Header

sábado, 28 de febrero de 2009

Sentry (capítulo 1)


De entre todas las especialidades disponibles en aquellos momentos, Sentry escogió la más difícil: asociación de micro partículas de materia oscura a través del bosón de Higgs. Siempre le había llamado la atención la evolución de las aceleradoras de partículas, que a lo largo de los últimos 30.000 años, casi prehistóricas y de proporciones colosales en un principio, permitían tratar la materia para descubrir los orígenes del universo. Había dedicado todo su esfuerzo y capacidad para llevar a cabo un proyecto experimental que hasta entonces era pura hipótesis. Los centros de estudios especializados, al amparo de un gobierno totalmente intelectual que invertía importantes cantidades en investigación, recibirían una aportación extraordinaria si planteaban una teoría suficientemente sólida como para permitir obtener cierta cantidad de materia oscura. Las máquinas desarrolladas hasta el momento eran capaces de detectar partículas supersimétricas con aproximación y el siguiente paso estaba claro.

Sentry era tan inteligente y ambiciosa como segura de sí misma y su propuesta fue seleccionada. Sus profundos conocimientos de la mecánica y física cuánticas por un lado, que le valió el reconocimiento de la comunidad científica internacional, así como su histórica nueva formulación sobre la teoría de la relatividad, contribuyeron como pilares sólidos para apoyarla en su nuevo estudio.

Recibió la buena noticia con alegría y restando importancia al escepticismo y malas caras de algunas de sus colegas competidoras, a la postre colaboradoras de su proyecto. Sentry no conocía el rencor y contrató simplemente las mejores mentes para su ayuda. Entre todas ellas, Martha se distinguía por una agudeza y capacidad de síntesis extraordinaria, una dedicación inusual al trabajo, y un mal gusto impresionante en el trato. Pero de las malas vibraciones que Martha pretendía hacerla llegar, Sentry hizo caso omiso, pensando que conseguiría muy pronto convencerla de que su ambicioso proyecto era más que simple teoría. En resumidas cuentas, si lograba llevar a buen fin su propósito, podría fabricar materia oscura en cantidad limitada tan sólo en relación a la cantidad de energía, espacio y tiempo empleados.

Durante los años siguientes, el equipo formado por Sentry, Martha y demás colaboradoras, fue perfilando la máquina más sofisticada que pudiera imaginarse. Para Martha, todo aquello era una locura y un miserable insulto derrochador. Ni las discusiones que tenían lugar cada semana, durante las habituales reuniones de organización del trabajo, ni los múltiples problemas realmente alarmantes que fue capaz de plantear durante las reuniones que cada seis meses se celebraban con la delegada del gobierno, fueron suficiente lastre para Sentry que seguía viendo en Martha, la misma mujer sin dobleces que conocía.

Sentry vivía sola y últimamente se reconoció enamorada. Deseaba, como nada más natural, compartir su vida con aquella persona hacia la que su corazón la había inclinado. Todo su conocimiento científico era inútil para desviar la mirada que interiormente y sin saber cómo, había fijado en Martha. Pero no se culpaba por ello, sino que atesoraba las escasas sonrisas que compartía con ella mientras aguardaba con infinita paciencia y dulzura un día que, sin lugar a dudas, tendría que llegar. Algunas tardes, cuando tenía posibilidad de situar su vivienda en lo más alto del edificio para convertirla en su ático giratorio exclusivo, saboreaba la soledad reflexionando sobre temas trascendentales. En esta ocasión, recordó algo que estuvo pensando mientras ascendía a su casa. El hombre que trabajaba como vigilante en la entrada principal del edificio la había saludado como otros días y no sería su cortesía, sino el hecho de ser uno de los pocos hombres que iban quedando, lo que hizo a Sentry meditar sobre el ser humano como especie.

Como consecuencia de la evolución genética natural, las mujeres comenzaron a desarrollar la capacidad de concebir nueva vida a partir de relaciones con su mismo género. Durante unos 10.000 años conservaban el sistema reproductivo primitivo un elevado porcentaje de ellas, pero en claro declive debido tanto a factores sociales como políticos y por supuesto, de selección natural. Por otra parte, la esterilidad masculina iba en aumento mientras la genética femenina conseguía sin lugar a dudas y de forma natural, que inteligencia y salud fueran valores al alza en una sociedad absolutamente decadente. De esta manera, con el beneplácito general de gobernantes y ciudadanos/as, la revolución genética siguió su curso, hasta que 30.000 años después, un escaso 0.6 % de nacimientos resultaban varones, recibidos además con tristeza por sus madres. Eran el vestigio vivo de un pasado en extinción, abocados a una vida de inferioridad pero con todo el respeto, cariño y comprensión de los demás seres humanos. Para Sentry, quedarse embarazada de forma totalmente independiente, era la última opción. Prefería compartir, no sólo el amor con su pareja, sino también los rasgos genéticos de esta.

Aquella noche de verano no era demasiado calurosa, pero Sentry no conseguía conciliar el sueño con sus pensamientos en imágenes confundidas sobre Martha y sus sentimientos por intuición sobre el amor. Aunque sabía perfectamente dónde quería llegar y que debería nadar decididamente contra corriente para obtener lo que deseaba, no sabía cómo. Cómo entrar en un camino hacia un mundo desconocido en el que su mente científica no servía para solucionar uno de los problemas más básicos, sencillos e importantes de la vida, al menos para ella. Cómo dejar de sentirse como la única gota de agua dulce perdida en la vasta profundidad del océano y conservar su identidad al mismo tiempo. Cómo vencer la barrera del miedo ante la realidad de no ser correspondida y conservar la concentración necesaria para seguir adelante con el más importante proyecto de su vida. Cómo desenvolverse a cada momento entre los límites de su trabajo profesional y sus deseos personales. Sabía que no todo era cuantificable, previsible, programable y menos aún, manipulable. No llevar las riendas de sus emociones nuevas, algo que no había experimentado en sus otras relaciones, la sorprendía y llenaba a partes iguales de ilusión y preocupación.

El cielo se fue tiñendo de crepúsculo y Sentry aprovechó el espectáculo para desenredar de su mirada la enmarañada red de sentimientos que la ataban a Martha. Mientras observaba cómo el sol se apagaba sobre un impresionante horizonte de agua y la ciudad se sonrojaba con sus últimos rayos tibios, un presentimiento de esperanza llenó el bolsillo de los deseos más valiosos que escondía su gran corazón enamorado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario