"Me gusta fingir que todo va bien porque cuando los demás piensan que estás estupendamente en ocasiones olvidas durante un rato que no lo estás" Ann Landers
Jorge es un niño.
Jugó con su muñeco y se sentó a esperar.
Estaba sentado en el medio de su habitación compartida.
Tener cosas que compartir es no feo.
Repartir tu amor que, de otra manera, tapado y sin ver la luz, sin entregar se pone rancio y pocho.
En esa habitación entra el sol cálido y el aire limpio cuando los primeros días del verano y el olor a paja reseca desprende su aroma con la segunda tormenta.
Hay algunos juguetes por el suelo: aviones, tanques, jeeps, barcos y un submarino (todos de montaplex).
Te enseñan la "belleza" de la guerra ocultando dolor y muerte.
Se puede jugar a la guerra sin conocerla.
Se puede jugar a sexo sin conocerlo.
Se llega la Muerte en la batalla sin tener ni idea de para qué viene la una ni porqué empezó la otra.
Herramientas de combate para matar o ser muerto en manos de un crío que juega solo.
Pequeños objetos del deseo en manos de niños que juegan a escondidas.
¡Jorge es un niño pequeño lo suficiente e ignora tantas cosas... !
Pero aprenderá rápido.
Juan también es un niño. Es su primo, de su misma edad.
Y su primo le invita a ver desnuda a su prima.
La engaña.
Laura, sobornada e inocente, muestra su no pecho, su vulva sin pelo y se da la vuelta cuando su hermano lo ordena.
A Jorge esto no le divierte porque conoce estos juegos y sabe que Juan no tiene el caramelo prometido por ponerse en pie en la bañera.
Y Laura llora por su no premio. A Jorge se le parte el corazón.
La madre acude por el griterío y ve el falso juego.
Y Jorge llora toda la tarde encerrado en una habitación castigado con su primo el perverso.
Sin embargo al día siguiente, Jorge no quiere entrar en la bañera delante de su tía.
Jorge llorará y se negará y pedirá estar solo con la puerta cerrada.
Un crio con miedo a mostrar su sexo desnudo.
Un crio con miedo a mostrar su sexo desnudo.
Cuando oye "Esto es muy raro, llama a sus padres a ver qué hacemos" activa su automatismo de defensa (que funcionó cuando sus otras tías querían probarle un bañador) y avisa seriamente:
"No llaméis, que ya me desnudo."
Laura padecerá anorexia y Jorge muchísimo tiempo después,
dejará también su cuerpo en los huesos.
Juan dirá que ella está loca cuando Jorge le pregunte por su hermana muchos años después.
Luego sabrá que Jorge está loco también.
Viene de familia.
Por cierto, Jorge muestra su pene a las visitas porque su padre pide que enseñe su título de hombre.
Por cierto, Jorge malinterpreta con asco las imágenes sexuales que habitan los libros que sus padres dejan a su alcance.
Por cierto, Jorge no entiende las revistas pornográficas de su padre, encontradas por él cuando busca por toda la casa los papeles de su adopción.
Se siente un marciano en un planeta del pleistoceno.
Se siente un marciano en un planeta del pleistoceno.
Y hoy Jorge jugará a algo nuevo con su hermano.
También debe quedar desnudo para esto por propia voluntad.
Y hay que espatarrarse y compartir la desnudez y lo más negro del agujero
del culo propio y el ajeno.
Con olor a mierda y a jilguero.
Casi hay rima.
Casi hay risa.
Casi hay pena por no saber manejar todo esto.
Y Jorge llorará de nuevo encerrado en su habitación, ahora por voluntad propia solo como una luna flaca en una noche silenciosa y sin estrellas contra el negro profundo de otro espacio y dimensión.
Y otra vez se repite la rima.
Y otra vez casi la risa y siempre la pena por saber todo esto.
Jorge es un niño todavía.
Jugó una vez más con sus muñecos y se sentó a esperar.
Estaba sentado una esquina de su habitación compartida.
El sol deslumbrará a quien entre y él en lo más apartado y oscuro se podrá defender.
Y entra su padre con fuego en la cabeza y un león rugiente en la boca.
Tiene prisa por saber el horario escolar de Jorge por la tarde.
Jorge no sabe defenderse del león en llamas y corre tras su madre huyendo de patadas y empujones en la cabeza.
Este niño será de mayor un parricida imaginario y un suicida fracasado.
Pequeños problemas de la infancia y la adolescencia que todos han vivido.
Jorge no dice nada.
No juega con otros en el cole.
Es un raro que se pega a las paredes de los recreos en el patio.
Pero juega en clase y se imagina las cosas buenas a medias con las malas aprendidas.
Caen las malas notas, los golpes del maestro, los insultos del padre feroz mientras las gotas de llanto se esconden por la noche sobre la almohada y la baja autoestima.
Jorge tiene miedo de su cuerpo desnudo y del cuerpo de todos los niños desnudos al tiempo que le fascinan las chicas, su timbre de voz, su suavidad y sus cuerpos "infinitamente diferentes".
Quisiera destruir su pene y ser como las niñas.
Se lava y relava y asquea ante el espejo por no poder borrar de la memoria lo vivido.
Jorge es el no niño que nunca llegaría a ser y no le apetece jugar con sus muñecos.
A veces tiene un amigo que piensa no necesita.
Encerrado voluntariamente en su habitación pasa los días y sale de ella si en la casa no hay nadie, caminando sin zapato ni calcetín ni pantalón ni camiseta ni calzoncillo.
Sumerge su cuerpo en agua, se lava y relava y vuelve a lavar aunque putoespejo dice que sigue sucio y el cuerpo es afeminado pero no femenino o masculino.
Hunde sus genitales en el interior y sonríe al exterior.
Lo suelta y todo se desparrama afuera mientras llora sintiendo cómo su locura se apodera de él porque no sabe qué le pasa.
Pero Jorge superará esas menudencias.
Será un hombre con una vida aparentemente normal.
El pasado quedó oculto en una bolsa de oscuridad.
El tiempo turbio se limpió de pecados y ahora ya nadie sabe na.
Vuelve al comienzo, donde todo fue casualidad,
donde casi hubo rima, casi hubo una risa y
contagiosa pena por la verdad
y la enfermedad mental
y la anorexia y la auto lesión y
otra época de oscuridad concéntrica
en infinitos ciclos hasta por fin
de una vez por todas terminar.
Jorge era un niño y yo maldigo a los violadores de su inocente sexualidad.
Y los maldigo hasta la muerte seguro, casi con rima, casi sin pena.
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