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jueves, 17 de septiembre de 2009

El hombre oruga

Beyond Powerful - Liudmila Tomova
Despierta por completo. En mitad de la furiosa tormenta es la calma perfecta. Enamorada del cielo. Incluso si todo se derrumbara nada podría arrebatarla quién es en realidad. El espíritu de sus antiguos ancestros le da fuerza. Al salir de las profundidades más oscuras del océano se sabe ... más que poderosa.
Aquella mañana, cuando empezaba a afeitarme, noté que la maquinilla se paseaba sin el clásico ruido rasposo. Pensé que tendría que cambiar las maquinillas del Mercadona por unas de Gillete. Pero al coger una especial que venía de regalo, de esas con tres hojillas junticas y afilás, sucedió lo mismo. No tenía barba.

¿Me había afeitado por la noche acaso?
Imposible. Sólo lo hacía cuando quería ser imberbe para besar suave y delicado sobre piel en especial delicada y suave.
¿Habrían mis hormonas masculinas, aunque pocas y escurridizas, desaparecido súbitas y cobardes?
"Pero mira que se te ocurren unas cosas..." negaba yo solito ante el espejo.
Espejo, según el diccionario Espasa, segunda acepción:
m. Cualquier cosa que refleja o da la imagen de algo: los hijos son el espejo de los padres
Y me miré en el espejo de esa manera que me gusta nada. Me reconocí sin saber si era hijo de mis dulces paranoias o de mis padres dolorosos.
Empezaba a sentirme paranoico cuando un dolor de hierro candente se fijó sobre ambos lados de mi pecho indicando que algo no iba bien.

Había leído demasiados blogs y bebido en exceso la noche anterior. Estuve escribiendo toda la tarde una nueva historia para mi blog y la dejé guardada para repasarla por ver si al final había escrito algo ligero, alegre y digestible. No lo había logrado. Por eso me bebí hasta el agua de los tiestos.
(Di la verdad, mamón)
Bueno, fue una importante cantidad de aguardiente de hierbas.
(He dicho la verdad)
¡¡Vale, sólo fue un vaso de los de Nocilla, lleno de Limoncello con hielo y con dibujos de Mickey!!
(Eres patético hasta para coger una media cogorza)
...
Estaba en eso de recordar cuando comencé a sentirme tremendamente sucio y asqueado. Decidí meterme en la ducha. Al menos tenía todos los demás pelos de mi cuerpo. Una gloria, porque eran justo los que menos deseaba. Recogí varias veces mi cremoso y escurridizo jabón Dove. Lo pasé por todo el cuerpo: piel firme, músculos bien definidos ...
(¿Ya estamos?)
...piel y huesos bien marcados entre simpáticos musculines de pollo desplumado y canijo.
¿ESTAS CONTENTO? ¿PORQUÉ NO TE DAS UNA VUELTA CON ALGUNA CONCIENCIA QUE TE AGUANTE Y OS DESAHOGÁIS JUNTOS, SO PLASTA?
(Te dejo, pero que sepas que estás muy necesitado de medicación)
Decía que me duchaba, cuando de pronto vi todo pelo de cuello para abajo marchar derecho al desagüe, medio atascándolo. Asombrado, entusiasmado y como alunizado* sentí que mi piel era tersa como la seda. ¡Qué gustito! Y el dolor del pecho se desvanecía... mejor que mejor.

El agua resbalaba calentuca desde la cabeza a los pies cuando unos tremendos cuchillazos en el bajo vientre y entre las piernas provocaron que me encogiera como un ovillo. Se me saltaban las lágrimas de dolor, me faltaba el aire y casi pierdo el conocimiento. Cuando recuperé el aliento y empezó a pasarse abrí los ojos y vi sangre en la bañera y al ponerme en pie también entre mis piernas.

Ya no tenía mis distintivos de hombre. Lo toqué con dedos temblorosos. Mi corazón saltaba alocado de nervios. Todo era femenino y auténtico.

Era una mujer. El espejo decía: guapa, quizás delgada por de más, con poco pecho y unas piernas perfectas y larguísimas.

Del diccionario Espasa me quedo con la primera acepción. Esta última me desagrada en especial:
mirarse en alguien como en un espejo loc. col. Tener tanto amor y admiración a alguien como para considerarlo digno de imitación: se miraba en su hermano mayor como en un espejo.

Me he pasado la vida admirando a las mujeres. Su memoria (¿atención?) e inteligencia, sexto sentido, su violencia casi nula en comparación, los mil millones de productos para cuidarse, sus infinitos complementos, su belleza en versión pija, urban, skater, gótica, casual o natural, tanto en los negocios como conduciendo un camión o un taxi... y ahora era mi turno:

¿qué clase de mujer iba a ser?

Estuve pensando sobre la estupidez de mi pregunta.

Bastante.

Hasta que me dije: "Voy a ser la mujer que me dé la gana de ser"

De inmediato, como un flash, como un shock convulsivo, volví a ser hombre.

Un hombre que podía ser como le diera la gana de ser.



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