Header

jueves, 23 de mayo de 2013

Entrevista a una anorexica (por Lisa Carver)

(entrevista a una persona que sufre anorexia, por supuesto)
"Sé siempre tú mismo, muéstrate tal como eres, ten fe en ti mismo y no vayas buscando una persona de éxito para copiarla". Bruce Lee
Anorexia (por Damatir Ando en Deviant Art - Rodkaromanovich)
He traducido lo mejor que he podido este artículo escrito por Lisa Carver que contiene su entrevista a una chica con anorexia.

La entrevista original está al final de esta entrada.


En primer lugar nos deja clara su opinión respecto de esta enfermedad. La primera vez que lo leí me pareció indignante, de ignorantes, de insensibles y brutos. La cuestión es que su opinión del año 2000, aún transcurridos 13 años, es la opinión de mucha gente. A pesar del trabajo realizado (poco o no) por instituciones estatales, investigadores, médicos y medios de información de los países avanzados, el problema se ha extendido y lo padecen cada vez una mayor variedad de hombres y mujeres, independientemente de su edad. Como suele suceder con todos los problemas mentales, la sociedad en general (incluso el entorno familiar) sigue sintiendo rechazo por aquellos que padecen trastornos de la conducta alimentaria: anorexia nerviosa, bulímia, vigorexia, ortorexia, alcoherexia, diabulimia, sadorexia... “Están locos”. 
Lisa Carver
Cuando leí este artículo imaginaba una feliz escritora o tranquila articulista de vida regalada, sin sobresaltos, riéndose de los demás. Al mismo tiempo pensé que era una falsa y una estúpida nada consecuente con sus actos. Siempre es un error juzgar sin saber. Bueno, mejor si la frase queda en: “siempre es un error juzgar”. Y ahora me entero sin embargo de que Lisa ha llevado lo que para muchos sería una vida extrema con una infancia difícil a la que  algunas personas no consiguen sobrevivir. Aunque eso no justifica su forma de pensar respecto a los TCA, teniéndolo en cuenta, resulta más comprensible. Creo que merece la pena leer esto para comprender cómo ven las cosas unos y otros.

He añadido mis anotaciones entre corchetes.
Se menciona la fecha de Octubre de 1999 en su publicación dentro de Hermenaut, que ha evolucionado a http://hilobrow.com/.

Entrevista-a-una-anoréxica----------------------Por----------Lisa-Carver

Siento muy poca compasión por aquellos cuya enfermedad trata sobre la pobre imagen que tienen de sí mismos. La idea de que es posible controlar perfectamente tu cuerpo es tan mosqueante, como  lo es la idea de que otras personas empleen su tiempo preocupándose de si lo has logrado o no. A mí me parece mucho más interesante esa gente cuyos problemas vienen de la búsqueda de lo invisible, como una moda sobre la que leí en Vogue por la que los jóvenes se cortan a sí mismos a diario. El sufrimiento autocomplaciente y silencioso de la anorexia, en el gran esquema de la vida, es algo realmente inútil. Ese drama interior resulta patético; un drama carente del esplendor de un auténtico Drama. Los anoréxicos no son de los que rompen con todo buscando una solución. Al menos, "enfermedades" como los juegos de azar o el alcoholismo, incluso el abuso conyugal,  implican interacción, el balance de un tira y afloja de culpa y furia, amor y odio; como una pelea a gritos con tu novia cuando llega a casa sin los pendientes de la abuela. Por lo menos los alcohólicos tienen camaradería. Los anoréxicos están eternamente solos, como pirañas solitarias dando vueltas en círculos. (Una anoréxica ve a otra anoréxica y piensa, "¡Maldita sea! Otra perra flaca en mi territorio.") Y al final, esos anoréxicos te obligarán a cuidarlos fingiendo que nunca quisieron ayuda,  como que nunca te odiaron ni quisieron entristecerte: "Oh no, eso solo era violencia  dirigida a mi interior." ¡Pero qué me estás contando! Odio jodidamente ese comportamiento pasivo-agresivo.


A pesar de que mi compasión es escasa, siento mucha envidia. Los anoréxicos siempre parecen tener más ocurrencias que yo.  Todas esas complejidades y hábitos insignificantes que tienen. Mi cuerpo es solo algo que me acompaña a las tiendas, no es ningún campo de batalla. ¿De dónde salen con esas ideas? Yo solo quiero, pues...  escribir, tener relaciones sexuales, pelearme con mi novio, contratar a alguien para que limpie mí casa, tratar de ser divertida e ir a Japón algún día. Mantener el consumo de guisantes a 7 por día, impidiendo que el tenedor toque mis labios, simplemente, no me encaja. Y ya sé lo de esos gays tan finos, que desaprueban todo lo imaginable, y que creen que esas chicas flacuchas de pelo quebradizo merecen la pena más que yo.
Los excesos no producen beneficios
Tal vez es solo la palabra "anorexia", que me encanta, extendida como una red de pesca sobre las estrellas, con sus filamentos tan delgados que apenas son visibles. Este tipo de chica en sí misma es como una constelación de pelo fino y reseco, de ropa brillante, uñas estropeadas y huesos salientes. Tienes que unir los puntos con una línea, porque no hay nada en medio.  Mi mejor amiga durante los últimos 13 años, ha sido anoréxica en diversos grados: se ha dejado llevar por el egoísmo, el perfeccionismo y como diría esa gente con la que no quisiera encontrarme: "problemas de control". Sólo tomó galletas chip, té con hielo y pimientos picantes (jalapeños)  como comida principal cada día durante un año entero. Hasta se recorría tres tiendas diferentes para comprar estos artículos por separado, como si algún pobre empleado estuviera analizando sus compras y pensando: "Si come galletas chips, no necesita comer también pimientos picantes." Incluso si alguna vez compraba algo más, digamos un brick  de sopa, hablaba de ello con la persona de la caja registradora (y cualquiera que estuviera al alrededor), fingiendo que era para otra persona: "Creo que esta variedad es la que él quiere, no sé..." Y finalmente, dejó de dirigirse por completo a los empleados. Les pasaba una nota que decía, "Soy sordomuda. Estoy cogiendo esta sopa de pavo para mi amigo ¿Cuánto es, por favor?"  Siempre tenía accidentes de tráfico y cada mes creía que estaba embarazada.
La gente que se cree "fantástica de la muerte" (cool) siempre es egoísta y dramática. A diferencia de digamos, los depresivos, que se hunden bajo el mismo patrón de siempre, con un comportamiento autodestructivo del que nunca salen, los anoréxicos disponen de una galaxia de opciones en constante expansión para tener problemas. 
[Las personas con TCA también se ven atrapados en patrones autodestructivos de los que a duras penas consiguen salir. Muchos TCA forman parte de una depresión]
Mienten. Se desmayan. Tienen hemorragias. Todas las anoréxicas que he conocido, roban novios. Las cosas siempre "les pasan" a ellas: la gente las molesta cuando duermen, los ex-novios roban sus tarjetas, o las cosas se tuercen cuando tratan de matarse y terminan pasando el fin de semana en el manicomio. Tienen enemigos mortales. ¡La gente les echa maldiciones! Es una vida extravagante, silenciosa, la vida del anoréxico. Hace poco, un tipo me dijo que su hermana había estado manteniendo una relación telepática con Martin Gore del grupo Depeche Mode durante los últimos 8 meses, ¡e incluso se había quedado embarazada de él! "¡Espera!" Dije, "¿Tiene tu hermana un trastorno alimentario?" "Sí", respondió, "Es frutariana. No ha comido nada excepto fruta durante años."

Me he encontrado personas anoréxicas o bulímicas por todas partes en mi vida. Una de ellas es la canguro de mi hijo, C.P., así que la entrevisté. Durante la entrevista, estuvo pelando y cortando una cebolla que había sobre mi mesa. Se puede oír el crujido bajo de la mutilación a lo largo de toda la cinta.

Lisa: ¿Cuándo comenzó esto?

C.P.: Cuando tenía 18 años. Yo nunca pensaba en cuánto comía o cuánto pesaba hasta que tuve este novio. Pesaba 55 kilos y él solía decir, "Ah, me gusta que mis chicas estén delgadas."

Lisa: Eso de "Mis chicas" suena como a proxeneta.

C.P.: ¡La cuestión es que él estaba gordo! ¡Lo estaba! "Me gusta que mis chicas estén entre 46 y 48 kilos." No importa cuánto traté de reducir mi comida ni cuánto aumenté el ejercicio: no conseguía bajar de peso. Así pues, prefería comer lo que quería y luego me deshacía de ello.

Lisa: Vomitabas.

C.P.: Pues sí, vomité y pasé hambre, alternativamente. Estuve mucho más tiempo vomitando que pasando hambre. Era más fácil vomitar.

Lisa: ¿Con qué frecuencia vomitabas?

C.P.: En ocasiones sólo un par de veces por semana, otras veces dos al día. Dependiendo de cuánto hubiera comido ese día. Como había días en los que no pensaba comer nada en absoluto, me di cuenta de que si te despiertas por la mañana y no comes, puedes aguantar más tiempo sin comer. Pero una vez que como, tengo que comer y comer y comer.
Lisa: ¿Cómo es que después de que largaste a aquel novio todavía tenías problemas con la comida?

C.P.: Porque después de eso, estar delgada ya era una obsesión. Todos mis amigos, ahí en Maryland, son delgados de verdad, entre 41 y 48 kilos, y me sentía gorda.

Lisa: ¿Y te ayudaría tener un grupo de amigos gordos?

C.P.: Probablemente no, porque eso me motivaría y querría estar aún más delgada. Tengo también amigos gruesos y sigo con lo de estar delgada porque todos dicen, "Mire qué delgadita estás, mira lo finita que se te ve", y eso me gusta.

[La siguiente pregunta da también en la diana. La meta del peso; otra   parada obligatoria en un TCA. Alcanzar la meta es un momento de satisfacción personal. Uno de los escasos y poco duraderos momentos, porque inmediatamente habrá una meta de uno o varios kilos menos. C.P. siente que podría haber bajado más de peso, siente añoranza por su peso mínimo -que si, que lo añora-, y recordará mucho tiempo su último peso]

Lisa: ¿Cuál es el peso más bajo al que has llegado?

C.P.: 38 kilos. No llegué más abajo porque me llevaron muy pronto al hospital. La inanición es más peligrosa para mí que para otros porque tengo diabetes. Conseguí bajar a 38 con analgésicos. Creo que los analgésicos son el mejor medicamento dietético ¡No sientes nada de hambre! Simplemente te tumbas en la cama todo el rato y pierdes peso. Pero cuando no estás cansado, te hacen salir y moverte de acá para allá sin pensar en nada; solo sigues adelante.
Lisa: ¿Durante esa época fuiste capaz de conservar algún trabajo?

C.P.: Entonces no, porque tenía un quiste ovárico, y por eso no tenía trabajo. Yo nunca me puse a contar calorías. Comía sólo una lechuga y bebía agua. Yo no quería hacer todo eso de comer un M&M y de tres horas de ejercicio. Nunca fui tan quisquillosa con eso. Soy demasiado perezosa.

Lisa: ¿Fuiste al hospital por decisión propia?

C.P.: No. La verdad es que por entonces no podía luchar con ello porque estaba demasiado descontrolada. Estaba demasiado débil y con un pie dentro y otro fuera. Fue mi novio quien me llevó porque estaba al límite de la inconsciencia. Mis compañeros de habitación le llamaron y dijeron, "Su pulso está bajísimo, no responde bien y está deshidratada." Entonces vino, me recogió y me llevó a urgencias.

Lisa: ¿Era ese al que le gusta que sus chicas sean delgadas?

C.P.: No, otro distinto. Este novio nunca me dijo que estaba demasiado flaca.

Lisa: ¿Cómo te trató la gente mientras te recuperabas en el hospital?

C.P.: Unos eran bastante agradables y comprensivos y otros eran mezquinos e insensibles. Estos dirían, "¡Bueno, te has metido en esto porque quieres, deberías saberlo bien, así que no te compadezco!" y los otros dirían, "Ah, pobrecita." Los trabajadores sociales eran agradables, pero muchas enfermeras eran crueles, las gordas. Pero esas cosas pasan, no tiene que ver con porqué estás en el hospital, unas enfermeras son agradables y otras son desagradables.

Lisa: ¿Cuánto peso te hicieron ganar antes de que te dejasen marchar?

C.P.: 5 ó 7 kilos.

Lisa: ¿Cómo ganaste peso? ¿Te pusieron un gotero con suero?

C.P.: Sí. Me pusieron una solución salina y luego glucosa. También hablaron de ponerme la sonda esa en la nariz.

Lisa: ¿Por qué? ¿Tenías miedo a comer?

C.P.: No, sólo que en aquel momento les pareció necesario, pero yo estaba en plan, "¡No, no, no, comeré!" Y luego tuvieron que vigilarme cada vez que iba al cuarto de baño. Tenía que avisar a una enfermera y, mientras, dejar la puerta medio abierta para que pudieran asegurarse de que no iba a hacer otras cosas.

Lisa: ¿Cuánto tiempo te costó ganar esos 5 kilos?

C.P.: Me llevó un par de meses, porque el estómago se encoge, y lo que para mí era una comida normal, para otros sería como un bocado. Incluso ahora, cuando no como durante un rato, mi estómago se encoge, y luego con dar un par de muerdos estaré llena. ¡No podré dar otro muerdo y será estupendo! Al salir del hospital fui a casa de mi novio, que estaba gordo -toda su familia estaba gorda- y me cuidaron. Se aseguraron de que fuera alimentándome. Y él trabajaba en “Taco Bell” así que tenía que comer tacos todo el rato. Trataban de obligarme a comer, y como luego me sentía mal decían, "Ah estas estupenda" y como me alimentaron a la fuerza me puse enferma de verdad y vomité.

Lisa: ¿Cómo te sientes cuando ves a una persona gruesa?

C.P.: No sé, creo que mucha gente gorda es maravillosa. A veces quiero estar gorda, tener un poco de carne extra. Pero no puedo hacerlo por mí misma. Aunque a veces me vuelvo loca con ellos porque creo que son gruesos y asquerosos, y otras veces creo que están bien y son hermosos. Mi buena amiga Cindy tiene sobrepeso y unas veces pienso, "¡Parece una cerda!" y otras  "Ah, está bien"

[Igual que para un alcohólico puede ser duro ver beber, tener que rechazar una copa, etc. para una persona con TCA, ver a alguien que está o parece estar fuera de su peso, dispara su propia obsesión y pone en marcha su lucha interior]

Lisa: ¿Cómo te sientes cuando ves a una persona delgada?

C.P.: Cuando veo alguna más delgada que yo, me vuelvo loca. Un día vi a una señora tan flaca, que me quedé mirándola y pensé, "Debe pasarle algo realmente chungo. Debe tener cáncer. Está extremadamente flaca."

Lisa: ¿Era horrorosa o elegante?

C.P.: Era horrorosa. Era realmente repugnante.

Lisa: ¿Te dabas cuenta de que resultabas desagradable cuando estabas tan delgada?

C.P.: No. Porque tienes una imagen propia sobre tu aspecto. En casa de Rick tienen un espejo al que llamo el Espejo Adelgazante, porque me miré en él un día y parecía realmente delgada. Todos dijeron, "Eso son cosas tuyas." Pero entonces, la novia de este tío se miró en él y lo confirmó, así que ahora lo llamamos el Espejo Adelgazante. Por eso, cuando me siento gorda, voy y me miro en el Espejo Adelgazante. Hay días que me miro y pienso, "Guau, estoy estupenda, no necesito cambiar." Y hay otros días que me miro en el espejo y empiezo a escudriñar cada centímetro de mi cuerpo: "Tengo el culo gordo. Las piernas gordas. La tripa enorme." Pero no quiero volver a pasar por el hospital otra vez, nunca me dejaré llevar hasta ese punto otra vez. Ahora tengo el esófago hecho una mierda de tanto vomitar. A veces tengo náuseas con solo chupar el capuchón de un bolígrafo, porque solía meter en la garganta el cepillo de dientes, los dedos, cualquier cosa. Y ahora cuando vomito me duele y quema, y siento que el pecho entero me va a estallar.

Lisa: ¿Cuándo estabas tan delgada, cómo tenías la piel y el pelo?

C.P:  Pues me creció una capa fina de vello. Era como de bebé rubio. Como una capa extra que te mantiene caliente. Al estar tan delgada, el cuerpo no puede mantenerse caliente.

Lisa: ¿Por todo el cuerpo y la cara?

C.P.: En la cara no tanto. Más que nada en el tronco, el pecho y la espada.

Lisa: ¿Y tu novio cómo llevaba que tuvieras pelo en el pecho?

C.P.: Estaba como disgustado por ello, pero me tenía cariño de verdad y no decía nada. No teníamos relaciones por aquel entonces, porque yo estaba demasiado débil y él tenía bastante miedo de romperme. Era muy delicado conmigo todo el tiempo. Si me cogía la mano, su mano rodeaba la mía por completo.

Lisa: ¿Todavía sientes el impulso de no comer y vomitar?

C.P.: Todavía, si. Habrá días que no comeré nada. Simplemente porque temo llegar a ese punto donde esté demasiado gorda otra vez y todo vuelva a empezar. Otros días comeré como una cerda y me sentiré horrible durante semanas. Y será algo así como, "Vale, no puedo comer durante dos días porque ayer comí mucho." Últimamente no he vomitado. Lo hice hace un par de meses, porque había comido tanto que tuve que hacerlo. Y ya sabes, cuando vomitas te deshidratas, así que bebía unos 3 ó 4 litros de agua primero y luego lo echaba todo. Yo solía vomitar cada noche hasta el año pasado.

Lisa: ¿Tomas analgésicos ahora?

C.P.: Tomé el otro día. Pero muchos doctores extreman las precauciones con lo que te recetan. Tuve una infección de riñón hace dos semanas y ni siquiera me recetaron analgésicos para eso. Pero es normal, porque estaba fatalmente enganchada a ellos. Cuando dejé de tomarlos, tuve que pasar por los espasmos de la retirada. Incluso si tomara ahora uno o dos, me engancharía casi automáticamente, así que está bien que no me los receten a la ligera en adelante. No piensas mucho cuando tomas analgésicos. Los analgésicos son muy peligrosos, no sólo por motivos obvios, sino  por la forma en que te hacen pensar y actuar. Estoy orgullosa de haber terminado con  los analgésicos y el trastorno alimentario. Todavía tengo mis días malos. Dicen que esto nunca se cura del todo, que siempre lo tienes en el subconsciente. Es sólo cuestión de controlarlo. No me voy a poner a vomitar nunca más. Cuando vuelvo la vista atrás y veo lo que solía hacer, de verdad que me repugna. 


Como puede comprobarse, C.P. supone haber terminado con el TCA y los analgésicos, pero tomó uno "el otro día". Y va a vigilar lo que come para no volver atrás. Constantemente reconoce su perfil de anoréxica-bulímica pero se la ve encantada con la delgadez y tan pronto opina una cosa como la contraria. Es incapaz de mantener una posición clara y sana. Pero a pesar de todo la comprendo. Es así como probablemente se sentirá durante muchos años. Verá a una chica delgada y sumará inconsciente un punto en el marcador del partido "Delgadas Vs Gordas". Se pesará en menos ocasiones, pero cuando lo haga, echará de menos su infrapeso, la sensación de la piel sobre los huesos, los pequeños éxitos tras una meta triste y vagamente útil. Se dirá a sí misma que debe pasar página, que está bien, pero comerá y parará antes de estar saciada o comerá y sentirá pesar si no paró a tiempo. Y seguirá esquivando mientras pueda, las comidas con más calorías y grasas. Y utilizará escaleras aunque le apetezca el ascensor. Y se quedará en blanco buscando el sentido a algo que no tiene pies ni cabeza pero que puede con su alma y su cuerpo. Tendrá ratos, muchos ratos buenos, en los que no estará pendiente de todas estas paranoias suicidas. Solo deseo que ella y la mayoría de los que de alguna manera han pasado por algo así, sobrevivan y vuelvan a sus caminos con fuerza y ganas.

---------------------------------------------------------------------------------------------
Actuación de "Lisa Suckdog"
En “The Sunday Rumpus”, una web que publica entrevistas y donde podemos informarnos sobre libros y comics y otros temas, encontré una entrevista de Zoe Zolbrod a Lisa Carver. Estos dos párrafos, son la presentación previa a la entrevista:

entrevista a uma anoréxica lisa carver
La primera vez que oí hablar de Lisa Carver fue a finales de 1980, cuando ambas rondábamos los 19 ó 20 años. Actuando con el nombre de “Lisa Suckdog” en espectáculos que incluían chirridos, gritos, meadas y violencia, a menudo se la comparó con el famoso G.G. Allin “escoria-rock”, y me impresionó que una chica de mi edad estuviera convirtiéndose por sí misma en una leyenda del punk underground. Pero no llegué a ser auténtica fan hasta que me topé con su propia publicación (fancine) "Rollerderby" unos años después. Al principio no podía creérmelo: ¿Quién hubiera adivinado que el huracán Lisa Suckdog podía escribir tan bien? Su texto era alegre y picante, irreverente pero con sentido común, con el mismo pudor femenino que una perra salida. Yo no era la única que estaba encantada, tenía seguidores en abundancia. En 1995 la revista "Utne Reader" la incluyó en su lista como uno de los "100 visionarios que cambiarán tu vida", y 1996 vio la publicación de Rollerderby (el libro) y una colección de ensayos titulada "Dancing Queen". En 2000 y los años siguientes, me topé casualmente con ella como presentadora en un episodio para la serie "HBO Real Sex" y en MTV. Su firma apareció en las revistas de moda. También publicó otro libro, “El Diario de Lisa”, extraído de su columna semanal sobre sexo publicada en “Nerve.com”. Cuando me enteré de que tenía un libro de memorias, “Las drogas son agradables”, publicado por Soft Skull Press en 2005, lo devoré.
Portada de Rollerderby  nº20, un fancine de Lisa Carver
интервью анорексией lisa carver 
“Las drogas son agradables” llena algunos de los espacios en blanco dejados en su implacablemente optimista (y puede que también sangriento y obsceno) trabajo anterior. Retrata una educación caótica dividida entre una madre enferma adicta a las pastillas y un padre traficante de drogas que fue a la cárcel, cuando tenía seis años. Habla de escapar de una relación abusiva con el padre de su primer hijo y la realidad de criar sola a un hijo nacido con un cromosoma de menos. Pero resulta que ”Las drogas son agradables”, a pesar de su sinceridad sin tapujos, presenta sólo una parte de la historia de la vida de Lisa. En enero, ella misma publica un libro sin título que recopila unas 80 pinturas que creó intuitivamente entre otras cosas a finales de 2010 y principios de 2011, esforzándose por recuperar los primeros recuerdos de una infancia tan horrible, que es difícil mirarla directamente. A través de la pintura y por medio de la terapia, Lisa llegó a recordar ser abusada, golpeada, y prostituida por su padre siendo una chica muy joven, y comenzó a entender el proceso disociativo que había sufrido y la había guiado. En el texto que acompaña a las imágenes, Lisa escribe sobre su diagnóstico de trastorno de identidad disociativo y va interpretando las pinturas.
Una imagen más de la irreverente Lisa
TEXTO ORIGINAL:
I have very little sympathy for someone whose disease involves poor
self-image. The idea that perfect control over your body is possible
is so WASPy, as is the idea that other people actually spend their
time caring whether you reach it or not. Much more attractive to me
are people whose problems come from seeking out all that is invisible
like that fad I read about in Vogue where young people cut themselves
every day. The silent suffering and self-containedness of anorexia, in
the grand scheme of life, is really worthless. Internalized drama is
everything pathetic about drama with none of the majesty. Anorexics
never kick out the jams. At least "diseases" like gambling or
alcoholism, or even spousal abuse, involve interaction--a
tipping-back-and-forth balance of guilt and fury and love and hatred,
a shouting match with your girlfriend when you arrive home sans
grandma's earrings. At least alcoholics have camaraderie--anorexics
are eternally alone, single piranhas circling. (An anorexic sees
another anorexic, she thinks, "Damn! Another skinny bitch on my
turf!") And in the end, those anorexics will force you to take care of
them while looking like they never wanted help, like they never hated
you or wanted you miserable: "Oh no, it was all inward-directed
violence." My foot! I fucking hate passive-aggressive behavior.

While my sympathy is small, my jealousy is big. Anorexics always seem
to have more thoughts than I do. All those intricacies and picayune
habits. My body is just something that walks me to the store--it's no
battlefield. Where do they come up with these ideas?I just want to
write, have sex, fight with my boyfriend, hire someone to clean my
house, figure out how to be funny, and go to Japan someday. Keeping my
consumption of peas to 7 per day, while not letting the fork touch my
lips, just doesn't enter in the picture. And I just know the swanky
homosexuals who disapprove of everything under the sun think those
spotty-haired scrawny girls are more worth talking to than I am.

Maybe it's just the word "anorexia" I love--spread out like a fishing
net over the stars, filaments so thin they're barely visible. The girl
herself is a constellation of fine, blow-dried hair, shiny clothes,
peeling nails, and jutting bones--you have to connect the dots because
there's nothing in between. My best friend for the last 13 years has
been anorexic to varying degrees: She is driven by egotism,
perfectionism, and what people I never want to meet would call "issues
of control." She ate only chips, iced tea, and jalapeño peppers for
her main meal every day for a solid year. She'd go to three different
stores to buy these items, as if some poor clerk might be keeping
track, thinking "If she eats chips, she needn't eat jalapeño peppers
as well." If she ever bought anything else, say a cup of soup, she'd
talk about it with the person at the cash register (and anyone else
around), pretending it was for someone else: "I guess this is the kind
he wanted, I don't know..." Eventually, she stopped talking to clerks
altogether. She'd pass them a note that said, "I am a deaf-mute. I am
picking up some turkey soup for my friend. How much, please?" She was
always getting in car accidents, and every single month she thought
she was pregnant.

The cool people are always selfish and dramatic. Unlike, say,
depressives, who sink down into the same old patterns of
self-destructive behavior and never get out of them, anorexics have a
constantly expanding galaxy of ways to have problems. They lie. They
black out. They hemorrhage. All the anorexics I've known steal
boyfriends. Things always "happen" to them: People molest them when
they sleep, ex-boyfriends steal their gas cards, or things go wrong
when they try to kill themselves and they end up stuck in the loony
bin for the weekend. They have mortal enemies. People put curses on
them! It's an extravagant, silent life, the life of the anorexic. A
guy recently told me his sister had been having a telepathic
relationship with Martin Gore of Depeche Mode for the last 8
months--and had even gotten pregnant from it! "Wait!" I said, "Does
your sister have an eating disorder?" "Yes," he said, "She's a
fruitopian. She hasn't eaten anything but fruit for years."

I got anorexic/bulimics all over my life. One of them is my son's
baby-sitter, Chance Provencal--so I interviewed her. Throughout the
interview, Chance peeled and ripped up an onion that was sitting on my
table. You can hear the low crackle of the mutilation throughout the
entire tape.

Lisa: When did it start?

Chance Provencal: When I was 18. I never thought about how much I ate
or how much I weighed until I had this one boyfriend. I was 120 pounds
and he was like, "Oh, I like my girls to be skinny."

Lisa: "My girls." Sounds like a pimp.

Chance: The thing is, he was fat! He was! "I like my girls to be 100,
105 pounds." No matter how much I tried to cut down on my eating or
exercise more, I couldn't lose any weight. So I just kind of like ate
what I wanted and then got rid of it.

Lisa: You puked.

Chance: Oh yeah, I puked and I starved, alternately. I did a lot more
puking than I did starving. It was easier to just puke it out.

Lisa: How often did you throw up?

Chance: Sometimes just a couple times a week, sometimes a couple times
a day. It depends on how much I ate that day. Because there are days
where I won't eat at all. I found that if you wake up in the morning
and you don't eat, you can go longer without eating. But once I eat, I
just have to eat and eat and eat.

Lisa: How come after you dumped that boyfriend you still had the
eating problems?

Chance: Because after that it was an obsession to be skinny. All my
friends down in Maryland are really skinny--between 90 and 105
pounds--and I felt fat.

Lisa: What if you got a bunch of fat friends, would that help?

Chance: Probably not, because then I'd be mean and want to be even
skinnier. I have fat friends now and I continue to be skinny because
they all say, "Look how skinny you are, look how tiny you are," and I
like it.

Lisa: What's the lowest weight you ever got to?

Chance: 85 pounds. I didn't get lower because I was taken to the
hospital pretty early--[starvation] was harder on me than most people
because of my diabetes. I got down to 85 with painkillers. I think
painkillers are the best diet drug. You really don't get hungry! You
just lay in bed all the time and lose the weight. But when you're not
tired, they make you just jump up and run around and not think about
anything--just keep going.

Lisa: Were you able to hold down a job at this time?

Chance: Not then, because I had an ovarian cyst, so I was out of work
because of that. I never wanted to count calories. I'd just eat a
piece of lettuce, drink water. I didn't want to do this whole thing of
eat one M&M, exercise for three hours. I was never that meticulous
about it. I'm too lazy.

Lisa: Did you go to the hospital by choice?

Chance: No. I couldn't really fight it by that point because I was
just too out of it. I was too weak and half in and out. My boyfriend
at the time took me because I was bordering on unconsciousness. My
roommates called him up and said, "Her heartbeat's really low, she's
not responding to much, she's dehydrated." So he came and picked me up
and took me to the emergency room.

Lisa: Is this the one who likes his girls skinny?

Chance: No, a different one. This boyfriend never said I was too
skinny.

Lisa: How did people treat you while you were recovering in the
hospital?

Chance: Some were really nice and sympathetic, some were mean and
heartless. They'd say, "Well you got yourself into this and you ought
to know better and I don't feel sorry for you!" Other people would
say, "Oh, you poor little thing." The counselors were nice, but a lot
of the nurses were mean--the fat nurses. But you get that no matter
what you're in the hospital for--some nice nurses, some mean.

Lisa: How much weight did they make you gain before you could leave?

Chance:: 10 or 15 pounds.

Lisa: How did you gain the weight? Did you get an I.V. drip?

Chance: Yeah. They gave me the saline solution, then glucose. They
were talking about putting that tube in my nose.

Lisa: Why? Were you afraid to eat?

Chance: No, they just felt it was so necessary at that time, but I was
like, "No, no, no, I'll eat!" And then I had to get monitored every
time I had to go to the bathroom. I had to call a nurse and leave the
door open part-way so they could make sure I was going to the bathroom
and not doing other stuff.

Lisa: How long did it take you to gain 10 pounds?

Chance: It took a couple months, because your stomach shrinks, so what
was a normal meal to me would be like a snack to someone else. Even
now, when I don't eat for a while, my stomach shrinks, and then I'll
eat just a couple bites and I'm full. I can't eat another bite, and
that's fine for me! After that I went to my boyfriend's house and he
was fat and his whole family was fat, and they took care of me. They
made sure I got fed. And he worked at Taco Bell so I got to eat tacos
all the time. They were trying to force me to eat, and then when I'd
feel sick they'd tell me, "Oh you're fine," and like force-feed me,
and then I'd really be sick, and throw up.

Lisa: How do you feel when you see a fat person?

Chance: I don't know, I think a lot of fat people are beautiful.
Sometimes I want to be fat, have a little extra meat on me. But I
can't bring myself to actually do it. But sometimes I get mad at fat
people because I think they're gross and disgusting, other times I
think they're fine, I think they're beautiful. My good friend Cindy,
she's overweight, and sometimes I think, "Fat pig!" and then other
times I think, "Oh, she's fine."

Lisa: How do you feel when you see a skinny person?

Chance: When I see someone skinnier than me, I get mad. This one lady,
she was so skinny, I kept looking at her and thinking, "There must be
something really wrong with her. She must have cancer. She is
impossibly skinny."

Lisa: Was she elegant or grotesque?

Chance: She was grotesque. It was really nasty.

Lisa: Did you realize you looked disgusting when you were that skinny?

Chance: No. Because you have your own image of what you look like.
There's this mirror over at Rick's house that I call the Skinny Mirror
because I looked in it one day and I looked really thin. Everybody
said, "You're just saying that." But then this guy's girlfriend looked
in it and she said the same thing, so we call it the Skinny Mirror
now. So whenever I feel fat I go look in the Skinny Mirror. There's
days when I look at myself and I think, "Wow, I look great, I can live
with this." And there's other days when I look at myself in the mirror
and start scrutinizing every inch of my body: "My butt's fat. My legs
are fat. My gut is fat." But I don't ever want to go through
hospitalization again, I'll never let myself get to that point again.
I have a messed-up esophagus now from making myself throw up so much.
Sometimes I'll just chew on a pen cap now, and I'll gag. Because I
used to stick my toothbrush down there, my fingers, anything. And now
when I throw up it really hurts and burns, it feels like my whole
chest is gonna cave in.

Lisa: When you were so skinny, what did your skin and hair look like?

Chance: I did get that light layer of hair that you grow. It's
baby-blonde color. That extra layer that keeps you warm, because you
get so skinny your body can't keep itself warm.

Lisa: Was it all over your body and face?

Chance: Not on my face so much. It was mostly on my midsection, on my
back and front.

Lisa: How did your boyfriend feel about you having chest hair?

Chance: He was kind of disgusted by it, but he really cared for me, so
he didn't let it really show. There was no physical relationship at
that point, because I was too weak and he was too afraid he would
break me. He was really delicate with me all the time. If he held my
hand, his hand would completely wrap around mine.

Lisa: Do you still get urges to not eat and to throw up?

Chance: I still do. There are days where I won't eat at all. Just
because I'm afraid I'll get to the point where I'm too fat again and
then it will start all over. Other days I'll eat like a pig and then
I'll feel awful for weeks after. And I'll be like, "Well, I can't eat
for a couple days because I ate a lot yesterday." I haven't thrown up
lately. I was doing it a couple months ago, because I'd eat so much
I'd have to. And then you know, when you throw up you get dehydrated,
so I'd drink like a whole gallon of water and then I'd have to throw
that up. I used to throw up every night still last year.

Lisa: Do you take painkillers now?

Chance: I did the other day. But a lot of doctors are cracking down on
what they give you. I had a kidney infection two weeks ago and they
wouldn't even give me painkillers for that. Which is good, because I
was addicted to them really bad. When I stopped taking them, I went
through withdrawal, the shakes. If I even take one or two now, I'll
get addicted almost automatically, so it's good they don't give them
out as easily anymore. You don't think about a lot when you have
painkillers. Painkillers are deadly, not just for the obvious reasons,
but because of the way they make you think and act. I'm proud that I
stopped, the painkillers and the eating disorder. I still have my
days. They say it's never really cured, you always have it in the back
of your mind. It's just a matter of controlling it. I don't make
myself throw up anymore. When I look back at what I used to do, it
really kind of disgusts me.

martes, 30 de abril de 2013

MARIA Y YO - Maria Gallardo y Miguel Gallardo (autismo)

"He aprendido que la gente olvidará lo que dijiste y olvidará lo que hiciste pero, lo que la gente nunca olvidará, es cómo les hiciste sentir." Maya Angelou 
Hoy encontré este libro:


Que Miguel esté encantado con María, es natural.
María es su preciosa hija. EH?
¿QUE NO ME CREEIS? Necatus et stultus sois. Ved la imagen a continuación:


Desde luego, la sonrisa es contagiosa, como dice su padre.
Tienen un blog "mu" chulo. (Abandonado a fecha Junio-2012)
Aquí: mariayyo-gallardo.blogspot.com.es


Y bueno, pues me encanta este libro.
Es una prueba de que el amor incondicional existe. 
Será, en términos generales, otra prueba más o no, pero esta es una demostración única. Como María es única.

Gracias María, gracias Miguel. Y un botón de muestra del contenido.







Y hay una parte que me llama la atención.
Cuando María deja caer la arena rozándole entre los dedos, mirando de cerca cómo fluyen los granos, cómo escapan y se alejan y confunden entre los demás. Cómo cada uno forma parte de un todo, imprescindibles cada uno, ocupando su espacio, todos amigos e iguales, todos en la montaña rusa, tomados en volandas para ser liberados en su mano, todos corriendo en la manada, como gotas en la cascada, despacio para nosotros y a velocidad de vértigo para ellos.

Cuando era niño, tenía fascinación por mirar las cosas de cerca. Las ponía lo más cerca de algún ojo y observaba las cosas grandes desde el punto de vista de las cosas pequeñas. Y jugar horas con el agua en el lavabo hasta arrugar la piel de los dedos... Me recuerdo de niño haciendo eso y me siento como María, cada uno feliz en sus cosas, en vuestro mundo. Llegué a tener sueños repetidos donde la relación entre lo grande y lo pequeño era algo... cómo decirlo, ¿asombroso? ¿obsesionante? ¿revelador?:

Soñaba que estaba en un gran espacio que albergaba infinidad de columnas verticales, perfectamente rectas y perfectamente lisas. La cuestión es que las columnas eran iguales en todo excepto en su grosor. No distinguía su base ni su techo. Y su diámetro podía ser inmenso, mediano, fino y extremadamente mínimo, menor que el de un cabello. Tener consciencia de la diferencia extrema en el tamaño era algo que me dejaba en "shock". Este sueño repetido formaba parte de mis pesadillas.

En el colegio, veía una partícula sobre un libro, y me ponía en el sitio de la partícula. Salir de esa explanada sería para esa partícula toda una hazaña. No hace falta decir que en clase estaba en otro mundo y mis notas eran del inframundo.


Jajajaja, cada uno tiene sus propios rituales, ¿no?. En fin.


Y en youtube tienen un vídeo explicativo, aquí:




JA, qué bueno. En la peli dice que en lugar de jugar con sus muñecos, los ponía en fila india. ¡Leches! Yo ponía mis coches en fila india para ir al garaje a lo largo del doble pasillo y mi padre se ponía negro porque empleaba todo mi tiempo en eso. Decían los psicólogos que era un insociable. Además, también tengo fascinación con cosas que giran. Dar vueltas a todo tipo de objetos me deja sin parpadeo. Ver como se paran poco a poco... Y en una ocasión estaba trazando la figura de infinito en torno a dos piedras con la bici y no me daba cuenta del tiempo que llevaba haciendo eso, hasta que mi suegra me pegó tal bocinazo que me sacó del trance: 
"¡¡PERO QUIERES DEJAR DE DAR VUELTAS!!" 
Que cosas. A lo mejor todo tiene algo que ver, y por eso me quedaba solo en una columna del cole cuando tenía 6 o 7 años, en lugar de jugar con los otros nenes. ¿¿¿-???



16-12-2019: Tienen su propia peli. Podés verla clickando en la imagen siguiente. Que emoción cuando María se queda mirando las partículas de polvo en el avión. Me caían lágrimas del tamaño de botellas de coca-cola porque es algo que también me deja boquiabierto, emocionado, el polvo en suspensión a contraluz, su movimiento, flotando contra la gravedad, corriendo, escapando a mis dedos ... 



viernes, 26 de abril de 2013

EXILIADOS - Un cuento de Neil Gaiman (de The Sandman Vol.7)


Cuando era niño vivía entre bosquecillos de moreras.
En verano, las moreras manchaban la hierba verde de púrpura carmesí.
Pájaros de mil colores bailaban en el cielo cuando era un muchacho.
Alegraban el día con sus intrincadas canciones.
"Somos quien elegimos ser", cantaba el jilguero cuando el sol estaba en lo más alto. "Tengo sueños, sobre sueños, sobre sueños", cantaba el ruiseñor bajo la luna pálida.
[Los textos entre corchetes, para suplir la carencia de los imprescindibles dibujos, no pertenecen al guión original]

Las muchachas de mi pueblo tenían los labios como ciruelas
y eran mucho más guapas que las muchachas de los otros pueblos
en los días de mi juventud.

Ahora que soy más viejo, respeto la voluntad de los dioses.
Hace mucho tiempo, aprobé los exámenes
y me nombraron prefecto de toda una provincia.
He estado al mando de ejércitos y he aconsejado a dos emperadores.
Puse a su disposición toda mi sabiduría y a sus órdenes todos mis conocimientos.
He tenido riquezas en abundancia, una esposa, un hijo y muchas concubinas.
Solo el fénix se eleva
y ya no desciende.
Así pues, en el crepúsculo de mi vida, me envían al exilio,
lejos de la corte, de la familia y de todo lo que conozco.

En mi viaje he visto muchas cosas extrañas.

Al atravesar las montañas Nan Shan nos atacaron los lobos,
animados por una criatura raquítica a la que consideraban su rey.
Cuando lo matamos, los demás se desanimaron.
He soñado con las responsabilidades de los emperadores.

Hace muchas leguas que no oigo al ruiseñor.
Pero he tenido sueños, sobre sueños, sobre sueños.

Viejo amigo, esta carta solo te la escribo mentalmente, pero
es una carta magnífica con un perfecto manejo del pincel.
Las manos viejas no tiemblan ni duelen
cuando la carta se escribe en el aire.

Cuando nació mi hijo, el emperador encargó unos fuegos artificiales.
Estallaron en el cielo nocturno como girasoles de luz.
Ahora mi hijo está muerto y yo estoy exiliado.

El desierto es gris: arena gris bajo cielos grises,
y le digo a mi guía: "Este desierto es gris", y él me da la razón.
Es un hombre de un pueblo de los alrededores.
Le pregunto cómo se llama el desierto, pero mi guía no responde.
El desierto tiene un nombre de mal agüero, y
el mal agüero se ha convertido en mi vida.

Mi hijo se alió con el pueblo del Loto Blanco.
"Tienes suerte de que no te haya cortado la cabeza",
me dijo el emperador.
Y aquí estoy, con arena en la barba, los ojos y las orejas,
con los pensamientos bañados por el gris y la arena.
Los sueños, como la espuma de mar, lo bañan todo.

En el pueblo donde contraté a mi guía me encontré una gatita,
blanca como la flor del cerezo.
Me llevó hasta unas rocas a las afueras del pueblo y
me mostró a sus gatitos.
"Si encontramos gatitos, los matamos", dijo el posadero.
"En el pueblo apenas hay comida para los hombres."
Esa noche volví sigilosamente hasta las rocas, aunque hacía frío, y
me guardé en la manga al más pequeño de los gatitos.
En esta travesía del desierto apenas tenemos agua para nosotros.
Solo un necio se traería un gatito.



Hoy me ha clavado tres veces las uñas.
Sus ojitos aún son de un color azúl turbio.
Cuando paramos para orinar, el gatito hace lo mismo.
Espero que viva hasta que lleguemos a la ciudad de Wei,
al otro lado del desierto.
En Wei viviré los años que me quedan.
Suave, suave silba el desierto, como
el chapoteo del mar contra los guijarros de la playa.

-¿Has dicho algo, maestro?
-No he dicho nada.
-Disculpa, maestro, me ha parecido oírte hablar.
-Estoy redactando cartas que quizá ponga por escrito cuando termine este viaje y estemos a salvo. Así ocupo la mente mientras viajamos. ¿Tú haces algo para mantener la mente ocupada?
-Rezo, maestro, para que el todopoderoso y todos los dioses menores nos hagan cruzar el desierto sanos y salvos. También tengo esperanza.
-He oído que en este desierto florecen los espejismos. Que lo recorren fantasmas y espíritus de zorro que roban a los viajeros y los desvían de su camino.
-Así es, maestro.
-¿Cuánto falta para que se haga de noche?
-Varias horas, maestro.
-¿Y hasta que crucemos el desierto?
-Al menos un día más, maestro.

Mi guía lleva campanitas de plata cosidas a las mangas
y a la brida de su caballo.
En el desierto, el viento a veces se levanta de repente.
Suele pasar que los que entran no vuelven a salir.


El emperador no ordenó que me matasen pero tampoco
le apenaría demasiado si le informaran de mi muerte.
Le aconsejé sabiamente, a él y a su padre antes que a él.

Aquello que se sueña no puede considerarse que no se ha soñado.
Llevo muchos meses de viaje.

Presa de una honda pesadumbre, sueño con una taza de vino.
Me imagino una taza de porcelana.
Vierto el vino caliente y sorbo, exquisitamente.
Pero no tenemos vino, y escaso es el vino del recuerdo.
Calor y frío, anocheceres y amaneceres.
Esta es mi suerte.

A veces pienso que mi viaje no terminará nunca.

La arena del desierto me azota la cara.
Siento como si me azotaran la cara con látigos de alambre.
Mi esposa torturó una vez a una sirvienta con látigos de alambre:
Faltaba un anillo de oro y la muchacha era la única sospechosa.
Mi esposa la mató antes de que pudiese confesar.
Muchos años después encontramos el anillo
entre dos tablas del suelo.

Las riendas se relajan entre mis manos
y esta noche me pesan los años.
Le digo al mozo que voy a desmontar y él sujeta al caballo.
La arena que trae el viento me ciega...
... y no veo nada.
Y cuando recupero la vista, estoy solo.

Los sabios dicen que todo lo enterrado quedará algún día al descubierto.
Si esperase un rato, oiría el tintineo de las campanas de plata.
Y reanudaríamos nuestro viaje hacia la ciudad de Wei.

No es la primera vez que tengo espejismos,
los he tenido en otros desiertos.
Una vez, en el lejano sur, vi el Palacio Imperial
con cada baldosa y cada grabado, aunque se desvaneció al acercarnos.
He visto el oleaje del mar en lugares donde no había agua.
Ahora ondean orgullosas banderas carmesíes, 
aunque el viento ha amainado, y
el aroma de la resina ámbar de pino llena el aire.
Oigo la canción de los ruiseñores y huelo a moras aplastadas.
Y caminando hacia mí, veo a mi hijo.
"Estás muerto", le digo. Y él agacha la cabeza.
"Estoy muerto, padre", me dice.
"Me cortaron la cabeza y las manos. 
Arrojaron mi cadáver a una fosa y ni toda 
la magia del Loto Blanco pudo salvarme."
La arena se mueve bajo mis pies. 
No logro encontrar el equilibrio.
"¿Dónde estamos?".
Le pregunto a mi hijo, que está muerto. 
"¿Me he unido a ti en las terrazas oscuras?"
"¿Esa tienda es la morada del Prefecto de los Muertos?"
"Mi padre sigue entre los vivos." Responde mi hijo.
La ira se apodera de mí y se lo reprocho.
"Si te hubieras contentado con la superficie de
la vida, todos habríamos sido más felices. Nada 
bueno surgió de tu estudio de las artes mágicas."
Mi hijo agacha la cabeza. 
El gatito bufa, asustado, y huye. Corro tras él.
-¿Padre? Soy tu hijo. ESE no es más que un gatito. ¿Porqué me abandonas para perseguirlo?
-En vida eras toda mi alegría. Ahora que estás muerto, sólo te veo en sueños. Y al despertar, mi almohada está húmeda por culpa de las lágrimas. El gatito está vivo y necesita mi ayuda.
-¡NO vayas ALLÍ!
-Cuando estabas vivo, no hacías caso de mis consejos. Yo estoy vivo, y tú, muerto. Tomaré mis propias decisiones.

Qué raro es este desierto: me rodean los mástiles de barcos destrozados. Subo hasta una duna y llamo al gatito con palabras de consuelo.

[El hombre entra en la tienda que hay en lo alto de la duna. Dentro se encuentra Morfeo, rey de los sueños y el hombre se dirige a él sin conocer su identidad]

-¡HEY! ¿Qué haces aquí, en este antro de demonios? ¿Te has perdido, o eres tú también un demonio?
[Morfeo, de espaldas él, está sentado sobre el suelo con las piernas cruzadas. Antes de obtener respuesta, advierte:]
-Disculpa mi franqueza, pero soy viejo y seguramente mi carne sea demasiado fibrosa y poco sabrosa. No creo que le gustase ni a un demonio.
-No soy un demonio, honorable maestro Li.
-¿Sabes mi nombre? Ahora estoy seguro de que eres un demonio.
-Conozco muchos nombres, maestro Li. ¿Porqué has entrado en mi tienda?
-El emperador me ha enviado al exilio. Y he entrado en tu tienda, señor, buscando a mi compañero de viaje, un gatito.
-Ah, vienes con Camina Sólo de Noche. Aquí está. ¿Mrrr?
[El gato maúlla tras la llamada de Morfeo y, misteriosamente, este añade:]
-Estás a miles de leguas y a cientos de años de tu casa.
-¿Cientos de años?
-En cierto modo. Estás en uno de los lugares blandos en las fronteras del Sueño. Vengo aquí de vez en cuando a pensar y a recordar.
-Mi señor, nadie sabe qué nos depara el futuro, y es posible que mañana ya esté con mis antepasados.[El hombre recoge sus manos sobre el vientre y explica tranquilamente:] Hoy ya he visto a mi hijo, a quien mató el emperador, y lo interpreto como una señal de muy mal agüero. No sé qué eres, pero creo que no quieres hacerme daño. [inclina la cabeza] Tengo algo que pedirte: una plegaria de alguien que sabe que, aunque los dioses escuchan y atienden todas las plegarias, no es imposible que la respuesta sea "NO".
-Sigue.
-Llevo muchas leguas soñando con una taza de vino. No con un pellejo entero de vino, pues me pondría achispado y me volvería insensato. Sólo una taza de vino para entrar en calor.
[Morfeo se lleva la mano izquierda a la boca en actitud pensativa y contesta:]
-Dentro de un tiempo, o hace un tiempo, un joven me dio agua en este desierto, aunque no tenía gran cosa que ofrecerme. Sería descortés por mi parte darte menos de lo que él me dio. Toma.
[Le sirve vino en una taza. El hombre, ahora sentado, lo toma cerrando los ojos con exquisitez y dice:]
-Estaba rico. Rico como en mis sueños. Toma, por favor. Debo pagarte.
-Guárdate la moneda, maestro Li. Dásela a quien la necesite. 
[El hombre mira la moneda contestando:]
-Se la daré al primer mendigo que vea, señor.
[Morfeo, ahora en pié, con los brazos cruzados cuenta, refiriéndose a su propia experiencia:]
-Erase una vez un sabio que quería a su hijo tanto como querías tú al tuyo. Un día, el hijo murió, pero su padre no derramó una sola lágrima por él. Cuando le preguntaron porqué, respondió: "No lloré por él antes de que naciera y no lloraré por él ahora que ha muerto". ¿Qué opinas?


-Me parece una estupidez. Lloras, porque lo que toca es llorar. Pero tu dolor no es inútil: no te conviertes en esclavo del dolor, sino que te despides de los muertos y sigues adelante.
-Así es. [Se agacha y acaricia al gato, que maúlla] ¿Mrrr? De acuerdo. Si tienes que irte... Adiós, Camina Solo de Noche. Parece que ya te vas, maestro Li.
-¿Señor? ¿Hay algún modo de salir de este desierto?

[El hombre vuelve los ojos hacia su interlocutor, pero se encuentra solo, sobre la arena en lo alto de la duna, con el gatito a su lado. Ambos caminan sin rumbo, mientras la invisible y gigantesca mano de Morfeo toma y deja escapar entre sus dedos la fina tierra del desierto.]

Sigo al gatito por las arenas movedizas. Mis viejas piernas tropiezan.
Me siento más viejo que P'eng. Y entonces oigo el murmullo de voces.
Y al otro lado de la llanura, oigo el sonido de la locura.
HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA! HA!

[El hombre se acerca al origen del sonido y encuentra una vitrina sobre un pedestal, con un muñeco de marinero que ríe alocadamente. Junto a esta, se abre un abismo que no puede cruzar para alcanzar el otro lado. Se vuelve a mirar la vitrina, que ahora es una máquina de extraer regalos dirigiendo con un mando la pequeña grúa. Elige un puente.]

Cruzo el puente y me digo 
que estoy soñando.
A medida que crece el crepúsculo
amarillento, mis pensamientos se
vuelven agitados e inquietos.
Una vez cruzado el puente, me entra la duda:
¿He cruzado el puente?
¿He experimentado lo que ya he 
experimentado?
No sabría decir, no lo sé a ciencia cierta.
Mis pies me llevan ante una tienda por
segunda vez.
Oigo voces graves, jinetes lejanos, 
un trueno remoto.

[De nuevo, Morfeo, reencarnado en sí mismo tiempo atrás a través de una gran esmeralda, lleva una túnica blanca y a modo de colgante sobre el pecho, esa esmeralda. Está quieto en pié con los brazos cruzados, entre el hombre y la tienda, y habla:]

-Hola, maestro Li.
-Lo mismo digo, maestro. Disculpa la confusión de un viejo, pero ¿No nos conocemos de antes?
-Nos conocemos, maestro Li.
-Al otro lado del abismo había un hombre que podría haber sido tu hermano.
-Me conociste, maestro Li, hace mucho tiempo.
-Entiendo.
-Eres sabio. [Morfeo se agacha para acariciar al gatito -maúlla- y le dice:] Tú también, valiente. ¿Quieres caminar junto a mí, maestro Li?
-Haré lo que me pida mi señor. [Los tres marchan, Morfeo, el maestro Li y Camina Solo de Noche]

Cabalgaron los jinetes hacia nosotros, envueltos en una nube de polvo. Se oía el tintineo de jaeces y bocados, el sonido de lanzas contra escudos, de fustas de plata contra los ijares de los caballos, y el ruido de cascos resonaba como el trueno por la arena.

-¿Eres el señor de este reino? [preguntó uno entre los jinetes]
-Si. [unos pasos detrás de Morfeo, el maestro Li aguarda junto al gatito]
-Mi señor, llevamos mucho tiempo cabalgando.
-Por eso estoy aquí. Ha llegado la hora de que abandonéis este lugar.
-Pero mi señor... ¿Qué será de nosotros? ¿Nos devolverás a las épocas y lugares de los que procedemos? ¿o nos desharemos en polvo y, olvidados, seremos uno con el desierto? ¿Omnia mutantur, nihil interit...?

[y Morfeo contesta:]
-Quizá

Las llamas bailan en la blancura de su túnica.
Niega lentamente con la cabeza.
No sé si está sonriendo.
Quizá sonríe.
Y luego se da media vuelta.
Se oye el sonido de un trueno en verano, suave y lejano.
Estamos solos en medio del silencio.
Solo se oye el silbido del viento en la arena.

-No me gustan las cárceles maestro Li. A veces sospecho que construimos nuestras propias trampas y que caemos en ellas fingiendo sorpresa. Que la vida es así para todos, desde el Altísimo hasta la criatura más despreciable de la creación... Pero sea o no este el caso, sigue valiendo la pena abrir jaulas. Liberar al prisionero sigue siendo un acto virtuoso.
-Eso dicen los sabios.
-Las herramientas, claro está, pueden ser la más sutil de las trampas. Sé que algún día tendré que destruir la esmeralda. [Pero el hombre no comprende el mencionado significado y utilidad de la esmeralda]
-¿Mi señor? [Morfeo cree innecesario explicarse y cambia de tema]
-Pero ese día puede esperar. ¿A dónde te diriges, maestro Li?
-Al exilio, señor, el emperador ya no necesita mis consejos.
-Entiendo. Lo siento. ¿Querría el venerable maestro Li hacernos el honor a mi modesto reino y a mí de actuar como consejero? ¿Y quedarse en mi humilde castillo todo el tiempo que desee?
[El hombre inclina la cabeza mientras piensa. Recoge las manos a su espalda y levantando la cabeza contesta:]
-Eres tú quien me honra al ofrecérmelo, señor. [ahora se lleva las manos atrás, sobre sus caderas y reflexiona mirando al suelo para decir:] Parto al exilio: me han condenado a ser prefecto en el puesto más lejano del imperio. Soy viejo y el emperador aún es joven. No espero recibir jamás un mensaje que me diga que puedo volver a casa. No viviré para volver a ver a mi esposa, ni el pueblo donde nací. Pero me he pasado la vida obedeciendo la voluntad del emperador, y el emperador me ha enviado a la ciudad de Wei. Haré lo que me ha ordenado mi emperador.
-Entiendo. Si cambias de idea, díselo al gatito. El me lo dirá a mí.
-Como desees, señor. 
[desea resolver una duda y pregunta:]
-Señor...  ¿Qué es lo que ha dicho el portavoz de los jinetes cuando se ha desvanecido con ellos?
-Omnia mutantur, nihil interit. "Todo cambia, pero nada se pierde." Buen viaje, maestro Li.

[La esmeralda brilla. Morfeo se desvanece entre ondulaciones y dunas por las que a lo lejos reaparece el guía con los caballos. El maestro, que ahora está tendido, dormido, chilla y se incorpora ante el mordisco del gatito]

Mi guía había pensado que se me había tragado el desierto, que me habían secuestrado los ogros y los espíritus de zorro, los demonios o los fantasmas.
El gatito me salvó la vida al hacerme gritar.
Pienso en el grito de un recién nacido al llegar al mundo.
Tengo la barba y la ropa llenas de arena y el cuerpo dolorido.
¿Fue un sueño? ¿Solo un sueño? ¿O simple locura?
Fuese o no real, me comporté correctamente, y
la corrección en el comportamiento es una de las virtudes cardinales.
Vuelvo a meterme el gatito en la manga.
Le he salvado la vida y él me la ha salvado a mí.
Es responsabilidad mía.
No podemos eludir las responsabilidades.
Aquello que se sueña no puede perderse,
ni considerarse que no se ha soñado.

Tomaré pincel y papel en cuanto llegue a la ciudad de Wei, viejo amigo.
Pienso en ti, y en mi esposa, sola y deshonrada en la capital.
Y en mi hijo.

Estoy exiliado en la inmensidad gris
del fin del mundo,
pero ya no me lamento;
agradezco el dolor de la mano.
Imagino el sabor de las moras 
en el crepúsculo violáceo.
Y mañana llegaré a la ciudad de Wei.

Solo el fénix se eleva
y ya no desciende.

Y todo cambia. 
Pero nada se pierde.


FIN.----------------------------------------------------------------------------------------------------

He transcrito y robado este guión de Neil Gaiman,
para mi amiga, el hada Hasivi.

domingo, 14 de abril de 2013

Repulsivo

"Aprendí, hace tiempo, a no luchar nunca con un cerdo. Te ensucias y, encima, al cerdo le gusta." George Bernard Shaw
El ha vuelto a casa. Hoy son las 4 de la madrugada. Apesta a alcohol, a borrachera de tugurio barato.
Tiene ansia de sexo; no le llegó para pagar por ese servicio. Enciende la luz de la habitación y ella está de pié, más allá de la cama, apoyada junto a la cómoda, con los brazos cruzados sobre un camisón blanco de verano. El se ríe. Ella no le quita ojo y aprieta los labios. Apoyándose en el marco de la puerta, con la cabeza en difícil equilibrio, su estúpida risita termina transformándose en una lengua pastosa dentro de una boca reseca. Sus ojos enrojecidos y entornados pasan absolutamente de la cara de su mujer, la ignoran y arrastra la mirada por su boca, su cuello y sus pechos. Descuelga el pesado brazo para ir hacia ella, apoyándose en la pared con cada paso. Ella suelta sus brazos y acude en su ayuda, como tantas veces y comienza a desvestirle. El equivoca la idea, y vuelve a poner su asquerosa sonrisa de putero borracho.

-Je je je... de muedes potu homdre, ¿eh? pequeña zorra... - sus palabras, babeando por la comisura de los labios, moduladas sobre un aliento hediondo, la dejan perpleja, como tantas veces.

-Eres un cerdo ingrato, maldito seas... - Se lleva el brazo al pecho y le aparta con el otro queriendo alejarse de él, pero la agarra y la tira en la cama y, cuando trata de incorporarse, acierta a dar con su oscura y encallecida mano de hombre duro en paro, sobre la delicada y suave piel blanca de su desafortunada esposa. Un sonoro golpe que roba las fuerzas y desata el dolor y el llanto, como tantas veces.

-Puda, de voy a enseñá lo ques un ceddo... - Se le tropiezan las palabras al muy cabrón. Se le enciende la mecha de la violencia y por ello disfruta una erección media. Se cae sobre ella intentando quitarse los calzoncillos y le clava los codos el muy animal.

-¡¡ AAAYY!! ¡¡ DEJAME EN PAZ !! ¡¡ BESTIA !! ¡¡ BORRACHO!!

-¡CALLADE PUTA! - Ahora la tiene a su merced. Vuelve a pegarla y le arranca el camisón y la ropa interior, como poseído por mil demonios, se le hinchan las venas, desea ahogarla pero la sujeta por el cuello de momento.

-Deja dacer ruido... de voy a dar lo que deseas... guarra... sois toas unas guarras...

La viola y, cuando termina, comprueba que ella no se resiste ni se mueve y se tumba en la cama como si tal cosa. Ella se levanta y va al baño sollozando. Se limpia por dentro, dolorida. Siente dolor por fuera, en las costillas, en la cara. No quiere mirar al espejo. Pasa por la cocina. Vuelve al cuarto y allí está él, boca arriba, con los calzoncillos colgando de una pierna, una imagen patética. Se acerca a él.

-Me has enseñado lo que es un cerdo. - El la mira vagamente mientras vuelve la cabeza y pide que pase de él con la mano. Se pone boca abajo y muestra su culo peludo. - Ahora te voy a enseñar lo que le pasa a los cerdos...

Ella le degüella y él, apenas es capaz de levantarse, hace ruidos raros con su voz y cae redondo escasos momentos después.

Sin permiso, perdón. Dibujo de latrini (ver más en  http://latrini.artelista.com/)