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miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Amistad o soledad?

Friendship or Loneliness?
"A solas, caigo a menudo en la nada. Debo mover con sigilo los pies para no caer del borde del mundo a la nada. Tengo que golpear mi cabeza contra una puerta dura para volver a mi cuerpo." Virgina Wolf, Las olas.
Esa mano en el hombro molesta, pero vuestra compañía es guay.


Tener amigos es complicado. 

Quiero imaginar que no entiendo la amistad porque probablemente no merezco sus beneficios. Ya pasó ese momento donde tener amigos era necesidad. A veces me parece que ya pasaron todos los momentos. 

Incluso los que podían quedarme por vivir.


Comenzar animado una "entrada" no es bueno. Es un error. Quiero empezar con uno. Acabo de leer un libro infantil. "La niña que nunca cometía errores". Beatrice nunca se equivoca pero está triste porque la perfección conlleva esa carga, la de no probar las cosas incorrectas. Vamos, lo que he hecho toda la vida y trato siempre de cambiar sin éxito. Y sin conseguir encima nada que sea ni medio perfecto. Vamos al hilo:

La mujer que creó este blog compartido es mi única amiga actual, virtual y real. Nuestra edad, capacidad y paciencia para tolerar los aspectos negativos es muy flexible, gracias también al espacio y tiempo que nos separa y une.

  Hasta donde alcanzo, recuerdo como una experiencia negativa y de fracaso mi comportamiento social desde la infancia más lejana. No sé si por lo mucho sufrido fracasando al mismo tiempo en los estudios pudiendo ser un estudiante singular, brillante y de sobresaliente. Asfixiado ahora por el rencor veo a todos tras una humareda negra: los profesores, los amigos, los amores, los padres ... y al fondo yo mismo fabricando el humo. Y sigo necesitando saber porqué. Por eso escribo un resumen de mis amistades entre los 6 y los 20 años. Para hallar el papel del personaje que fui en mi novela vital y extraer alguna conclusión racional. Y detallo un par de hechos con su diálogo tratando de ser honesto y menos plasta. Los nombres están cambiados. Empezaré por algo ya relatado con otro enfoque:

  De pequeño en el recreo deseaba volver a clase con mi amada profesora Manoli y no andar a la pesca de juegos o amigos. Ayudaba el terror a los balonazos, el jaleo y la brutal agitación ilógica de los otros niños y chicos más grandes. Un profesor lo solucionó el siguiente año presentándome a Guillermo argumentando que éramos igual de raritos. Aunque eso fue bueno, duró poco y mi primer año como repetidor lo pasé bien sin amigos excepto porque él parecía no conocerme. Cuando nos cruzábamos me decía a mi mismo: éramos amigos. La etiqueta de repetidor tampoco ayuda a los niños callados y solitarios a hacerlos ni a conservarlos. A determinadas edades parece que nada se deben y esa amistad, al día o curso siguiente se olvida y parece que nunca existió nexo ni sentimiento alguno.

Era la época del repulsivo y sucio juego "Pico Zorro Zaina". Basta ver la foto. Había que meter la cabeza en cualquier culo, agarrarse ...  y el de la pared ... como para no contagiar los piojos. Los niños no acostumbran a limpiarse bien ni el culo ni nada. Sentía una repugnancia tremenda con solo ver esos tumultos. La misma que sentía en gimnasia teniendo que agarrar a compañeros por los tobillos para hacer la carretilla o al levantarnos del suelo enganchados por los codos con las espaldas pegadas. Aún siento vívidamente esas escenas. Luego los niños dejarían los pantalones cortos. Pedrito y yo seríamos los últimos ... "valientes".
¡¡ Cómo saber que nos veían ridículos !!.

Ah, pero me puse muy burro. "Cabezón" me decía mi madre. Me apretaba contra el pecho y reía por lo quieto que me quedaba.  Mi batalla al pantalón largo resistía todos los argumentos excepto:  "¿No ves que los otros niños se van a reír de ti?" . Mano de santo.

Mencionar mi rareza y romperme hasta doblar mi voluntad. Es super-mega-estresante ir a comprar ropa nueva. Y poca gente lo comprende. Probarla ni te digo. Con lo que cuesta acostumbrarse y lo difícil que es combinarla. Me agobia estrenarla y disgusto a mi esposa. En realidad nunca he comprado nada de eso. Estilo. Eso lo tiene ella.

Uno puede vivir sin amigos ... no sé según qué edades cuánto tiempo se puede. Además vienen ellos solos como vino Carlos Montalvo con su pelota de tenis y me ofreció si quería jugar a mini futbol con su grupo entre las canastas de baloncesto. Lo hice -algo había que hacer- y estuvo bien, pero mi habilidad con la pelota era la de un avestruz miope y dijo un día: "Corres muy raro. ¿Porqué das esas zancadas?" así que volví detrás de la valla de hockey a resguardarme de los incansables balones de reglamento asesinos y Carlos siguió con sus ligas de futbolcesto. Cuando no te interesas constantemente por los amigos se olvidan de ti. Bueno, la amiga de este blog no se cansó aún.

Yo compraba un par de sobres de cada álbum. Coleccionaba colecciones (¿no fue una idea genial?) y ponía aquellos cromos en mi clasificador de A5. Me ahorraba el intercambio con otros chicos. Ellos no conocieron todas las colecciones. Allí estaba también mi colección de programas de televisión. Tardé muchos años en tirarlo todo. La de Pipi Calzaslargas y La guerra de las galaxias sí las traté de completar con mi hermana que me acompañaba al parque.

El año siguiente me entretenía escribiendo hojas con el esquema y funcionamiento de pequeños dispositivos electrónicos o trucos con petardos, cerillas y bombas fétidas que a muchos les interesaban y fotocopiaban. Entonces Ángel Roncero se acercó a mí. Me preguntó si quería hacer experimentos con sus amigos. Durante un tiempo hicimos los inventos que se me ocurrían en casa de uno de ellos. Y estuvo bien. Me llevó a su casa de la ciudad, a la tienda de barrio de sus padres y hasta me invitó a su pueblo a pasar el día. Había lentejas para comer y de inmediato sentí asco al ver aproximarse el cazo: Las lentejas se agarraban y ayudaban entre sí para no salir de él. Unos mamporrazos contra el plato  hicieron las presentaciones entre aquella plasta marrón y yo. Mi cara debía decir "Yo esto no me lo como" pero leer caras requiere saber y ganas de leer.

¡Anda, come! ¿No has dicho que te gustaban las lentejas?—qué podía contestar. Nada. Sería sumamente gratificante que las otras personas pudieran ayudarte sin pedirlo. Esta señora no parecía dispuesta a retirar de mis narices aquella delicatessen. Seguro que cada dos por tres sus lentejas sin agua se quemaban. Insistió:

¡No tengo otra cosa así que tu verás!—Ángel miraba de reojo y movía la pala del cono de cemento a la hormigonera bajo algún imperativo de origen animal mientras yo trataba de adivinar cómo terminaría para mi ese mal rato. Lástima de reloj de teletransporte.

No... No me apetece...

¡Pero pruébalas! ¡Verás que ricas! ¡Mira a Ángel, le encantan!—si, si, que si, que miré a Ángel de nuevo aunque lo tenía ya requetevisto. Su hermoso hijo, incapaz de articular palabra, asentía emocionado y rellenaba su siguiente cucharada brutal mientras lubricaba con saliva el bocado anterior.

No gracias. Es que no me gustan tan espesas—la buena señora y pésima cocinera, no tenía ganas de complicarse en discusiones que no iba a poder resolver a hostias, supongo. Traté de arreglarlo:

El pescado si me apetece—si: yo era un chaval genial de ideas brillantes

Pues no te doy el pescado que lo mismo está poco hecho y tampoco te gusta. Anda a la calle y esperas allí a Ángel que termine de comer—esto no se discute. Lo mismo tenía razón. Me fui pa' la calle listo aunque con un agujero en la barriga y cierta presión en ojos y garganta. Me maldecía por haber contrariado mi instinto al aceptar la invitación.

En barrios y pueblos jugaban a lo mismo: peleas a pedradas. Tampoco quise jugar. Cómo explicar a semejante bruto excitado que mi observación del arco descrito por las piedras voladoras me costó una ceja partida en mi barrio. Ahí acabó la amistad como si nunca nos hubiéramos conocido ¿¿?? Ni siquiera me devolvía el saludo. Colección nueva: caras de amigos que no se acordaban de mí. Para esto sigo siendo un bobo. Saludo y saludo y vuelvo a saludar pero muchos callan o tienen ataques de tortícolis. ¿No se supone que debemos responder cuando se saluda? Cuando hago al revés y paso entre unos conocidos del parque sin mirar a nadie en seguida me llaman la atención. ¿En qué quedamos?

Las comidas han sido toda mi vida una constante fuente de problemas. Me costó mucho dejar de poner pegas a la comida que hacen otros y encima es obligado mentir si no te gusta pero te preguntan. Si voy a un restaurante siempre pido filete (preferiblemente de lomo) con patatas y los demás me critican la constante e inoportuna repetición. Yo no me meto en lo que comen los demás, ¿porqué al revés si?

Y otro año más. Con Pupitres de dos en dos como siempre. Me senté junto al niño que estaba tranquilo, solo y callado aunque a un metro del profesor. Menudo rollo tener que estar pegado a otro chaval, oler su cuerpo, compartir alguna cosa con él. Pero este era muy buen chico. Juan Carlos fue el mejor amigo que tuve nunca. Éramos él y yo. Dos es la cantidad perfecta. Incluso conseguí pasar curso 3 años seguidos porque quería parecerme a él. Por desgracia los otros le pegaban y no sé el motivo ... ¿aspecto, cuerpo, cara o piel? No lo entenderé jamás. Le insultaban y se reían de él. Yo miraba cagado de miedo y me libraba. Nunca le defendí. Cuánto lo siento. Un día por mayo en 8º curso hice algo absolutamente incorrecto y fui expulsado del colegio. Cuando volví, la cosa se puso al revés y era yo el insultado y golpeado mientras él miraba con la diferencia de que yo lo merecía y no voy a decir porqué. Vaya par. Aquel 8º de EGB fue mi cuarto y último año con él. Yo pasaba las clases inventando dibujos laberínticos,  alfabetos de letras combinadas y sistemas de codificar texto, así que repetí curso otra vez. Se marchó a un instituto y quedé solo. Le fue bien en la vida.



Barcarola de Offenbach en "La vida es bella" (quién pudiera vivir con semejante esperanza, generosidad, gratitud y amor a los demás ¿No os parece un tipo genial y guapísimo?)

Entonces me fascinaba la flauta y la tocaba divinamente. El tutor, un hombre joven con algo de maneras él y puede que yo también (cosa que nunca me importó en nadie), me escogió para una actuación a medias con su acordeón.  Tras interpretar mii fa faa mi mi re fa faa mi mi re fa faa mi miiii la barcarola de Offenbach mirando al foco, se acercaron a decirme que la actuación fue una chapuza porque sólo se me escuchaba a mi. Menudo fallo del tutor. Me metió en el micrófono y él sin megafonía en el gran teatro-cine. Durante la época de ensayos me preguntaban los de clase si le tocaba la flauta al tutor y orgulloso (por una cosa que hacía bien) contestaba sí  y que él tocaba su instrumento a la vez. Lo pobres diablos reían y yo me apenaba de su sordera musical ... no sé cómo pude tardar años en comprenderlo y me siento estúpido sin serlo.

 Este tipo de cosas me pasan de continuo como cuando tenía 38 y un compañero de trabajo me preguntó si había sido mariposa en mi otra vida y le contesté que no creía en la reencarnación y dando paso a pensamientos sobre orugas, mariposas y creencias filosóficas. Tardé años, pero AAAAÑOS en comprenderlo casualmente. Joder, eso duele.

Victor M. F. mira por la ventana en un documental.
Me hizo emocionar al recordarme a mi mismo.
Mi adolescencia fue una continua, eterna mirada a través de la ventana de mi habitación con idas y venidas dentro de la casa. Desde allí veía a los chicos jugar y chillar en el patio del enorme colegio. Los observaba en la distancia unas veces sorprendido por el caos de sus carreras, balones y movimientos y otras cansado de sus gritos salvajes. Otros días atendía al movimiento de las nubes, al bajar de la lluvia, la nieve o los rayos. Hasta en sueños muchas veces miraba tras aquellos cristales apoyado en la sobrenatural fuerza de la imaginación dormida y unas noches los aviones boeing caían del cielo sobre la ciudad y otras toda ella era devorada por un incendio descontrolado que me cercaba en lo alto del edificio.  Fue una adolescencia dolorosa y de soledad rota en ocasiones, bordeando la locura y la depresión. La única psicóloga a la que me atreví a preguntar, hermana de mis siguientes amigos, reía y decía: "¡Qué vas a estar loco! ¡Es la adolescencia!".

 
Y bueno, cuando se repite curso es más fácil aprobar sin estudiar y queda más tiempo libre. Y empecé a escribir historias en clase pero Ignacio Montejano me obligó a escribir relatos pornográficos si quería ahorrarme sus golpes y empujones de pecho a lo macho cabrío. Era feo de cojones y un capullo cochino que bajaba los calzoncillos en el gimnasio. Guarro, más que guarro. Cerdo. Puerco. Cabrón. Mamón. Menua psicosis pasaba por su culpa. Le entregué sus relatos y pronto quedó horrorizado por lo que escribía para él y preguntó: "¿De donde sacas estas historias? ¡Son asquerosas!".

Para más I.N.R.I. y como "a perro flaco todo son pulgas", me pillaron escribiéndolas en clase y me expulsaron del colegio por ello pero no supe explicar nada a nadie. Ahí vinieron a ofrecerme su amistad un par de chicos procedentes del famoso grupo de futbol-tenis. Dos frikis que solo sabían meterse en líos por los que la clase entera les perseguiría a tortas.

Con ellos, Alonso y Luis Carlos, compartí amistad unos 5 años aunque siempre manteniendo cierta distancia entre sus excesos y mis intereses. Los eché de mi casa en varias ocasiones. Cuando me quisieron drogar echando algo en la bebida "para animarme" o cuando acepté organizar una fiesta en casa y apareció gente fuera de la lista y con alcohol escondido. En menos de una hora paré la fiesta y los eché a todos, borrachos algunos. Y a estos dos amigos, los pillé en la habitación de música lenta tratando de meter mano a una amiga borracha y les corté el rollo y les insulté. Minutos después ella estaba sobria e hiperactiva ayudando a limpiar todo.  Siempre les tuve por pésimos amigos y no supe encontrar otros mejores ni terminando con ellos de forma tajante. Volvieron a buscarme al cabo de unos meses y me acusaban de creerme mejor que ellos,  de ser muy duro ...

Finalmente y aunque quedaban bloqueados y mudos a la hora de hablar con chicas consiguieron sendas novias hacia los 20. La amiga de uno de ellos, guapa y simpática, quiso ser pareja conmigo, enseñarme el beso con lengua, pero tenía la cabeza completamente hueca y no acepté ni lo uno ni lo otro. Tiempo después me ofrecieron salir con una chica más joven "dispuesta a besarme el primer día" ¿¿¿??? y que tenía un bebé. Dije que no quería ser responsable de un bebé (encantador y precioso, por cierto). Como alternativa me ofrecieron ser amigo de Paco Montero, un chico creído y medio lelo que guardaba habitualmente sus calzoncillos sucios bajo la cama:

Como los dos estáis solos podéis salir juntos ¿No os parece?—como yo no contestaba habló Paco:

A mi me parece bien, ¿y a ti?

A mi no me parece bien—dije sin querer dar explicaciones. Lo poco que de él sabía me bastaba. Paco tomó la iniciativa para convencerme:

Tío, no te queda otro remedio. Juntos podemos buscar nuevas amigas, no vamos a ir con estos y sus novias ... ahí ... de carabinas ...—el pobre lo decía convencido y se lo tuve que aclarar:

Tengo remedio. Prefiero quedarme solo a salir contigo.

Pero ... ¿por qué? ... tio ... no lo entiendo ...

Porque no te soporto. —y quedaron atónitos. Me pidieron que no fuera así ... que lo intentara ... y me marché a mi casa  porque Paco insistía en que no le conocía suficiente etc etc etc etc etc etc ----- Paco y la "madre-que-regalaba-los-besos" fueron pareja algún tiempo y yo quedé sin amigos ni ganas de ellos cuando menos me convenía. Reconozco que a estos dos chicos los tenía muy cansados ... siempre negándome a hacer lo que proponían ... y ellos se afanaron tanto en ... No sé.

Con 20 años y sin amigos, comenzaba a ver mi futuro de soltero amargado y solitario de por vida convencido de que jamás tendría pareja. La falta de amor me asustaba y dolía más que la soledad, la abstinencia sexual, la muerte, la nada o la locura.

Bueno no.  Tanto como la locura no. Eso es exagerar.

Y ahora, omitiendo muchos capítulos y actores similares con quienes compartí escenario,  ¿qué se desprende de estas palabras? Que soy un mal amigo, que soy demasiado exquisito, que miro a los demás por debajo de mi perfil, que me creo el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, que debería hacérmelo mirar (esto me lo dicen mucho), que si he tomado la medicación (también), que si las drogas tan habituales de mi época joven me dejaron el cerebro mal (también), que parezco un marqués ... y sé que toda la culpa es mía. Que merezco la mofa y las miradas de susto porque me comporto como un lunático maleducado (otros dicen distraído) y que al mismo tiempo desconoce los límites del cariño, de la generosidad y el respeto para saber cuánto dar, cómo respetar ni cuándo amar. Ni a quienes.

¿Quiere decir todo esto que quiero estar solo y sin amigos? ¿Amo la soledad? No. No. No. No. Y no. Eso es cinco veces no. Por un momento iba a decir que si ¿Tan poco claro lo tengo? No. Era un si muy claro por lo que voy diciendo y haciendo con quienes me conocen (en persona). Pero algo no cuadra. Busqué canciones sobre amistad y soledad y mix. No encontré satisfactoria ninguna hasta que paré ya cansado y recordé una de mis más queridas canciones. Cantada por Carole King, You've got a friend.



Y con esta canción he llorado muchas veces, cantado y sentido profundamente su letra. Y el día siguiente de esto he pensado que soy un fabuloso idealista de la amistad, el amor, los abrazos... es decir un mero espectador o un pésimo actor que no sabe o por lo que sea no puede manejarse de forma natural como las buenas personas. Demasiada película y pocos hechos.

He sido un tipo con muchísima suerte porque he podido disfrutar de amistades a pesar de mi desastroso manejo. Y entre esas últimas amistades una chica  me encontró atractivo aunque mal ataviado. Quedamos un día y llevamos juntos desde entonces. Muchas veces me pregunto qué  ha obtenido ella a cambio. Qué he hecho de bueno yo por ella durante tantos años. Solo sé que la quiero tanto como la necesito y que es por cariño que me sueña independiente. Con ella no he necesitado amigos y he podido estar lo más solo posible con la mejor de las compañías. Con muchísima suerte.

“Alone, I often fall down into nothingness. I must push my foot stealthily lest I should fall off the edge of the world into nothingness. I have to bang my head against some hard door to call myself back to the body.” Virginia Wolf, The Waves.


viernes, 27 de octubre de 2017

Jorge era un niño

"Me gusta fingir que todo va bien porque cuando los demás piensan que estás estupendamente en ocasiones olvidas durante un rato que no lo estás" Ann Landers

Jorge es un niño.
Jugó con su muñeco y se sentó a esperar.
Estaba sentado en el medio de su habitación compartida.
Tener cosas que compartir es no feo.
Repartir tu amor que, de otra manera, tapado y sin ver la luz, sin entregar se pone rancio y pocho.

En esa habitación entra el sol cálido y el aire limpio cuando los primeros días del verano y el olor a paja reseca desprende su aroma con la segunda tormenta.

Hay algunos juguetes por el suelo: aviones, tanques, jeeps, barcos y un submarino (todos de montaplex).
Te enseñan la "belleza" de la guerra ocultando dolor y muerte. 
Se puede jugar a la guerra sin conocerla. 
Se puede jugar a sexo sin conocerlo. 
Se llega la Muerte en la batalla sin tener ni idea de para qué viene la una ni porqué empezó la otra. 
Herramientas de combate para matar o ser muerto en manos de un crío que juega solo.
Pequeños objetos del deseo en manos de niños que juegan a escondidas.

¡Jorge es un niño pequeño lo suficiente e ignora tantas cosas... !
Pero aprenderá rápido.

Juan también es un niño. Es su primo, de su misma edad. 
Y su primo le invita a ver desnuda a su prima.
La engaña.
Laura, sobornada e inocente, muestra su no pecho, su vulva sin pelo y se da la vuelta cuando su hermano lo ordena.
A Jorge esto no le divierte porque conoce estos juegos y sabe que Juan no tiene el caramelo prometido por ponerse en pie en la bañera.
Y Laura llora por su no premio. A Jorge se le parte el corazón.
La madre acude por el griterío y ve el falso juego.
Y Jorge llora toda la tarde encerrado en una habitación castigado con su primo el perverso.
Sin embargo al día siguiente, Jorge no quiere entrar en la bañera delante de su tía. 
Jorge llorará y se negará y pedirá estar solo con la puerta cerrada.
Un crio con miedo a mostrar su sexo desnudo.
Cuando oye "Esto es muy raro, llama a sus padres a ver qué hacemos" activa su automatismo de defensa (que funcionó cuando sus otras tías querían probarle un bañador) y avisa seriamente:
"No llaméis, que ya me desnudo."

Laura padecerá anorexia y Jorge muchísimo tiempo después, 
dejará también su cuerpo en los huesos. 

Juan dirá que ella está loca cuando Jorge le pregunte por su hermana muchos años después. 
Luego sabrá que Jorge está loco también. 
Viene de familia.

Por cierto, Jorge muestra su pene a las visitas porque su padre pide que enseñe su título de hombre. 
Por cierto, Jorge malinterpreta con asco las imágenes sexuales que habitan los libros que sus padres dejan a su alcance.
Por cierto, Jorge no entiende las revistas pornográficas de su padre, encontradas por él cuando busca por toda la casa los papeles de su adopción.
Se siente un marciano en un planeta del pleistoceno.

Y hoy Jorge jugará a algo nuevo con su hermano.
También debe quedar desnudo para esto por propia voluntad.
Y hay que espatarrarse y compartir la desnudez y lo más negro del agujero
del culo propio y el ajeno.
Con olor a mierda y a jilguero.
Casi hay rima. 
Casi hay risa. 
Casi hay pena por no saber manejar todo esto.
 
Y Jorge llorará de nuevo encerrado en su habitación, ahora por voluntad propia solo como una luna flaca en una noche silenciosa y sin estrellas contra el negro profundo de otro espacio y dimensión. 

Y otra vez se repite la rima.
Y otra vez casi la risa y siempre la pena por saber todo esto.

Jorge es un niño todavía.
Jugó una vez más con sus muñecos y se sentó a esperar.
Estaba sentado una esquina de su habitación compartida.
El sol deslumbrará a quien entre y él en lo más apartado y oscuro se podrá defender. 
Y entra su padre con fuego en la cabeza y un león rugiente en la boca.
Tiene prisa por saber el horario escolar de Jorge por la tarde.
Jorge no sabe defenderse del león en llamas y corre tras su madre huyendo de patadas y empujones en la cabeza.

Este niño será de mayor un parricida imaginario y un suicida fracasado.
Pequeños problemas de la infancia y la adolescencia que todos han vivido.

Jorge no dice nada.
No juega con otros en el cole.
Es un raro que se pega a las paredes de los recreos en el patio.
Pero juega en clase y se imagina las cosas buenas a medias con las malas aprendidas. 
Caen las malas notas, los golpes del maestro, los insultos del padre feroz mientras las gotas de llanto se esconden por la noche sobre la almohada y la baja autoestima.

Jorge tiene miedo de su cuerpo desnudo y del cuerpo de todos los niños desnudos al tiempo que le fascinan las chicas, su timbre de voz, su suavidad y sus cuerpos "infinitamente diferentes".

Quisiera destruir su pene y ser como las niñas.
Se lava y relava y asquea ante el espejo por no poder borrar de la memoria lo vivido.

Jorge es el no niño que nunca llegaría a ser y no le apetece jugar con sus muñecos. 
A veces tiene un amigo que piensa no necesita.
Encerrado voluntariamente en su habitación pasa los días y sale de ella si en la casa  no hay nadie, caminando sin zapato ni calcetín ni pantalón ni camiseta ni calzoncillo. 

Sumerge su cuerpo en agua, se lava y relava y vuelve a lavar aunque putoespejo dice que sigue sucio y el cuerpo es afeminado pero no femenino o masculino.

Hunde sus genitales en el interior y sonríe al exterior.
Lo suelta y todo se desparrama afuera mientras llora sintiendo cómo su locura se apodera de él porque no sabe qué le pasa.

Pero Jorge superará esas menudencias.
Será un hombre con una vida aparentemente normal.
El pasado quedó oculto en una bolsa de oscuridad.
El tiempo turbio se limpió de pecados y ahora ya nadie sabe na.

Vuelve al comienzo, donde todo fue casualidad, 
donde casi hubo rima, casi hubo una risa y 
contagiosa pena por la verdad 
y la enfermedad mental
y la anorexia y la auto lesión y
otra época de oscuridad concéntrica
en infinitos ciclos hasta por fin
de una vez por todas terminar.

Jorge era un niño y yo maldigo a los violadores de su inocente sexualidad. 
Y los maldigo hasta la muerte seguro, casi con rima, casi sin pena.

martes, 26 de septiembre de 2017

Un mundo en miniatura

"... ¿qué amigo es aquel que tuvieras que buscar para matar las horas? BUSCADLO CON HORAS PARA VIVIR. Y que en la dulzura de la amistad haya lugar para la risa y para los placeres compartidos. Es en el rocío de las pequeñas cosas donde el corazón encuentra su mañana y toma su frescura." Khalil Gibran.
A world in miniature.
Cogí el iPhone4. Superpuse a la cámara una lente extraída de un lector de DVD o CD y me puse a hacer fotos en casa. Luego por el parque la mañana siguiente.
Me gusta ver las cosas pequeñas y acercarme cuanto puedo a ese mundo desconocido con el que vivimos a diario sin que la gente se fije. 
Bueno, yo si me fijo. Los demás no sé. La gran diferencia entre los productos humanos y los de la naturaleza es el nivel de detalle. En las fotos de casa los objetos parecen toscos pero en las otras aún haciendo zoom se aprecian nuevos detalles y un diseño muy elaborado y hermoso. Excepto en los insectos, donde la repulsión gana a la belleza por momentos.
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Así jugaba con mis coches. Me los metía en un ojo, imaginaba conducirlos, comprobaba los amortiguadores y el giro de las ruedas incansablemente. O pasaba el rato poniéndolos en fila. O haciéndolos chocar en dos pendientes convergentes del tablón central con bisagra de la mesa plegable. A Alberto, hijo de la amiga de mi madre, eso le aburría soberanamente, ja ja jaaaa, pobre. Sus juegos eran básicamente físicos. El era un niño muy callejero... y yo le hacía colocar muñecos -idénticos al de la foto- sobre la mesa para hacerlos caminar bajo los temblores que provocábamos con los puños sobre la mesa. Tampoco le gustaban mucho mis juegos del agua. El se cansaba enseguida de todo eso. ¡Qué alegría y vitalidad tenía Alberto! descanse en paz. Siempre se reía mucho recordando el día que ambas familias comíamos en un restaurante y el camarero preguntaba por el postre a cada uno. Como siempre yo el último, llevaba rato embelesado mirando el cartel de helados de la pared, de frigo, y llegó un momento en que todos se impacientaron con migo. Mi padre me sacó de la abstracción con algún grito y yo sentía todas las miradas. Daba igual, ya sabía lo que quería, je je je. Dije:
"Pues yo quiero... un  SUPER-CHOC !!"
Bueno, ni idea de cómo lo dije, solo sé que alto y claro.
Todos empezaron a reírse mucho. 
Creo que se contagiaban la risa entre ellos. 
Al camarero no tanto, apuntó y marchó. 
Menos mal que sí lo tenían. El helado, digo. 
Toda la vida me lo ha estado recordando "el Albertiño" por la forma de decirlo así como con acento muy chuleta y rimbombante (pulgar e índice de ambas manos juntas y arriba, hombros encogidos, mirada extasiada al techo... y "quiero un choc"). Fue uno de mis escasísimos amigos de la niñez para los ratos que las familias o las madres se juntaban. 
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Si se hace click en cualquier foto se ven aún más de cerca. Se aprecia la cantidad de polvo que se mete en las cosas... es... increíble. Esto es parte de una pequeña cadena de bisutería que cuelga junto con otras de un maniquí en miniatura pensado para esto.


Este osito de Tous es el tapón de un mini bote de perfume de la marca. "Beware of the bear" que te mira mal y te deja seco.


Este tornillo para mini destornilladores de rosca, mide unos 11.5 mm. Con otra lente se ve solo la rosca y se aprecia mejor la de mierda que se mete ahí.

El ojo del títere de una brujita muy pilla de esponja. No sé si mete algo de miedo.


Este dibujo está en el pantalón tebeo de estar por casa.




BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUhhhhh!!!!
Este sí que acojona. Además, no sé. Los ojos miran. Ese punto negro se mueve. Cuando lo fotografiaba desde arriba también me miraba. Odio los insectos. Son todopoderosos.

Otro de los innumerables detalles del parque.
Y esto es la estalagmita que se forma después de unos cuantos años de regar la hierba y salpicar los bancos. El agua que escurre del banco y gotea extrayendo material y se forman estalactitas y estalagmitas (muy básicas, claro).
Imprescindibles plumas, también salpicadas de la hora de regado.
Este fruto no sé su nombre... arboretus picudensis.


El fruto de antes pertenece al arbusto de esta foto de arriba.

De estas florecillas entre la hierba se encuentran una por aquí otra por allá...

El agua es lo más.
Y la parte baja de esta seta de parque que deben crecer con ayuda de tanto excremento de perro no recogido.
¿Eso es diente de león mini?
Bueno, esto es Xanthoria Parietina, o liquen foliáceo de un árbol. Si abres la foto y metes zoom, se ve en el centro como un pulgón de color ámbar.  Al lado hay más. ¿No es increíble?
Estos dos están haciendo manitas, pero el de la derecha está de mal humor.
Maravilloso detalle de estas florecillas.








Cosas de las plumas. Foto con retoque de color.
Hasta las piedrolas tienen cosas que mostrar.
Esa mirada lo dice todo... Brrrrr!!!
Y la superficie de esta seta o champiñón de parque.






viernes, 1 de septiembre de 2017

No ser a pesar de ser

Not to be, despite of being.
"If you dare nothing, then when the day is over, nothing is all you will have gained" Neil Gaiman, Libro del cementerio.


1 / 6
Soledad
2 / 6
Amor ideal
3 / 6
Desamor-Absorto
4 / 6
Fin de la fe. Desilusión.
5 / 6
Fin de la fe. Furia divina.
6 / 6
El refugio del arte

Vistos desde lejos en el tiempo (¿33 años?), miro estos dibujos y no sé qué pensar. A ratos me parece que no estuvieron tan mal para alguien que no tuvo ni tiene idea de cómo dibujar.
............................................................Claro. Por eso mismo.

Reconozco que no dicen nada aunque sí querían contar pequeñas historias en su momento.
Historias de uno mismo (no podía ser de otra forma), del amor imaginado y perdido, de la soledad siempre buscada a pesar de la necesidad de convivir con otros, del silencio de un dios que creí inexistente, de la atracción por el arte que dotó a mis sentidos de extrañas capacidades visuales y acústicas para luego no poder expresar las sensaciones percibidas ...

Esta entrada me ha llevado muchas horas a lo largo de semanas de escribir, borrar, editar ...
Siempre he querido ser perfecto en todo.
Siempre he sido un auténtico desastre intentándolo.
En todo.
Ser perfeccionista nunca sirve de mucho.
De nada.
¿Es más obsesión que perfección?
"Siempre todo" y "nunca nada" me parecen dos afirmaciones tan equivocadas como iguales.

De nuevo me dijeron "la vida es muy sencilla". Y ya no lo comparto. Sencilla no es ni la vida vegetal. La vida humana es complicada incluso si decides vivir aislado en la montaña junto a un arroyo con un huerto y 4 gallinas. Es muy, muy complicada y yo no la entiendo. Creía que mi máscara de fingir funcionaba. Que era capaz de convivir haciendo como los demás, incluso bromeando.

Pero la gente ríe de pronto con mis comentarios y sin embargo, cuando de veras intento hacer gracia, arquean las cejas y bufan. Si planeo la venta de un objeto usado llega el momento y ... ¡¡ flash !! borro los anuncios y desaparezco. Entro solo en un restaurante cualquiera y siento las miradas de grupos de trabajadores comiendo ... ¡¡ flash !! Salgo y como apartado un sandwich de máquina.

¡ZAS-ZAS-ZAS! ¡FLASH-FLASH-FLASH! ¡ZAS-ZAS-ZAS!

Si ZAS es punto y FLASH es raya, esto es una señal SOS en morse. Porque de pronto sale el ZAS y disgustado tiro todo, borro todo, destruyo todo y no quiero saber nada. Luego me pregunto qué ha pasado sin volver atrás. O sí. No lo sé. Círculos concéntricos.

El eterno retorno de Nietzsche versión vida interior repetida.
Friedrich Wilhelm Nietzsche.


"¡Anda, ve a comprar el pan...!" pedía mi madre mientras la observaba cocinar. Con 9 años subía a la torre de control desde donde gobernaba mi cuerpo y salía a la calle. Recibía datos de la sala de motores e informes de daños articulares. Movía las manos en plan intermitentes señalando los giros a derecha o izquierda. ¡Cómo no identificarse luego con Koji Kabuto en la cabeza de Mazinger Z!  En wikipedia lo explican bien:

" (...) cuando Koji controla al Mazinger Z, se conecta a él como a un amigo y como a tal se dirige. Lo controla con un cuadro de mando bastante simplificado, y el robot responde a la voluntad de su compañero.  Así casi siempre, excepto, la primera vez en la que Koji quiso hacerse con el robot y perdió los nervios. En el manga, en este capítulo Koji acaba arrasando medio Tokio con su robot.

Otra característica que adopta el tándem robot-piloto es que al ir el robot tripulado, los golpes, zarandeos, electroshocks, y otros males que el robot soporta, son compartidos por el piloto. (...) "

Máscara o robot. No sé si ella o él, ambos quizá, han ido apoderándose de mi desde muy niño corrigiendo las actitudes que resultaban sospechosas para salir adelante. Llega un punto en que pierdes gran parte de tu identidad. Pierdes incluso parte de lo bueno que podías ofrecer.



Luego, no sé porqué, miro mi colección de pequeños motores electro mecánicos y magnéticos imbuidos en su constante, repetido e inútil movimiento giratorio fuera de sus engranajes y me pregunto si los encarcelé por su capacidad para hipnotizarme. Los llevaré al chatarrero.

Observo desde mi torre de control a los demás y recopilo detalles de ellos mientras el pensamiento deriva sobre cualquier asunto y a la vez escucho ecos de sus voces en el panel de control. Así es mi mundo. Nadie es bienvenido si no ofrece un tema medianamente interesante o interesado. Es un mundo infantil y algo penoso. Cierto.

Así es muy complicado escuchar y entender para poder recordar luego. Difícil hablar y ser entendido. Y encima, si me animo explicando algo me interrumpen con un "perdona, pero no te estoy entendiendo nada" o cambian de tema o se duermen o me dejan elegir a mi -indeciso nº1- la mejor solución. Muchos no entienden ni mis puñeteros mensajes de whatsapp.

Según el estado de ánimo parecerá que estoy ido: me llamarán la atención y puede que no responda. Me pasa frecuentemente. Estoy descontento por ser como un robot biológico ralentizado con una programación chapucera y mecanismos problemáticos. Y la solución escapa a mi control.

Estos inventos sirven durante algún tiempo con desconocidos hasta que vuelvo a escuchar un "loco" "subnormal" o más suavemente "raro" o "especialito" y además "maniático". 
Joder, llevo la vida entera recibiendo estos adjetivos.

Según © Espasa Calpe, S.A.:
Loco: adj. Que tiene trastornadas las facultades mentales. (puede) || Insensato, imprudente. (seguro)  || Que excede en mucho a lo ordinario o presumible. (pero mucho) || Que siente un gran deseo, interés o entusiasmo. (según qué) || Se dice de los mecanismos que no funcionan adecuadamente. (¿no te lo decía yo?)
Y. Continúa la definición incluyendo a homosexuales, prostitutas, enamorados, fingidores, persistentes insistentes y negadores en versión extrema. Y también puedo ser todo eso. Llámame loco pues, que acabaremos antes. Todos los adjetivos ya son como de la casa y no me sorprenden demasiado en boca de nadie. Y el diccionario trae muchos más pero si no buscas ofender más, no me los cambies que no me gustan los cambios.

Mi máscara resiste impasible cuando comentan "¿no deberíamos solicitar una ayuda por tener contratado a alguien de integración? ¡¡¡¡Jaaa ja ja ja!!!! " (entiéndase enormes carcajadas). Pues mire usted. Disponer de ese reconocimiento supondría al menos saber qué me pasa. Para que luego encima me tenga que escuchar que yo digo las cosas sin filtro y que soy muy duro. ¿Es que la verdad es para filtrarla? ¿Pues en qué demonios se convierte?

Ya, ya, ya. Si, si, si soy yo quien da lugar a esto con actitudes poco afines a la normalidad. Los mecanismos de comportamiento que inventé para convivir nunca han funcionado realmente como yo imaginaba. Los otros, tarden más o tarden menos, notan algo y quedo etiquetado.

La otra opción es ser yo.
Y yo no quiero engañar a nadie y no quiero estar con nadie.
Yo quiero el silencio absoluto y un mundo inmutable.
Odio estar rodeado de variables e incógnitas que mutan y se multiplican.
Odio el dolor en el oído por los gritos en el bus lleno de niños maleducados.
Y yo no sé manejar cabeza, cuerpo ni actitud de otra manera.

Y no es verdad. No quiero ser yo.

Pero sí quiero ser feliz mientras hago ruidos aunque causen risa o pasmo.
Y mirar las cosas metidas en los ojos sin tener que explicar porqué.
Y que me dejen a mi ritmo para hacer las cosas sin llamarme lento ni sangre de horchata (con lo buena que es) y sin embargo me ayuden a salir de la ofuscación por la perfección o la repetición cuando lo necesito sin perder los nervios.
Y caminar y moverme sin que me digan ganso ni drogadicto ni afeminado.
Dudo que un pato o una persona con los sentidos distorsionados por la droga pueda transpirar y llorar como yo estremecido de pies a cabeza de la emoción mientras escucho la indescriptible sonoridad, tono, ritmo y cambio de volumen de la composición musical de Mozart interpretada por Karajan en 1986 con un estilo inigualable. Entre otros momentos, este:


 
Esto es el "Confutatis maledictis":
"Rechazados los malditos y entregados a las crueles llamas, llámame con los benditos.Suplicante y humilde te ruego, con el corazón casi hecho ceniza, apiádate de mi última hora."
Y esto es una representación de los otros para una incómoda multitud de tantos otros pero no en medio de una montaña (la sonoridad no lo permite). Me pregunto si otros también escuchan el efecto doppler de los vehículos en la calle o el sonido a hueco cambiante de la taza de café con leche al remover el azúcar recién añadida.

Y quiero ver las pinturas y fotos que muchos otros quieren enseñar con su armonía de color, luz y contraste a trazos finos y gruesos, jugando con ideas y recuerdos.
Y ver la carita dulce de un niño pequeño que atiende tranquilo y sonriente.
Descansar bajo un árbol grande sobre hierba fresca con pequeñas flores en un día soleado templado.
Sentarme a mirar horizonte y mar desde el espigón. Luego, pasear sobre la arena fina y blanca y junto a la orilla de una gran playa casi desierta con olor fresco al salitre que desprenden olas alegres y ese cosquilleo de los granos recogidos por una resaca lisa entre los dedos de los pies.
Sentir y ver el agua. Toooooda la vida el agua caliente o fría, según la ocasión.
Y envolverme apretado en una manta en  invierno ... como una crisálida.

Me disgusta que un niño pueda advertir con miedo su "locura" interior y nadie en el exterior pueda percibirlo para ayudarle. Solo necesitaba una maldita ayuda con puta constancia. Me hubiera gustado explicar a ese niño que no era adoptado. Me sigue doliendo su llanto silencioso en la cama por la noche suplicando por primera vez la muerte al mismo dios con sordera que durante el día no respondió a sus gritos contra las olas iracundas.

Tantos años removiendo tanta mierda tras su origen ... y quizá no haya forma de limpiarla. Quizá jamás sepa porqué no puedo ser de otra forma. Me resta acudir a un último examen y recibir una respuesta. Con esto habré llegado al final de la búsqueda. Las otras opciones no quiero saberlas.
Total, para qué.

Y después de todo y para terminar -aunque hubiera debido decirlo al principio y antes que nada- debo estar agradecido a la mujer que tanta paciencia y ayuda me ha dado con cantidad de amor durante toda una vida juntos. Ahí no he fingido nunca y, aunque mi amor suele parecer ausente, he sido perdonado por mi pasividad, incluso ante su dolor físico y emocional. Y eso es muy duro, insoportable, para cualquiera. Reconozco que sin ella, mi imagen exterior sería un puro desastre delator de mi verdadera naturaleza. Que sin ella no hubiera luchado nunca contra las mil conductas que me asedian constantes consumiéndome hasta el agotamiento total. Sin ella no hubiera mantenido los trabajos ni la salud, que no es poco decir.

Gracias mi amor por esta estupenda familia. Te quiero.

29-09-2018 Os echo de menos, motorcitos. Espero que el chatarrero no os haya sacado el cobre con fuego. Había otro dibujo que me pareció tan horrible que no quise ponerlo aquí. Con este quería reflejar los años de la infancia y no sé cómo, se grabó en el acuario la imagen de los abusos sexuales, la serpiente taladradora color carne y los orificios del cuerpo. Los coches metidos en los ojos, sus ruedas y un mar de llanto secreto.


“Duerme, pequeño mío. Duerme hasta despertar. Cuando despiertes verás el mundo. Si no me equivoco... besarás a tu amor, bailarás un poco, encontrarás tu nombre y un tesoro escondido... Afronta tu vida. Es dolor. Es placer. No dejes caminos sin tomar.” Neil gaiman - El libro del cementerio