasar que los que entran no vuelven a salir.


El emperador no ordenó que me matasen pero tampoco
le apenaría demasiado si le informaran de mi muerte.
Le aconsejé sabiamente, a él y a su padre antes que a él.

Aquello que se sueña no puede considerarse que no se ha soñado.
Llevo muchos meses de viaje.

Presa de una honda pesadumbre, sueño con una taza de vino.
Me imagino una taza de porcelana.
Vierto el vino caliente y sorbo, exquisitamente.
Pero no tenemos vino, y escaso es el vino del recuerdo.
Calor y frío, anocheceres y amaneceres.
Esta es mi suerte.

A veces pienso que mi viaje no terminará nunca.

La arena del desierto me azota la cara.
Siento como si me azotaran la cara con látigos de alambre.
Mi esposa torturó una vez a una sirvienta con látigos de alambre:
Faltaba un anillo de oro y la muchacha era la única sospechosa.
Mi esposa la mató antes de que pudiese confesar.
Muchos años después encontramos el anillo
entre dos tablas del suelo.

Las riendas se relajan entre mis manos
y esta noche me pesan los años.
Le digo al mozo que voy a desmontar y él sujeta al caballo.
La arena que trae el viento me ciega...
... y no veo nada.
Y cuando recupero la vista, estoy solo.

Los sabios dicen que todo lo enterrado quedará algún día al descubierto.
Si esperase un rato, oiría el tintineo de las campanas de plata.
Y reanudaríamos nuestro viaje hacia la ciudad de Wei.

No es la primera vez que tengo espejismos,
los he tenido en otros desiertos.
Una vez, en el lejano sur, vi el Palacio Imperial
con cada baldosa y cada grabado, aunque se desvaneció al acercarnos.
He visto el oleaje del mar en lugares donde no había agua.
Ahora ondean orgullosas banderas carmesíes, 
aunque el viento ha amainado, y
el aroma de la resina ámbar de pino llena el aire.
Oigo la canción de los ruiseñores y huelo a moras aplastadas.
Y caminando hacia mí, veo a mi hijo.
"Estás muerto", le digo. Y él agacha la cabeza.
"Estoy muerto, padre", me dice.
"Me cortaron la cabeza y las manos. 
Arrojaron mi cadáver a una fosa y ni toda 
la magia del Loto Blanco pudo salvarme."
La arena se mueve bajo mis pies. 
No logro encontrar el equilibrio.
"¿Dónde estamos?".
Le pregunto a mi hijo, que está muerto. 
"¿Me he unido a ti en las terrazas oscuras?"
"¿Esa tienda es la morada del Prefecto de los Muertos?"
"Mi padre sigue entre los vivos." Responde mi hijo.
La ira se apodera de mí y se lo reprocho.
"Si te hubieras contentado con la superficie de
la vida, todos habríamos sido más felices. Nada 
bueno surgió de tu estudio de las artes mágicas."
Mi hijo agacha la cabeza. 
El gatito bufa, asustado, y huye. Corro tras él.
-¿Padre? Soy tu hijo. ESE no es más que un gatito. ¿Porqué me abandonas para perseguirlo?
-En vida eras toda mi alegría. Ahora que estás muerto, sólo te veo en sueños. Y al despertar, mi almohada está húmeda por culpa de las lágrimas. El gatito está vivo y necesita mi ayuda.
-¡NO vayas ALLÍ!
-Cuando estabas vivo, no hacías caso de mis consejos. Yo estoy vivo, y tú, muerto. Tomaré mis propias decisiones.

Qué raro es este desierto: me rodean los mástiles de barcos destrozados. Subo hasta una duna y llamo al gatito con palabras de consuelo.

[El hombre entra en la tienda que hay en lo alto de la duna. Dentro se encuentra Morfeo, rey de los sueños y el hombre se dirige a él sin conocer su identidad]

-¡HEY! ¿Qué haces aquí, en este antro de demonios? ¿Te has perdido, o eres tú también un demonio?
[Morfeo, de espaldas él, está sentado sobre el suelo con las piernas cruzadas. Antes de obtener respuesta, advierte:]
-Disculpa mi franqueza, pero soy viejo y seguramente mi carne sea demasiado fibrosa y poco sabrosa. No creo que le gustase ni a un demonio.
-No soy un demonio, honorable maestro Li.
-¿Sabes mi nombre? Ahora estoy seguro de que eres un demonio.
-Conozco muchos nombres, maestro Li. ¿Porqué has entrado en mi tienda?
-El emperador me ha enviado al exilio. Y he entrado en tu tienda, señor, buscando a mi compañero de viaje, un gatito.
-Ah, vienes con Camina Sólo de Noche. Aquí está. ¿Mrrr?
[El gato maúlla tras la llamada de Morfeo y, misteriosamente, este añade:]
-Estás a miles de leguas y a cientos de años de tu casa.
-¿Cientos de años?
-En cierto modo. Estás en uno de los lugares blandos en las fronteras del Sueño. Vengo aquí de vez en cuando a pensar y a recordar.
-Mi señor, nadie sabe qué nos depara el futuro, y es posible que mañana ya esté con mis antepasados.[El hombre recoge sus manos sobre el vientre y explica tranquilamente:] Hoy ya he visto a mi hijo, a quien mató el emperador, y lo interpreto como una señal de muy mal agüero. No sé qué eres, pero creo que no quieres hacerme daño. [inclina la cabeza] Tengo algo que pedirte: una plegaria de alguien que sabe que, aunque los dioses escuchan y atienden todas las plegarias, no es imposible que la respuesta sea "NO".
-Sigue.
-Llevo muchas leguas soñando con una taza de vino. No con un pellejo entero de vino, pues me pondría achispado y me volvería insensato. Sólo una taza de vino para entrar en calor.
[Morfeo se lleva la mano izquierda a la boca en actitud pensativa y contesta:]
-Dentro de un tiempo, o hace un tiempo, un joven me dio agua en este desierto, aunque no tenía gran cosa que ofrecerme. Sería descortés por mi parte darte menos de lo que él me dio. Toma.
[Le sirve vino en una taza. El hombre, ahora sentado, lo toma cerrando los ojos con exquisitez y dice:]
-Estaba rico. Rico como en mis sueños. Toma, por favor. Debo pagarte.
-Guárdate la moneda, maestro Li. Dásela a quien la necesite. 
[El hombre mira la moneda contestando:]
-Se la daré al primer mendigo que vea, señor.
[Morfeo, ahora en pié, con los brazos cruzados cuenta, refiriéndose a su propia experiencia:]
-Erase una vez un sabio que quería a su hijo tanto como querías tú al tuyo. Un día, el hijo murió, pero su padre no derramó una sola lágrima por él. Cuando le preguntaron porqué, respondió: "No lloré por él antes de que naciera y no lloraré por él ahora que ha muerto". ¿Qué opinas?


-Me parece una estupidez. Lloras, porque lo que toca es llorar. Pero tu dolor no es inútil: no te conviertes en esclavo del dolor, sino que te despides de los muertos y sigues adelante.
-Así es. [Se agacha y acaricia al gato, que maúlla] ¿Mrrr? De acuerdo. Si tienes que irte... Adiós, Camina Solo de Noche. Parece que ya te vas, maestro Li.
-¿Señor? ¿Hay algún modo de salir de este desierto?

[El hombre vuelve los ojos hacia su interlocutor, pero se encuentra solo, sobre la arena en lo alto de la duna, con el gatito a su lado. Ambos caminan sin rumbo, mientras la invisible y gigantesca mano de Morfeo toma y deja escapar entre sus dedos la fina tierra del desierto.]

Sigo al gatito por las arenas movedizas. Mis viejas piernas tropiezan.
Me siento más viejo que P'eng. Y entonces oigo el murmullo de voces.
Y al otro lado de la llanura, oigo el sonido de la locura.
HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA!

[El hombre se acerca al origen del sonido y encuentra una vitrina sobre un pedestal, con un muñeco de marinero que ríe alocadamente. Junto a esta, se abre un abismo que no puede cruzar para alcanzar el otro lado. Se vuelve a mirar la vitrina, que ahora es una máquina de extraer regalos dirigiendo con un mando la pequeña grúa. Elige un puente.]

Cruzo el puente y me digo 
que estoy soñando.
A medida que crece el crepúsculo
amarillento, mis pensamientos se
vuelven agitados e inquietos.
Una vez cruzado el puente, me entra la duda:
¿He cruzado el puente?
¿He experimentado lo que ya he 
experimentado?
No sabría decir, no lo sé a ciencia cierta.
Mis pies me llevan ante una tienda por
segunda vez.
Oigo voces graves, jinetes lejanos, 
un trueno remoto.

[De nuevo, Morfeo, reencarnado en sí mismo tiempo atrás a través de una gran esmeralda, lleva una túnica blanca y a modo de colgante sobre el pecho, esa esmeralda. Está quieto en pié con los brazos cruzados, entre el hombre y la tienda, y habla:]

-Hola, maestro Li.
-Lo mismo digo, maestro. Disculpa la confusión de un viejo, pero ¿No nos conocemos de antes?
-Nos conocemos, maestro Li.
-Al otro lado del abismo había un hombre que podría haber sido tu hermano.
-Me conociste, maestro Li, hace mucho tiempo.
-Entiendo.
-Eres sabio. [Morfeo se agacha para acariciar al gatito -maúlla- y le dice:] Tú también, valiente. ¿Quieres caminar junto a mí, maestro Li?
-Haré lo que me pida mi señor. [Los tres marchan, Morfeo, el maestro Li y Camina Solo de Noche]

Cabalgaron los jinetes hacia nosotros, envueltos en una nube de polvo. Se oía el tintineo de jaeces y bocados, el sonido de lanzas contra escudos, de fustas de plata contra los ijares de los caballos, y el ruido de cascos resonaba como el trueno por la arena.

-¿Eres el señor de este reino? [preguntó uno entre los jinetes]
-Si. [unos pasos detrás de Morfeo, el maestro Li aguarda junto al gatito]
-Mi señor, llevamos mucho tiempo cabalgando.
-Por eso estoy aquí. Ha llegado la hora de que abandonéis este lugar.
-Pero mi señor... ¿Qué será de nosotros? ¿Nos devolverás a las épocas y lugares de los que procedemos? ¿o nos desharemos en polvo y, olvidados, seremos uno con el desierto? ¿Omnia mutantur, nihil interit...?

[y Morfeo contesta:]
-Quizá

Las llamas bailan en la blancura de su túnica.
Niega lentamente con la cabeza.
No sé si está sonriendo.
Quizá sonríe.
Y luego se da media vuelta.
Se oye el sonido de un trueno en verano, suave y lejano.
Estamos solos en medio del silencio.
Solo se oye el silbido del viento en la arena.

-No me gustan las cárceles maestro Li. A veces sospecho que construimos nuestras propias trampas y que caemos en ellas fingiendo sorpresa. Que la vida es así para todos, desde el Altísimo hasta la criatura más despreciable de la creación... Pero sea o no este el caso, sigue valiendo la pena abrir jaulas. Liberar al prisionero sigue siendo un acto virtuoso.
-Eso dicen los sabios.
-Las herramientas, claro está, pueden ser la más sutil de las trampas. Sé que algún día tendré que destruir la esmeralda. [Pero el hombre no comprende el mencionado significado y utilidad de la esmeralda]
-¿Mi señor? [Morfeo cree innecesario explicarse y cambia de tema]
-Pero ese día puede esperar. ¿A dónde te diriges, maestro Li?
-Al exilio, señor, el emperador ya no necesita mis consejos.
-Entiendo. Lo siento. ¿Querría el venerable maestro Li hacernos el honor a mi modesto reino y a mí de actuar como consejero? ¿Y quedarse en mi humilde castillo todo el tiempo que desee?
[El hombre inclina la cabeza mientras piensa. Recoge las manos a su espalda y levantando la cabeza contesta:]
-Eres tú quien me honra al ofrecérmelo, señor. [ahora se lleva las manos atrás, sobre sus caderas y reflexiona mirando al suelo para decir:] Parto al exilio: me han condenado a ser prefecto en el puesto más lejano del imperio. Soy viejo y el emperador aún es joven. No espero recibir jamás un mensaje que me diga que puedo volver a casa. No viviré para volver a ver a mi esposa, ni el pueblo donde nací. Pero me he pasado la vida obedeciendo la voluntad del emperador, y el emperador me ha enviado a la ciudad de Wei. Haré lo que me ha ordenado mi emperador.
-Entiendo. Si cambias de idea, díselo al gatito. El me lo dirá a mí.
-Como desees, señor. 
[desea resolver una duda y pregunta:]
-Señor...  ¿Qué es lo que ha dicho el portavoz de los jinetes cuando se ha desvanecido con ellos?
-Omnia mutantur, nihil interit. "Todo cambia, pero nada se pierde." Buen viaje, maestro Li.

[La esmeralda brilla. Morfeo se desvanece entre ondulaciones y dunas por las que a lo lejos reaparece el guía con los caballos. El maestro, que ahora está tendido, dormido, chilla y se incorpora ante el mordisco del gatito]

Mi guía había pensado que se me había tragado el desierto, que me habían secuestrado los ogros y los espíritus de zorro, los demonios o los fantasmas.
El gatito me salvó la vida al hacerme gritar.
Pienso en el grito de un recién nacido al llegar al mundo.
Tengo la barba y la ropa llenas de arena y el cuerpo dolorido.
¿Fue un sueño? ¿Solo un sueño? ¿O simple locura?
Fuese o no real, me comporté correctamente, y
la corrección en el comportamiento es una de las virtudes cardinales.
Vuelvo a meterme el gatito en la manga.
Le he salvado la vida y él me la ha salvado a mí.
Es responsabilidad mía.
No podemos eludir las responsabilidades.
Aquello que se sueña no puede perderse,
ni considerarse que no se ha soñado.

Tomaré pincel y papel en cuanto llegue a la ciudad de Wei, viejo amigo.
Pienso en ti, y en mi esposa, sola y deshonrada en la capital.
Y en mi hijo.

Estoy exiliado en la inmensidad gris
del fin del mundo,
pero ya no me lamento;
agradezco el dolor de la mano.
Imagino el sabor de las moras 
en el crepúsculo violáceo.
Y mañana llegaré a la ciudad de Wei.

Solo el fénix se eleva
y ya no desciende.

Y todo cambia. 
Pero nada se pierde.


FIN.----------------------------------------------------------------------------------------------------

He transcrito y robado este guión de Neil Gaiman,
para mi amiga, el hada Hasivi.

domingo, 14 de abril de 2013

Repulsivo

"Aprendí, hace tiempo, a no luchar nunca con un cerdo. Te ensucias y, encima, al cerdo le gusta." George Bernard Shaw
El ha vuelto a casa. Hoy son las 4 de la madrugada. Apesta a alcohol, a borrachera de tugurio barato.
Tiene ansia de sexo; no le llegó para pagar por ese servicio. Enciende la luz de la habitación y ella está de pié, más allá de la cama, apoyada junto a la cómoda, con los brazos cruzados sobre un camisón blanco de verano. El se ríe. Ella no le quita ojo y aprieta los labios. Apoyándose en el marco de la puerta, con la cabeza en difícil equilibrio, su estúpida risita termina transformándose en una lengua pastosa dentro de una boca reseca. Sus ojos enrojecidos y entornados pasan absolutamente de la cara de su mujer, la ignoran y arrastra la mirada por su boca, su cuello y sus pechos. Descuelga el pesado brazo para ir hacia ella, apoyándose en la pared con cada paso. Ella suelta sus brazos y acude en su ayuda, como tantas veces y comienza a desvestirle. El equivoca la idea, y vuelve a poner su asquerosa sonrisa de putero borracho.

-Je je je... de muedes potu homdre, ¿eh? pequeña zorra... - sus palabras, babeando por la comisura de los labios, moduladas sobre un aliento hediondo, la dejan perpleja, como tantas veces.

-Eres un cerdo ingrato, maldito seas... - Se lleva el brazo al pecho y le aparta con el otro queriendo alejarse de él, pero la agarra y la tira en la cama y, cuando trata de incorporarse, acierta a dar con su oscura y encallecida mano de hombre duro en paro, sobre la delicada y suave piel blanca de su desafortunada esposa. Un sonoro golpe que roba las fuerzas y desata el dolor y el llanto, como tantas veces.

-Puda, de voy a enseñá lo ques un ceddo... - Se le tropiezan las palabras al muy cabrón. Se le enciende la mecha de la violencia y por ello disfruta una erección media. Se cae sobre ella intentando quitarse los calzoncillos y le clava los codos el muy animal.

-¡¡ AAAYY!! ¡¡ DEJAME EN PAZ !! ¡¡ BESTIA !! ¡¡ BORRACHO!!

-¡CALLADE PUTA! - Ahora la tiene a su merced. Vuelve a pegarla y le arranca el camisón y la ropa interior, como poseído por mil demonios, se le hinchan las venas, desea ahogarla pero la sujeta por el cuello de momento.

-Deja dacer ruido... de voy a dar lo que deseas... guarra... sois toas unas guarras...

La viola y, cuando termina, comprueba que ella no se resiste ni se mueve y se tumba en la cama como si tal cosa. Ella se levanta y va al baño sollozando. Se limpia por dentro, dolorida. Siente dolor por fuera, en las costillas, en la cara. No quiere mirar al espejo. Pasa por la cocina. Vuelve al cuarto y allí está él, boca arriba, con los calzoncillos colgando de una pierna, una imagen patética. Se acerca a él.

-Me has enseñado lo que es un cerdo. - El la mira vagamente mientras vuelve la cabeza y pide que pase de él con la mano. Se pone boca abajo y muestra su culo peludo. - Ahora te voy a enseñar lo que le pasa a los cerdos...

Ella le degüella y él, apenas es capaz de levantarse, hace ruidos raros con su voz y cae redondo escasos momentos después.

Sin permiso, perdón. Dibujo de latrini (ver más en  http://latrini.artelista.com/)

domingo, 31 de marzo de 2013

Castigar a un niño

Punishing a child.
"Las circunstancias nos definen. Nos obligan a tomar un camino u otro, y después nos castigan por ello" Ivan Turgenev

Yo tenía unos .. ¿8 o quizá 10 años? No lo sé. Mis padres me habían enviado junto con mi hermana, un año mayor que yo, a casa de mi tía a pasar parte del verano. Si, todo estaba previsto y un buen día, mi madre nos subió al tren, y pidió al revisor que por favor vigilara nuestra llegada a Zarautz, donde algún familiar de allí nos estaría esperando. Esto parecerá extraño hoy en día, pero entonces no debía serlo. No podía acompañarnos porque debía quedarse en Avila, atendiendo el negocio familiar. Nosotros esperábamos y preparábamos con emoción estos viajes. Comprábamos chuches, leche condensada en tubo, etc, pero el viaje se hacía demasiado largo y había que racionar. Bueno, el caso es que llegamos con suerte y buena ayuda (supongo) y nos recogió algún familiar. Todos vivían allí; mis primos, mis tíos y dos abuelos. En esa tierra tan bella, con el verde pintado en sus campos a diferencia del ocre de mi tierra en verano,  ¡ y con playa  !.

A casa de mis tíos venía con frecuencia un niño más pequeño que yo, quizá de cuatro años, y a su lado yo me sentía "un mayor" como el que más. Este niño lo tenía por vecino, cruzando la calle, a escasos 100 metros. Sus padres decían que tenía problemas para dormir y me ofrecí para ir a su casa a contarle un cuento. A todos les pareció bien. Mi hermana estaba aquel día en casa de otra tía, en otro pueblo cerca de allí.

Le conté de memoria, inventando un poco por aquí y otro poco por allá, una historia de la colección de cuentos de hadas que teníamos en casa de mis padres. Recuerdo perfectamente cómo el niño atendía aunque no soy capaz de decir su nombre. Sé que puse mucho cariño y, sentado a sus pies en la cama, veía la puerta abierta sin que nadie me vigilara, y muy tranquilamente hablaba y explicaba mi historia para él. No sé cómo sucedió, pero debían acostar al niño demasiado pronto, porque había luz en la calle cuando empecé y se fue marchando sin avisar, suavemente, sin darme cuenta de ello. El niño cerró los ojitos en algún momento y cuando terminé, estaba dormido.

Me sentí muy contento e importante por haber conseguido llevar los sueños al nene. Sus padres me sonreían y dieron las gracias. Se despidieron a la puerta de su casa y de allí fui directamente a la de mi tía. Estaba ansioso por explicarles mi hazaña. Cuando ella abrió la puerta, me dijo serenamente lo disgustados que estaban conmigo. Mi tío se había ido a la cama del disgusto. Me dijo que era muy tarde y estaban preocupados. A pesar de que me preguntaba una y otra vez la misma cosa. "¿Cómo has podido hacernos esto?" No supe explicar nada ni conseguí abrir siquiera la boca. Ahora estaba castigado. En solo unos pasos crucé dos mundos. Y también tenía que irme a la cama sin cenar. Eso no me había pasado nunca.

Y me fui a la cama. Me acosté tal como me dijeron. Me quité la ropa, me puse el pijama y metí en la cama. Mi cabeza no podía reaccionar. Entonces llegó mi tía, agarró la manilla de la puerta y dijo: "...y encima no pides perdón. No me esperaba esto de tí." Cerró la puerta y yo me quedé allí, con un tremendo dolor en la garganta hasta que arranqué a llorar en silencio, como siempre he hecho. Y desde la cama, que estaba pegada al ventanuco abierto, de madera oscura, miraba cómo las estrellas bailaban sobre mis ojos llenos de pena y lágrimas. Mis padres gritaban y/o pegaban. Recibías tu palo y tus voces acompañadas de caras furiosas y llorabas, pero esto... Aquí eran ellos los que lloraban... por mi culpa. Yo había hecho un daño tremendo... ¿yo? si yo era de esos niños que no hacen ruido...

Y después de un buen rato, cuando sintieron mi llanto imperceptible y sofocado tras la puerta, después de demasiado llanto desesperado, entró mi tio y me dijo que fuera a pedir perdón y a darle un beso a mi tía, que estaba en su cama también llorando. Y fui a pedir perdón, a dar el beso antes de volver a mi cama.

Cuando mi hermana y yo regresamos a casa, llevaba conmigo un acento vasco peculiar. También un recuerdo escondido. Ayer volví a recordar esta historia y el final que yo había ocultado muchos años. Entonces no me di cuenta (bastante problema tenía). Pero ahora puedo ver a mi tía de nuevo cuando me acerqué a besarla: ella no estaba llorando.


domingo, 24 de marzo de 2013

Pero puedo fingir.

But I can pretend.
"A menudo fingimos temer lo que realmente despreciamos y aún más a menudo despreciamos lo que realmente tememos" Charles Caleb Colton

"Me gustan las estrellas. 
Creo que por la ilusión de lo permanente.
Siempre están encendiéndose y apagándose.
Pero desde aquí puedo fingir...
Puedo fingir que las cosas duran.
Puedo fingir que las vidas duran algo más que un momento.
Los dioses vienen y van.
Los mortales parpadean, brillan y se apagan.
Los mundos no duran.
Las estrellas y las galaxias son cosas fugaces y efímeras que titilan como luciérnagas y se apagan en el frío y en el polvo.
Pero puedo fingir. "

(Extraido de "The Sandman. Vol.4.Cap.8" Guión de Neil Gaiman, dibujo de Jill Thompson)


Laura Makabresku

“I like the stars. It's the illusion of permanence, I think. I mean, they're always flaring up and caving in and going out. But from here, I can pretend...I can pretend that things last. I can pretend that lives last longer than moments. Gods come, and gods go. Mortals flicker and flash and fade. Worlds don't last; and stars and galaxies are transient, fleeting things that twinkle like fireflies and vanish into cold and dust. But I can pretend...”


domingo, 17 de febrero de 2013

Blankets (Craig Thomson)

"El amor se compone de una sola alma que habita dos cuerpos" Aristóteles


Acabo de terminar de leer esta novela gráfica. Blankets significa "Mantos", en castellano. Ha sido como un viaje en el tiempo a mi propio pasado. Los paralelismos que he encontrado han sido muchos, aunque mirando a través de mi óptica pesimista, veo a Craig como un hombre muy afortunado y/o como un hombre muy inteligente, que ha sabido (algo tendrá de sabio) aprender de sus experiencias en la vida.

Estos son algunos comentarios publicados sobre Blankets:


"Una historia excepcional: la historia de un primer amor tan sinceramente narrada y recordada que te hace sentir cómo es enamorarse. Dolorosamente hermosa." Time Magazine


"Thompson describe el éxtasis y el dolor de una obsesión (con un amante, con Dios) y no teme sugerir las formas en que esa obsesión puede consumirse y desaparecer" Ken Tucker (The New York Times Book Review)

"...conmovedora, tierna, hermosamente dibujada, tan sincera que resulta dolorosa..." Neil Gaiman.

Y me quedo con el de Neil Gaiman que es un guionista genial, excepcional e imaginativo como nadie.


Este dibujo con su hermano, los dos disfrutando con el lápiz, con Craig que le mira y recibiendo sensaciones positivas, me hace mucha gracia, porque ha colocado las perforaciones para el arrastre del papel contínuo paralelamente a la zona de corte de las hojas. En realidad las perforaciones van a los lados.

Craig ha creado (ya hace algún tiempo) un precioso comic de casi 600 páginas. Me conmueve cómo es capaz de amar y comprender al ser humano, tan solo algo confuso (a mi modo de ver) por el dogma cristiano.





Con qué facilidad derrocha ternura y simpatía en estas viñetas. Dignas de ver:


domingo, 10 de febrero de 2013

El prisionero del cielo.


"Los hombres sin historia son la historia, grano a grano se forman largas playas y luego viene el viento y las revuelve borrando las pisadas y los nombres sin hijo, ni árbol, ni libro." - Silvio Rodriguez


Carlos Ruiz Zafón, de nuevo genial en este libro, nos muestra a nuestro querido amigo Fermín Romero de Torres, con su voz y espíritu de siempre. Quiero mostrar un fragmento:



El cura se encogió de hombros.

—Quién más quién menos ha perdido a alguien, del bando que sea.

—Yo no soy de ningún bando —repuso Fermín—. Es más, las banderas me parecen trapos de colores que huelen a rancio y me basta ver a cualquiera que se envuelva en ellas y se le llene la boca de himnos, escudos y discursos para que me entren cagarrinas. Siempre he pensado que el que siente mucho apego a un rebaño es que tiene algo de borrego.

—Lo debe usted de pasar muy mal en este país.

—No sabe usted hasta qué punto. Pero siempre me digo que el acceso directo al buen jamón serrano lo compensa todo. Y en todas partes cuecen habas.

—Eso es verdad. Dígame, Fermín. ¿Cuánto hace que no prueba un buen jamón serrano?

—6 de marzo de 1934. Los Caracoles, calle Escudellers. Otra vida.

El cura sonrió.

miércoles, 6 de febrero de 2013

A pesar de todo

Nonetheless.
"Puedo resumir, en solo dos palabras, todo lo que he aprendido de la vida: que continúa." Robert Frost

y a pesar de todo... noto pequeños pinchazos de vida.
Diría que hay días que hasta me duelen los músculos.

Observarla tan de cerca sin ser visto ni ser sentido,
me ha hecho apreciar detalles que nunca supe apreciar
y que posiblemente desembocaron en esta locura.

Hubo una vez que yo también quise deshacerme de ella.
Ayer pensaba: "... qué pena no haber sido mas rápido"
Hoy la veo con esa luz que desprende y que ahora es para otro,
pero un día fue solo para mí,
y me alegro de ser yo el que esté en este lugar.

Yo no di la vida suficiente para merecer nada mejor.
Ella es vida en si misma.
Hace mucho que no me metía en un blog
que en su momento tuvo una razón de ser.

Y al abrir el correo me encuentro el texto de arriba en un borrador
y siento cómo mi vida esta llena de casualidades y de causalidades.